La última prohibición cultural del franquismo
Marzo
de 1977. Suspensión de un homenaje a León Felipe
Pasados un año, tres meses y 24 días de la muerte por autoextinción del Caudillo, a tan sólo tres semanas de la legalización del PCE y faltando apenas tres meses para las primeras elecciones democráticas sin dictadura, no parece que fuera el momento más indicado para prohibir un homenaje a León Felipe, el gran poeta que había fallecido en el exilio mexicano nueve años antes. Parece imposible, pero sucedió. El 14 de marzo de 1977 hubo que suspender, por orden gubernativa, el homenaje a León Felipe que debía haberse celebrado en el Teatro Monumental de Madrid.
León Felipe. "Como tú"
Durante
mi trabajo de documentación para escribir la “biografía” del Club de Amigos de la UNESCO de Madrid encontré
en su archivo documentos que a veces tienen singular importancia histórica,
aunque sea desde esa orilla de la
Historia que es la participación popular en ella, porque
sirven para fotografiar un momento determinado otorgándole significado. Aunque
di sobrada cuenta de esa documentación en el texto final de aquel libro[1],
pienso que la posibilidad de colgar aquí los documentos originales, íntegros y
en facsímil, es una tentación demasiado grande como para resistirla.
En
concreto, creo que el original del que se iba a distribuir en aquel homenaje, y
que no se pudo distribuir, pero que circuló profusamente entre organizadores y
allegados, así como el intercambio de correspondencia sobre la prohibición,
vienen a ilustrar a la perfección el final de aquella dictadura y el que fue,
seguramente, el último ramalazo censor de un franquismo que habiendo muerto el
titular se resistía desesperadamente a desaparecer recurriendo a los suplentes,
que aún no parecían darse cuenta de que estaban condenados a la extinción. O a
camuflarse entre las filas de la nueva democracia para sobrevivir, que de todo
hubo.
Las
versiones de aquella transición que sólo describen a las multitudes
enfervorizadas desfilando por la avenidas a los sones de “Libertad sin ira” olvidan a menudo la realidad de lo sucedido, al
menos en el año y medio transcurrido entre la muerte de Franco y las primeras
elecciones, e incluso más allá. La verdad es que 1976 y 1977 fueron años
complicados y de duros enfrentamientos y represiones. Hay que tener en cuenta
que apenas un año antes del frustrado
homenajea León Felipe, un 9 de mayo de 1976, la policía había asesinado
a tiros en Vitoria a cinco obreros tras desalojarlos de una asamblea en una iglesia.
O que todavía no habían pasado dos meses desde que el 24 de enero unos
pistoleros de extrema derecha asesinaran a cinco abogados laboralistas en su
despacho de la calle Atocha de Madrid. Podría citar otros muchos casos, pero
estos dos me parecen especialmente evocadores de la tensión de aquellos años de
agonía de la dictadura, no ya sólo del dictador. Tiempos también de esperanza
en nuevos tiempos y de las luchas para conseguirlo, a las que el Régimen, o lo
que quedaba de él, respondieron que la más dura de las represiones.
Aguaviva: “Me sé todos los
cuentos”
En
aquel contexto, el Club Amigos de la
Unesco de Madrid, que desde su fundación 16 años antes
constituía el principal centro popular, y legal, de resistencia
político-cultural al franquismo, se planteó aquel homenaje a León Felipe no
sólo como un acto cultural interno, entre los que eran frecuentes los
recordatorios de la intelectualidad de la exilio y la edición a multicopista de
su obra, sino como una celebración pública en un gran local para cuya
organización se puso gran esfuerzo y en la que se acudió a la consabida
complicidad solidaria del mundo de la cultura, que respondió en masa.
