Elisa Serna. Autobiografía y canción
Hace tiempo que debería haber publicado
aquí algún texto sobre Elisa Serna, pero diversas circunstancias ajenas a la
voluntad de este bloguero (Jesús lo que me faltaba ser, ¡bloguero!) lo han ido
retrasando. No ha sido el menor de esos impedimentos el pudor que produce
escribir sobre quien se quiere bien y desde hace tanto tiempo, pues la
exhibición desmedida del cariño verdadero roza siempre la obscenidad más profunda,
la de los sentimientos. Sin embargo, el principal motivo no ha sido ese cariño
que profeso por Elisa desde que nos conocimos hace ya casi 50 años, en 1967, y
descubrí sus inmensas reservas de valentía, coherencia, entrega a unos ideales
y profunda ternura de niña desvalida, sino algo más prosaico.
Por extraño que parezca no he encontrado
en estos meses otros textos propios sobre Elisa Serna que un viejo escrito
--fragmento de un libro inacabado sobre cantautores que debía haber publicado
en 1977 y del que aquí ya he reproducido los fragmentos correspondientes a AdolfoCeldrán y José Antonio Labordeta--, que antes deberé traducir de la
letra mecanografiada en la que ha permanecido escrito, a la informatizada, y
una breve entrevista de 1992 que reproduzco más abajo. Otras cosas que en su
momento escribí y publiqué sobre ella, que sin duda conservaba, se han debido
perder en algún préstamo incontrolado.
Lo que, en cualquier caso, me ha movido
hoy a traerla aquí ha sido el haber tropezado casualmente con un texto, que
tenía por extraviado, que la propia Elisa me remitió hace unos años y en el que
daba cuanta, a manera de breve autobiografía, de sus andanzas cantautoriles y
vitales. Me ha parecido que el escrito merecía salir de la carpeta en la que estaba
escondido y darlo a conocer, aunque sea en la modesta proporción que permite
este blog.
En este punto me gustaría hacerme una
pregunta cuya mera enunciación me crea un profundo malestar desde hace años y
que me surge de nuevo al releer esta autobiografía: ¿Quién podía imaginar que,
como una paradoja cruel, al finalizar la dictadura Elisa Serna fuera a ser
penalizada artísticamente por la valentía y la entereza con que se había
enfrentado a ella, lo que le había acarreado censuras, exilios, prohibiciones,
multas y cárceles?
Pasada la euforia de la transición
llegaron los nuevos demócratas --nuevos
unos porque, por edad, no había vivido la dictadura y sus consecuencias sino en
la adolescencia; nuevos los otros porque, ya talluditos y en edad de
discernimiento en el franquismo, habían esperado en sus cuarteles de invierno a
la muerte del dictador para descubrirse a sí mismos como demócratas de toda la
vida--, y juntos decidieron que el tiempo de la crítica y la reivindicación
había terminado.
Los primeros, que configuraban las
corrientes musicales y culturales que se aglutinaron alrededor de aquello que
se llamo “movida”, fuera madrileña, viguesa o vallisoletana, consideraron que
la canción de autor era aburrida, monótona y sectaria y decidieron que ellos el
único terror que les interesaba era el del hipermercado.
Los segundos, encaramados en lo más alto
del poder político y cultural, decretaron que España había accedido ya al podium
de lo más moderno de la modernidad y que no había mejor forma de morir que
apuñalado en el metro de Nueva York. En consecuencia con esas ideas abolieron
la protesta como forma de expresión artística porque en esa sociedad que
consideraban perfecta ya no era necesaria. Es más, podía ser contraproducente,
pues daba mala imagen de lo que ya empezaba a ser la Marca España.
Unos y otros, con la connivencia de la
industria discográfica, que comenzaba a vender menos discos de aquellos
cantautores que durante los años anteriores les habían llenado las arcas, y de
los medios de comunicación, voceros de lo que a la industria le interesaba
vender, certificaron la muerte del arte comprometido, y, en primer lugar, la de
los cantautores, sus más evidentes y populares practicantes.
