Mecano. Una entrevista (1982)
Podían ser unos pijos, de acuerdo. No
tenían el descaro inocente de Kaka de Luxe, ni la provocación más elaborada de
Gurruchaga, ni el soplo poético de Golpes Bajos, si es que nos centramos en sus
coetáneos de aquella Movida. Que duda cabe. Ni, por
supuesto, la autoparodia con raíces y la crítica social que estaban a punto de
llegar con las peinetas postmodernas de Martirio, que ayudada por Kiko Veneno marcó
a mi entender otro territorio creativo. Pero Mecano escribían canciones de
excelente construcción, con letras de lenguaje sencillo pero expresivo, que
retrataban de manera coherente y nítida un mundo social determinado, el de esa
burguesía de la que eran vástagos privilegiados, y con las que expresaban el
hastío y la abulia que todo ello les provocaba. Quizás de manera indirecta
reflejaban esa vieja lucha generacional que alumbró al rock and roll, provocada
por una similar sensación de aburrimiento mortal ante sus mayores; aunque, eso
sí, convertida en un cómodo anhelo de planetas maravillosos a los que sólo se
podía llegar con la juerga, el alcohol o el hachís, y de ahí para adelante. No
era mi mundo y no me identificaba con él, pero lo hacían bien, con inspiración
y talento, y eso siempre es un tanto.
En mayo de 1982 visitaron Las Palmas y les
hice una entrevista que se publicó en el diario La Provincia. Llegaban para
promocionar su recién aparecido primer LP, que había estado precedido por el
single con aquella “Hoy
no me puedo levantar”, que entonces me
pareció, y hoy me lo sigue pareciendo después de haber vuelto a escucharla, un excelente
retrato, y reclamo, generacional. Aproveché la charla para preguntarles por
aquellas cosas de ellos que me interesaban, y las contestaciones sinceras y a
mi entender inteligentes, por lo que acabamos hablando mucho más tiempo del
previsto en una sugerente conversación que fue imposible trasladar íntegra al
papel.
Al final del artículo me preguntaba
sobre su futuro artístico, y me mostraba esperanzado porque veía que allí había
madera. Una de las cosas que me llamó la atención fue su ambición artística,
sus deseos de evolución y sus ansias de perfección. A la vista de lo que
después sucedió hay que convenir en que aquella “ambición” creativa acabo convertida
en “pretensión” artística, cosas bien diferentes separadas por una fina línea fronteriza
que puede causar la ruina de quienes la atraviesan. En este caso, los que eran inspirados
creadores de humildes y sencillas canciones, ambiciosas pero no pretenciosas,
pasaron a ser atroces perpetradores de óperas trasnochadas y misticismos
agotadores. La carcoma acaba siempre por comerse la madera, por buena y mucha
que sea.
LA
PROVINCIA. 23 MAYO 1982
En solo unos
meses han pasado del anonimato a la fama, de ser unos jóvenes, casi adolescentes,
hijos de familia de la burguesía acomodada madrileña aficionados a la música, a
ser admirados e idolatrados por una legión de seguidores de similar edad y
condición, que encuentran que ellos responden a sus preguntas, o las reflejan,
y de no tan adolescentes, que buscan en sus canciones el recuperar una juventud
ya irremediablemente perdida. Son Mecano: José María y Nacho Capo y Ana
Torroja. Una sola canción, «Hoy no me
puedo levantar», ocupó durante meses las "ondas radiofónicas y las
listas de éxitos, y con su primer disco de larga duración han vendido más
ejemplares que ningún otro conjunto o cantante. Es el nuevo rock, es el «Tecno-Pop»,
la moda, lo novedoso; son las ansias de «renovarse o morir» que últimamente están
afectando a una buena parte de la población española, no sólo a la fracción
juvenil. En la amistosa y relajada charla que hemos mantenido sentados
alrededor de una taza de café, parece que Mecano tienen las cosas muy claras.
Lo primero que
sorprende en ellos es la imagen, pulcra y sofisticada, que dan en sus
actuaciones, vistas a través de Televisión, y en el disco. «La puesta en escena que hace ahora un grupo
tiene que ser distinta --nos dicen--. La
gente que va a un concierto no paga solo para oír música, van a ver un
espectáculo. Desde el momento en que uno siente la música, también siente la estética en general, y es
normal que te guste vestirte de forma diferente. Dentro de la música que se
hace ahora yo creo que hay dos filosofías muy distintas: los que nos parece
todo bien, o, al menos, lo aceptamos y vivimos, y los que les parece que todo
va mal y cuanto más “melenones” y más guarros, mejor. Creo que lo más lógico y
razonable en 1982 es salir limpio a un escenario, porque es lo que mas va a
gustar a la gente...».
--¿Es la vuestra
una música de colegio de pago?
--Hombre, es que yo creo que la postura más
honrada ante la vida es la de contar lo que a uno le pasa. No vamos a contar ni
a hablar de los problemas del suburbio, porque no hemos estado viviendo allí.
Cuando uno se pone a hacer música, lo más sencillo, y lo único que va a
resultar a la postre, es lo que sale de uno mismo, y lo que parte de tu forma
de vida y de lo que te ha ocurrido a ti. Aparte de que pienso que, ahora mismo,
la juventud que tú llamas «de colegio de pago» va siendo mayoría.
