viernes, 16 de mayo de 2014

ELISA SERNA. Autobiografía y canción

Elisa Serna. Autobiografía y canción






Hace tiempo que debería haber publicado aquí algún texto sobre Elisa Serna, pero diversas circunstancias ajenas a la voluntad de este bloguero (Jesús lo que me faltaba ser, ¡bloguero!) lo han ido retrasando. No ha sido el menor de esos impedimentos el pudor que produce escribir sobre quien se quiere bien y desde hace tanto tiempo, pues la exhibición desmedida del cariño verdadero roza siempre la obscenidad más profunda, la de los sentimientos. Sin embargo, el principal motivo no ha sido ese cariño que profeso por Elisa desde que nos conocimos hace ya casi 50 años, en 1967, y descubrí sus inmensas reservas de valentía, coherencia, entrega a unos ideales y profunda ternura de niña desvalida, sino algo más prosaico.

Por extraño que parezca no he encontrado en estos meses otros textos propios sobre Elisa Serna que un viejo escrito --fragmento de un libro inacabado sobre cantautores que debía haber publicado en 1977 y del que aquí ya he reproducido los fragmentos correspondientes a AdolfoCeldrán y José Antonio Labordeta--, que antes deberé traducir de la letra mecanografiada en la que ha permanecido escrito, a la informatizada, y una breve entrevista de 1992 que reproduzco más abajo. Otras cosas que en su momento escribí y publiqué sobre ella, que sin duda conservaba, se han debido perder en algún préstamo incontrolado.

Lo que, en cualquier caso, me ha movido hoy a traerla aquí ha sido el haber tropezado casualmente con un texto, que tenía por extraviado, que la propia Elisa me remitió hace unos años y en el que daba cuanta, a manera de breve autobiografía, de sus andanzas cantautoriles y vitales. Me ha parecido que el escrito merecía salir de la carpeta en la que estaba escondido y darlo a conocer, aunque sea en la modesta proporción que permite este blog.





En este punto me gustaría hacerme una pregunta cuya mera enunciación me crea un profundo malestar desde hace años y que me surge de nuevo al releer esta autobiografía: ¿Quién podía imaginar que, como una paradoja cruel, al finalizar la dictadura Elisa Serna fuera a ser penalizada artísticamente por la valentía y la entereza con que se había enfrentado a ella, lo que le había acarreado censuras, exilios, prohibiciones, multas y cárceles?

Pasada la euforia de la transición llegaron los nuevos demócratas  --nuevos unos porque, por edad, no había vivido la dictadura y sus consecuencias sino en la adolescencia; nuevos los otros porque, ya talluditos y en edad de discernimiento en el franquismo, habían esperado en sus cuarteles de invierno a la muerte del dictador para descubrirse a sí mismos como demócratas de toda la vida--, y juntos decidieron que el tiempo de la crítica y la reivindicación había terminado.

Los primeros, que configuraban las corrientes musicales y culturales que se aglutinaron alrededor de aquello que se llamo “movida”, fuera madrileña, viguesa o vallisoletana, consideraron que la canción de autor era aburrida, monótona y sectaria y decidieron que ellos el único terror que les interesaba era el del hipermercado.

Los segundos, encaramados en lo más alto del poder político y cultural, decretaron que España había accedido ya al podium de lo más moderno de la modernidad y que no había mejor forma de morir que apuñalado en el metro de Nueva York. En consecuencia con esas ideas abolieron la protesta como forma de expresión artística porque en esa sociedad que consideraban perfecta ya no era necesaria. Es más, podía ser contraproducente, pues daba mala imagen de lo que ya empezaba a ser la Marca España.

Unos y otros, con la connivencia de la industria discográfica, que comenzaba a vender menos discos de aquellos cantautores que durante los años anteriores les habían llenado las arcas, y de los medios de comunicación, voceros de lo que a la industria le interesaba vender, certificaron la muerte del arte comprometido, y, en primer lugar, la de los cantautores, sus más evidentes y populares practicantes.

