Actuaciones
musicales de los veranos de 1984 y 1985 según se dio noticia de ellas en el
diario El País
Jimmy Cliff
No se trata, ni mucho menos, de sacar a colación
aquello de cualquier tiempo pasado fue mejor, ese tópico estúpido que la
historia desmiente. Muy por el contrario, y aunque lo que aquí cuelgo hoy sean
materiales y datos antiguos, de hace 30 años nada menos, propongo hacer una
lectura contemporánea de ellos, poniéndolos en relación con la actual situación
de la música popular en España.
Son cuatro artículos publicados en El País en 1984 y
1985, dos de ellos escritos en colaboración con Fernando Martín y Santiago
Alcanda, en los que se informaba de las actuaciones que iban a tener lugar a lo
largo de ambos veranos y en las fiestas madrileñas de San Isidro del primero de
ellos. Aparte de lo que puedan decir los
textos, que veo que inciden en temas que me siguen preocupando, como el papel
que deben jugar las instituciones públicas en la distribución de la cultura y
en la creación de circuitos de actuaciones, la simple contemplación de los
listados de actuaciones, necesariamente incompletos, resultan buenas piezas de
reflexión. Dudo que hoy se de la variedad y calidad de artistas que en ellas
quedaron reflejados, sin entrar ya en la cantidad de recitales, que me temo se
ha reducido sensiblemente.
Destacaré sólo un par de datos que apuntan en esa
dirección. Las actuaciones musicales de las fiestas de San Isidro contaron con
cuatro escenarios complementarios. Tan sólo en uno de ellos, el del Palacio de
los Deportes, se ofrecieron en 1984 seis recitales, en los que participaron el
grupo británico de folk-rock Fairport
Conventión, el bluesman B. B. King,
la sudafricana Miriam Makeba, el
panameño Rubén Blades y el bretón Alan Stivell, además de los españoles La Banda, Ana Belén y Víctor Manuel,
Joan Bautista Humet, Pegasus, La Trinca y Luis Eduardo
Aute. Sólo a lo largo de junio de ese mismo año actuaron en Toledo Dinarama, Golpes Bajos, Labordeta,
Nuevo Mester de Juglaría, Luis Eduardo Aute, Suburbano y La Trinca.
Es cierto que por esas fechas corrían tiempos de
aparente bonanza económica. El PSOE acababa de alcanzar el Gobierno y estaba en
pleno proceso de convencer a la ciudadanía de que ellos eran la viva
encarnación de España, una, moderna y reluciente. También amnésica, para qué
engañarnos, de todo cuanto hubiera ocurrido en la historia fuera de su campo de
acción, hasta ese momento bastante reducido.
Que hoy hay menos dinero que hace 30 años es un
hecho que a nadie se le escapa, y que ello repercute sobre la música popular y
la cultura en general, una evidencia. Sin embargo, no es la cuestión monetaria
la realidad más importante que muestran esos listados. Por encima de ella, se
constata la actitud de respeto y reconocimiento mostrada por los medios de
comunicación, que como El País dedicaban artículos de dos páginas a informar
sobre las actuaciones de músicos y cantantes que entendían su trabajo como una
forma personal de expresión, relacionada con el arte y la cultura y no sólo con
el simple mercadeo. El declive de esa buena consideración cultural, social y
mediática de la canción popular, aplicable también a otras formas
artístico-culturales, es a mí entender el signo más claro del cambio de los
tiempos.
Fairport
Convention
Antonio Gómez. El PAÍS. 15 MAYO 1984
Abundancia
de actos musicales en las fiestas de San Isidro de este año, que se decantan hacia el terreno de la canción de raíces folklóricas o similares, con
detrimento de otros géneros —rock y pop fundamentalmente—, aunque de todo haya
un poco. Cuatro escenarios van a funcionar casi simultáneamente, con una cierta
especialización en cada uno de ellos.
El
Palacio de los Deportes se ha escogido como sede de los grandes actos. Allí,
entre otras cosas, actuarán el mítico grupo de folk-rock británico Fairport Convention, el bretón Alan Stivell y los españoles La Banda (día 12); Ana Belén y Víctor Manuel,
que compartirán la escena con el catalán Joan
Baptista Humet (día 13); Pegasus,
que ofrecerá su técnicamente perfecto jazz-rock, y B. B. King, un clásico del blues al que será interesante ver qué
derroteros lleva últimamente (día 14); Rubén
Blades, el salsero dominicano residente en Nueva York, máxima figura del
género, y la siempre apreciable cantante africana Miriam Makeba (día 15); La
Trinca, dispuestos a poner patas arriba los convencionalismos con su humor
corrosivo (día 17), y Luis Eduardo Aute,
que presentará sus últimos trabajos recién grabados (día 19). Todos a las 10 de
la noche.