De manera natural en esta situación,
Elisa Serna, que era probablemente la cantautora que más había evidenciado su
lucha artística y personal contra la dictadura, pasó a ser el paradigma de la
adjetivada como “canción protesta”, y eso le costó la carrera. En 1978 Elisa
publicó “Regreso a la semilla”, el que podría ser considerado su último disco
regular y quizás el más arriesgado estéticamente, que reunía alguna de sus
composiciones más logradas. No volvió a editar otro, “Alkimia”, hasta 1992,
fecha en que se despediría de su carrera discográfica. (¿Para cuándo un nuevo
disc, pagado aunque sea por eso del “crowdfunding”, mejor llamado
micromecenazgo?)
Todavía me produce un profundo cabrero todo
este proceso inquisitorial, tan antiguo ya, no sólo por lo que de injusticia
política y personal supone, sino también por cuanto acabó teniendo unas
consecuencias funestas para la carrera artística de Elisa y por lo que supone
de juicio cicatero sobre el valor creativo de su obra, tan infravalorada en
este terreno como estéticamente arriesgada en su momento.
Con clara influencia de Paco Ibáñez en
las musicalizaciones de poemas registradas en sus dos singles iniciales, ya en
su primer álbum, grabado en París en 1972 y reeditado en España dos años
después con dos canciones cambiadas por orden del censor, se encuentra la base
artística sobre la que iba a trabajar a partir de entonces, abriendo camino en la
música española, en la búsqueda de una forma personal de expresión a través del
mestizaje de formas musicales tradicionales y de otras culturas, desde el
flamenco a los ritmos castellanos, arábigos o mediterráneos en general. Toda
una aventura artística en aquellos tiempos y aún hoy.
Aplicado a Elisa, el tópico de
cantautora con guitarrita y pata en silla de anea no puede ser más mentira. Al
contrario, desde muy temprano demostró una profunda intención de darle a sus
actuaciones un formato musical de calidad, colaborando, en disco y en directo,
con músicos de la talla del guitarrista Luis Mendo, el contrabajista Miguel
Ángel Chastang, el percusionista José Antonio Galicia o el pianista Judas Sanz,
entre otros. Aunque fuera esa una intención que no siempre se podía cumplir,
pues no todos los días se cobraba en aquellos conciertos como para llevar
acompañantes y no eran pocas las ocasiones en que la inseguridad de la
actuación recomendaba acudir en solitario, por si las moscas.
Además, Elisa fue de las primeras, si no
la pionera, en entender que la actuación sobre un escenario podía constituir un
espectáculo, una representación escenica que aglutinara distintas disciplinas.
Aún recuerdo los montajes músico-poético-teatrales que en los primeros y
lejanos setenta presentó en varios colegios mayores madrileños con el poeta y
actor Jesús Fernández, que recién acaba de dar vida en el cine al
adolescente mirón que se pajeaba viendo en el balcón a la mutilada Tristana de
Buñuel (en aquellos recitales, por cierto, Elisa dio a conocer en España el “A
galopar” de Rafael Alberti y Paco Ibáñez, que todavía no había aparecido en
disco y que aún no estaba acabada, siendo tan sólo un recitado del poema del
que Paco únicamente había creado la melodía cantada el estribillo).
Aunque sólo fuera por estas razones,
Elisa debería haber sido valorada ya en aquellos momentos como una pionera de
la canción popular de calidad, una investigadora de formas, no sólo una
denunciadora de verdades políticas. Pero es que, además, aunque su obra pueda
ser considerada irregular a veces, hay en ella excelentes muestras de canciones
inspiradas y resueltas con absoluta solvencia, que destilan fuerza, pasión y
arte verdadero, sin trampa ni cartón, y que merecen pasar a la confusa historia
de la música popular española. Creo que hoy es el momento de reivindicarlo, y
más porque Elisa no se refiere a ello en la autobiografía que transcribo.
