LA SAL DE LA TIERRA (1953)
Una
película feminista y sindicalista de obligada visión
Ayer,
todavía en plena resaca eufórica por el éxito de las movilizaciones feministas
del jueves, sustituimos el habitual visionado dominical desde el sofá de alguna
película de Mariano Ozores por el mucho mas provechoso de “La sal de la
tierra”, el film que desde una visión feminista narró en 1953 una huelga real
de los mineros chicanos de Nuevo México y cómo se integraron en ella sus
mujeres.
No
es una película cualquiera, y desde luego es de obligada visión para quienes en
este momento están luchando por los derechos de las mujeres. Ellas, feministas
convencidas, porque encontrarán en el film la confirmación de que su lucha
viene de lejos; ellos, que quieren apoyar y participar en ese combate por la
igualdad, porque a partir de la película podrán reflexionar sobre su papel en
el combate. Unas y otros, también, porque tendrán ocasión de reflexionar sobre
el significado y los métodos de una lucha que se desarrolla en el doble terreno
de la lucha de clases y la feminista y como ambas pueden complementarse. Además,
verán una excelente película, sobre cuyas valiosas cualidades artísticas no
hablo porque ahora no va de eso la cosa.
Leo
ahora que habitualmente se resume “La sal de la tierra” explicando que trata de
una huelga de mineros en la que acaban integrándose sus mujeres. Es cierto,
pero yo invertiría los términos. “La sal
de la tierra” trata de una mujer, protagonista absoluta desde cuyo punto de
vista se cuenta la historia, ama de casa, madre de familia, esposa de minero
concienciado y combativo, que a lo largo del film se hace consciente de su
condición de trabajadora y mujer, y junto a otras compañeras deciden participar
en los piquetes de la huelga rompiendo los prejuicios y la desconfianza de los
huelguistas.
Un
valor fundamental de “La sal de la tierra” en este sentido de su análisis
político, es la combinación del entramado de conflictos que plantea. Por una
parte, el enfrentamiento racial, entre los propietarios y mandos de la mina, la
policía y los esquiroles, casi todos ellos “anglos”, y los huelguistas,
chicanos en su totalidad, excepto algún organizador sindical, rubio como la
cerveza. Por otra, el conflicto de clases entre patronos y trabajadores,
expresado con gran nitidez y claridad.
Siendo
importantes estos conflictos en el desarrolla de la película, la contradicción
principal que apunta, y la manos novedosa y rompedora, es, sin embargo, la que
afecta al conflicto entre los huelguistas y sus mujeres, un conflicto no sólo
colectivo de grupos aliados y antagónicos a un tiempo, pero también un
conflicto íntimo y personal de unos y otras, que afecta a su vida cotidiana, a
su convivencia y, en definitiva al tipo de familia, por consiguiente a la
correspondiente forma de sociedad, y al
papel que juegan en ella marido y mujer. Es este planteamiento el que hace la
película absolutamente actual, pues es precisamente ese conflicto fundamental
el que ahora está puesto sobre el tapete. Los huelguistas aceptan la
participación cuando estas les demuestran que son “necesarias, pues sin ellas
no se ganará la huelga, y la contradicción se agudiza cuando los maridos, con
las mujeres en los piquetes, deben asumir los trabajos domésticos. ¿Está tan
lejos de 1954 del de 2028 de que las mujeres pueden para el mundo?
No
fue fácil rodar la película en aquellos Estados Unidos en plena furia
anticomunista que se había cebado con los peliculeros de Hollywood de manera
muy principal. Y más teniendo en cuenta que buena parte de sus responsables
habían sido represaliados por el macartismo y formaban parte de las listas
negras que les impedían trabajar en el cine. En realidad, “La sal de la tierra”
era en buena medida la respuesta de aquellos cineastas reprimidos a sus
represores. Cansados, tal vez, de tener que meter con cuentagotas sus ideas en
los Films que hasta entonces habían escrito, producido, dirigido o
interpretado, bien pudieron pensar que ya que les habían echado de la
industria, al fin podía contarlo todo de la forma que quisieran, rodar con toda
libertad.
Crearon
su propia productora con colaboración sindical, se fueron a los mismos lugares
de los hechos, contaron como interpretes con una buena parte de los mismos
mineros que habían participado en la huelga (como, sin ir más lejos, Juan
Chacón, dirigente de las movilizaciones que interpreta al marido), y la
rodaron, pese a las intimidaciones, presiones, vigilancias e incluso agresiones
que tuvieron que sufrir durante el rodaje.
La
proyección posterior de “La sal de la tierra” no fue mejor. Por presiones de la
industria, las ligas y organizaciones y el propio gobierno, que promovieron un
boicot a la película tuvo que suspenderse el estreno oficial, y finalmente
apenas pudo verse en una docena de salas en Estados Unidos. En Europa corrió
mejor suerte, y en el festival checoeslovaco de Karlovy Vary de 1954 obtuvo los
premios a la mejor dirección y la mejor interpretación femenina. Actualmente y
desde 1999 figura en la lista de películas estadounidenses el National Film
Registry de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos por su importancia
«cultural, histórica, o estéticamente significativa». Ninguno de que la
hicieron estaba vivo a la hora de este reconocimiento tardío.
Para
terminar, creo que merece la pena resaltar a quienes la hicieron.
Dirigida
por: Herbert J. BibermanEncarcelado
durante seis meses por desacato al tribunal al negarse a denunciar a otros
compañeros. Hasta ese momento había escrito o dirigido 11 películas, Tras “La
sal de la tierra” no volvió a rodar hasta 1969, cuando escribió y dirigió
“Esclavos”, un alegato antirracista protagonizado por Dionne Warwick (en su
debut como actriz de cine), Stephen Boyd y Ossie Davis, otro actor procedente
de las listas negras.
Escrita
por: Michael Wilson (incluido en la
lista negra) y Michael Biberman.
Producida
por: Paul Jarrico (Denunciado por un
amigo ante el Comité de Actividades Antiamericanas de la Cámara de
Representantes, se negó a declarar. Se le retiró el pasaporte y se le incluyó
en las listas negras), Sonja Dahl Biberman y Adolfo Barela.
Música
de: Sol Kaplan (Nombrado ante el
comité por John Garfield como “su amigo”, fue llamado a declarar, negandose y
enfrentándose a sus inquisidores. Fue despedido y se incluyó en las listas
negras. .
Reparto:
Rosaura Revueltas (Esperanza). Actriz, bailarina y escritora mexicana.
Tras el rodaje de la película fue deportada de Estados Unidos. Su trabajo en la
Sal de la Tierra fue premiada en Karlovy Vary y por la Academia del Cine
Francés. También formó parte del Berliner Ensemble que dirigía Bertolt Brecht.
No es extraño, pues su interpretación en la película, su presencia y su fuerza
dramático es equiparable a las de Anna Magnani o Irene Papas.
Will Geer (Sheriff). Actor, cantante folk y activista social,
se negó a declarar ante el Comité y fue incluido en las listas negras.
Juan Chacón (marido de Esperanza). Activista sindical.
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