De manera natural en esta situación, Elisa Serna, que era probablemente la cantautora que más había evidenciado su lucha artística y personal contra la dictadura, pasó a ser el paradigma de la adjetivada como “canción protesta”, y eso le costó la carrera. En 1978 Elisa publicó “Regreso a la semilla”, el que podría ser considerado su último disco regular y quizás el más arriesgado estéticamente, que reunía alguna de sus composiciones más logradas. No volvió a editar otro, “Alkimia”, hasta 1992, fecha en que se despediría de su carrera discográfica. (¿Para cuándo un nuevo disc, pagado aunque sea por eso del “crowdfunding”, mejor llamado micromecenazgo?)


Todavía me produce un profundo cabrero todo este proceso inquisitorial, tan antiguo ya, no sólo por lo que de injusticia política y personal supone, sino también por cuanto acabó teniendo unas consecuencias funestas para la carrera artística de Elisa y por lo que supone de juicio cicatero sobre el valor creativo de su obra, tan infravalorada en este terreno como estéticamente arriesgada en su momento.

Con clara influencia de Paco Ibáñez en las musicalizaciones de poemas registradas en sus dos singles iniciales, ya en su primer álbum, grabado en París en 1972 y reeditado en España dos años después con dos canciones cambiadas por orden del censor, se encuentra la base artística sobre la que iba a trabajar a partir de entonces, abriendo camino en la música española, en la búsqueda de una forma personal de expresión a través del mestizaje de formas musicales tradicionales y de otras culturas, desde el flamenco a los ritmos castellanos, arábigos o mediterráneos en general. Toda una aventura artística en aquellos tiempos y aún hoy.

Aplicado a Elisa, el tópico de cantautora con guitarrita y pata en silla de anea no puede ser más mentira. Al contrario, desde muy temprano demostró una profunda intención de darle a sus actuaciones un formato musical de calidad, colaborando, en disco y en directo, con músicos de la talla del guitarrista Luis Mendo, el contrabajista Miguel Ángel Chastang, el percusionista José Antonio Galicia o el pianista Judas Sanz, entre otros. Aunque fuera esa una intención que no siempre se podía cumplir, pues no todos los días se cobraba en aquellos conciertos como para llevar acompañantes y no eran pocas las ocasiones en que la inseguridad de la actuación recomendaba acudir en solitario, por si las moscas.

Además, Elisa fue de las primeras, si no la pionera, en entender que la actuación sobre un escenario podía constituir un espectáculo, una representación escenica que aglutinara distintas disciplinas. Aún recuerdo los montajes músico-poético-teatrales que en los primeros y lejanos setenta presentó en varios colegios mayores madrileños con el poeta y actor Jesús Fernández, que recién acaba de dar vida en el cine al adolescente mirón que se pajeaba viendo en el balcón a la mutilada Tristana de Buñuel (en aquellos recitales, por cierto, Elisa dio a conocer en España el “A galopar” de Rafael Alberti y Paco Ibáñez, que todavía no había aparecido en disco y que aún no estaba acabada, siendo tan sólo un recitado del poema del que Paco únicamente había creado la melodía cantada el estribillo).

Aunque sólo fuera por estas razones, Elisa debería haber sido valorada ya en aquellos momentos como una pionera de la canción popular de calidad, una investigadora de formas, no sólo una denunciadora de verdades políticas. Pero es que, además, aunque su obra pueda ser considerada irregular a veces, hay en ella excelentes muestras de canciones inspiradas y resueltas con absoluta solvencia, que destilan fuerza, pasión y arte verdadero, sin trampa ni cartón, y que merecen pasar a la confusa historia de la música popular española. Creo que hoy es el momento de reivindicarlo, y más porque Elisa no se refiere a ello en la autobiografía que transcribo.