En
el Paseo de Camoens del parque del Oeste, desde las nueve de la noche, se darán
cita los grupos rockeros y otros, con preponderancia española. Los ingleses Leval 42 y los españoles Pistones (día 12); un concierto folk
que incluye a algunos de los mejores grupos de España: los vascos Oskorri, los gallegos Milladoiro y los valencianos Al tall, entre otros (día 13); Chunguitos, Ramoncín y Un Poquito de Todo
podrán formar un atractivo programa de rumba, rock y salsa (día 14); Objetivo Birmania (día 15); el
cantautor rockero Joaquín Sabina,
los polémicos La Mode y el veterano Eduardo Bort (día 16); Alarma, que antes fueron Cucharada, y Alaska y Dinarama (día 17); Derribos Arias y Nacha Pop (día 18); Gabinete
Caligari y Golpes Bajos, dos
grupos en alza (día 19), y Radio Futura,
junto a Hilario Camacho y los
catalanes de la Orquesta Platería
(día 20), cerrarán las actuaciones en este escenario.
En
los jardines de Las Vistillas se han reunido básicamente las orquestas de baile
con algunas actuaciones de interés musical evidente, como la de Luis Pastor y Frutos Tropicales (día 14), Coyotes
y la Canal Street Jazz Band (día
18), V Congreso (día 19) y Objetivo Birmania, que repetirán actuación
el día 18. Empezarán a las nueve de la noche.
En
la Plaza Mayor se harán también distintos espectáculos, desde orquestas y danzas
goyescas hasta un recital del Orfeón
Vasco en Madrid, incluyéndose el día 17, a las 19.30 horas, un recital de
cantautores con inclusión de Pablo
Guerrero, José A. Labordeta, Emilio Cao, Javier Ruibal, Marina Rosell
y Carlos Cano.
Salvo
variaciones motivadas por el tiempo o cambios de última hora, éstas serán
algunas de las actuaciones que a priori pueden resultar más interesantes.
Aunque hay para todos los gustos y diferentes estilos entre los que elegir,
difícil lo van a tener los amantes de la música, especialmente los que creen
que ésta no se divide por géneros sino sólo entre buena y mala, porque hay
muchas cosas interesantes entre las que optar.
Golpes bajos
Bob Dylan y Carlos
Santana
Antonio
Gómez/Santiago Alcanda. EL PAÍS. 10 JUNIO 1984
Verano caliente
para las actuaciones musicales en España. Ya están lejanos los tiempos en que
los primeros grupos internacionales incluían tímidamente a España en sus giras.
Este año será quizá cuando mayor cantidad de artistas vengan a visitarnos.
El
número de conciertos internacionales de verano ha aumentado en España en los
dos últimos años, y sobre todo si se cumplen las previsiones, en el presente.
España —sin olvidar Portugal— es el país europeo con menor número de conciertos
masivos al año. Cualquiera de los grandes grupos o artistas que realizan su
gira europea siempre tienen más de dos o tres actuaciones en un mismo país, mientras
que en España hacen o sólo una para Madrid o Barcelona o dos para ambas
ciudades. Así sucedía hace un par de años con las giras de Springsteen, Neil
Young, Talking Heads o David Bowie, quien se sigue negando "a ir a África".
En
este mes de junio, de los tres acontecimientos rockeros que se esperan --después
de los recitales ya celebrados de Elton
John y Johnny Thunders-- sólo se
repite la presencia de Orchestral
Manoeuvres in the Dark, que ya estuvieron en mayo de 1983. OMD, que acaban
de editar su último elepé, Junk Culture,
tocarán el 15 en León; el 16, en Burgos; el 17, en Zaragoza; 19 y 20, en Madrid;
21, en Benidorm; 22, en Valencia, y 23, en Barcelona.
The Psychodelic
Furs,
él grupo inglés que con su cuarto disco, Minar
moves, empieza a entrar en los mercados europeos, principalmente por el
maxi-single Heaven y Heartbeat, actuará los días 23,24 y 25
de junio en Rock Ola, y quizá en Burgos, con La Mode e Incidentes
Genuinos como teloneros, el 27. El día 25 coincidirán con el concierto de Bob Dylan, que se presentará con Carlos Santana el 25 en Madrid y el 26
en Barcelona. Dylan vendrá con Míck
Taylor (ex Stones) a la guitarra, Ian
Mac-Laen a los teclados y Collin Allen
y Gregg Sutton en la basé rítmica.
Se
habla de la posibilidad de que los irlandeses U2 (Gloria y New year's day) y los franceses Virgin Pruns también vengan a la
Península a finales de junio.
Las
dos o tres primeras semanas de julio aparecen, por el momento, vacías de
eventos rockeros, pese a que la mayoría de los potenciales espectadores --los
estudiantes-- tienen concluidos los exámenes y disponen de mucho más tiempo
libre para desplazarse con comodidad a las ciudades donde se concentran las
actuaciones. Curiosamente, estos conciertos se celebran en las zonas de más
densidad demográfica, como Madrid, Barcelona y el País Vasco, y no en las
costas, donde se supone confluye el grueso de los veraneantes de todo el país.
