lunes, 21 de septiembre de 2015

ROSITA DÍAZ GIMENO

La fabulosa historia de ROSITA DÍAZ GIMENO, estrella cinematográfica, nuera de don Juan Negrín, exiliada y primera actriz anónima de la historia del cine






Rosita Díaz Gimeno --quizás con Imperio Argentina la actriz de mayor popularidad del cine español de preguerra-- se acababa de casar en 1939 con el neurocirujano (y aviador durante la guerra) Juan Negrín Fidelman, hijo mayor del médico y fisiólogo Juan Negrín López, Presidente del Gobierno de La República, con el que veía manteniendo relaciones desde hacía algún tiempo, y que tras la boda adoptó y dio su apellido al hijo natural que la actriz había tenido en 1926, tras un matrimonio juvenil con el también actor, aunque de menor futuro, Paco Alagón, que acabó en separación primero y luego en divorcio, al que no pudieron acceder hasta la llegada de la República en 1931, que lo legalizó.

Sin embargo, la enorme popularidad de que gozaba no la había ganado por influencias políticas familiares ni por escándalos morales, sino por el intenso y valioso trabajo que había realizado en el cine y el teatro. Rosita Díaz Gimeno se había iniciado muy joven en los escenarios formando parte de la prestigiosa compañía de Gregorio Martínez Sierra (el dramaturgo que jamás escribió un texto, laboriosa tarea que dejaba a su esposa, la muy interesante María Lejárraga) y Catalina Barcena (de renombre similar entonces al de Margarita Xirgu) y había sido la primera actriz española en rodar para la Paramount en los parisinos estudios de Joinville, donde se destetó artísticamente a los pechos de Imperio Argentina.

Al filo de la llegada de la República, Rosita era ya una estrella cinematográfica en España, donde había trabajado con los directores más prestigiosos, tales como Benito Perojo o Florián Rey. En 1934 la reclamó Hollywood, y allí, en la FOX, protagonizó sus propias películas, con argumentos originales, no simplemente versiones castellanas de films en inglés, que obtuvieron un destacado éxito, al parecer, entre los públicos latinos, pues estaban habladas en español y españoles eran los temas. Alli protagonizó, a petición propia, las adaptaciones de “Angelina o el honor de un brigadier”, de Enrique Jardiel Poncela, y de “Rosa de Francia”, con argumento de Luis Fernández Ardavín y Eduardo Marquina.

 Ya de vuelta en España convertida en una estrella, el estallido de la guerra civil la pilló en Córdoba, donde estaba rodando los exteriores de la película que protagonizaba, “El genio alegre”, basada en la obra teatral de los hermanos Álvarez Quintero que dirigía Fernando Delgado.

El inmediato triunfo de los sublevados en la ciudad y el descontrol provocado por el alzamiento obligaron a la suspensión del rodaje. Aunque la actriz había mostrado en numerosas entrevistas y apariciones públicas sus ideas progresistas y su fidelidad a la República, tampoco tenía una personalidad política tan definida como para ser víctima inmediata de la represión. Rosita era una mujer moderna, deportista, lectora, cosmopolita y con un sentido liberal y abierto de la moral y el sexo. De alguna forma venía a representar la nueva mujer de la República, con la que evidentemente simpatizaba, pero su ideología no iba más allá. No parece que diera el perfil de víctima propiciatoria de los sublevados. Además, era famosa, lo que en principio la protegía pero que también podía volverse en su contra. Como sucedió. 

En los días en que permaneció en el hotel pensando lo que podía hacer --y hablándolo con otros miembros de la película, también republicanos, que igualmente serían detenidos y alguno de ellos acabó en el exilio-- recibió una llamada telefónica que despertó la voracidad represora de las nuevas autoridades.

Quien la llamaba desde Madrid era su novio, Juan Negrín Fidelman, con la intención de conocer la situación en que se encontraba, y, es de suponer, para intentar ayudarla. Parece ser que la llamada fue interceptada o escuchada, y el simple nombre del interlocutor debió despertar las sospechas suficientes como para detener a la actriz, aunque su encierro duro breve tiempo. Días, cuentan unos, o meses, aseguran otros, que sobre esto no se ponen de acuerdo los que saben. También hay fuentes que indican que quien delató la llamada recibida por Rosita fue su coprotagonista, Fernando Fernández de Córdoba, falangista de primera hora que pasaría a la historia por ser el locutor que tres años después le puso voz al histórico parte de guerra del Caudillo que comenzaba con la famosa frase “En el día de hoy, cautivo y desarmado el Ejército rojo…”

Fuera cual fuera la verdad de aquel momento confuso, que parece ser que Rosita era dada a fantasear cuando hablaba de sí misma, el hecho es que la actriz consigue abandonar la España sublevada en mayo de 1937, cuando ya se habían publicado, en la otra zona, claro, noticias de su fusilamiento y, según algún estudioso posterior, tal vez formando parte de un intercambio con presos facciosos, negociaciones en las que hubiera participado quizás el mismísimo cuñado del Caudillo, Ramón Serrano Suñer. 

