lunes, 13 de junio de 2016

ELSA Y WALDO. BAILARINES EXCÉNTRICOS

Elsa y Waldo, bailarines excéntricos. Un descubrimiento








El amigo Emilio Lacambra, modelo humano de aquellos viejos árboles batidos por el viento que cantó su paisano Labordeta, colgó hace un par de días en su perfil una actuación de baile humorístico que me dejó embobado. “ELSA ET WALDO DE L' OLYMPIA MUSIC HALL A LA PISTE AUX ETOILES”. 

Lo primero que me vino a la mente al contemplar la grabación, fue que la tal Elsa había sido la maestra directa de Lina Morgan. Su gesticulación, su mímica y su movimiento desestructurado de ahí podrían haber salidos. Por lo demás, no tenía ni puñetera idea de  quienes eran aquella pareja de bailarines, mimos, caricatos y cómicos asombrosos que, según el vídeo, habían triunfado en alguna fecha indeterminada de los años 40 o 50 en la pista de las estrellas del Olympia Music Hall parisino. Me picó la curiosidad, me puse a cotillear por Internet y encontré. Poco, pero interesante. Una historia que merece la pena contar.

Contra todo pronóstico, aquellos triunfadores en Francia no eran franceses, patria del music-hall, ni alemanes, donde había nacido el cabaret de entreguerras, ni yankees, que habían inventado el boogi-boogi. Muy por el contrario, se trataba de una genuina pareja española, que habían triunfado en el mundo pero que en su país permanecen todavía hoy perfectamente desconocidos, fuera de los circuitos de aficionados al circo, en cuyos blogs se les sigue recordando. Su historia y el enlace de sus actuaciones que he encontrado en la red son una forma de reconocer a una pareja de artistas escénicos de singular originalidad y valor. Personalmente, todo un descubrimiento.

Poco se sabe de Elsa, sólo que podría haber sido catalana, pero de Waldo hay algo más de información, siempre con la salvedad de estar salida de ese rumoreo de datos que es la red. Según eso, Waldo, que malamente podía haberse llamado así de nombre bautismal, se apellidaba Moll, apellido catalán, y había nacido en Las Palmas de Gran Canaria en 1916. Ambos habían estudiado danza clásica, al parecer, y en ese terreno habían comenzado su vida artística en Barcelona. Sin embargo, pronto descubrirían la vena por la que iba a fluir su creatividad artística. Ya en 1933 aparecen en los programas de varietés formando pareja con Elsa, con la que se  había casado ya, anunciándose con el nombre, moderno a más no poder, de “Elloise & Waldo Moll: ¡Los colosos!, Bailarines excéntricos”. Luego lo simplificarían, que tanta letra no debía caber en los más escuetos carteles de Brodway, donde acabarían recalando a consecuencia de aquella guerra civil que tanta gente expulsó de su tierra.

Al parecer eran personas de ideología republicana, y se cuenta que Waldo luchó con las armas en la mano durante el asedió a Madrid, en el Puente de los Franceses en concreto, según dicen, mientras representaba junto a su compañera sus bailes excéntricos para los soldados en los escenarios improvisados del frente o en los teatros de la ciudad. Triunfante la sublevación, Elsa y Waldo siguieron por un tiempo en España actuando en diversos espectáculos, pero mediados los años cuarenta decidieron tomar puerta y salir de un país cuyo aire debía resultarles sencillamente irrespirable.

Tras una larga y exitosa gira por los países latinoamericanos, Elsa y Waldo recalaron en Nueva York, donde una serie de circunstancias habían de llevarles al estrellato en el show business americano. Por supuesto, contó su talento, evidente en las actuaciones que se conservan, pero también debió tener algo que ver que su número mudo lo hacía comprensible en cualquier país y, sobre todo, que llegaron a Estados Unidos en el momento de máxima expansión de la televisión, en la que consiguieron introducirse y que se convirtió en su verdadera plataforma de lanzamiento.

Se conversan, al  menos, dos de sus apariciones televisivas americanas, que enlazo en un sitio u otro, en sendos programas de gran prestigio y audiencia. El popularísimo e histórico “Show de Ed Sullivan”, en el que intervinieron el 14 de noviembre de 1948, y el no menos famoso “All Star Revue”, espectáculo en vivo de la NBC, donde se presentaron cuatro años después. Vistas seguidas, aquellas actuaciones constituyen, sin duda, variaciones sobre el mismo tema, pero el asunto está en fijarse en los matices de esas variaciones y en la sutileza y exactitud de su trabajo.