Así,
uno de los festivales de jazz más importantes de Europa --y, desde luego, el
primero de España-- tiene lugar en San Sebastián, donde esta temporada se
ofrecerán dos conciertos cuyo estilo supera el concepto del jazz: Weather Report, el grupo de Zawinul, que ya estuvo hace un año en
España, con Víctor Baily al bajo y Omar Hakim a la batería, en lugar de
Jaco Pastorius y Peter Erskirne, respectivamente, que actuarán el 22 de julio;
al día siguiente, Miles Da-vis, que
ya hechizó a más de 8.000 personas que llenaron el Palacio de los Deportes de
Madrid durante el festival de jazz, en septiembre del pasado año, también
pisará el escenario del velódromo de Anoeta.
En
Barcelona, el 24 de julio, y en Madrid, el 26, actuará Yes, el grupo británico que ha renacido con la formación primitiva:
Jon Anderson, Chris Squire, Alan White,
Trevor Rabbin y Tony Kaye. Yes ha acertado comercialmente con el nuevo estilo del
grupo en las canciones Owner of a lonely
heart y Leave it, los dos
sencillos de éxito que se incluyen en el álbum 90125.
Jimmy Cliff estará el 27 de
julio en la sala Niza, sita en el barrio madrileño de Usera; no está confirmado
su concierto en el polideportivo de San Sebastián, el 28. Jimmy Cliff, siempre
fiel a su personal reggae, ha logrado cierto éxito en España con el sencillo Reggae night, de su último elepé, Power of glory. Se asegura que los
británicos Blue Bells, que con un
pop estilo Aztec Camera han logrado su éxito Kath, actuarán en Rock Ola en el primer mes del estío. Se anuncia,
también sin confirmar, que el cuarteto que encabeza el joven Chris Thomson, Friends Again, tocará en Rock Ola temas de su esperado elepé, tras
los éxitos obtenidos con su sencillo, sobre todo su State of art. Además, se dice sin certeza que a lo largo del
verano, quizá en julio, The Boomtown
Rats pueden actuar en España.
Van Halen efectuará una
gira por Europa a lo largo del mes de julio. No se ha hablado nada, por el
momento, de su actuación en España. Conciertos como éste pueden pasar
inadvertidos, como ha sucedido con Matt
Bianco o Mink Deville, y como
puede pasar con The Pretenders, que
el 16 de junio actuarán en Irlanda, en Bel-fast; el 20 y 21 estarán libres de
contratación, y el 22, 23 y 24 tocarán en Holanda. Para quiénes pueda
interesar, Bobby McFerrin, el
saxofonista David Sanborn o el
quinteto Step Ahead actúan en la
mayoría de los festivales europeos. Sólo se conoce la fecha de uno de sus
conciertos, el que tendrá lugar en la capital de Austria el 14 de julio.
El
mes de agosto es cuando realmente se anima el calendario y se amplía el mapa de
las actuaciones, hasta entonces limitado al triángulo Barcelona-Madrid-País
Vasco. Stevie Wonder tocará el 14 de
agosto en Marbella; el 20, en Madrid, y el 22, en Barcelona. Las fechas de
Wonder parecen definitivas, después de varios cambios causados por la
indecisión y tardanza del genio negro en terminar su nuevo elepé.
Spandau Ballet recorrerán casi
todo el mapa español entre el 11 y el 21, en Toledo, Santander, Gerona, Salou,
La Coruña, Málaga, Ibiza, Palma de Mallorca, Benidorm, Valencia y San
Sebastián, como ciudades posibles.
Mike Oldfield volverá a tocar
una vez más en Barcelona, el 25, y en Madrid el 27, para animar la expectación
de su última grabación, que ha tenido como flojo sencillo el tema Crime of passion, una mala repetición de
Moonlight shadow. El rumor más
interesante para el mes de agosto es la venida de Elvis Costello and The Atractions.
Grupos
como The Alarm, que ha tocado en
Estados Unidos como telonero de The Pretenders, o The Fleshtones se barajan como posibles visitantes para el mes de
junio. The Lords of The New Church,
que tocarán en Francia el 7 de julio y el 12 de agosto, bien podrían pasarse
por España en torno a las fechas mencionadas. Para finales de verano y hasta el
inicio del otoño se rumorea la posible contratación de grupos como los INXS, los de Original Sin, Big Country,
Spear of Destiny, y la más esperada
de Bruce Springsteen. Y en octubre, SOS Band también.
Stevie Wonder
Quitando
la visita que hace algo más de dos años efectuaron a España algunos de los más
importantes nombres de la Fania All Stars (Willie Colon, Pete Conde Rodríguez,
Celia Cruz y Rubén Blades entre ellos), la salsa sigue siendo bastante
desconocida en nuestro país a pesar del esfuerzo de algunos grupos españoles
por interpretarla (Orquesta Platería, Salseta del Poblé Sec, Sardineta o Caco
Señante, por citar sólo unos cuantos). Ahora vamos a tener ocasión de
resarcirnos, al menos en las ciudades por donde pase la gira organizada por el
Ministerio de Cultura.