En aquellos primeros años setenta, Elisa
y yo colaboramos en la composición de una canción, “El ser lo que se es”, que grabó en 1975 como parte del disco “Brasa
viva”. En ella intentamos plantear una pregunta sobre las dificultades sociales
y políticas y las contradicciones personales que implica mantener la fidelidad a
uno mismo, a los principios más profundos de cada cual. No sé si lo conseguimos.
En aquellos momentos discutimos los dos por la canción, en un debate en el que
finalmente pienso que Elisa tenía razón. Aducía que la letra no dejaba claro de
lo que trataba y que no había en ella ninguna conclusión explicatoria. Aunque
sigo pensando que una canción no tiene por qué explicar nada, sino plantear
dilemas que han de encontrar solución en la mente del oyente, su apreciación
sobre la oscuridad del texto era totalmente acertada, aunque yo diría que más
que oscura, la letra es torpe, y hasta pretenciosa, condición de la que siempre
he abominado. En cualquier caso, la cuelgo aquí después de haberla convertido
en vídeo con el añadido de unas pinturas y dibujos de Maruja Mallo que creo
especialmente adecuados. Pienso que esa búsqueda de la propia identidad íntima
y colectiva que en ella se apunta es uno de los elementos troncales del trabajo
de Elisa, y como tal vale.
Para completar las ilustraciones
musicales, también he puesto imágenes, espero que adecuadas, a una de las
canciones más insólitas de Elisa, y pienso que de las más desconocidas entre
sus grabaciones, por la que siento un personal cariño. Se trata de “Victoria está en un bar”, la versión
que realizó de la composición “Victoria Dines Alone”, del cantautor
estadounidense Tom Paxton, que grabó en el mismo disco.
Por último, he añadido vídeos de otras
tantas canciones que creo que se encuentran entre lo más inspirado y hondo de
la obra de Elisa: “Las cárceles”, en la que musicalizó a Miguel Hernandez, “En la
mina del tarancón”, que la ha acompañado toda su vida y que ha salido de una
actuación de 2003, “Quejido”, “Regreso a la semilla” y “Brasa viva”, aunque si
se quiere escuchar más de su obra se puede encontrar aquí.
POR LA LUCHA FINAL
El instinto de libertad aparece en la conciencia
cuando la libertad no existe
Inicio
esta historia en 1967, cuando fundamos en Madrid el grupo Canción del Pueblo,
Hilario Camacho, Adolfo Celdrán y el traductor del "We shall not be moved", "No nos moverán", Ignacio Fernández Toca. Nos precedieron Els
setze judges en Cataluña y luego se formaron Voces Ceibes en Galicia, Ez dok
amairu en Euskadi, Manifiesto Canción del Sur en Andalucía, Labordeta en
Aragón, Al Tall en Valencia, Luis Pastor y Pablo Guerrero en Extremadura...
Pero a todos a su vez nos preceden tres cabales del Árbol de la Canción: Chicho
Sánchez Ferlosio, que nos enseña lo que pasaba con los días cuando canta el
gallo negro, Paco Ibáñez, que nos puso a todos a galopar, y Raimon, que nos
descubrió llenos de noche, con la cara, no al sol, sino al viento, al viento
del mundo... En el camino quedan Imanol, Indio Juan, Manuel Picón, Ovidi
Montllor, Carlos Cano, Gato Pérez, Chicho, Hilario Camacho...
Con Anselmo Cano e Hilario Camacho |
En 1970 llevamos
tres años quitando miedos a cuantos acuden a los miles de recitales con
coloquio que sindicatos, partidos de izquierda y cristianos de base -todos
clandestinos- organizan en toda España. José Luis Leal funda Edumsa y allí
grabo La Luciérnaga y El Niño Yuntero de Miguel Hernández. El
TOP me multa por cantar A la huelga en un recital en la Facultad de Derecho de
Madrid. Paso a Las Salesas donde permanezco una noche. El cariño de mis amigos
Antonio Gómez, Tina Blanco y Mercedes Arencibia les empuja a hacer una colecta
para pagar las 50.000 pesetas, y salgo a la calle. Pero de nuevo la policía,
disfrazada esta vez de Brigada de Estupefacientes, irrumpe en un ensayo de
teatro en casa de Ángel Pastor. Acabamos todos en comisaría, pero salimos a las
cinco horas: No encuentran "drogas" ni "drogados "... solo
el libreto de Ubu Rey. Madrid hierve.
