miércoles, 26 de febrero de 2014

Paco de Lucía. Nuestra música

Paco de Lucía. Nuestra música







Esta madrugada ha fallecido Paco de Lucia, probablemente el más universal de los músicos españoles contemporáneos, no tanto por el reconocimiento y la difusión que ha tenido en todo el mundo, sino, sobre todo, por la esencial universalidad de su trabajo, que recorre el universo estético de la música en un doble sentido: verticalmente, enlazando la más vieja traición con la esencialidad contemporánea, y horizontalmente, unificando lenguajes de tierras dispares.

Curiosamente, coincide su fallecimiento, no en el día, pero sí en el año, con el 40 aniversario de su descubrimiento como artista por parte de un público ajeno al estricto flamenco, terreno en el que ya gozaba de merecida fama desde que había acompañado a Camarón en sus primeros discos. En 1974 Paco de Lucía publicó “Entre dos aguas”, que habría de convertirse en su estandarte, y realizó una importante gira por toda España, operación de promoción que fue activamente apoyada, quiero recordarlo aquí, en “Para vosotros, jóvenes”, el programa diario que dirigía en Radio Nacional Carlos Tena y en el que colaboraba, junto a Adrián Vogel, Gonzalo García Pelayo, Jorge de Antón, Julio Palacios, Aurora de Andrés y tantos amigos.

Personalmente realicé para Disco Expres la crónica del recital que celebró en el Teatro Alcalá Palace de Madrid el 25 de junio. Me ha parecido pertinente recordar, aquí y hoy, aquel momento. Paco de Lucia ha fallecido a los 66 años. Tenía entonces 26.






DISCO EXPRES. 12 JULIO 1974

Decir que el recital de Paco de Lucia en el Cine Alcalá Palace de Madrid fue impresionante es decir poco. Pero de todas maneras hay que decirlo: Fue impresionante la actuación y fue impresionante ver a dos mil personas, jóvenes en su mayor parte, de pie, aplaudiendo hasta romperse las manos a un guitarrista joven, español y flamenco.

La actuación fue realmente como la esperábamos. Hace ya años que Paco de Lucia lleva actuando y grabando discos en nuestro país, y aunque uno no sea un flamencólogo, no era la primera vez que tenía ocasión de escucharle. Cuando se está ante un músico como Paco de Lucia no se sabe qué admirar más, si su increíble técnica, esa velocidad que puede llegar a ser aturdidora, o la facilidad con que controla ese virtuosismo, su capacidad de utilizarlo para encontrar una emoción absoluta, total. Paco de Lucia no es un guitarrista frío a pesar de ser un guitarrista perfecto, sus interpretaciones están llenas de calor, de sinceridad, lo cual es mucho más que simple técnica. Aún sin pronunciar sino breves palabras en el recital (no más de diez y de una sola tacada), puedo afirmar que pocas veces me han «dicho» más cosas desde un escenario. La música puede ser tierna, dulce, alegre, amarga, violenta y arrebatadora, sólo hace falta un músico como Paco de Lucia.

Pero siendo todo esto destacable, creo que lo más importante de este recital es el público. Allí había dos mil personas, y casi otras mil se habían quedado en la calle Alcalá sin entradas. Una pequeña parte eran aficionados al flamenco, público maduro, pero la gran mayoría era gente muy joven, el mismo público que podemos encontrar en los recitales de Mayall, de Rory Gallager o de los mediocres, aunque famosos, Emerson Lake and Palmer. O, en otro género, el mismo que hace poco acudió a escuchar a Daniel Viglietti. Para todo este público tan distinto la actuación de Paco de Lucia ha sido una total revelación. Era normal que estuviéramos ansiosos de escuchar a esas grandes figuras de la música pop, a esos seres casi mitológicos que nuestra condición de espectadores de segunda nos había impedido disfrutar hasta ahora, y es lógico que acudiéramos a los locales donde actuaban y los desbordáramos, pero lo que parece menos lógico es que fuéramos incapaces de apreciar algo que, por estar en casa, nos era mucho más desconocido. Paco de Lucia ha venido a demostrar que el público joven español no sólo está preparado para escuchar música española o en español, sino que es capaz de sentirla suya, de emocionarse con ella, en la misma medida en que lo hace con 1a música universal.

Hay público para todo, ya lo sabíamos, pero hasta ahora el público estaba muy encasillado. El clásico en una parte, el de jazz en otra, el flamenco en otra, los cantautores por su lado y el publico rock en ninguna porque no había recitales rock. Estas actuaciones están demostrando que no hay que estar tan encasillados, que de hecho no lo estamos, que los jóvenes no nos conformamos con el sitio que teníamos reservado y que hemos tomado al asalto el flamenco, el jazz y lo que nos pongan por medio.

Y todo ello sin mixtificaciones, sin mezclas fáciles y oportunistas. Hemos sido capaces de admirar y aplaudir a Paco de Lucía sin necesidad de que se disfrace de nada, sin que nos pongan melotrones para entenderlo. Hilario Camacho, a una pregunta sobre la pureza del flamenco de Paco de Lucia contestaba ese día: «A mí me importa un comino que sea puro o no, lo que me importa es que me llega, que es bueno, que me emociona». Y efectivamente resulta así.

Los puristas se pueden rasgar las vestiduras, pero Paco de Lucía no dejará de ser puro por ello. Paco de Lucia nos llega, demostrando que el flamenco puede ser un arte de hoy, de mil novecientos setenta y cuatro y que para ello no hace falta traicionar nada. Paco de Lucia es un clásico que viaja en avión, que tiene televisor, tocadiscos, que sabe lo que sucede en el mundo, y que lo expresa con su música. Su flamenco no está anquilosado como quisieran algunos arqueólogos del arte, es una música de hoy, y como también decía Hilario Camacho, su «Rumba, no tiene nada que envidiar a Saratana ni a nadie, en cuanto a modernidad».

Con este recital de Paco de Lucra, que no es sino uno más de los cuarenta que está dando en toda la península, el guitarrista ha venido a descubrirnos un tipo de música que no por ser nuestra es peor, sino al contrario. Sabemos que no se puede despreciar la buena música extranjera, sea en inglés, francés o en el idioma que se quiera, son aportaciones culturales distintas que debemos de recoger para incorporarlas a las propias, porque no vivimos solos y quienes nos influyen nos ayudan, pero desde el día 25 de junio sabemos también que lo nuestro es tan bueno, o mejor, que cualquier importación, y, yo apuraría más, ahora sabemos que para ser internacionales no hay que imitar a nadie, que si queremos que nuestra música cuaje fuera de nuestras fronteras va a ser precisamente a base de mostrar nuestras más genuinas y auténticas raíces musicales engarzadas en el tiempo actual. Cosas como esta de Paco de Lucia.

Porqué, y con esto acabo, la actuación de este músico de 26 años nacido en Algeciras es, ante todo, una invitación; una puerta abierta para que nos introduzcamos en nuestra propia música, que no acaba en él, sino que se prolonga, en Manolo Sanlucar, en Ramón dé Algeciras y en los dos guitarristas que también actuaron en el recital; en Menese, Morente, El Lebrijano, Camarón, Gerena, y muchos otros en otros terrenos musicales que no pertenezcan al flamenco también debemos descubrir. Lo que escuchamos la otra noche era la música de siempre de nuestro país, pero era también, y esto creo que es más importante, la música de la juventud española de 1974. NUESTRA MÚSICA.












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