La
salsa tiene su origen en los músicos latinos que llegaron en los años cuarenta
y llenaron las orquestas norteamericanas de baile o los conjuntos de jazz con
tumbadoras, timbales y bongos. La mayoría de ellos se trasladaron desde Cuba e
importaron al vecino del Norte los ritmos de la isla basados en el clásico son
cubano. Eran Pérez Prado, Xavier Cugat, Benny Moré o Machito. Luego se
instalaron generaciones más jóvenes en Nueva York, y allí nació el sello Fanía
o Valla Records.
Tres
programas recorrerán España con música salsera: el panameño Rubén Blades, que finalmente no actuó
en San Isidro en Madrid ni en otros sitios el mes pasado, tal y como se había
anunciado con su conjunto Seis del Solar,
formará equipo con la orquesta cubana Van-Van;
la orquesta de Tito Puente, un
veterano mítico, con la cubana residente en Estados Unidos Celia Cruz, una de las voces básicas del género, y el panameño Azuquita, que tocará con el grupo
residente en España Un Poquito de Todo,
componen el segundo programa, y el gran músico brasileño Milton Nascimento, que si bien no es específicamente salsero sí se
trata de un gran músico, será el tercero.
Pasarán
por Sevilla (29 y 30 de junio y 1 de julio), Cádiz (30 de junio, 1 y 3 de
julio), Santa Cruz de Tenerife (3,4 y 5 de julio), Madrid (6,7 y 8 de julio) y
Alcalá de Henares, donde actuará solamente Milton Nascimento (6 de julio). Si quedan
fechas libres y se concretan los contactos, también podrían actuar en alguna
otra ciudad castellana, que sería Salamanca, Burgos o Segovia.
La
música suramericana está pasando por un bache en España estos ultimos años, y
en cualquier caso sus giras se anuncian con más premura y menos tiempo de
margen. Por eso todavía no hay fechas marcadas, aunque se anuncia la visita de Pablo Milanés y otros cubanos. En
cualquier caso, los amantes de este tipo de canción tendrán ocasión de escuchar
en el Parque de Atracciones de Madrid a Quilapayún
--que siguen poniendo fuerza, hermosura y solidaridad en sus recitales-- los
días 21 y 22 de julio. También Los
Calchaquis, el excelente grupo dirigido por Héctor Miranda, que desde París han difundido con calidad y
sensibilidad la música del altiplano andino, actuarán en el mismo local a
finales de verano, el 6 y 7 de septiembre.
Rubén Blades y Seis del Solar
Todos
los géneros musicales tienen su público fiel y en muchos casos exclusivista. La
música celta, ese aroma marítimo, viajero y refrescante que se desarrolla en
Irlanda, Escocia, Gales, la Bretaña francesa y Galicia, cuenta con una amplia
gama de adeptos que saben que la música no se divide en anticuada y de moda,
sino en buena o mala. Ellos y cuantos estén dispuestos a degustar buenos
sonidos musicales están de enhorabuena, porque el festival de Ortigueira, que
el año pasado se anunció que se celebraba por última vez, convoca de nuevo a su
veterana cita anual los días 21 y 22 de julio.
En
ese bello y acogedor rincón gallego volverán a escucharse las gaitas y
bombardas por las calles, se bailará al son del pandero y se podrá disfrutar
del placer de beber un vaso de buen vino mientras se hacen nuevos amigos.
Los
veteranos irlandeses Chieftains y
los escoceses de la Butterfield Band
serán los números fuertes. Además de ellos, actuarán los bretones Pnennou-Skoulm y el conjunto de
gaiteros Bishop Briggs. Por parte
gallega estarán Milladoiro --que no
han faltado a ninguno de los festivales organizados en Ortigueira en todos
estos años--, el grupo de baile Fiadeiro,
Na Lúa y, claro está, la Escola da Gaitas del lugar.
La
misma Escola da Gaitas estará en el festival que se celebrará unos días
después, del 24 al 29 de julio, en Vigo. Compartirán cartel con los gaiteros
escoceses de la Kebren Breft Str. Mark,
los danzarines escoceses del Cowhie Iris
Dance, los galeses Cromlech, los
bretones Sonerien Du y, representando
a Asturias, el grupo Beleño.
En
el Mediterráneo, en Vilanova i la Geltrú concretamente, habrá música folk los
días 27, 28 y 29 de julio. Kornog
--de Escocia--, Jaky y Patrik Molard --de Bretaña--, Joe y Antoinette McKenna –irlandeses--, la corsa Elena Ledda y los alemanes del Blok
Leyer Musick completan el programa. También se anuncia en este mismo
festival la presencia de Alan Stivel,
cuya calidad tuvimos ocasión de volver a comprobar recientemente en San Isidro,
aunque aún está por confirmar.