Los grises a
caballo no dan abasto en la Universidad. Suicidan al estudiante Enrique
Ruano... y Juan Margallo y Petra Martínez montan Castañuela 70. Las Madres del Cordero, Moncho Alpuente, se suman a
la obra; Antonio Gómez y yo también, él como La Madrastra y yo de percusionista
en Orquesta de Señoritas, con pajarita. En el estreno el público rompe las
puertas del Teatro Marquina, impacientes por el retraso en abrirlas. Nunca se sabía
lo que podía estar pasando a la compañía, dentro... En la calle, en Vallecas,
matan por la espalda a Pedro Patiño, el albañil volador, pues la prensa dice
que la policía disparó al aire...
A grandes
rasgos, el lustro 1970-1975, los últimos coletazos de la dictadura, arrasan mi
carrera musical. Si se perdía un tortazo, siempre lo encontraba yo. Grabo
poemas de Jesús López Pacheco en Als 4 Vents de Barcelona. Mi primer LP, Quejido,
es producido por Paco Ibáñez para Le Chant du Monde, que me abre su corazón y
me inocula su fuerza. Había atravesado los Pirineos en un dos caballos de media
ventana abatible, con una Orden de Caza y Captura en la espalda, pues el TOP
(Tribunal de Orden Público) me acusa de Propaganda Ilegal, de provocar estados
de excitación que podrían dañar la paz social.
A la vuelta de
Paris, me estaban esperando. Grabo Este tiempo ha de acabar en Edigsa,
y se abre la Caja de Pandora: Visitas de madrugada a mi domicilio, registros,
que acaban con mi detención. Tres días en la temible DGS (Dirección General de
Seguridad, hoy sede del Gobierno de la Comunidad de Madrid) y dos meses en la
Prisión de Mujeres de Alcalá de Henares. En Otoño del mismo ano, 1974, acudo a
una asamblea de los trabajadores de la Robert Bosch, en la Iglesia del Dulce
Nombre de María, de Vallecas, creo. De repente, oímos llegar camiones de
grises, que interrumpen la asamblea y... nos llevan a la DGS a todos... Una
última mirada al recinto me hace contemplar un horizonte de llaves, agendas y
tarjetas rotas en el suelo… Veintitrés días pase en Yeserías. Allí estaban las
acusadas de haber participado en el atentado de la Calle del Correo. Entre
ellas Mari Paz Ballesteros o Carmen Nadal, de Mallorca, con la que trabo una
amistad que se prolongara en Barcelona hasta hoy. Una señora.
Con el contrabajo, Miguel Ángel Chastang |
A la salida sigo
cantando, pero en el transcurso de un recital en el Valencia Cinema, la
policía, en traje esta vez de antidisturbios, se va situando sigilosamente en
los laterales del patio de butacas mientras canto, no se me olvida, Con los dientes, de Tawfid Zayad, poeta
palestino. Yo no paré y mis músicos tampoco. Esa vez no hubo multa, pero si
rabia, mucha rabia. Vivía yo entonces en San Sebastián por prolongar mi gran
amistad con Arantza Arruti y Jone Dorronso, que en los tres días obligados de
incomunicación que precedían al paso a prisión en Alcalá de Henares, se habían
dedicado a pasarme pasta de dientes, jabón y algún bocata, de motu propio, por
el ventanuco de la celda. Esas cosas unen mucho. Me llamaban la Cantanta, pues
para espantar el miedo me ponía a cantar el Romance
de Juan García, de José Meneses, a grito pelao, y eso las impresionaba a
todas. Pero la que canta bien -una mezzo extraordinaria- es Jone: Estrellita de
Cristal, Haurtxo Txiquia... retumbaba desde el patio al mundo como diciendo:
"me han procesado en Burgos, soy etarra -etasarra, más bien- y amo la
belleza". Que fuerte.