En aquellos primeros años setenta, Elisa y yo colaboramos en la composición de una canción, “El ser lo que se es”, que grabó en 1975 como parte del disco “Brasa viva”. En ella intentamos plantear una pregunta sobre las dificultades sociales y políticas y las contradicciones personales que implica mantener la fidelidad a uno mismo, a los principios más profundos de cada cual. No sé si lo conseguimos. 

En aquellos momentos discutimos los dos por la canción, en un debate en el que finalmente pienso que Elisa tenía razón. Aducía que la letra no dejaba claro de lo que trataba y que no había en ella ninguna conclusión explicatoria. Aunque sigo pensando que una canción no tiene por qué explicar nada, sino plantear dilemas que han de encontrar solución en la mente del oyente, su apreciación sobre la oscuridad del texto era totalmente acertada, aunque yo diría que más que oscura, la letra es torpe, y hasta pretenciosa, condición de la que siempre he abominado. En cualquier caso, la cuelgo aquí después de haberla convertido en vídeo con el añadido de unas pinturas y dibujos de Maruja Mallo que creo especialmente adecuados. Pienso que esa búsqueda de la propia identidad íntima y colectiva que en ella se apunta es uno de los elementos troncales del trabajo de Elisa, y como tal vale.

Para completar las ilustraciones musicales, también he puesto imágenes, espero que adecuadas, a una de las canciones más insólitas de Elisa, y pienso que de las más desconocidas entre sus grabaciones, por la que siento un personal cariño. Se trata de “Victoria está en un bar”, la versión que realizó de la composición “Victoria Dines Alone”, del cantautor estadounidense Tom Paxton, que grabó en el mismo disco.


Por último, he añadido vídeos de otras tantas canciones que creo que se encuentran entre lo más inspirado y hondo de la obra de Elisa: “Las cárceles”, en la que musicalizó a Miguel Hernandez, “En la mina del tarancón”, que la ha acompañado toda su vida y que ha salido de una actuación de 2003, “Quejido”, “Regreso a la semilla” y “Brasa viva”, aunque si se quiere escuchar más de su obra se puede encontrar aquí.






POR LA LUCHA FINAL



El instinto de libertad aparece en la conciencia
cuando la libertad no existe

Inicio esta historia en 1967, cuando fundamos en Madrid el grupo Canción del Pueblo, Hilario Camacho, Adolfo Celdrán y el traductor del "We shall not be moved", "No nos moverán", Ignacio Fernández Toca. Nos precedieron Els setze judges en Cataluña y luego se formaron Voces Ceibes en Galicia, Ez dok amairu en Euskadi, Manifiesto Canción del Sur en Andalucía, Labordeta en Aragón, Al Tall en Valencia, Luis Pastor y Pablo Guerrero en Extremadura... Pero a todos a su vez nos preceden tres cabales del Árbol de la Canción: Chicho Sánchez Ferlosio, que nos enseña lo que pasaba con los días cuando canta el gallo negro, Paco Ibáñez, que nos puso a todos a galopar, y Raimon, que nos descubrió llenos de noche, con la cara, no al sol, sino al viento, al viento del mundo... En el camino quedan Imanol, Indio Juan, Manuel Picón, Ovidi Montllor, Carlos Cano, Gato Pérez, Chicho, Hilario Camacho...

Con Anselmo Cano e
Hilario Camacho
En 1970 llevamos tres años quitando miedos a cuantos acuden a los miles de recitales con coloquio que sindicatos, partidos de izquierda y cristianos de base -todos clandestinos- organizan en toda España. José Luis Leal funda Edumsa y allí grabo La Luciérnaga y El Niño Yuntero de Miguel Hernández. El TOP me multa por cantar A la huelga en un recital en la Facultad de Derecho de Madrid. Paso a Las Salesas donde permanezco una noche. El cariño de mis amigos Antonio Gómez, Tina Blanco y Mercedes Arencibia les empuja a hacer una colecta para pagar las 50.000 pesetas, y salgo a la calle. Pero de nuevo la policía, disfrazada esta vez de Brigada de Estupefacientes, irrumpe en un ensayo de teatro en casa de Ángel Pastor. Acabamos todos en comisaría, pero salimos a las cinco horas: No encuentran "drogas" ni "drogados "... solo el libreto de Ubu Rey.   Madrid hierve.