Aunque
quizás no tanto como Antonio Machado, Lorca o Hernández, la figura de León
Felipe gozaba de un enorme prestigio y admiración en España, especialmente
entre quienes recordaban que La
República había constituido una segunda Edad de Oro literaria
y artística. Su poesía tronante, prometeica o tierna, y su inquebrantable
enfrentamiento a la dictadura que le había echado de su Patria le hacía
merecedor de todo ello. Homenajear de aquella manera y en aquellas fechas a un
representante tan preclaro del periodo de la historia de España en que más
cerca se había estado de la democracia, no sólo era una actividad cultural más,
sino también un manifiesto político, con el que se quería proclamar que el fin
de la dictadura estaba cerca, y que un homenaje de esas características
aceleraba el proceso. Tal vez el régimen, o la parte más ultra de él, se dio
cuenta y por eso lo prohibió.
El
CAUM consiguió, antes de todo y mediante cartas particulares que comenzaron a
enviar en febrero, que detrás del homenaje, convocándolo y apoyándolo, estuviera
todo el 5º de Caballería de la intelectualidad progresista del momento, la
nómina completa de los abajofirmantes
habituales, que durante años se habían opuesto al franquismo con la fuerza de
su firma y el prestigio de sus actividades intelectuales.
Aunque
la lista de adheridos al homenaje figura completa en la reproducción del
folleto que va más abajo, permítaseme una breve recopilación de nombres para
abrir apetito: Vicente Aleixandre, José Hierro, los hermanos Goytisolo, Buero
Vallejo, Celaya, Vázquez Montalbán, Nuria Espert, Genovés, Rabal, Fernán Gómez,
Luis de Pablo, Bardem, Otero, Ángela Figueras… Y paro porque eran más de 120.
Adolfo Celdrán. “Contadme un
sueño”
El
8 de marzo, el CAUM presentó la notificación oportuna de la celebración del
homenaje al Gobernador Civil, indicando, como era preceptivo, lugar, fecha y
hora, y dando cuenta de los nombres, las direcciones y los carnets de identidad
de todos los participantes. No hubo respuesta oficial inmediata y los
preparativos siguieron adelante.
El
programa anunciado indica que de haber tenido lugar el homenaje, primero
hubiera dicho unas palabras Rafael Taibo,
presidente de Club, luego se hubiera proyectado un documental sobre la obra del
poeta y Francisco Giner de los Ríos,
aambién poeta y sobrino-nieto del fundador de la Institución Libre
de Enseñanza del mismo nombre, tenía previsto realizar una semblanza de León
Felipe, al que había tratado íntimamente en su mutuo exilio mexicano. En esa
primera parte también leerían poemas del homenajeado el actor Adolfo Marsillach y nada menos que María Casares, hija del que hubiera
sido Jefe de Gobierno de la
República , Manuel Casares Quiroga, actriz fundamental de la
escena francesa, sobre la que consiguió todos los honores, y recién regresada
por primera vez a España desde su exilio en 1939 para protagonizar una obra
teatral de Rafael Alberti. La conciliación de la disidencia interior con la España del exilio,
simbólico objetivo del homenaje sobre el final de una etapa política y el
nacimiento de otra, estaba ya en la selección de los propios participantes.
Como se puede ver, el Club no disparaba sin bala ni descuidaba el significado
de su trabajo.
Tras
un descanso, estaba previsto un recital de canciones sobre poemas de León
Felipe a cargo de un grupo y dos cantautores españoles en su momento de mayor
aceptación pública, Aguaviva, Adolfo Celdrán y Luis Pastor, una intérprete que, aunque considerada venezolana era
hija de españoles emigrados, Soledad
Bravo, y Francisco Curto[2], un español de
Zamora que, no obstante, se había hecho artista en Francia. Programa completo.
Todo preparado. ¡Atención! ¡Silencio! ¡Sonido! ¡Focos!... Prohibición.