En 1974 y 1975
me prohíben muchas giras, rayan mis canciones y discos en RNE, los textos
vuelven de censura con el sello DENEGADO, me siguen vigilando de paisano allá
donde canto. Fue el año, creo, de la fuga del Penal de Segovia, donde estaba
Gregorio López Irasuegui, marido de Arantza Arruti. Me pasó en mi carrera como
a los Bonsais, que los alambran en el momento del crecimiento.
Me vuelven a
detener a la salida de un recital en Sagunto, por llamar luchadores por la
libertad, a los detenidos del Proceso 1001, Sartorius y Camacho entre otros.
Durante un recital anterior en la Facultad de Filosofía y Letras de Valencia,
de nuevo multa o prisión sustitutoria. La consigna de mi partido, el PCE, era
desde 1970: No ingresar dinero que aumente la represión. Y voy a parar con mi
guitarra y mis huesos a la Cárcel de Mujeres de Valencia, Picassent, otro
mesecito a la sombra. Compuse allí varias canciones. Tenía la esperanza de que
por el 1° de Mayo entraran presas políticas, pero no fue así. Estuve sola,
apartada de las comunes, que recuerdo redimían condena dentro de una jaula -la
propia cárcel- haciendo jaulitas para pájaros por las que les pagaban una
peseta. A la salida presento a Edigsa mi proyecto: Crónica cantada del
franquismo. No pasa censura y les doy donde más les duele: el sexo, publicando
el LP Brasa Viva.
La muerte del
dictador me sorprende en Frankfort, cantando junto a una gran amiga y buenísima
cantante, la catalana Teresa Rebull, en un recital organizado por anarquistas. Habían
grabado una cinta con estertores de alguien que se estaba muriendo y necesitaba
muchas transfusiones: "¡sangre, quiero más sangre!", se oía por los
altavoces, y de repente sube uno al escenario con una garrafa de vino español y
nos quita el micro para gritar: “¡Franco ha muerto!”
Cuatro recuerdos
así, a vuela pluma, para dar una idea de lo que siguió.
Con Adolfo Celdrán y Pete Seeger |
1976: Algarada callejera en Elche tras la
suspensión del homenaje anual que hacíamos a Miguel Hernández y que acaba con
la detención de José Agustín Goytisolo y mía. De gira por la cuenca minera,
somos acusadas Teresa Rebull y yo de "pornográficas
y subversivas" y expulsadas de Asturias. Teresa canta los apasionados
versos de amor de Salvat Papaseit y yo versos de la Generación del 27 y
propios, considerados de “muy mal gusto”.
1977: Horrible matanza de abogados
laboralistas. El 24 de Enero, en la calle Atocha. Aumenta la indignación y el
miedo físico. Con la energía de los desesperados, grabo otro LP, Choca
la Mano. Antonio Gómez lo produce para la serie Gong de Movieplay. Más
que cantar, grito, aúllo. Como trasfondo político, empiezan a desmarcarse de
uno de nuestros más altos símbolos (la bandera republicana) nuestros
clandestinos líderes, Felipe González y Santiago Carrillo, que debajo de una
peluca atraviesa los Pirineos mucho antes de tener pasaporte.
Actuación en la
Facultad de Filosofía y Letras de Valladolid, en huelga solidaria con la Fasa
Renault: los grises irrumpen suspendiendo el recital y rompiendo los cristales
del aula magna. Zumbando salimos de la Facultad, saltando una valla de tres
metros, con batería, bajo, guitarras, flautas y percusiones. Calle afuera,
corremos hasta encaramarnos en la azotea de un edificio de cinco plantas, con
todos los instrumentos, cuyo portal vimos abierto. Los estudiantes mantienen en
jaque a los cuerpos represivos durante horas.
1978.- Universidad de Las Palmas.