Los grises a caballo no dan abasto en la Universidad. Suicidan al estudiante Enrique Ruano... y Juan Margallo y Petra Martínez montan Castañuela 70. Las Madres del Cordero, Moncho Alpuente, se suman a la obra; Antonio Gómez y yo también, él como La Madrastra y yo de percusionista en Orquesta de Señoritas, con pajarita. En el estreno el público rompe las puertas del Teatro Marquina, impacientes por el retraso en abrirlas. Nunca se sabía lo que podía estar pasando a la compañía, dentro... En la calle, en Vallecas, matan por la espalda a Pedro Patiño, el albañil volador, pues la prensa dice que la policía disparó al aire...

A grandes rasgos, el lustro 1970-1975, los últimos coletazos de la dictadura, arrasan mi carrera musical. Si se perdía un tortazo, siempre lo encontraba yo. Grabo poemas de Jesús López Pacheco en Als 4 Vents de Barcelona. Mi primer LP, Quejido, es producido por Paco Ibáñez para Le Chant du Monde, que me abre su corazón y me inocula su fuerza. Había atravesado los Pirineos en un dos caballos de media ventana abatible, con una Orden de Caza y Captura en la espalda, pues el TOP (Tribunal de Orden Público) me acusa de Propaganda Ilegal, de provocar estados de excitación que podrían dañar la paz social.

A la vuelta de Paris, me estaban esperando. Grabo Este tiempo ha de acabar en Edigsa, y se abre la Caja de Pandora: Visitas de madrugada a mi domicilio, registros, que acaban con mi detención. Tres días en la temible DGS (Dirección General de Seguridad, hoy sede del Gobierno de la Comunidad de Madrid) y dos meses en la Prisión de Mujeres de Alcalá de Henares. En Otoño del mismo ano, 1974, acudo a una asamblea de los trabajadores de la Robert Bosch, en la Iglesia del Dulce Nombre de María, de Vallecas, creo. De repente, oímos llegar camiones de grises, que interrumpen la asamblea y... nos llevan a la DGS a todos... Una última mirada al recinto me hace contemplar un horizonte de llaves, agendas y tarjetas rotas en el suelo… Veintitrés días pase en Yeserías. Allí estaban las acusadas de haber participado en el atentado de la Calle del Correo. Entre ellas Mari Paz Ballesteros o Carmen Nadal, de Mallorca, con la que trabo una amistad que se prolongara en Barcelona hasta hoy. Una señora.

Con el contrabajo,
Miguel Ángel Chastang
A la salida sigo cantando, pero en el transcurso de un recital en el Valencia Cinema, la policía, en traje esta vez de antidisturbios, se va situando sigilosamente en los laterales del patio de butacas mientras canto, no se me olvida, Con los dientes, de Tawfid Zayad, poeta palestino. Yo no paré y mis músicos tampoco. Esa vez no hubo multa, pero si rabia, mucha rabia. Vivía yo entonces en San Sebastián por prolongar mi gran amistad con Arantza Arruti y Jone Dorronso, que en los tres días obligados de incomunicación que precedían al paso a prisión en Alcalá de Henares, se habían dedicado a pasarme pasta de dientes, jabón y algún bocata, de motu propio, por el ventanuco de la celda. Esas cosas unen mucho. Me llamaban la Cantanta, pues para espantar el miedo me ponía a cantar el Romance de Juan García, de José Meneses, a grito pelao, y eso las impresionaba a todas. Pero la que canta bien -una mezzo extraordinaria- es Jone: Estrellita de Cristal, Haurtxo Txiquia... retumbaba desde el patio al mundo como diciendo: "me han procesado en Burgos, soy etarra -etasarra, más bien- y amo la belleza". Que fuerte.