Chiefteins con Van Morrison
Parece
que ha pasado un siglo, y sin embargo hace sólo 11 años que Gay, un joven que
ha terminado por convertirse en el más importante de los organizadores de
conciertos internacionales en España, convocaba a los aficionados en el Alcalá
Palace para escuchar a King Crimson, entonces y ahora uno de los grandes del
rock mundial. Los españoles nos asombrábamos ante las inmensas columnas del
equipo de sonido, que parecían murallas para las subdesarrolladas condiciones
en que se movían nuestros rockeros.
Y
acudíamos con cara de papanatas a preguntar en las ruedas de prensa a Leonard
Cohén sobre Víctor Jara, entonces recién asesinado por la Junta de Pinochet, y
nos interesábamos ante un Carlos Santana impolutamente vestido de blanco por su
apasionado amor, el gurú de turno. Descubríamos a los Chalchaleros en el Colegio
Mayor San Juan Evangelista --que tanto y tan bueno ha hecho por la música en
este país--, y a Mercedes Sosa o Les Luthiers en el escenario del Marquina.
Autorizaban
a Quilapayún en Barcelona y lo prohibían al día siguiente en Madrid. Y es que
los censores no eran tontos del todo: veían una colilla y enseguida se daban
cuenta de que allí había fumado alguien. John McLauglin nos sorprendía con su
guitarra en el Monumental y la policía detenía a los acompañantes de Daniel Viglietti,
y al propio cantante, cuando salían del teatro.
Ahora
las cosas han cambiado, naturalmente. Paulatinamente. Primero con timidez y
luego con más decisión, las grandes figuras del rock y la canción comenzaron a
incluir a España en sus giras internacionales. Nos fuimos haciendo grandes, y,
aun faltando auditorios y locales adecuados, aun teniendo que sufrir polémicas
con los dueños de los campos de fútbol --que siguen pensando que las grandes
masas que acuden a un concierto de rock o a un acto solidario son salvajes que
se comen el césped como si de ensaladas de lechuga se tratase--, las cosas se
han ido normalizando.
Primero
fueron particulares arriesgados que se jugaban el dinero a una carta y en
ocasiones le sacaban buena plusvalía. Luego, con la democracia recién estrenada
y aún titubeante en su política cultural, el Ministerio de Cultura y los
ayuntamientos se han convertido, quizá, en los principales contratantes de unos
conciertos cada vez más abundantes, masivos y rentables. Los precios están por
las nubes, alrededor de las 2.500 pesetas, para los que han visto a Elton John
este fin de semana o pretenden presenciar la actuación de Dylan y Santana
dentro de unos días.
El
rock impera, como era de suponer, después de la baja de la canción
suramericana, más comprometida. Los grandes cantantes siguen exigiendo que se
les habilite un camerino con bufé, aromas orientales y velas íntimas. Pero,
pese a estas excentricidades, las cosas se van normalizando y se acepta todo a
cambio de buena música. Aunque a veces nos sigan dando gato por liebre, y
nosotros, incautos y pueblerinos al cabo, continuemos quedándonos boquiabiertos
ante las superestrellas que nos llegan de allende los mares.
Los Chalchaleros con
Mercedes Sosa
Orquesta Mondragón
Antonio
Gómez/Fernando Martín. EL PAÍS, 17 JUNIO 1984
Los
grupos y los cantantes españoles recorren la geografía tras el paréntesis
invernal, en el que preparan sus actuaciones en los locales de ensayo o graban
sus novedades en los estudios, intentando dar al público lo mejor de su arte.
Las giras son la principal fuente de ingresos de quienes se dedican a la
música, porque estos ingresos les van a permitir resistir los inviernos, donde
las ocasiones de actuar son siempre menores y más esporádicas.
Intentar
hacer una guía exhaustiva de todas las actuaciones que se producen los meses de
junio, julio, agosto y septiembre es un trabajo casi imposible. Muchos factores
influyen en ello. Desde los managers con que trabajan los cantantes, más o
menos comunicativos, más o menos poderosos e influyentes, con mayor o menor
profesionalidad --no siempre coincidente con la que demuestran los grupos que
representan--, hasta las dificultades para localizar a cantantes que figuran al
margen de los grandes promotores, y oficinas de contratación, pasando por la
infinidad de actuaciones que se van acordando a lo largo del verano, de las que
todavía no se tiene constancia, y que salen después a la palestra casi sobre la
marcha.
Por
eso la guía que ofrecemos en estas páginas no es completa ni podía serlo.
