Paco Ibáñez
Una entrevista inventada (1969)
En 1969 Paco
Ibáñez visitó Madrid por segunda vez. Ya había estado el año anterior, en el
que también había cambiado su residencia en París por Barcelona, pero en ese
tiempo las cosas habían cambiado mucho. Si la primera vez fue recibido por la España oficial con cierta
deferencia, que le permitió actuar en televisión y en la radio, una años después
el Régimen y su implacable aparato censor ya estaban sobre aviso y las prohibiciones
a sus actuaciones se multiplicaron. Ya he contado en este blog aquella primera visita, así que me voy a ahorrar repetirlo.
Ya explicaba en
aquel texto que me había inventado una entrevista con él que se publicó en el
diario El Alcázar, entonces pasando un sarpullido de liberalismo, al que me había
llevado a colaborar la generosidad y la amistad de José Ramón Pardo, encargado
de su página semanal de canción. No la reproducía entonces porque la había dado
por perdida, pero ahora aparece entre unos papeles viejos y me apetece
colgarla, no sin antes dar una ligera explicación sobre su carácter de “inventada”,
que en realidad no lo fue tanto. Resultaría más correcto quizás calificarla de “memorizada”,
pero, qué le vamos a hacer, lo del invento es más llamativo para un titular.
Por razones
del sitio donde se cae en un momento determinado, en aquellas dos visitas de
Paco Ibáñez charlamos muchos, solos o en compañía de otros. Largas tertulias
sobre mil temas, pues a Paco le gustaba conversar, supongo que le seguirá
gustando, hasta que las pestañas se caían cansadas de sostener abiertos los
ojos. Ni que decir tiene que él, u otros, solían ser los que hablaban y yo
escuchaba, supongo que con la boca abierta, con el respeto y la admiración que
le merecía a un aprendiz de plumilla de apenas 20 años un artista ya consagrado
que, además, era 14 años mayor que yo.
Sea cual sea
el caso, la cosa es que cuándo le propuse entrevistarle me contestó que en vez
de tener que someterse en ese momento al rito de preguntas y respuestas,
aprovechara todo lo que habíamos conversado anteriormente y lo colocara en
forma de entrevista. Así lo hice, y he decir que cuando la leyó se sintió
identificado. Una aprobación que me llevó a un estado directo de levitación,
como si fuera la reina de los mares del periodismo musical español. Ahora la
releo y me sorprendo de mi atrevimiento y mi bisoñez, cosas ambas que me hacer sonreír.
El Alcázar. Madrid, 4 de julio de 1969
--Uno está convencido de que tiene algo que
decir. No que va a arreglar el mundo, no, pero que al menos puede expresar una
serie de cosas cantando, que puede ayudar de alguna manera, y, sobre todo, que
hay un público ansioso de escucharte, que te va a recibir con los brazos
abiertos. Pero resulta que no, que tal vez síu te recibiría con alegría, que
uno nunca llega a saberlo porque hay una serie de inconvenientes con los que tropiezas
indefectiblemente y que te impiden dar recitales, grabar los disco que querrías;
en fin, cantar.
Paco
Ibáñez habla despacio, con muchos puntos suspensivos entre cada frase. Parece
que las palabras quedan en suspenso y que ya ha terminado de hablar. Pero no,
cada vez reanuda de nuevo la conversación añadiendo nuevas facetas, nuevos
argumentos.
--Hay veces que uno piensa dejarlo todo
¿sabes? Dan ganas de echarlo todo por la borda y no acordarse más de que
cantabas, pero se piensa bien y no puede ser. Hay que seguir aquí, cantando,
componiendo, dando la lata mientras sea posible. Lo único que no se puede hacer
es abandonar. ¿Sabes lo que estoy pensando últimamente?, marcharme a vivir al
campo, a un sitio tranquilo en donde se pueda trabajar, aquí es imposible. Sea
por unas u otras cosas, por las preocupaciones, por lo que sea, el caso es que
paso semanas sin componer nada, y no me muevo de mi casa, salgo a pasear de vez
en cuando, pero no puedo trabajar en absoluto.
Paco
Ibáñez acaba de volver de un largo viaje por el extranjero. Primero a Cuba,
invitado por el Centro Internacional de Canción Protesta y el Ministerio de
Cultura. Dio varios recitales en diferentes ciudades de la isla y actuó en la
radio y la televisión. Paco nos enseña los muchos artículos y entrevistas que
aparecieron en los periódicos cubanos y nos damos cuenta de que ha sido un éxito,
aunque él se esfuerce en disimularlo.
--Evidentemente los locales se llenaban y la
gente aplaudía mucho, pero no es lo mismo. Las canciones no les llenaban, yo
les hablaba de problemas que ellos ya no tienen y en unos ritmos que no son
suyos, que no son a los que están acostumbrados.
Después
de Cuba pasó por París. Una actuación en la Sorbona ha puesto su nombre nuevamente de
actualidad.
--Eso sí fue un verdadero éxito. Teníamos que
hacerlo en una sala relativamente pequeña, pero antes de empezar ya estaba
totalmente llena y con mucha gente en la calle. Tuvimos que transportar todos
los equipos de voces y los micrófonos al patio y allí pude cantar. Había más de
cinco mil personas, fue impresionante. La gente cantaba y gritaba, parecía mayo
otra vez. También he grabado un LP nuevo.
Estamos
hablando cuando llega Rogelio, Rogelio Ibáñez, actor, su hermano. Trae una
noticia ya cotidiana: dificultades, nuevas dificultades que impiden que se
celebre el recital que tenía preparado en el Romea, tres días de actuación. Cartel
completo: Paco Ibáñez, Luis Cilia y José Menese.
--Te das cuenta de lo que te decía antes. Así
es imposible hacer nada, y no es la primera vez que pasa. Así resulta que
cuando quiero ganar algún dinero me tengo que marchar a Francia, dar un par de
recitales, hacer una televisión y volver a Barcelona, pero así no se puede seguir.
El
cronista recuerda la primera vez que vio a Paco Ibáñez. Acababa de llegar de
Francia, venía dispuesto a luchar y lleno de esperanzas, el pueblo español tenía
que escuchar lo que decía porque estaba hecho para él, porque Francia no podía
ser su destinataria. Mucha gente le abrazó al llegar, le dejaron todo a su
disposición, creían que Paco alegraría sus oídos con canciones “importantes”. Pero
poco a poco se fueron alejando de él, sus canciones eran simplemente eso:
canciones que les dejaban al descubierto, y el vacío, cuando no el más Abierto boicot,
se fue haciendo a su alrededor. Ahora está ahí, en Barcelona, en un barrio
normal, en una casa normal, intentando luchar codo con codo junto a los que
quieren lo mismo que él. No ha perdido la esperanza, pero hay que reconocer que
ya no le llena del todo.
Y aquí queda,
por si alguien quiere deleitarse con su escucha, el disco completo de la
grabación del concierto de Paco Ibáñez en el Olimpia parisino que se grabó
aquel mismo año de 1969. Aún hoy resulta una actuación conmovedora y una auténtica
joya de la música popular española. .
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