Luis Pastor, “Canción marinera”
Dos
días antes de la fecha prevista para el homenaje, el 12 de marzo, la comisaría
de Mediodía, bajo cuyo control quedaba el CAUM, sito en el número 7 de la Plaza de Tirso de Molina[3],
trasladó al Club un telefonema de la Jefatura Superior
de Policía en el que se les comunicaba que “El
Excmo. Sr. Gobernador Civil de la provincia ha acordado no autorizar el acto
solicitado por usted y que debía celebrarse en el teatro Monumental el día 14
del actual, ya que no especifica el carácter del mencionado acto, así como por
posible alteración del orden público”. Amen.
Pero
buenos eran los miembros del Caum, que por entonces debían rondar los cinco
mil, como para resignarse a un amen por respuesta. No por nada el Club había
sido cerrado tres veces por orden gubernativa, la última hacía unos meses, y su
actividad se había tenido que desarrollar bajo vigilancia permanente, con
infiltrados policiales en su seno, entre censuras y prohibiciones.
Acostumbrados como estaban a las respuestas rápidas, debieron a empezar a
moverse en cuanto recibieron la notificación de la prohibición, porque tan sólo
dos días después, a las 00,15 de la madrugada del mismo 14 de marzo en el que horas
después estaba convocado el homenaje, una cuarentena de intelectuales, los que se pudo contactar en apenas 24 horas, enviaron
un telegrama al Gobernador Civil pidiéndole que se reconsiderase la
prohibición. La mayor parte de los firmantes ya se había adherido previamente al
acto, pero algunos eran nuevos, como el poeta y académico Dámaso Alonso,
Alberto Iniesta, Obispo auxiliar de Madrid, o el compositor Cristóbal Halfter.
Aunque
el telegrama iba dirigido al gobernador civil de Madrid, Juan José Rosón de
histórico nombre, contestó directamente el ministro del ramo del Interior, que
a la sazón era Rodolfo Martín Villa, cuyas andanzas son sobradamente conocidas
como para entretenernos aquí con ellas. Eso sí, tardó casi un mes en hacerlo.
El 10 de abril (justo el día siguiente a la legalización del PCE) el viejo falangista y futuro demócrata dirigió una carta
personal a Vicente Aleixandre, que había encabezado las firmas del telegrama,
en la que le comunicaba que ya el Gobierno Civil había autorizado el homenaje a
León Felipe, al que calificaba de “Insigne
Poeta”, así, con mayúscula, para que se celebrara en alguna otra fecha
posterior, dando todo el asunto por concluido.
Es
cierto que a lo largo de aquel mes el Club había estado gestionando y
presionando para que se revocara la prohibición y que habían llegado a una
especie de acuerdo en ese sentido con el gobernador civil. Sin embargo
surgieron también problemas económicos y de derechos de autor reclamados y el
hecho final es que León Felipe se quedó sin su homenaje.
Soledad Bravo. “Nube blanca”
Ya
hemos dicho que aquellos últimos años de la dictadura, antes y después de la
muerte del dictador, fueron de una extraordinaria dureza en la represión.
También en la censura cultural, especialmente para con los cantautores, que en
aquellos años se convirtieron en un auténtico referente de la lucha contra el
franquismo y por la democracia. Todavía el 20 de septiembre del año anterior,
llevando ya el cadáver diez meses bajo la losa del Valle de los Caídos, la
policía había irrumpido en mitad del concierto colectivo que se estaba dando en
el Estadio del Levante, en Valencia y con el nombre de Trobada dels Pobles, para suspenderlo a golpe de porra. Pero cinco
meses después las cosas habían cambiado ya mucho y, en cualquier caso, no era
lo mismo un campo de fútbol lleno de banderas y consignas, a más de canciones,
que un homenaje a un escritor muerto, por mucho que fuera un poeta del pasado que en ese momento era, ante todo, un símbolo del futuro y mucha intencionalidad política que se le
quisiera dar al acto.