Significa tan sólo un intento aproximativo de indicar por dónde van los tiros
de las actuaciones veraniegas más relevantes en los principales puntos de
España. Faltan, claro está, nombres significativos y actuaciones que, sin duda,
se producirán y que, por diversos motivos, no están anunciadas todavía. No
están todos los que son, la cosa es clara, pero sí que hay un número
significativo de los cantantes y grupos, de todos los estilos y géneros, desde
el rock más moderno al folk o los cantautores, desde los nombres consagrados
hasta otros teóricamente menos conocidos, que, sin embargo, en muchos casos,
dan la sorpresa de contar con un número insospechado de actuaciones. Son cantantes
y grupos que pretenden ofrecer música de calidad, expresar su mundo a través
del trabajo que hacen, lo que consiguen con mayor o menor fortuna, aunque sí
con un notable nivel artístico, que muestra que España está en un buen momento
de creación en el terreno de la música, especialmente la música popular.
Dos primeras
figuras
Serrat y Aute son, sin duda, las figuras del
verano. Treinta y nueve actuaciones ya contratadas va a ofrecer el primero de
ellos y otras tantas el segundo, cuando todavía les falta por concretar un
número importante de recitales, que aumentarán, lógicamente, la cifra citada
más arriba.
Las
razones de estas macrogiras son evidentes. El éxito y la calidad de sus
trabajos, la veteranía y su arraigo popular serían los más claros, aunque
tampoco hay que olvidar la eficacia de sus oficinas de contratación y la
dedicación de sus managers, que saben aprovechar la demanda para ofrecer un
producto que gusta y que, en cierta manera, va estableciendo ya los caminos
para el año siguiente.
Condiciones,
especialmente las empresariales, con las que no cuentan, lógicamente, otros
grupos de rock y otros cantautores que se mueven más al día, con menor
antelación en sus programaciones. Eso explica el desequilibrio entre unos y
otros. La ausencia este año en los escenarios de Miguel Ríos, el otro gran
actuante de los veranos pasados, y la negativa de la oficina de Víctor Manuel y
Ana Belén, que ahora se encuentran de gira por Cuba, Brasil, Chile y Argentina,
a comunicarnos las fechas de las actuaciones de la pareja en España nos ha
dejado sin poseer ese dato, importante en quienes son también figuras con giras
largas y pobladas de fechas y lugares por toda nuestra geografía nacional.
Varias
cosas destacan al mirar el cuadro presente. La primera de ellas es el
equilibrio que se da entre las actuaciones de grupos de rock y cantautores ó
grupos de folk. En esa lucha entre la modernidad y la veteranía, entre la
adolescencia y la carrocería, las
cosas no son tan graves como algunos apocalípticos y profetas de una u otra
cosa nos las presentan. Hay público para todo tipo de canción, y eso es un dato
significativo y esperanzador. Cada uno acude a ver la música que le gusta, y
este verano va a tener ocasión de elegir lo que se encuentre más cerca de sus
apetencias, sus gustos, sus estados de ánimo, sus posibilidades económicas o,
incluso, del lugar que haya elegido para veranear.
Si
se lee entre líneas, en la lista que ofrecemos se pueden rastrear las
influencias geográficas de las oficinas de contratación y observar cómo unas
dominan ciertas zonas y otras las contrarias, cómo tales grupos o cantantes,
representados por el mismo manager, actúan de manera sistemática en las mismas
áreas.
Una
última característica que destaca, y que, desde luego, no es la menos
importante, es la triste constatación de que el centralismo sigue perviviendo
como un síntoma más de la ficticia integración de las culturas de las
diferentes nacionalidades y regiones del conjunto de España. Los cantantes
catalanes, gallegos, canarios, aragoneses, andaluces --por no hablar de los
vascos, cuyas dificultades, no sólo de integración, sino de conocimiento de lo
que hacen, son más agudas--, actúan fundamentalmente en su propio ámbito
geográfico, con esporádicas y escasas salidas fuera de él, lo que sólo varía en
los casos de cantantes más conocidos y de prestigio. En contrapartida, las
grandes giras que se organizan desde Madrid llegan a todos esos sitios y con
una presencia en muchos casos abrumadora. Si la canción ha sido, y es todavía,
uno de los medios fundamentales de comunicarse los pueblos entre sí, éste es,
sin duda, un dato preocupante para todos.
Oskorri
Desde
hace unos años se está dando un dato importante en la escena española de la
música popular: el papel asumido por los ayuntamientos, gobiernos autónomos,
diputaciones o cabildos insulares en la organización de recitales,
coincidentes, en la mayoría de los casos, con las fiestas patronales. Éste es
un hecho importante y encomiable, que se debe agradecer en la justa medida, por
cuanto amplía las posibilidades de actuación de numerosos grupos y cantantes y
permite programaciones más variadas, en las que participan artistas de más
difícil salida en otros circuitos, y porque pone al alcance del público
actuaciones a precios más asequibles, cuando no gratuitas.
Pero
eso no es suficiente. Estamos en la difícil y engorrosa política cultural de
organizar las cosas en orden de caída, basándose todavía, en muchos casos, en
criterios gratuitos o particulares de tal o cual consejero o concejal de
Cultura. Los espectáculos se organizan mal en demasiados casos, con escenarios
deficientes colocados en lugares improcedentes. Se utilizan, excepto en los
casos de los artistas consagrados, que pueden elegir por contrato las
condiciones, equipos de sonido muchas veces insuficientes, que se consiguen con
el cicatero criterio de ahorrar unos tristes duros.
