lunes, 6 de noviembre de 2017

ANTOLOGIA DE CUPLÉS (2). Tres cuples feministas de La Argentinita

Tres cuplés feministas de La Argentinita





Conocida en todo el mundo por sus grabaciones de las canciones populares armonizadas por García Lorca, en las que el propio poeta la acompañó al piano, Encarnación López Julvez, La Argentinita, que en su carrera de bailarina y cantante transitó por los territorios del baile español, la música culta y el flamenco, hasta convertirse en una figura fundamental en la evolución de la música popular española de las primeras décadas del siglo XX, también le había dado en su juventud al cuplé, género al que confirió, como veremos, interesantes elementos de originalidad temáticos y formales.

Nacida en Argentina en 1898, el año de lo de Cuba, hija de inmigrantes españoles, la niña Encarnación apareció en público por primera vez a los ocho años sobre el escenario del Teatro Circo de San Sebastián. Ya estrella muy joven en España y América, sus inquietudes artísticas y sociales la condujeron a frecuentar el entorno cultural republicano, en el que colaboró con figuras de la talla de Lorca, Arberti, Edgar Neville o el torero-dramaturgo Ignacio Sánchez Mejías, con el que vivió un apasionado romance hasta su muerte en la plaza de toros el 13 de agosto de 1934. De profundas convicciones republicanas, la sublevación militar de 1936 la pilló a punto de iniciar una gira por Estados Unidos, donde finalmente se exilio, fiel a sus principios, hasta su muerte en septiembre de 1945.

Lo que he encontrado de su etapa de cupletista a comienzos de los años 20, dos grabaciones sonoras y una letra, se corresponden con los comienzos de su inserción en aquella juventud cultural y artística del momento, coincidiendo con el inicio de su relación con Sánchez Mejía, al que había conocido ya en México y que debió introducirla en el grupo. En cualquier caso, La Argentinita ya expresaba en aquellos cuplés, aún no escritos por ella, un pensamiento propio y coherente sobre los temas que abordaba y la forma de abordarlos. No puede ser casualidad que los cuplés que he encontrado tengan una temática común: la sociedad del momento y el papel que la mujer jugaba en ella. Tampoco que los tres compartan una misma forma de contar: la de criticar la realidad a partir de su negativo, la de aparentar decir justo lo contrario de lo que se concluye. Pero vayamos al ajo que quedará todo más claro.


Todo al revés

La ambigüedad sexual y el cambio de roles femeninos-masculinos eran cuestión común en la época, especialmente a través de las nuevas modas y costumbres introducidas por la juventud más moderna, como rechazo de las dominantes de sus mayores. Eran tiempos de peinados femeninos a lo garçon y lánguidas cabelleras masculinas, de mujeres con pantalones y hombres con bufandas de tul, de féminas conduciendo coches y machos de copiloto, de hembras fumadores y varones perfumados. Una inversión de lo convencional de la que daban cuenta la literatura popular, las zarzuelas bufas y, por supuesto, los cuplés.

Ya en 1922 Mercedes Serós, ilustre pionera y gran rival de Raquel Meller, que le ganaría la batalla de la posteridad, abordó el cambio de roles en su “¡Ay Manolo!”, aunque en un sentido muy distinto al que le daría La Argentinita. Para Serós, la ambigüedad masculina era motivo de chufla y lamento: “Esto puede ser algo terrible,/ si ellos logran lo que quieren/ habrá que ver.// Para qué serviremos nosotras,/  Pues si ellos lo hacen todo/ Pobre mujer.” Para terminar: “Yo no comprendo como los hombres/ Se ponen ropa en la boca (¿)/ Y hasta corsé./ Pronto les veremos de (…)/ Dando biberón a un niño/ ¡Que lindo bebé!”. Un tópico, vamos; por desgracia aún perceptible casi un siglo después.