Manifestaciones de estudiantes por la prohibición del recital que acaba en una
auténtica batalla campal, cuerpo a cuerpo, policía y estudiantes. Ganan los
estudiantes. Por la tarde recojo en el descampado que rodea la universidad
botes de humo, vacíos ya de gases lacrimógenos, pelotas de goma percutidas,
rombos de cuello metálicos y chapas pectorales de la policía, que abandona, sí,
el campo de batalla con sus furgones y jeeps acorazados abollados y maltrechos.
Pero mi
peripecia sigue. Prosigamos un poco volviendo la vista atrás.
A la salida de
la cárcel de Valencia me instalo en Barcelona. Mi apartamento de la Calle
Alberche de Madrid es registrado. Me lo encuentro todo revuelto en tres
ocasiones. En Barcelona inicio lo que sin duda es la época más feliz de mi
vida, en la Calle Independencia. Grabo Regreso a la Semilla en Edigsa, pero
constituida la Junta Democrática y la Platajunta luego, deciden desactivar los
circuitos culturales en que nos ganábamos la vida, aparte de los comerciales,
en los que nos movíamos, y más de un día salí a cantar con quince personas
abajo: los organizadores, sus familias y sus amigos. Se estaba redactando la
tercera Constitución democrática de nuestro país tras cuarenta años de
dictadura y los padres de la patria, redactores y líderes de izquierda, dijeron
que el país debía estar en calma. A mí y a muchos compañeros nos hicieron
polvo. Esta vez fueron los nuestros. Quiebros como estos, de 1982 a 1996,
dieron con la derecha otra vez en el poder desde 1994 a 2004. O sea, el año
pasado.
Con Tina Blanco y Gonzalo Moure |
Esos años
suponen la puesta de largo del feminismo. Manifestaciones masivas en las
Ramblas por el 8 de Marzo, Gretel Amman, las I Jornades Feministas de Cataluña,
en la Universitat Central. Empiezo a componer en otra clave mis canciones, que
en esta época están impregnadas de belleza, de alegría y de compromiso con las
personas que me rodean.
Con el triunfo
socialista de 1982 presento un proyecto de la Asociación de la Música Popular.
Durante sus cuatro años de existencia, se edita la Revista Música Popular,
producimos un disco Homenaje a Agapito Marazuela y un macro-concierto en el
Alcalá Palace, de Madrid. De ahí nace la sala Elígeme, de la calle San Vicente
Ferrer de Madrid, que al negarnos la subvención el Ministerio de Cultura,
hereda los enseres muebles y maquinas de la Asociación, cuyo Vicepresidente es
un hombre que se paso la dictadura con todos nuestros discos en el dormitorio,
pues asegura que compusimos mas canciones de amor que de lucha: Fernando
González Lucini.
A mi vuelta de
Barcelona, con el corasón roto, y partío, que desde entonces "meto debajo de un zapato", en
expresión de Miguel Hernández, había perdido pie en el quien-es-quien del mundo
de la música. Pero infinitas como son las maneras de vivir en la música, Moncho
Alpuente y Jorge Martínez Reverte, director entonces de Onda Madrid, encuentran
innovadores los guiones, el equipo y las músicas étnicas y mediterráneas que
traigo de Barcelona. Emito entonces todas las mañanas de Julio y Agosto del
aquel año 1986 el programa "Madriterráneo".
También fue
entonces cuando presente el proyecto Afrodita
para producir discos de mujeres. Con Victorino del Pozo en el Sello de RTVE y María
Luisa González Duarte en la Dirección General de la Mujer de Madrid, consigo
sentarlos en una mesa y firmar un convenio. Produzco veintiséis discos de
mujeres, trece de música clásica y trece de música popular.
Con Eliseo Parra y Julia León |
Pero en 1996
vuelve la derecha al poder y hoy es un hecho que las redes de distribución de
Madrid, los teatros y Centros Culturales que levantaron los socialistas en
todos los pueblos de Madrid, van cerrando sus las puertas uno a uno, y los que
siguen programan mucha zarzuela, que es muy castiza y muy española. RTVE no se
gasta un duro en promocionar las series discográficas Las mujeres y la música. A ellos lo que les gusta son los Monjes de
Silos y las Bandas Municipales. Así es.