En 1974 y 1975 me prohíben muchas giras, rayan mis canciones y discos en RNE, los textos vuelven de censura con el sello DENEGADO, me siguen vigilando de paisano allá donde canto. Fue el año, creo, de la fuga del Penal de Segovia, donde estaba Gregorio López Irasuegui, marido de Arantza Arruti. Me pasó en mi carrera como a los Bonsais, que los alambran en el momento del crecimiento.

Me vuelven a detener a la salida de un recital en Sagunto, por llamar luchadores por la libertad, a los detenidos del Proceso 1001, Sartorius y Camacho entre otros. Durante un recital anterior en la Facultad de Filosofía y Letras de Valencia, de nuevo multa o prisión sustitutoria. La consigna de mi partido, el PCE, era desde 1970: No ingresar dinero que aumente la represión. Y voy a parar con mi guitarra y mis huesos a la Cárcel de Mujeres de Valencia, Picassent, otro mesecito a la sombra. Compuse allí varias canciones. Tenía la esperanza de que por el 1° de Mayo entraran presas políticas, pero no fue así. Estuve sola, apartada de las comunes, que recuerdo redimían condena dentro de una jaula -la propia cárcel- haciendo jaulitas para pájaros por las que les pagaban una peseta. A la salida presento a Edigsa mi proyecto: Crónica cantada del franquismo. No pasa censura y les doy donde más les duele: el sexo, publicando el LP Brasa Viva.

La muerte del dictador me sorprende en Frankfort, cantando junto a una gran amiga y buenísima cantante, la catalana Teresa Rebull, en un recital organizado por anarquistas. Habían grabado una cinta con estertores de alguien que se estaba muriendo y necesitaba muchas transfusiones: "¡sangre, quiero más sangre!", se oía por los altavoces, y de repente sube uno al escenario con una garrafa de vino español y nos quita el micro para gritar: “¡Franco ha muerto!”

Cuatro recuerdos así, a vuela pluma, para dar una idea de lo que siguió.

Con Adolfo Celdrán
y Pete Seeger
1976: Algarada callejera en Elche tras la suspensión del homenaje anual que hacíamos a Miguel Hernández y que acaba con la detención de José Agustín Goytisolo y mía. De gira por la cuenca minera, somos acusadas Teresa Rebull y yo de "pornográficas y subversivas" y expulsadas de Asturias. Teresa canta los apasionados versos de amor de Salvat Papaseit y yo versos de la Generación del 27 y propios, considerados de “muy mal gusto”.

1977: Horrible matanza de abogados laboralistas. El 24 de Enero, en la calle Atocha. Aumenta la indignación y el miedo físico. Con la energía de los desesperados, grabo otro LP, Choca la Mano. Antonio Gómez lo produce para la serie Gong de Movieplay. Más que cantar, grito, aúllo. Como trasfondo político, empiezan a desmarcarse de uno de nuestros más altos símbolos (la bandera republicana) nuestros clandestinos líderes, Felipe González y Santiago Carrillo, que debajo de una peluca atraviesa los Pirineos mucho antes de tener pasaporte.

Actuación en la Facultad de Filosofía y Letras de Valladolid, en huelga solidaria con la Fasa Renault: los grises irrumpen suspendiendo el recital y rompiendo los cristales del aula magna. Zumbando salimos de la Facultad, saltando una valla de tres metros, con batería, bajo, guitarras, flautas y percusiones. Calle afuera, corremos hasta encaramarnos en la azotea de un edificio de cinco plantas, con todos los instrumentos, cuyo portal vimos abierto. Los estudiantes mantienen en jaque a los cuerpos represivos durante horas.

