LECTURAS. “Tala” (Gabriela Mistral).
Mi primer libro de poemas.
Hay
libros seminales instantáneos, que desde la primera vez que se leen plantan en
el cerebro una semilla que va creciendo y multiplicándose. También son a veces
como cajas fuertes de apertura retardada, que tardan en dejarse robar los
secretos que guarda su interior.
Debía
tener yo, no lo recuerdo con exactitud, alrededor de 12 o 13 años, era mi
cumpleaños y una prima de más edad, tanta más que ya estaba casada, me regaló
un libro. “Ahora probablemente no lo entenderás, pero seguro que te gustará dentro
de un tiempo”, vino a decirme, y dejó en mis manos un ejemplar titulado “Tala”,
de una poeta de la que no había oído hablar pero que desde aquel día me
acompañaría toda mi vida: Gabriela Mistral. Era
mi primer libro de poemas, que pasó a la estantería para acompañar las novelas de Verne, Salgari o Dumas.
Aquellas
novelas, que por otra parte tanto me gustaría volver a leer en algunos casos,
se han ido perdiendo en sucesivas mudanzas, pero todavía conservo aquel volumen
de poemas, ya con las hojas amarillentas; signo en un libro, curiosamente, no
de decrepitud, sino de vitalidad. Es la tercera edición que hizo la editorial
Losada de Buenos Aires (de la que tantos buenos libros de poesía o novela
llegaron en aquellos años oscuros a España) en 1957, y mi prima lo había
comprando, según consta en un sello de tinta azul, en la librería y papelería
Hermanos Sanz, que estaba, y ya no está, en la calle Princesa de Madrid y que
tenía sucursal en Caracas.
AGUA
“Hay países que yo recuerdo
como recuerdo mis infancias.
Son países de
mar o río,
de pastales, de vegas y aguas.
Aldea mía sobre el Ródano,
rendida en río y en cigarras;
Antilla en palmas verdi-negras
que a medio mar está y me llama;
¡roca ligure de Portofino:
Mar italiana, mar italiana!...”
Tenía
razón mi prima. Entonces no entendí (no podía entenderlo, no había vivido lo
suficiente) la sencilla profundidad de los versos de Gabriela Mistral, su capacidad para llegar a lo más hondo de la
tierra y de sus gentes con palabras sencillas que componen imágenes
conmovedoras de sorprendente serenidad:
“Yo he llevado una copa
de una isla a otra isla sin despertar el
agua.
Si la vertía, una sed traicionaba;
por una gota, el don era caduco;
perdida toda, el dueño lloraría...”
O
expresa con singular sencillez, sin alharacas, la dualidad que presidía su
vida, y en general la del resto de los humanos (Que tanto recuerda la posterior
“Gracias a la Vida ” de Violeta Parra, quien siempre mostró un
gran respeto y admiración por la poeta y a la que dedicó en su muerte los conmovedores
versos a lo divino con que se cierran estas líneas: “Hoy día se llora en chile/ por una causa penosa./ Dios ha llamado a la
diosa/ a su mansión tan sublime…”)
RIQUEZA
Tengo la dicha fiel
Y la dicha perdida:
La una como rosa
La otra como espina.
De lo que me robaron
No fui desposeída:
Tengo la dicha fiel
Y la dicha perdida,
Y estoy rica de púrpura
Y de melancolía.
¡Ay!, que amada es la rosa
Y que amante la espina!
Como el doble contorno
de las frutas mellizas,
tengo la dicha fiel
y la dicha perdida…
De
verdadero nombre Lucila Godoy Alcayaga, y de formación autodidacta, Gabriela Mistral acabó haciéndose
maestra, profesión que inició dando clases en escuelas rurales y acabó como
asesora de las Naciones Unidas. Nació en 1889 y falleció en 1957. Obtuvo el
premio Nobel en 1945, la primera vez que se otorgaba a una autora o autor
latinoamericano. Su obra abrió las puertas de la poesía chilena a la modernidad
lírica, e influyó directamente en la generación posterior, la que encabezaban
los dos Pablos (de Roka y Neruda), un Vicente (Huidobro) y un Nicanor (Parra), así como sobre la hermana menor de este último,
Violeta,. Entre otras muchas cosas fue cónsul de su país en España, y nunca
olvidó sus orígenes vascos.
“Tala”,
publicado originalmente en 1938, como ya he dicho, está dedicado a los niños
españoles que sufrían la guerra civil y el exilio. En una nota preliminar de la
primera edición, reproducida como epílogo en la que me regaló mi prima,
escribió la poeta: “…ahora entrego “Tala”
por no tener otra cosa que dar a los niños españoles dispersados a los cuatro
vientos. Tomen ellos el pobre libro de mano de su Gabriela, que es una mestiza
de vasco, y se lave “Tala” de su miseria esencial por este ademán de servir, de
ser únicamente el criado de mi amor hacia la sangre inocente de España, que va
y viene por la Península
y por Europa entera…”
Tenía
razón mi prima Pilar. El tiempo es sabio y nos hace entender lo que de niños
nos resulta incomprensible.
AUSENCIA
“Se va de ti mi cuerpo gota a gota.
Se va mi cara en un óleo sordo;
se van mis manos en azogue suelto;
se van mis pies en dos tiempos de polvo
…”
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