La
historia de esta absurda prohibición no puede entenderse sin tener en cuenta la
dualidad que presentaban aquellos gestores de los últimos residuos
dictatoriales, entre los que convivían, enfrentados entre sí, viejos
franquistas, que querían morir matando, y nuevos funcionarios, que empujaban el
carro hacia delante quizás sólo para no tener que bajarse de él. El tiempo
pondría a cada uno en su lugar. Quizás en el mes transcurrido desde la
prohibición inicial hasta la autorización infructuosa del final se enfrentaron
esas dos fuerzas antagónicas que convivían en el seno del poder post-Franco y
del propio Gobierno, presidido desde aún no hacía 10 meses por Adolfo Suárez,
cuyo nombre sonará a algunos.
De
todas formas, tal vez influyera también en aquella prohibición la profunda
inquina que aquel régimen residual sentía hacia el CAUM, al que consideraban un
nido de rojos y contra el que llevaban
luchando desde su fundación, con la que les
habían colado un gol, sin conseguir doblegarles. De hecho lo habían tenido
cerrado, aunque no inactivo, que eso no pudieron[4],
durante los meses más críticos del deterioro y la muerte de Franco, de enero de
1975 hasta octubre de 1976. Si se cuentan bien habían sido 22 meses.
O
quizá se tratara de la similar inquina que los viejos franquistas de toda la
vida le seguían teniendo al propio León Felipe, como lo demuestra que un año
antes también se hubiera prohibido un intento de homenaje similar, en el que no
figuraba el nombre del CAUM, que permanecía clausurado, pero que contó
prácticamente con los mismos convocantes. Parecería que no le perdonaban al
poeta aquellos versos que cuando jóvenes debieron haber recibido como una
injuria personal:
Franco...
tuya es la hacienda…
la casa, el
caballo y la pistola...
Mía es la voz
antigua de la tierra.
Tú te quedas
con todo
y me dejas
desnudo y errante por el mundo...
mas yo te
dejo mudo... ¡mudo!...
Y cómo vas a
recoger el trigo
y a alimentar
el fuego
si yo me
llevo la canción?
Rapsoda anónimo: “Franco…”
[2] Las
canciones que se enlazan en estas notas corresponden a musicaciones de pomas de
León Felipe grabadas por estos mismos cantautores, que sin duda las hubieran
cantado aquella noche de haberse celebrado el homenaje.
[3] El
CAUM se mantuvo en esa dirección hasta 2013, en el que se vieron obligarse a
trasladarse a una nueva sede en Calle
Atocha 20, donde continúan sus actividades.
[4]
Conviene aclarar, que a los tres meses de cerrarse el Club, buena parte de sus
directivos y miembros crearon la Asociación
Pro Derechos Humanos, con la que continuaron la pelea. Tras
la reapertura del CAUM, la APDH
siguió por su cuenta y hasta hoy, de tal manera que al final el Régimen se
encontró no con un enemigo, sino con dos.
DOCUMENTOS
PETICIÓN DE AUTORIZACIÓN DEL HOMENAJE. 8 DE MARZO DE
1977
PROHIBICIÓN DEL ACTO,
DOS DÍAS ANTES DE LA
FECHA PREVISTA PARA EL HOMENAJE
TEXTO Y FIRMANTES DEL TELEGRAMA DE PROTESTA ENVIADO AL MINISTERIO DE
GOBERNACIÓ LA MISMA
MADRUGADA DEL 14 DE MARZO DE 1977, TRAS EL CONOCIMIENTO DE LA PROHIBICIÓN.
CARTA DEL CAUM AL
GOBERNADOR CIVIL PIDIENDO QUE SE REVOQUE LA PROHIBICIÓN
CARTA DEL MINISTRO DE GOBERNACIÓN RODOLFO MARTÍN VILLA A VICENTE ALEIXANDRE, PRIMER FIRMANTE
DEL TELEGRAMA DE PROTESTA
libertad,libertad,libertad...
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