1978.- Universidad de Las Palmas. Manifestaciones de estudiantes por la prohibición del recital que acaba en una auténtica batalla campal, cuerpo a cuerpo, policía y estudiantes. Ganan los estudiantes. Por la tarde recojo en el descampado que rodea la universidad botes de humo, vacíos ya de gases lacrimógenos, pelotas de goma percutidas, rombos de cuello metálicos y chapas pectorales de la policía, que abandona, sí, el campo de batalla con sus furgones y jeeps acorazados abollados y maltrechos.

Pero mi peripecia sigue. Prosigamos un poco volviendo la vista atrás.

A la salida de la cárcel de Valencia me instalo en Barcelona. Mi apartamento de la Calle Alberche de Madrid es registrado. Me lo encuentro todo revuelto en tres ocasiones. En Barcelona inicio lo que sin duda es la época más feliz de mi vida, en la Calle Independencia. Grabo Regreso a la Semilla en Edigsa, pero constituida la Junta Democrática y la Platajunta luego, deciden desactivar los circuitos culturales en que nos ganábamos la vida, aparte de los comerciales, en los que nos movíamos, y más de un día salí a cantar con quince personas abajo: los organizadores, sus familias y sus amigos. Se estaba redactando la tercera Constitución democrática de nuestro país tras cuarenta años de dictadura y los padres de la patria, redactores y líderes de izquierda, dijeron que el país debía estar en calma. A mí y a muchos compañeros nos hicieron polvo. Esta vez fueron los nuestros. Quiebros como estos, de 1982 a 1996, dieron con la derecha otra vez en el poder desde 1994 a 2004. O sea, el año pasado.

Con Tina Blanco y Gonzalo Moure
Esos años suponen la puesta de largo del feminismo. Manifestaciones masivas en las Ramblas por el 8 de Marzo, Gretel Amman, las I Jornades Feministas de Cataluña, en la Universitat Central. Empiezo a componer en otra clave mis canciones, que en esta época están impregnadas de belleza, de alegría y de compromiso con las personas que me rodean.

Con el triunfo socialista de 1982 presento un proyecto de la Asociación de la Música Popular. Durante sus cuatro años de existencia, se edita la Revista Música Popular, producimos un disco Homenaje a Agapito Marazuela y un macro-concierto en el Alcalá Palace, de Madrid. De ahí nace la sala Elígeme, de la calle San Vicente Ferrer de Madrid, que al negarnos la subvención el Ministerio de Cultura, hereda los enseres muebles y maquinas de la Asociación, cuyo Vicepresidente es un hombre que se paso la dictadura con todos nuestros discos en el dormitorio, pues asegura que compusimos mas canciones de amor que de lucha: Fernando González Lucini.

A mi vuelta de Barcelona, con el corasón roto, y partío, que desde entonces "meto debajo de un zapato", en expresión de Miguel Hernández, había perdido pie en el quien-es-quien del mundo de la música. Pero infinitas como son las maneras de vivir en la música, Moncho Alpuente y Jorge Martínez Reverte, director entonces de Onda Madrid, encuentran innovadores los guiones, el equipo y las músicas étnicas y mediterráneas que traigo de Barcelona. Emito entonces todas las mañanas de Julio y Agosto del aquel año 1986 el programa "Madriterráneo".

También fue entonces cuando presente el proyecto Afrodita para producir discos de mujeres. Con Victorino del Pozo en el Sello de RTVE y María Luisa González Duarte en la Dirección General de la Mujer de Madrid, consigo sentarlos en una mesa y firmar un convenio. Produzco veintiséis discos de mujeres, trece de música clásica y trece de música popular.

Con Eliseo Parra y Julia León
Pero en 1996 vuelve la derecha al poder y hoy es un hecho que las redes de distribución de Madrid, los teatros y Centros Culturales que levantaron los socialistas en todos los pueblos de Madrid, van cerrando sus las puertas uno a uno, y los que siguen programan mucha zarzuela, que es muy castiza y muy española. RTVE no se gasta un duro en promocionar las series discográficas Las mujeres y la música. A ellos lo que les gusta son los Monjes de Silos y las Bandas Municipales. Así es.