Es un tiempo,
hasta 2004, de volver a morder el polvo en pequeños locales y garitos. Luis
Pastor lo tiene claro y potencia una red de actuaciones en cafés, locales
pequeños, sin despreciar cualquier oportunidad de lucimiento en el circuito
comercial. Yo comparto su opinión, pero me pilla un poco cansada, aunque de vez
en cuando me asomo al Galileo o la Taberna Encantada de la calle Salitre, en
espera de tiempos mejores.
Los tiempos
mejores me encuentran recién salida de la ruina, y promoviendo con el Foro por
la Memoria de Segovia, con el historiador Santiago Vega Sombría, la exhumación
de los cinco paseados del pueblo de mis abuelos y mi padre: Sepúlveda, que se
convierte en mi patria chica renovada. Desde entonces tengo presentes los
versos de Pablo Neruda: "yo hablare por vuestra boca muerta", e
inicio la búsqueda de documentos relativos a los Campos de Concentración y de
Trabajo Forzoso por los que paso mi padre -capitán, por meritos de guerra, leal
a la II Republica-, y fuentes sobre mí misma, que demuestren que la pesadilla
de mi juventud no fue un sueño, sino verdad, cierta, real.
Y lo mejor del
caso es que a nuestra generación de locos por la libertad le va a tocar, no
solo traer la democracia y seguir elevando el techo de las libertades, sino
acabar de una vez la guerra civil del pasado siglo XX: conseguir el
reconocimiento solemne de los republicanos españoles, ya. Han pasado setenta
años y antes de que mueran todos hay que dar la razón a quien en honor a la
verdad, la justicia y el fin de la impunidad del fascismo español, la tuvieron
de 1936 a 1939. España no puede ser ante el mundo la demostración de que aquí
la fuerza vence a la razón.
Para alguien de
mi edad esa será, posiblemente, la lucha final. Pero entonces, no habré vivido
en balde.
Elisa Serna.
Madrid, 6 de
Octubre, 2005
EL PERIÓDICO DE CATALUNYA. 2 DICIEMBRE 1992
Diez canciones
inéditas y seis regrabaciones de temas antiguos componen el nuevo disco de
Elisa Sema, que incide en la música de fusión o étnica, terreno en el que fue
pionera la cantautora.
-¿Por qué tantos años sin grabar?
-Porque tenía
mis asignaturas pendientes de tipo personal, y también porque se me sublevó el
país y me quedé sin lenguaje. Me quedé sin público y a la búsqueda de una nueva
forma de escribir las canciones.
-¿La ha encontrado?
-La voy
encontrando. Es mucho más intimista y mucho más lúdica al mismo tiempo, pero no
olvida los contenidos.
-¿Sigue siendo necesaria hoy una canción crítica?
-Sí, pero en mi
caso, más que serlo o no, es que yo soy de una generación que se educó en el
marxismo-leninismo, y esas cosas las tengo en la base de mi pensamiento y no
puedo prescindir de una visión crítica del mundo.
-¿Qué temas trata?
-Las relaciones
íntimas, la libertad, la incredulidad, el desaprender en parte lo aprendido, y
también la pobreza, que veo constantemente, o la injusticia.
-¿Es la intimidad una reivindicación revolucionaria?
-Sí, porque cada
vez creo más que las revoluciones tienen que ser globales, y tengo la sensación
de que el mundo también se mueve desde la cama. Según cómo vives esa
experiencia reproduces después todas tus relaciones públicas.
-¿Estamos viviendo una época dada al olvido?
-Yo no me dejo
olvidar, no voy a permitir que se me condene al ostracismo. Quiero recuperar mi
vida, mi historia, mis cárceles, y no voy a dejar que me conviertan en un zombi.
Primer artículo publicado por Elisa Serna en la revista HOGAR 2000 en enero de 1968 a raíz del recital de presentación del grupo Canción del Pueblo en Noviembre del año anterior. |
Otros textos con
Elisa Serna dentro
Muchas gracias Antonio.
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