Fueran como fueran estos sucedidos, que en esta etapa de la vida de la actriz hay mucha confusión, el hecho es que Rosita salió a Francia por Irún. Y otra vez retomamos las incertidumbres. Según cuentan algunos, sin mayor apoyatura documental, todo sea dicho, al otro lado de la frontera la esperaba Benito Perojo para ofrecerle ir con él a Alemania a rodar allí películas como las que luego él dirigiría, pero con Estrellita Castro como protagonista. La actriz rechazó la oferta, y muy por el contrario, tras un nuevo interludio hollywoodense para protagonizar “La vida bohemia” (John Alton-Josef Berne-Edgar G. Ulmer, 1937), regresa a la España republicana para regularizar al fin su relación con Juan Negrín Fidelman, con quien se casó casi finalizada la guerra y con quien partió definitivamente al exilio en el momento de la derrota.


Periplo americano

Con Juan Negrín en Barcelona.
1980
Ya en el exilio, instalada en Nueva York con el resto de la familia Negrín, desarrolló una intensa actividad interpretativa y cultural, tanto en Estados Unidos como en México. En el primer país, además de participar como actriz en numerosos montajes teatrales en español y en inglés (“La casa de té de la luna de agosto”, por ejemplo, que estrenó en nuestro idioma), compartió con frecuencia conferencias y seminarios en diversas universidades y fue miembro de honor de las de Hoffstra y Princeton y de la Asociación de Licenciados y Doctores de Estados Unidos. Una larga marcha del mundo de los cómicos al de los académicos que cuenta mucho sobre la personalidad de la actriz.

En México protagonizó las que serían sus tres últimas películas: “Pepita Jiménez”, adaptación de la novela de Juan Valera, que dirigió el que entonces era la estrella emergente entre los nuevos realizadores mexicanos, Emilio “Indio” Fernández, “El último amor de Goya” (1946), del también exiliado español (y guionista habitual de Cantinflas) Jaime Salvador, y “El canto de la sirena” (1948), bajo la batuta del estadounidense Norman Foster, al que se deben algunas joyas del cine más cutre como la serie de Charlie Chan. Fueron tres películas, especialmente las dos primeras, de prestigio y que tuvieron buena acogida, sin embargo Rosita Díaz Jimeno, que tenía 37 años (según ella, porque según otros ya había llegado a los 40) decidió dejar la pantalla para siempre, dedicándose en exclusiva a la labor teatral y docente hasta su fallecimiento en Nueva York en 1986.

Con Luis Buñuel en USA. 1940
En un país y otro mantuvo una intensa relación con Luis Buñuel, al que había conocido en España y con quien, ya en el exilio planeó proyectos conjuntos que no llegaron a realizarse. La historia entre ambos, que al parecer se inició en Nueva York, donde él sobrevivía archivando películas en el Museo de Arte Moderno, debió tener su aquel, aunque sin salirse de los límites del platonismo amoroso más estricto. Según le confesó Buñuel por carta a su amigo Max Aub estaba “enamorado” de ella, aunque la historia no hubiera cuajado en nada tangible porque para él “la mujer de un amigo es sagrada”.


Epílogo en el anonimato

Aún cabe un breve epílogo para esta historia de Rosita Díaz Gimeno. Un epílogo que trata, más que nada, de la miseria moral de los vencedores. Nada más acabada guerra, necesitados como estaba el nuevo régimen de dar la impresión de que todo había entrado en la mayor normalidad, se reanudó el rodaje interrumpido en Córdoba tres años antes, y finalmente “El genio alegre” se estrenó en diciembre de aquel mismo 1939. Dado que tanto Rosita como otros intérpretes de la película se habían exiliado, entre ellos la actriz Anita Sevilla y el actor Edmundo Barbero, que acabaron su vida artística en México y El Salvador respectivamente, hubo que utilizar dobles en los planos que faltaban por filmar, muy pocos, y doblar totalmente sus voces en la copia final, de manera que los espectadores vieron a los actores la cara que ya conocían pero hablando de otra manera.

