jueves, 25 de septiembre de 2014

EN EL 40 ANIVERSARIO DE LA ORQUESTA PLATERIA. Un artículo de 1981


En el 40 cumpleaños de la Orquesta Platería.
Un artículo de 1981





Leo que la Orquesta Plateria cumple los 40 años y que para celebrarlo y despedirse del público, obligados por la falta de actuaciones en los últimos tiempos, han decidido pasearse por última vez por los escenarios, empezando por la Plaça de Catalunya de Barcelona, escenario de algunos de sus más sonados éxitos. Con el deseo de que la gira tenga continuidad y lo del retiro sea solo un amago, reproduzco este artículo que publiqué en EL ECO DE CANARIAS en 1981 en el que hablaba de su singularidad musical. Enlazo al final parte del concierto con el que celebraron sus 20 años de actividad.





ECO DE CANARIAS. 17 mayo 1981

Acaba de editarse el tercer álbum de la Orquesta Platería, un fenómeno que, probablemente, no hubiera podido darse fuera de Cataluña, pero que cuenta ya con admiradores y seguidores en cualquier latitud. Definir la música que hace la Platería no resulta fácil, porque su trabajo no se deja constreñir por clichés. A lo que más se asemeja es a la salsa, claro, pero tampoco es eso. Simplemente se trata de música para bailar, divertirse y pasar un buen rato; propósito más que suficiente si se lleva a cabo con la gracia, la calidad y la seriedad (aunque resulte paradójico hablar de «seriedad» en este caso) con que lo hace esta gente.

Cha-cha-chas, boleros, rumbas, pasodobles, charlestones y hasta particularísimas versiones de temas de Django Remhardt y Bill Evans, sin que falte el rock and roll, el twist o el vals, constituyen el insólito repertorio de la Orquesta Platería, una numerosa agrupación musical (17 miembros participan en la grabación del último disco) que tiene su origen en los epígonos de la canco catalana y el rock barcelonés. Con esta heterogénea mezcla consiguen uno de los productos musicales más atractivos, y, sobre todo, más divertidos, de la actual música española.

Pero a estas alturas de la explicación cabría preguntarse qué es lo que separa a la Orquesta Platería de conjuntos como el de Rudy Ventura, por ejemplo. Superficialmente muy poco, pero en cuanto te metes de llano en la audición de sus discos comienzan las diferencias. La Orquesta Platería ofrece una lectura del material que interpreta efectuada desde su particular sensibilidad de gente que ha pasado por todos los caminos del rock y del folk. Es algo así como el famoso distanciamiento brechtiano, que en este terreno de la música ya había sido puesto en práctica por el propio Brecht en sus canciones en colaboración con Kurt Weil y Hans Eiler. Y no es que la Platería intente «dignificar» lo que toca, ni lo intenta ni es necesario. Es algo más sutil, más profundo, es simplemente la búsqueda de los muchos elementos lúdicos, divertidos y valiosos que pueden encontrarse en formas musicales que la última generación de músicos populares, trátese de rockeros o cantautores, habían despreciado sin demasiada inteligencia.

Pero ¿qué es lo que ha conducido a músicos como los que integran la Orquesta Platería (y otros grupos y artistas similares, como, por ejemplo, «Sardineta», «Salseta del Poblé Sec» o Gato Pérez, quizás el más señero de todo el movimiento) a hacer este tipo de música? Probablemente el deseo de divertirse en primer lugar. De divertirse ellos, los músicos, para hacernos divertir a nosotros, los espectadores, pero también el agotamiento de unas fórmulas musicales (el rock, el folk, el progresismo) que habían sido manoseados hasta el abuso, y el descubrimiento de esos valores que decíamos antes, visibles en el cha-cha-cha, el bolero o la salsa. Lo que comenzó siendo un juego y un divertimento se ha convertido en sólo tres discos en una forma de entender la música popular tan válida como cualquier otra. Bienvenida sea la Orquesta Platería.




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