Ed Sullivan show, 14 noviembre de 1948.


Desde la televisión su fama se extendió por todo Estados Unidos, incluso fuera, pues desde Nueva York se extendieron por todo el mundo con grandes giras. Estuvieron en Brodway, Los Ángeles, Chicago, Hollywood, donde participaron en alguna película, Buenos Aires, Montevideo, París o Londres. Menos en Madrid. Pero donde se convirtieron en unas estrellas fue en Las Vegas, a donde llegaron, según contaron después “cuando sólo había allí tres hoteles: El Flamingo, El Rancho y el Last Frontier”. Alli compartieron escenario y amistad con los más grandes, de Sammy Davis Jr a Jerry Lewis, de Doroty Lamour a Marlene Dietrich, de Dean Martin a Marcel Marceau, del Príncipe Raniero a Walt Disney.

En octubre de 1972, en una entrevista realizada por el Diario madrileño ABC a la pareja, que acababa de regresar por primera vez a España desde que se fueron en los años cuarenta, se reproducían algunos de los piropos que les habían dedicado sus compañeros de escenario. Según eso, Dean Martin habría asegurado que “Waldo se me parece en el pelo, en el desparpajo, en el talento”.  Judy Garland, más modesta, declaró al parecer cuando los tuvo en su espectáculo: “Menos mal que sólo bailan, porque si también cantasen tendría celos artísticos de tenerlos conmigo”. Charie Chaplin, deslumbrado entonces por España y lo español, como es sabido, dijo que le hubiera gustado tener a Elsa de pareja, se supone que artística, y Edith Piaff comentó cuando coincidió con ellos en París: “El Olimpia se engrandece con ellos”.

Volvían al terruño con la intención y la esperanza, seguro, de retomar su carrera en España, donde no se había escuchado en las décadas anteriores ni el menor eco de sus todavía recientes triunfos internacionales. De hecho el año anterior habían participado en la gran gala de la Cruz Roja celebrada en Montecarlo y presidida por el Príncipe Raniero. Vamos, lo más chic de la jet set internacional. Regresaban también, según la entrevista, con la intención de renovar su trayectoria artística. La idea era montar una comedia musical, escrita por el propio Waldo y de la que aseguraba que había sido finalista del premio Lope de Vega. Sería, según contó, “Una tragicomedia escrita sobre la vida de un cómico que fue el mejor de España…

Parecería que aquella obra, que por lo que sé nunca se llegó a representar, fuera tan cual una autobiografía del autor e intérpretes. O una premonición, pues en la vida artística de Elsa y Waldo quedaba ya para entonces poco que vivir. No así en la personal. Había pasado la estancia en la cumbre, ahora quedaba el descenso. 

No he logrado dato alguno sobre la muerte de Elsa, aunque sí que Waldo vivió nada menos de hasta 2002, ya cumplidos los 86 años. Todo ese tiempo sobrevivió cómo pudo, siempre fiel, eso sí, a su pasión artística y creativa. Actuó siempre que se le puso por delante la oportunidad, incluso en las salas más pequeñas, sin desaprovechar ocasión, y llegó a fundar un Club de Payasos en el que dio clases de mimo y pantomima y sobre cuyo mínimo escenario ofreció sus últimas creaciones acompañado de una nueva pareja artística, fallecida ya Elsa.

Un testigo anónimo de aquellas últimas actuaciones de Waldo Moll ha dejado escrito en la página web del Club de Payasos Españoles y Artistas de Circo un bonito epitafio:

Quería enseñar su arte y lo hacia acompañado de Vivianne, la bailarina que le ha acompañado durante todos estos últimos años. Sus pantomimas tenían el sabor de lo verdadero y Waldo se emocionaba interpretándolas sabiendo que serían las últimas



"All Star Revue", NBC. 1952.





6 comentarios:

  1. Un total descubrimiento, ¡sí señor!
    Gracias por compartirlo. Es una pena y produce sonrojo y cabreo lo injustos que hemos sido con tan grandes artistas, y de tantos otros de los que no hemos tenido la oportunidad de tener noticias suyas.