Muy distinto fue el enfoque que La Argentinita la dio al tema aquel mismo año en “Todo al revés”. Frente a la guasa sexualizada y banal de la veterana Mercedes Serós, la joven Encarnación López oponía la exposición, y la denuncia, de la realidad social de la mujer de la época. Para conseguirlo, recurría a un juego irónico de contraste entre la textualidad de la letra y la intencionalidad inversa de la interpretación. Algo que ya estaba en los cuplés sicalípticos o picarescos de la época, pero que ella aplicó a la crítica social. Simplemente leída, la letra describiría un futuro consecuencia del triunfo del feminismo, que se cita explícitamente (recordemos la fecha: 1.922). En él, los hombres se ven obligados a realizar todo el conjunto de normas y usos sociales considerados femeninos y a sufrir los prejuicios y las imposiciones sufridos por las mujeres en su vida cotidiana. Casi podría pensarse que constituía una especie de venganza histórica. Escuchando el cuplé la comprensión es bien distinta.

El cambio de roles que anunciaba “Todo al revés”, una auténtica vuelta a la tortilla en la relación social hombre-mujer, funcionaba, a mi entender, no tanto como una reivindicación o un futurible, algo que se deseaba que llegara, sino como una forma de poner de relieve y denunciar la verdadera situación de las mujeres en aquel preciso momento histórico de completa dependencia de los hombres. En la medida en que la situación pervive, el cuplé sigue siendo actual.

Aquella misma vida subordinada, acosada e injusta que el cuplé vaticinaba para la población masculina del futuro --que a cualquier oyente masculino le parecería (entonces y aún ahora), una barbaridad-- resultaba ser, precisamente, la misma condición a la que en el presente de la canción estaban subordinadas las mujeres, una condición femenina que para la gran mayoría de la sociedad, masculina, pero en buena medida también femenina, venía a representar lo “normal”, frente a la “anormalidad” de la propuesta del cuplé.

Siguiendo así las cosas
lo mismo que ahora van
muy pronto las mujeres
al hombre sufrirán.
Veremos entonces
el mundo al revés
y cambiados los papeles
será el hombre la mujer

¡Será el hombre la mujer!

Recitado:
Y la mujer por consiguiente hará de hombre y habrá que ver entonces cuando pregunten a una chica: “a dónde vas, Purita”. Y ella diga: “a esperar a los modistos, hay un rubito tobillero con melenita a lo gançón que me tiene tarumba. Tiene unos ojazos. El otro día me lo llevé a ese cine nuevo que han puesto… Y si vieras que inocente es, no hacía más que suspirar y pedirme bocadillos. Lo cual que yo le dije: ¿es que tienes la solitaria, monín? Y me contestó con un candor…: ‘No, es que no he podido ir a comer por terminarme unos chulotitos’…”

Aunque a algunos les parezca
que soy una exagerá
con el femi-feminismo
todo eso llegará.

El pollo solterito
saldrá con su papá,
o bien con carabinos,
entonces lo sabrá.

Y si es un casado
Buen mozo y ¿…..?
Él irá mirando al suelo,
ella irá como un mastín.

¡Ella irá como un mastín!

Recitado:
Y como entonces las mujeres seguirán a los hombres habrá escenitas como esta: “Por favor, castigadora, retírese que soy casado”. “¿Con quién?” “Con una trompa de la banda municipal”. “Bueno, toma esto”. “Ay, no, no, yo no puedo aceptar regalos”. “¡Que los tomes! he dicho. Y mañana te compro una bufanda, anda chato súbete a este coche”.” Ay, quite usted, por Dios”. “Que te subas he dicho, que me tienes loca”. “Subiré, pero qué pensará usted de mi, ¡ay!, soy un pingo”.

Aunque a algunos se les parezca
que soy una exagerá
con el femi-feminismo
todo eso llegará.

Recitado:
Ay, que tobillero veo por ahí. Retírese niño pera o cómpreme una trinchera”.




Soy mujer

En la misma línea de dar la vuelta al sentido de las palabras mediante la intencionalidad de la interpretación, La Argentinita también cantó este “Soy mujer”, en el que desde una aparente apología de la feminidad más rancia y sus clichés sociales más evidentes, se subvierte su sentido mediante la caricatura crítica, convirtiéndose el cuplé en una reivindicación de la mujer liberada y moderna que el texto retrata en negativo fotográfico.