Pero ese no fue el único estropicio. Es sabido que el franquismo utilizó como forma de censurar los films estadounidenses la eliminación en toda la publicidad de los nombres de los intérpretes que se habían solidarizado con la República durante la guerra civil. Tal fue el caso, por ejemplo, de Bette Davis, Douglas Fairbanks o John Garfield, quien en los carteles de “Los peligros de la gloria” era anunciado exclusivamente como “el formidable actor de ‘Contra el imperio del crimen’”.

Sin embargo, para Rosita Díaz Gimeno y los otros intérpretes exiliados de “El genio alegre” aquello no era bastante. Los censores, que siempre entendieron mucho de cine, dios los guíe mientras existan, decidieron cortar por lo sano, y, sencillamente, no sólo suprimir su nombre de los carteles, las informaciones y la publicidad de la película, como hacían con los americanos, sino que los eliminaron incluso de los propios títulos de crédito del filme. En la pantalla estaba su rostro, su cuerpo, sus gestos, pero era la actuación de nadie. Un hecho que convierte a Rosita Díaz Gimeno en la primera, y probablemente única, protagonista anónima de la historia del cine. Por supuesto que todos los espectadores de "El genio alegre" la debieron reconocer al instante, pues su fama era enorme, y debieron extrañarse, pero eso eran cosas que sólo se comentaban en confianza y en voz baja.

El exilio de la actriz y el silencio sobre su nombre impuesto por el franquismo impidieron que Rosita Díaz Gimeno ocupara en la historia del cine español, y probablemente también en la de la actividad intelectual, el papel que sin duda le hubiera correspondido de ser otras las circunstancias históricas que le tocó vivir. Tanto es así, que quien consulte Wikipedia encontrará su vida reducida a 10 líneas contadas y tan solo se citan someramente en ellas cuatro de sus películas. Creo que en La Historia Grande hay historias pequeñas, como esta, que merecen ser recordadas. 

Dado que de una actriz se trata, tal vez lo más provechoso sea recopilar su filmografía íntegra (espero que lo sea), que en internet no he encontrado reunida en una sola fuente, con las fichas técnica y artística correspondiente que he logrado conseguir. La relación no es demasiado larga, tan sólo 16 títulos en 18 años de carrera cinematográfica, ni son de especial relevancia artística sus películas, aparte de las circunstancias históricas y personales que las rodearon. Sin embargo, la lista resulta representativa de lo que esta actriz, intelectual y persona relevante pudo haber sido en España y no le dejaron ser. 





 FILMOGRAFIA DE ROSITA DÍAZ GIMENO


1930. Un hombre de suerte

Dirección: Benito Perojo
Producción: Paramount, rodada en Joinville (París)
Guión: Adaptación de una comedia de Yves Mirande y Gustave Quinson con guión de Pedro Muñoz Seca a cargo de Pedro Muñoz Seca y René Barberis.

Intérpretes: María Luz Callejo, Carlos San Martín, Helena D'Algy, Rosita Díaz Gimeno, Amelia Muñoz y Roberto Iglesias.



1931. Un caballero de frac


Dirección: Roger Capellani y Carlos San Martín.
Producción: Paramount Paris
Guión: John McDermott        , Yves Mirande, André Picard           , Saint-Granier
 Intérpretes: Roberto Rey, Gloria Guzmán, Rosita Díaz Gimeno     , Gabriel Algara, Luis Llaneza.



1931. Su noche de bodas


Dirección, Louis Mercanton y Florián Rey
Producción: España-Francia-USA (Paramount París)
Guión: Luis Fernández Ardavín, adaptación de la comedia de Gábor Drégely "El marido de la señorita",
Intérpretes: Imperio Argentina, Miguel Ligero, Manuel Russell, Rosita Díaz Gimeno, Emilia Barrado, Olga Valéry, Antonio Monjardin, Antonia Arévalo, José Romeu, Alberto Cavalcanti, Beatriz da Conceição (Beatriz Costa), Clara Bow.



1931. Lo mejor es reír


Dirección: E.W. Emo y Florián Rey
Producción: Paramount París
Guión:  Pedro Muñoz Seca y Benno Vigny sobre un argumento de Harry d'Abbadie d'Arrast y Douglas Z. Doty
Intérpretes: Imperio Argentina, Tony D'Algy, Rosita Díaz Gimeno, Manuel Russell, Carlos San Martín.