Esto,
junto a incomprensibles retrasos en las horas de comienzo de las actuaciones y
tantos otros problemas.
Se
continúa practicando un tercermundismo que perjudica a músicos y a público, y
que demuestra tanto una falta de respeto a unos y otros como una incomprensión
de que la buena música, de un estilo u otro, bien sea para escuchar o para
bailar y gozar, sólo se puede ofrecer en las mejores condiciones. Cuando el
concejal de Cultura de Madrid explicaba recientemente que su política cultural
es no tenerla, está incurriendo en un contrasentido sin salida. Política
cultural no es ordenar y reglamentar el arte en general y la canción en
particular; es crear la infraestructura que permita actuar en condiciones
óptimas. Y eso se olvida con una frecuencia que raya, a veces, la ineptitud. O
acabamos con el tercermundismo, o éste, el tercermundismo, terminará por acabar
con la música en vivo.
Luis Eduardo Aute
El
cartel que las grandes figuras de la música popular internacional tienen en
España no se corresponde a la inversa. La presencia de nuestros grupos y
cantantes fuera del territorio español es más testimonial que eficaz y
programada. Son más los cantantes veteranos que actúan fuera que los nuevos;
los cantautores y grupos de folk, que los rockeros. Y tiene su explicación. Se
mueven los primeros en circuitos no directamente comerciales, que cuentan con
una tradición consolidada y un prestigio que han adquirido con los años. Los
segundos, más recientes, tienen que competir con figuras internacionales de
primera línea que hacen el mismo tipo de música y que están promocionadas por
las multinacionales desde el lugar de origen, el Reino Unido o Estados Unidos.
A
pesar de ello, se pueden contabilizar algunas actuaciones, como las de Paco de Lucía en Canadá del 25 al 28 de
junio; en Turquía, del 6 al 7 de julio; en Israel, del 24 al 29 de julio, y en
Suiza, en el prestigioso festival de Montreux, el 14 de julio. Barón Rojo irán a Suramérica en
septiembre y octubre, después de su gira española, que razones de tiempo nos
han impedido meter en el cuadro adjunto, y luego seguirán por varios países
europeos.
En
el festival del periódico Avante, órgano del PC portugués, actuarán, el 9 de
septiembre, Aute, Suburbano y Luis Pastor, quien realizará en ese mismo mes actuaciones en
Nicaragua con otros artistas tan dispares como Ramoncín, Joaquín Sabina
o Labordeta, aunque alguna de estas
presencias esté por confirmar. Rosa León
se encuentra de gira por Argentina, y Víctor
Manuel y Ana Belén están
actuando por Cuba, Brasil, Chile y Argentina.
El
grupo valenciano Al Tall lo hará el
14 de septiembre en Vitrolles (Francia). Labanda
se traslada el 22 de junio a Kiel (Alemania), para actuar en el prestigioso
Festival de la Unión Europea de Radiodifusión. Amancio Prada cantará en Tokio y otras ciudades japonesas en
noviembre. María del Mar Bonet
cantará en Martiguez (Francia) el 20 de julio. Lluis Llach estará en Nyon (Suiza) el 21 de julio. Serrat, que el 20 de julio dará un
salto a Andorra, irá de nuevo a Argentina en la primera quincena de octubre.
Paco de Lucia con Jorge Pardo
Joaquín Sabina
Antonio Gómez.
EL PAÍS, 23 JUNIO 1984
Llega
el verano, y con el buen tiempo los grupos y cantantes salen de sus refugios
invernales para recorrer la carretera en busca de su público. Cantautores y heavies,
rockers y modernos, folkies y poperos, pegados a sus guitarras en noches de
interminable circular de una actuación a otra, se disponen a refrescar el
bochorno estival de residentes y veraneantes.
Hoy,
igual que antes, siguen siendo las plazas de los pueblos el centro de la
reunión. Es en ellas donde se celebra la fiesta y el baile; es sobre ellas,
sobre su cálida extensión de arena o cemento, donde se levanta el tinglado de
la farsa, el tablado sobre el que se acumulan los miles de watios necesarios
para hacerse oír, los altavoces, micrófonos, amplificadores e instrumentos que
han de servir para celebrar el rito siempre insuficiente de la diversión.