Escribió la letra el popular poeta satírico y diputado republicano en las Cortes de 1931 Luis de Tapia (1871/1937), que antes de su muerte escribiría el texto de uno de los himnos más conocidos del ejercito republicano durante la guerra civil, “Las compañías de acero”, del que Pi dela Serra y Carme Canela hicieron una excelente versión en 1.997. Puso la música Manuel Font de Anta (1889/1936), prestigioso compositor  de obra culta y popular, co-creador de cuplés tan significativos como “Pobre chica”, una respuesta sindicalista al “Pobres chicas las que tienen que servir” (el “Tango a la Meregirla” de la popularísima zarzuela “La Gran vía”), o “La pequeña bolchevique”, una apología de los recientes cambios en las relaciones hombre mujer, aportados por la entonces muy reciente Unión de Repúblicas Socialistas Soviética y por su líder máximo Vladimir Ilich Ulianov, “el Lenine”. Ambas las interpretó otra actriz y cupletista singular, Amalia de Isaura (1887/1971), mujer de ideas avanzadas y compañera regular en los escenarios del insigne tonadillero Miguel de Molina, homosexual y republicano, doble condición condenada por el franquismo que le valió paliza y exilio.

A tenor de los pocos datos que encuentro, La Argentinita grabó “Soy mujer” en 1935, totalmente integrada ya en la generación de La República o del 27, y apenas a un año de la sublevación militar. Es un dato que se puede poner en cuestión, pues es tanto su parecido formal y de intencionalidad con “Todo al revés”, que cabe dudar que se escribieran con 13 años de diferencia[1].

Yo soy la mujer modelo,
Yo sé bordar y coser,
Yo no me he cortado el pelo,
Yo sigo siendo mujer.

Recitado:
A mi no me gusta la actual moda exigua,
yo soy simplemente la mujer antigua.
Yo no soy gastona, no tengo melena,
yo tengo una mata de pelo muy buena.
Yo no gasto falda corta en el vestido,
yo guardo las piernas para mi marido.
Yo no bailo el swing yo no bailo el Fox,
¿y fumar?, uf, ¡que asco! Me da mucha tos.

(¿…?)
(¿…?)
Soy una infeliz
Pero soy mujer
Pero soy mujer.

Como ya saben ustedes
Yo soy la mujer de ayer,
Yo no dirijo un Mercedes,
Yo sigo siendo mujer.

Recitado:
El jugar al tenis no me satisface,
yo no soy la Lenglen ni falta que me hace.
Balandros y olas no capitaneo,
yo es solo en las tiendas donde regateo.
El ballet de hielo pa’ mí no se hizo,
yo no uso patines, ya no me deslizo.

En lo automotriz
no hago de chaufeur.
Soy una infeliz,
Pero soy mujer,
Pero soy mujer.

Yo voy siendo un tipo raro
en cuestiones del querer,
yo al novio no me declaro,
yo sigo siendo mujer.

Recitado:
En cuestion de amores mi cuerpo no espera
a que me fastidie cualquier pollo pera.
Me gusta el piropo, pero nunca quiero
que brutal me llame cualquier grosero.
A mi me entusiasma la carta amorosa
tímida y escrita en papel de rosa.
Y son mis autores de frases de amor
Bécquer, Espronceda, Larra y Campoamor.

Yo adoro el batir
Rancio del ayer
Soy una infeliz
Pero soy mujer,
Pero soy mujer.



Las alegres tanguistas

En los años 20 y 30 se escribieron y cantaron numerosos cuplés supuestamente autobiográficos sobre el oficio de cupletista, escritos por hombres pero intentando explicar en primera persona el punto de vista de la artista correspondiente, habitualmente presentada como deseosa de éxito y triunfo, que finalmente alcanza gracias en buena medida a su habilidad para embaucar y conquistar a los hombres.

Si hemos de hacer caso a las canciones en las que se autodefinían, había cupletistas, auténticas mujeres fatales al modo de Mae West pero en ibérico, ante cuyos pies se rendían los admiradores, como aquella estrella del Concert que asumía ser La Chelito en 1921:

“Yo soy la estrella del Concert,
La que subida en un diván
Para alegrar el cabaret
Brinda por todos con champán.
La que al plebeyo y al señor
Sabe coqueta sonreír,
La que ha jurado más amor
Y la que ha hecho más sufrir.”