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  2. Tuve el grandísimo honor de trabajar junto a ellos dos y el hermano de él que también era un gran artista, bailarín de claqué, a finales de los sesenta en una película infantil ("El niño que no sabía sonreír" se titulaba) que ellos mismos produjeron y que desgraciadamente creo que no llegó a estrenarse. Al menos no aquí en España. Por tanto no fue en el 72 la primera vez que regresaron a España.

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  3. Gracias, anónimo Almanaque, que me parece que ya sé quién se esconde bajo el seudónimo y manda narices que no me lo haya usted dicho. Don Antonio, que me has tenido en velo preguntándome ¿quién será este señor tan amable?. Salud.

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  4. Isabel María, me alegra mucho que alguien que los conoció haya llegado hasta aquí. No he encontrado ninguna referencia sobre la perlícula, y es posible que regresaran en algún momento antes del 72. Me he basado en una noticia de ABC en la que así parecía ser. De todas formas, hay poquísima información disponible sobre ellos, o que yo haya encontrado. Todo lo que puedas aportarme sobre ellos (recuerdos, documentos, enlaces, informaciones), etc, me encantaría que me lo facilitaras, de forma que pudiera completar su historia lo más posible. Gracias y un abrazo.

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  5. Estimado Antonio.
    Me ha gustado mucho leer este retazo de una parte de mi infancia...y te explico porqué.
    Waldo y Carmen (Elsa), eran amigos intimos de mis abuelos. Waldo fue el padrino de boda de mi abuelo, y , durante unos años, compañeros de"carreta" recorriendo la España de posguerra haciendo funciones de pueblo en pueblo.
    En sus últimos años, en los que le conocí, Waldo participó como mimo en programas como "La Cometa Blanca" o "Cajon desastre", en compañía de Tontolina (Ruth) que hacía las veces de Carmen, fallecida a mediados de los 80.
    Waldo vivía en Madrid, cerca de la calle Arapiles y la Glorieta de Quevedo, en un piso que parecía un autentico museo, con fotos, programas de teatro, recuerdos de decenas de paises y una habitación dedicada en exclusiva a Carmen, con retratos, galardones y una medalla del Principado de Mónaco.
    Waldo era especialista en Mimo, e incluso, el decía que Marcel Marsó tomó ideas suyas. Sabía tocar varios instrumentos con bastante destreza (trompeta, saxo tenor) aunque en sus últimos años dejó de hacerlo por que era un fumador empedernido y sus pulmones no daban más de si.Tenía un manejo espectacular de los revólveres como si fuese un auténtico cowboy. Su flexibilidad y su conocimiento de la danza, era lo que le facilitaba hacer números como el del "muñeco de trapo" o "la marioneta". Aún con más de 70 años, conservaba esas habilidades, y escenificó una serie de funciones en los Teatros de la Villa, donde hizo un auténtico alarde de facultades. Esto lo recuerdo bien, ya que yo debía andar por los 15 años.
    Con respecto a su hermano, recuerdo que le llamaban "El Brujo", y era un prestidigitador básico y sin el talento de su hermano, pero la verdad es que solo le vi un par de veces y yo era un autentico canijo, por lo que nos es muy fiable mi impresión de sus "aptitudes".
    Durante varios veranos, pasamos las Vacaciones de verano invitados por Waldo y carmen a uno de sus tres apartamentos en Alicante, en el edificio "Marazul", cerca de San Juan.
    Tristemente, Waldo murió prácticamente en soledad, y desconozco su destino y final, ya que una vez falleció mi abuelo, el contacto con mi abuela se distanció y al final perdimos el contacto, aunque se que mi padre le hizo un par de visitas unos meses antes de que muriera, y me contó que aún seguía soñando con volver a Estados Unidos, y que tenía un nuevo show en mente...genio y figura.
    Espero haberte aportado algo, igual que me lo has aportado tú con tu cariñosa investigación y descripción de Waldo y Carmen.
    Gracias. Un saludo. Óscar.

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    1. Gracias, Oscar, por tu información. Me alegro de que hayas llegado hasta el artículo y que lo aprecies. Un abrazo. Salud.

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