Este
año se presenta como un verano abundante en recitales y actuaciones de todo
tipo y para todo tipo de públicos. Apoderados, empresarios y cantantes han
estado preparándose durante los meses invernales para ofrecer su mercancía en
las mejores condiciones posibles. Los nombres más conocidos, los que arrastran
la fama y el éxito de sus últimas producciones discográficas y los que aún
recuerdan el triunfo de las giras del año pasado son quienes acumulan mayor
número de recitales en su agenda aún inacabada, que irá completándose conforme
avance la temporada. Luis Eduardo Aute,
Objetivo Birmania, Amancio Prada, la Orquesta Mondragón, Joaquín
Sabina o Alaska y Dinarama, entre
otros cuantos elegidos, no van a parar en estos meses. Un día estarán actuando
en Galicia y al otro en Andalucía, hoy en Levante y mañana en Extremadura,
cargados con esa extraña mezcla de sueño, cansancio y pasión que conlleva
siempre el contacto diario con el público.
Pero
no son ellos los únicos que ofrecen recitales con continuidad y regularidad.
Quizá es que han terminado los tiempos en que los gustos del público eran unidireccionales
y se volcaban hacia un solo artista favorito, tal vez sea que la crisis y los
conflictos mueven a buscar la diversión allá donde se encuentra, sin
exclusivismos, con el único afán de sentirse representados durante unas horas
por quien está encima del escenario; en cualquier caso, la nómina de grupos
musicales y cantantes es más extensa que nunca, y la oferta musical, más rica y
variada.
Junto
a los nombres consagrados surgen otros que pueden ser una sorpresa para quienes
acostumbran a seguir la carrera desde la cómoda barrera de los medios de
comunicación. Por encima de modas y etiquetas, el público se niega a dejarse
encasillar y se abre a experiencias nuevas que muchas veces son tan viejas como
el tiempo, aunque las desconozcamos. Grupos que hasta hace poco permanecían
encerrados en los márgenes de una geografía o un área lingüística determinada
rompen las fronteras de su aislamiento para darse a conocer en toda España.
Casos como los de los vascos de Oskorri
o los aragoneses José Antonio Labordeta
y Puturrú de Fuá pueden resultar
significativos, en la extensión geográfica de su trabajo o en el mantenimiento
de una línea de actuaciones regular y continuada.
Recitales
de todo tipo, en toda la geografía española, de todos los estilos y a todos los
precios imaginables. Desde la gratuidad de los festivales que organizan ayuntamientos
y comunidades hasta las 1.100 pesetas que ha venido costando el superespectáculo
de Miguel Ríos en las plazas de
toros --lo que bien podría ser una de las causas de las dificultades con que ha
tropezado--, se extiende una gama de precios que puede tener la media en las
400 pesetas y se debate entre las 200 por las que se han podido escuchar los
recitales españoles de la final del concurso de rock Villa de Madrid y las 700
pesetas que, como media, está costando asistir a una actuación de Luis Eduardo Aute.
Una
vez más, y siguiendo la tónica inaugurada años atrás, Ayuntamientos, Ministerio
de Cultura, Comunidades Autónomas y Administración en general se han convertido
en los principales organizadores de recitales. El encarecimiento de los equipos
de sonido, cada vez más potentes y sofisticados; los costes de las giras, en
constante aumento; el riesgo que implica la organización de cualquier
espectáculo y la falta de locales adecuados son las principales causas de esta
acentuación de la oferta pública del espectáculo. Dato que no estaría nada mal
si no fuera porque así se está intentando paliar el defecto principal de una
organización cultural, la musical, aún incipiente y en cualquier caso
desbordada por las circunstancias: la falta de infraestructuras.
En
muchos casos, las condiciones de organización de los recitales son inseguras e
inadecuadas; los escenarios, mínimos y mal montados; los equipos de sonido,
insuficientes, y las condiciones de escucha y de acomodación, incómodas. Se
sigue actuando en circunstancias precarias, intentando paliar con voluntarismo
o derroche la falta de locales; se continúa improvisando recitales en campos de
fútbol, cosos taurinos, plazas de pueblo y otros sitios igualmente inapropiados,
no previstos para menesteres musicales, todo lo cual va en detrimento de la
calidad intrínseca de los espectáculos que se ofrecen.
La
obligación de llegar a públicos cada vez más numerosos, única manera de
equilibrar la balanza de gastos e ingresos, está creando una cierta deformación
en la música popular española. Por un lado, forzando una innecesaria carrera
por ofrecer el espectáculo más vistoso y deslumbrante, con su consiguiente
encarecimiento; por otro, obligando a una distorsión en la manera de escuchar y
disfrutar la música --en su creación, por tanto--, que si en muchas ocasiones
necesita del barullo de la fiesta, exige en otras el recogimiento y la audición
atenta, imposibles de encontrar en estas circunstancias.
De
todas formas, la fiesta veraniega ha empezado. A la espera de que sea realidad
un amplio circuito de locales que permita que la música, en todos sus estilos y
modalidades, sea un hecho cotidiano y real durante todo el año, los músicos y
cantantes se han lanzado a la carretera a bordo de desvencijadas furgonetas o
autocares con aire acondicionado. Cualquier día pueden estar actuando justo al
lado de donde vivimos o de donde veraneamos, en el pueblo vecino o en la plaza
de tres manzanas más abajo.
Miguel Ríos