1932. El hombre que se reía del amor


Dirección: Benito Perojo
Producción: Star Films (España)
Guión: Benito Perojo
IntérpretesRafael Rivelles , María Fernanda Ladrón de Guevara , Ricardo Núñez , Rosita Díaz Gimeno, Gabriel Algara , Antoñita Colomé , Pilar Soler , Julio Roos , José Rivero



1933. Sierra de Ronda


Guión y dirección: Florián Rey
Intérpretes: Antonio Portago, Rosita Díaz Gimeno, Marina Torres, Fuensanta Lorente, Leo de Córdoba. Ficha técnica



1934. La Dolorosa


Dirección: Jean Grémillon     
Producción: Ediciones PCE / Producciones España C.
Guión: Jean Grémillon sobre la Zarzuela del mismo título del maestro Serrano con libreto de Juan José Lorente.
Intérpretes: Rosita Díaz Gimeno , Mary Amparo Bosch, Pilar García, Eva López , María Anaya.
           
La Dolorosa. Completa



1934 Susana tiene un secreto


Dirección: Benito Perojo.
Producción: Orphea Films.
Guión: Honorio Maura y Gregorio Martínez Sierra sobre su propia comedia teatral.
Intérpretes: Rosita Díaz Gimeno, Ricardo Núñez, Miguel Ligero, María Fernanda Ladrón de Guevara, Rafael Rivelles, Antoñita Colomé.



1934 Se ha fugado un preso



Dirección: Benito Perojo.
Producción: Orphea Films
Guión: Benito Perojo sobre un argumento de Enrique Jardiel Poncela.
Intérpretes: Rosita Díaz Gimeno, Juan de Landa, Ricardo Núñez, Carmen Delgado, Pepita Carrera.



1935 Angelina o el Honor de un Brigadier


Dirección: Louis King y Miguel de Zárraga.
Producción: Fox Film Corporation
Guión: Enrique Jardiel Poncela y Elizabeth Reinhardt sobre la obra teatral del primero.
Intérpretes: Rosita Díaz Gimeno, José Crespo, Enrique de Rosas, Julio Peña, Rina De Liguoro, Juan Torena, Andrés de Segurola, Romualdo Tirado, Ligia de Golconda, Francisco Moreno, José Peña.



1935 Rosa de Francia


Dirección: José López Rubio y Gordon Wiles.
Guión: Helen Logan y José López Rubio sobre un argumento de Luis Fernández Ardavín y Eduardo Marquina.
Intérpretes: Rosita Díaz Gimeno, José Peña, Antonio Moreno, Consuelo Frank, Jinx Falkenburg, Chito Alonso, D'Arcy Corrigan.



1937 La vida bohemia

Dirección: John Alton, Josef Berne, Edgar G. Ulmer
Guión: José López Rubio. Adaptación de La Boheme de Giacomo Puccini
Producción: Cantabria Films. Rodada en USA y distribuida por Columbia Pictures

Intérpretes: Rosita Díaz Gimeno, Gilbert Roland, José Cresto, Miguel Ligero, Romualdo Tirado. 



1936/1939 El genio alegre


Dirección: Fernando Delgado.
Guión: Fernando Delgado, sobre la obra de los hermanos Álvarez Quintero.
Producción: Córdoba Film Office.
Intérpretes: Rosita Díaz Gimeno (suprimido su nombre en el rodaje final), Leocadia Alba Lolita Astolfi, Edmundo Barbero, Fernando Fernández de Córdoba. Armando Calvo, Juan Calvo, Concha Catalá, Erasmo Pascual, Antonio Vico, Alberto Romea.



1946 Pepita Jiménez


Dirección: Emilio Indio Fernández
Producción: Producciones Cafisa y Águila Films. México.
Guión: Mauricio Magdaleno, Emilio Indio Fernández, sobre la novela de Juan Valera)
Intérpretes: Rosita Díaz Gimeno, Ricardo Montalbán, Fortunio Bonanova, Consuelo Guerrero de Luna, Carlos Orellana, Rafael Alcayde, Julio Villarreal, José Morcillo

Pepita Jiménez. Fragmento 



1946 El último amor de Goya


Dirección: Jaime Salvador.
Producción: Concordia Films. México
Guión: Jaime Salvador, Carlos Martínez Baena y  Enrique G. Alonso.      
Intérpretes: Miguel Arenas, Rosita Díaz Gimeno, Paul Cambo,Juan M. Castillo, Julio Daneri, Celeste Grijo, Domingo Soler, Gustavo Rojo.                     



1948 El canto de la sirena

Dirección: Norman Foster.
Producción: Jesús Bracho.
Guión: Edmundo Báez, Álvaro Custodio y Norman Foster   
Intérpretes: Rodolfo Acosta, Rosita Díaz Gimeno, Mario Caballero, Tito Junco, Jesús Maza, Virginia Serret, Julián Soler.








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