Es un tiempo, hasta 2004, de volver a morder el polvo en pequeños locales y garitos. Luis Pastor lo tiene claro y potencia una red de actuaciones en cafés, locales pequeños, sin despreciar cualquier oportunidad de lucimiento en el circuito comercial. Yo comparto su opinión, pero me pilla un poco cansada, aunque de vez en cuando me asomo al Galileo o la Taberna Encantada de la calle Salitre, en espera de tiempos mejores.

Los tiempos mejores me encuentran recién salida de la ruina, y promoviendo con el Foro por la Memoria de Segovia, con el historiador Santiago Vega Sombría, la exhumación de los cinco paseados del pueblo de mis abuelos y mi padre: Sepúlveda, que se convierte en mi patria chica renovada. Desde entonces tengo presentes los versos de Pablo Neruda: "yo hablare por vuestra boca muerta", e inicio la búsqueda de documentos relativos a los Campos de Concentración y de Trabajo Forzoso por los que paso mi padre -capitán, por meritos de guerra, leal a la II Republica-, y fuentes sobre mí misma, que demuestren que la pesadilla de mi juventud no fue un sueño, sino verdad, cierta, real.

Y lo mejor del caso es que a nuestra generación de locos por la libertad le va a tocar, no solo traer la democracia y seguir elevando el techo de las libertades, sino acabar de una vez la guerra civil del pasado siglo XX: conseguir el reconocimiento solemne de los republicanos españoles, ya. Han pasado setenta años y antes de que mueran todos hay que dar la razón a quien en honor a la verdad, la justicia y el fin de la impunidad del fascismo español, la tuvieron de 1936 a 1939. España no puede ser ante el mundo la demostración de que aquí la fuerza vence a la razón.

Para alguien de mi edad esa será, posiblemente, la lucha final. Pero entonces, no habré vivido en balde.

Elisa Serna.
Madrid, 6 de Octubre, 2005




 EL PERIÓDICO DE CATALUNYA. 2 DICIEMBRE 1992

Diez canciones inéditas y seis regrabaciones de temas antiguos componen el nuevo disco de Elisa Sema, que incide en la música de fusión o étnica, terreno en el que fue pionera la cantautora.

-¿Por qué tantos años sin grabar?

-Porque tenía mis asignaturas pendientes de tipo personal, y también porque se me sublevó el país y me quedé sin lenguaje. Me quedé sin público y a la búsqueda de una nueva forma de escribir las canciones.

-¿La ha encontrado?

-La voy encontrando. Es mucho más intimista y mucho más lúdica al mismo tiempo, pero no olvida los contenidos.

-¿Sigue siendo necesaria hoy una canción crítica?

-Sí, pero en mi caso, más que serlo o no, es que yo soy de una generación que se educó en el marxismo-leninismo, y esas cosas las tengo en la base de mi pensamiento y no puedo prescindir de una visión crítica del mundo.

-¿Qué temas trata?

-Las relaciones íntimas, la libertad, la incredulidad, el desaprender en parte lo aprendido, y también la pobreza, que veo constantemente, o la injusticia.

-¿Es la intimidad una reivindicación revolucionaria?

-Sí, porque cada vez creo más que las revoluciones tienen que ser globales, y tengo la sensación de que el mundo también se mueve desde la cama. Según cómo vives esa experiencia reproduces después todas tus relaciones públicas.

-¿Estamos viviendo una época dada al olvido?

-Yo no me dejo olvidar, no voy a permitir que se me condene al ostracismo. Quiero recuperar mi vida, mi historia, mis cárceles, y no voy a dejar que me conviertan en un zombi.



Primer artículo publicado por Elisa Serna en la revista HOGAR 2000
en enero de 1968 a raíz del recital de presentación
del grupo Canción del Pueblo en Noviembre del año anterior.





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