Mecano reconocen
hacer «música pop utilizando instrumentos
modernitos», admitiendo «no estar
demasiado obsesionados con marcar nuestra música con aspectos tecno», en un
gesto que es de alabar. La música que están haciendo en estos momentos los
grupos de rock, aquellos que más siguen las «modas» internacionales, viene
marcada por una fuerte deshumanización, reflejo, quizás, de un mundo igualmente
deshumanizado, y por las influencias de ciertas formas de hacer de los años
sesenta, que se proyectan en la música de los 80 con una continuidad lógica. «No sé si hay base de los sesenta --dice
José María-- pero es que ese tipo de
música pienso que es el pop que se va a escuchar siempre, como representativo
de una forma de vivir y de pensar. Lo que pasa es que en cierta forma, irá
evolucionando el sonido y la técnica a nivel de instrumentos. Escuchando ahora
los discos de los Beatles, por ejemplo, que tan bien sonaban en aquellos años,
te das cuenta que tienen un sonido fatal, totalmente anticuado, pero una
inspiración increíble».
--Hablando de
sonido, en unos momentos en que se ha llegado a glorificar el aspecto técnico
de los discos, su calidad sonora, vosotros, ¿qué creéis que es más importante,
el sonido o la creatividad?
-Hombre, siempre la creatividad. Si no hay
creatividad ya te puedes retirar. Hay gente que dice, como el Mariscal Romero,
que es bastante tonto, que apretando un aparato de cinco millones de pesetas
todo está hecho. Y no es verdad, primero porque no cuestan tanto los
sintetizadores, aproximadamente lo mismo que un buen instrumental para un
guitarrista de Heavy Metal, y segundo, porque hay que saber hacer las cosas,
tener inspiración.
Las canciones de
Mecano son como una continua lucha dialéctica entre realidad y deseo. Por un
lado, el mundo sórdido, y sobre todo aburrido, de la soledad cotidiana de una
adolescencia que no encuentra donde agarrarse, sin modelos que seguir ni
ideales que compartir. Es el encerrarse en la habitación sin saber qué hacer,
el vivir un fin de semana de alcohol, humo y anfetas, el no querer que se
enseñe ninguna lección. Por otra parte, aparece el paraíso salvador de las pequeñas,
de la imaginación, de la huida a un mundo ideal fuera de este mundo: hacer el
amor con las máquinas o cenar en París solos en un salón. Es el juego perpetuo
de la máscara y el rostro, del espejo y la imagen, del maquillaje, de lo que
somos y lo que queremos ser. «Tampoco
somos los cantautores de la burguesía, no va por ahí la cosa, sino que, por un
lado, cuentas lo que te pasa, y por otro cuentas lo que te gustaría que te
pasara. A mí, por ejemplo, me gustaría tener una cena maravillosa en París, con
una señorita estupenda y con todos los lujos del mundo y pienso que eso no es
ningún defecto».
Pero, quizás a
pesar de ellos mismos, la música que hace Mecano es representativa de un sector
social muy definido y de una forma determinada de entender la vida y vivirla.
Quienes sí han sabido ver esa representatividad e intuido su valor comercial
han sido las casas discográficas, que se han lanzado sobre los nuevos grupos, y
Mecano en primer lugar, con la esperanza de encontrar en elfos el sustitutivo
de los «cantantes comprometidos», que tan buenos dividendos les dieron en los
años de la transición y que ahora, una vez agotados económicamente, tiran al
cajón de los desperdicios. Unos y otros dicen cosas bien distintas, pero el
negocio es el negocio. Claro, que tampoco se pillan los dedos. Primero les
grabaron un disco con dos canciones, y cuando consiguieron una buena audiencia,
se decidieron a firmarles un contrato más duradero y a apoyarles con empeño.
Eso es lo que ha sucedido con Mecano, que, en cualquier caso, han tenido la
suerte de fichar con una multinacional que les ha hecho una promoción realmente
sorprendente desde que comprobaron el éxito de su primera canción.
--Cuando empezó nuestra historia
–cuentan-- estuvimos tres años buscando
casa de discos. Nuestra actual compañía, junto a muchas otras, nos rechazó, y
al final pagamos nosotros mismos una maqueta que sonaba muy bien, casi tan bien
como un disco, lo que hizo que se interesaran por nosotros. El single con «Hoy
no me puedo levantar» salió sin ninguna promoción, pero fue cogiendo peso por
su propia fuerza y por el apoyo de la gente de la radio, que se encariñaron con
la canción. Fue cuando en la casa de discos se dieron cuenta de nuestras
posibilidades.
--El éxito es, o
puede ser, efímero. ¿Cómo se ha planteado Mecano el tema de su mañana
artístico?
--La carrera musical de la gente es igual que
cualquier otra, depende de lo inteligente que se sea, de cómo se sepan
dosificar los diferentes elementos. El problema de mucha gente es que llega un
momento en el que dicen «bueno, de aquí no me bajo», y dejan de trabajar y de
evolucionar, de progresar. Creo que nosotros ese problema no lo tenemos, porque
incluso aparte de Mecano estamos haciendo más cosas por ahí.
Muchos son los
llamados y pocos los elegidos. Mecano han conseguido algo que resulta difícil
para cualquiera que se dedique hoy, en España, a la música popular: el éxito.
No es previsible cuánto pueda durar, pues el triunfo y la fama son máquinas
devoradoras por cuyas ruedas pasan las personas y los conjuntos sin dejar
huella. Pera quizás Mecano tiene algo diferente: son inteligentes; saben bien a
dónde van y no se plantean metas que no puedan alcanzar, y de momento han hecho
un buen trabajo. Es sabido que escribir una buena canción está al alcance de
cualquiera con un mínimo de inteligencia e inspiración, y que hacer un primer
álbum con calidad entra dentro de los márgenes comúnmente aceptados para una
buena mayoría de músicos. Mecano ha logrado ya estas dos cosas, ahora les queda
pasar la prueba de fuego: hacer un segundo álbum mejor que el primero, y seguir
luego con regularidad y constancia. Eso es lo difícil, lo que diferencia a los
medianos de los buenos y los mejores. Es posible que lo consigan porque en
ellos hay buena madera.