Luis Pastor. Entrevista
(1981), primera nota (1974)
En 1981 ya había estallado lo que en la entrevista que
reproduzco se llamaba “la crisis” de la canción popular, o, para ser más
exactos, de los cantautores, que Luis analizaba con aguda sensibilidad. Igual
su relectura ahora sirva para que los que ya entonces eran desmemoriados
recuerden, o descubran, más de treinta años después, cuáles eran las reflexiones
reales que sobre su trabajo se hacían los famosos cantautores, tan denostados
en aquellos momentos por los popes de la modernidad, esa cosa tan caduca que
basta con que pase el tiempo para volverse antigua. O al menos se las hacía Luis, que no era el
único.
Aunque ninguno de los dos lo recordamos exactamente, la charla debió tener lugar con motivo de un viaje de Luis a Canarias, en cuyo DIARIO DE LAS PALMAS se publicó el 21 de junio de 1981. O pudo ser por teléfono, porque las fotos que se incluían era de archivo.
Dado que la entrevista no es muy larga y que no es
bueno acostumbrase a la comodidad, incluyo después la reproducción de la
primera nota que publiqué sobre Luis, en enero
de 1974 en la revista MUNDO SOCIAL.
Yo acababa de conocerle, y él únicamente había grabado dos singles y un par de
canciones en el disco colectivo “Todo está muy negro”, en el que también
estaban Las Madres del Cordero, Quintín Cabrera, Els Sapastres y Gabriel
Salinas. Todavía le quedaba más de un año para que saliera a la luz su primer
LP, “Fidelidad”. Como creo que se puede leer fácilmente, no la transcribo. Allá cada cual con sus ojos.
Últimamente se
habla mucho de crisis de la canción popular, se comenta, especialmente desde ciertos
medios de difusión, que este tipo de música —los cantautores— ha pasado de
moda, que ya no atraen la atención que consiguieron en los años inmediatamente
anteriores y posteriores al cambio democrático. Parecería como si el cambio
político en el país, el famoso «desencanto», hubiera transformado los gustos de
la gente, y hubiera afectado también a los cantantes que, con su esfuerzo, sus
canciones y, muchas veces, su sacrificio, contribuyeron de forma importante a
facilitar ese tránsito. Han surgido nuevas modas, las casas discográficas y
algunos críticos musicales, que en tiempos todavía recientes habían apadrinado
el fenómeno de la canción texto o canción popular, se han lanzado con prisa
poco explicable a cambiar de gustos y a defender desde su confusa teoría a la
«nueva ola», el «nuevo romanticismo», etc... El negocio discográfico y la
eterna ley del máximo beneficio se esconden detrás de esta operación, además de
otros factores más explicables, entre los que no cabe descartar la avalancha de
cantantes con poca calidad que florecieron hacia el año 77/78, y el agotamiento
real de una parte importante del público.
A hablar de
estos y otros temas vamos a dedicar estas líneas. Para ello hemos pensado que
podía servir a la perfección la experiencia de Luis Pastor, extremeño radicado
en el madrileño barrio de Vallecas. Con más de diez años de música a las
espaldas, cuatro magníficos álbumes grabados --el último de los cuales,
«Amanecer», se acaba de poner a la venta hace poco más de un mes-- y uno de los
cantautores que con mayor rigor ha afrontado los problemas que plantea la
actual canción popular en España.
--En primer lugar, Luis, nos gustaría saber cómo ha
sido que has estado más de dos años en silencio, desde tu anterior trabajo
discográfico hasta este «Amanecer» que acaba de publicarse.
--Porque creo
que en estos más de dos años que he estado retirado me ha dado tiempo
suficiente para pensar las cosas, para hacer unos planteamientos no distintos,
porque yo creo que la canción sigue teniendo la misma problemática que tenía
anteriormente, pero sí que el contexto social ha cambiado de alguna manera, y
los esquemas también han cambiado, y había que adecuar la palabra y el
contenido de las canciones con la vida que vivimos.
--¿Ese cambio ha sido también musical o solamente
temático?
--Creo que no hay
cambio total de formas, pero sí hay una evolución normal, que en este último
disco se nota más que en otros. Hay un paso musicalmente grande en las formas
de componer estos temas, creo que tienen una mayor calidad, una mayor riqueza
de armonías, en eso es en lo que se encuentra el cambio musical.
--Sin embargo, en este disco, aunque aparecen
mayor número de canciones de tipo amoroso, sigues incidiendo en la misma
temática desoíros trabajos tuyos anteriores: el barrio, la marginación, el
cambio...
--Claro, lo que
uno no puede hacer es alejarse de la realidad en que vive y está inmerso. Las
canciones tienen que seguir hablando de lo que te rodea, los problemas
cotidianos. Lo que pasa es que tal vez hay que hacerlas con un tratamiento que,
siguiendo siendo político, porque así tiene que ser, se aleje de las consignas,
de las posibles soluciones. La canción tiene que ser portadora de los problemas
cotidianos, a nivel de la calle y de lo que expresa la gente y lo que la gente
siente.
--Muchos interpretes de canción popular,
magníficos cantantes, por otra parte, como Pablo Guerrero, Antonio Resines,
Adolfo Celdrán, etc., han encontrado, según parece, bastante difícil esa tarea
de la que tú hablabas de adaptarse a los nuevos tiempos,, y prácticamente se
han retirado de la canción. ¿Realmente ha resultado tan difícil y tan
complicado este proceso de cambio para los cantautores?
--Yo no creo que
sea tan difícil, aunque para mí y otros lo resulte. Lo que creo es que no es
una cosa personal nuestra, sino que, desde un primer momento, hay factores,
corno son las modas, y un sector de público que apoyaba este tipo de canción, y
un sector de la crítica musical que también ha influido mucho, que ha pasado de
alabar lo que hacíamos a machacar, a decir que esto ya no vale, que ha pasado
de moda, pero sin dar razones. Y creo que eso es falso, que tenemos un espacio
que cubrir y ocupar con un tipo de sensibilidad que no lo cubren ni los
cantantes comerciales ni los grupos rockeros. Y a mí me lo viene demostrando
desde que he vuelto a cantar en directo un público --una parte que viene de hace
años, pero otra parte nueva-- que nos descubre a cada recital. Porque en este
sector que consume música, que va a los recitales, hay un público de diecisiete
o dieciocho años, que eran unos críos, y no nos habían escuchado nunca. Yo
pienso, y así lo demuestra el trabajo diario que cuando se juntan once mil
personas en un festival y te permiten cantar canciones suaves, como
«Rosalinda», con dos guitarras, te da una idea de que la gente tiene necesidad
de escuchar y de oír alternativas más profundas que las que ofrecen los grupos
de la nueva ola.
--¿En qué sentido has titulado el nuevo disco
«Amanecer»? ¿Tiene algo que ver con este redescubrimiento del público y a la
inversa qué dices?
--De alguna
forma sí, para mí viene a ser la necesidad de volver a hacer algo, dé volver a
cantar; pero es también una inyección de moral para todos, para que cada uno
redescubramos en aquellos tiempos pasados, que éramos gente con una vitalidad
tremenda, con una gran ilusión, que teníamos puesta la vista en un proyecto de
sociedad por el cual luchábamos y trabajábamos, y que si en estos momentos no
somos capaces de seguir por ahí, porque se nos han venido muchos esquemas
abajo, la canción plantea una alternativa a encontrarse con la vida, a buscar
con los demás una sociedad que sea, aquí mismo, lo más feliz posible.