La Fornarina, pionera donde las haya, ya había representado el mismo papel en “Mi debut en provincias”, cuplé de 1912 escrito por el inagotable Álvaro Retana, en el que aparte de autoretratarse como estrella irresistible, destacaba también en el significativo estribillo el rechazo con que la recibía la sociedad bien pensante:

“Es una indina,
se llama Fornarina,
un peligro con faldas, sin dudar,
quien la aplauda, de fijo
que para en el infierno
y allí le tostarán.”


Y por supuesto no faltaron en los cuplés los esfuerzos de aquellas cupletistas por salir de sus aspiraciones de ascenso social mediante su trabajo. Lo explicó Amalia de Isaura en 1921 cuando cantó “La flor de malva”:

“…Pa que rabien algunas Raqueles
por las calles dirán mis carteles:
“Flor de malva”, gentil cupletera,
creadora de “La corredera”;
Y debajo con grandes letreros:
“La mimada de los caballeros”.

Refrán:
La Flor de malva,
La Flor del malva,
Como llegue a debutar
La Flor de malva
Va a hacer a muchas sudar.”


De nuevo La Argentinita llegó para poner los modelos tradicionales patas arriba. “Las alegres tanguistas” es un cuplé de 1924 del que tan sólo he encontrado la letra, debida a un tal Aguirre, sin otros datos identificables. En él, la cantante reflexionaba sobre su profesión, en un tono divertido y de contenida ironía, pero destilando un regusto dramático y reivindicativo aportado por la minuciosa descripción del duro y desagradable trabajo que en realidad supone. La Argentinita, además, no fija su atención en la diva que triunfa, sino en lo más humilde de la profesión, las bailarinas de alquiler que alegran a los clientes. De alguna manera, se podría hablar de “Las alegres tanguistas”, como de un cuplé-testimonio que pone al descubierto lo que hay tras el espejo de la vida alegre de la profesión. El glamour convertido en gachas.


I
En Maxim’s, Parisiana y Rosales
Soy muy conocida
Pues tangueando y foxtroteando
Me paso la vida.

Recitado:
Como que no hay niño bien que no me dé la jacoba y me zarandee a su gusto. Cámara, con el fox y el can y el tú y la murga gaditana… Que yo no he visto inventar más cosas pa molestar a una. Estoy muerta. ¡Hay que ver! El otro día con que si el patatin, que si el shimmy y que si la danza del camello, me dejó un pingüino de esos pa’l arrastre; como que estuvimos dos horas seguidas haciendo el camello… ¡A mí se me figuraba que se le veía hasta la joroba! ¡Qué tío!

Estribillo:
Es arte de la tanguista
Ser lista,
Saber mariposear,
Beber, fumar
Y dárselas de juerguista
Y hacer gastar.

II
No descanso pa’ ver lo que saco
Y quién me convida;
Y me paso las noches bebiendo,
¡que estoy divertida!

Yo no sé cómo hay nadie que diga
Que el baile divierte,
Sobre todo si aprieta un zapato
Por el contrafuerte.

Recitado
Es mucha juerga, tengo el estómago muerto con tanto wiski and soda, vermut y éter. También bebiendo inventan lo suyo… Pero, claro, como hay que alternar, y tan y mientras que no se hace una cena, no se pué una ir a casa temprano… Ayer me pasé la noche queriendo hacer cenar a un desganao. Y él na, venga pedir vermuts con anchoas… Total, siete vermuts seguidos y un ardor de estómago que pa qué…

Al estribillo







[1] No he encontrado a los autores de “Todo al revés”, pero tanto la estructura con recitados, el doble sentido de lenguaje utilizado y la temática sobre la condición de la mujer, tan coincidentes con los de “Soy mujer” permiten pensar que ambos cuplés fueran escritor por los mismos Luis de Tapia y Manuel Font. Una pista más de que ambas composiciones no pudieron estar separadas por tantos años. 

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