domingo, 12 de enero de 2014

Hacer un pan como unas hostias. El PP, el País Vasco y la manifestación de Bilbao.

Hacer un pan como unas hostias
El PP, el País Vasco y la manifestación de Bilbao







La manifestación de ayer en Bilbao es la demostración patente de que al PP le está saliendo por la culata cada tiro (metafórico, claro) que tira últimamente en el País Vasco. Obsesionados por contentar a la fracción más guerracivilista de su electorado, que no concibe el fin de una guerra sin la venganza del vencedor y la humillación del vencido, han conseguido hacer confluir en una acción común prácticamente sin precedentes al independentismo de derechas y al de izquierdas, a más de otras fuerzas aledañas. Una unión significativa que jugará sin duda un papel determinante en el futuro inmediato de Euskadi, cuando a no mucho tardar se ponga sobre el tapete, esta vez sin terrorismo, el tema decisivo del derecho de autodeterminación y la independencia.

Parecería que los populares y su gobierno no han extraído ninguna enseñanza de las consecuencias que han acarreado para Catalunya las limitaciones impuestas por el Tribunal Constitucional en 2010 al Estatuto previamente aprobado por el Parlament y decidido en referéndum por los catalanes; limitaciones que abrieron de par en par las puertas a las reivindicaciones independentistas actuales. En consonancia para esa incapacidad de aprender de la experiencia, la lista de errores políticos del gobierno en esta etapa del fin del terrorismo en Euzkadi resulta de una evidencia insultante para todos los españoles, no sólo los vascos.

Se opusieron de manera frontal a la celebración de la reunión de ex presos en la que, precisamente, iban a escenificar su acatamiento de las leyes penitenciarias del Estado, lo que no es paso pequeño en el proceso de fin de la violencia y derrota del terrorismo que estamos al fin estamos viviendo. No sólo no les sirvió de nada, pues la reunión se celebró de todas maneras, sino que con ello se forzó que pudieran contar con la aquiescencia judicial a su acción, que acabó demostrando, además, de cara a todos, que no estaba entre los objetivos de los ex presos ninguna exaltación del terrorismo, sino que su reunión constituyó todo lo contrario: una llamada para su finalización. Por si fuera poco, la jugada les costó la reprimenda del juez, obligado a explicar en twiter el significado de la ley que el gobierno debería conocer mejor que nadie y que habían preferido ignorar. Echar leña al fuego es como se denomina a este tipo de cosas.

Considerando tal vez que aún no habían avivado suficientemente la candela, forzaron de nuevo la máquina judicial para la prohibición de la manifestación de ayer, que sin su intervención hubiera sido una más de las muchas acciones realizadas hasta ahora en exclusiva por el independentismo de izquierdas a favor de los presos y su acercamiento a Euzkadi, reivindicación que, por otra parte, no parece sea descabellada en este momento del proceso. A la vista de los resultados resulta patético lo conseguido. No sólo ha tenido lugar la manifestación sin asomo de violencia, sino que a ella ha acudido una cantidad insólita de ciudadanos y la convocatoria ha contado con la firma conjunta de PNV y Bildu, con la participación de otras fuerzas políticas y sindicales, tanto participes de la reivindicación independentista como simplemente partidarias del derecho de los pueblos a elegir la forma de pertenencia o no a un Estado.

Por si fuera poco, en medio de tal cúmulo de errores se ha producido la controvertida detención de los abogados que, si hemos de creer los motivos del Gobierno, transmitían las ordenes de ETA a sus presos; es decir, de los encargados de tramitar la aceptación de los encarcelados de las leyes penitenciarias actuales. Una operación que, en el colmo del dislate, llegó acompañada del estrambote ridículo de vender la piel del oso cuándo aún no lo habían cazado.

A no ser que el único objetivo político del Partido Popular sea el electoralista, para el que no se pueden permitir prescindir ni de uno solo de sus votos, y no les preocupen en absoluto las consecuencias de sus actos fuera de ese tacticismo oportunista, esto es lo que mi madre llamaría hacer un pan como unas hostias.

Si le hubiera cortado las alas

habría sido mío,
no habria escapado.



Pero así,
habría dejado de ser pájaro.



Y yo...
yo lo que amaba era un pájaro.



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