Desde que me conozco, me recuerdo
emborronando papeles con asomos de versos con insistencia enfermiza y
regularidad de marinero enamorado. Es decir, uno cada seis meses y en estado
de necesidad imperiosa. Con tal dedicación, en los últimos años la magra cosecha
me ha dado apenas para llenar eso que en otros tiempos, ahora creo que también,
se llamaba una plaquette poética;
vamos, una radiografía de libro. No sé si son poemas, paradojas, sentencias,
meditaciones, aforismos, o tal vez sólo chorradas en renglones cortos. Casi
poemas. Aquí los dejo. ¡Que nadie diga nunca que este charro se arruga!
Pensando en ilustraciones con
las que pudiera identificar los textos, he recalado en Cristino de Vera, por cuya hondura, belleza, esen-cialidad y virtuosismo
ya me diera yo con un canto en los dientes que me quedan.
Rivas
Vaciamadrid. Marzo 2014
TESTAMONIO 1
(Para los que amo)
No soy de los que dicen
(permitid la licencia):
Haced lo que yo digo,
más no hagáis lo que yo hago.
Al contrario, seguid mi ejemplo:
vivid lo que soñéis,
soñad lo que vivís.
Romped con el martillo las
puntas de una estrella
y olvidaros después
que existe La
Gotita.
Pero sabed
que al final siempre llega
la negra sombra del
recaudador de impuestos.
TESTAMONIO 2
(Para los que me aman)
Recordadme por lo que no fui.
Así quizás podréis seguir
queriéndome.
ZARANDANZA 1
(Normativa de registro de prioridades
urgentes)
Un sentimiento vale más que
una idea,
una acción más que un
sentimiento,
y más que la acción vale la
persona.
El amor vale más que el odio,
la risa más que el llanto,
el valor aún vale más que el
miedo
y un abrazo vale más que una
bala.
Vale más una palabra que un
silbido,
una pluma del ala de un
albatros
más que un navajazo,
un adiós,
un luego.
El dolor ajeno vale más que
el propio,
el vino más que el vaso,
el panadero que el pan,
la risa más que el llanto.
Más que el fuego vale el
agua.
Y puestos a valer, vale más
la lluvia que la nube.
La duda es más valiosa
que la certeza más cierta.
Es mejor ser poeta que
veleta,
mareada por el viento
apuntando a la nada.
Y es la bondad
la cualidad más pura del
humano:
ser “en el buen sentido de la
palabra, bueno”.
TESTAMONIO 3
Se acerca la hora y la
inquietud es cierta.
Certidumbre del ser y del no
ser.
Incógnita del cómo.
Incógnita del cuándo.
Y después…
Allá me las den todas.
Yo en la nada.
TESTAMONIO 4
El más egoísta en el entierro
es siempre el muerto.
Recordadle y sabed
que él ya no sufre.
TESTAMONIO 5
El puente de la vida es
largo,
cruza del no sé dónde al no
sé qué.
Si quieres llegar salvo a la
otra orilla
no desprecies el vértigo de
los abismos.
ZARANDANZA 2
Alguna vez fui niño.
Hace ya tanto tiempo
que prefiero pensar
que aquel niño era otro.
Ser inocente y puro,
protegido de todos
los fríos del
invierno.
Corredor en apuestas
imposibles
perdió la lozanía.
Descubrió que no hay en el
mundo refugio
que ampare a los niños de la
adolescencia,
que impida a los adolescentes
su madurez,
que niegue la muerte a los
ancianos.
ZARANDANZA 3
Amores
imposibles
de la dulce
caricia
Amores
imposibles
del grito
destemplado
Amores
imposibles
de noches
luminosas
Amores
imposibles
de los días en
sombra
Amores
imposibles
de nubes y
tormentas
Amores
imposibles
que la pasión
impone
Amores
imposibles
que la razón reclama
Amores
imposibles
de inalcanzables
picos
Amores
imposibles
de asfixiantes
desiertos
Amores
imposibles
del uno con el
otro
Amores
imposibles
del uno frente
al otro
Amores
imposibles
de lágrimas
saladas
de lágrimas
saladas
:
:
:
:
De lágrimas saladas
ZARANDANZA 4
Aprendí que vivir
no es sólo amar,
pero hay que amar
para vivir.
ZARANDANZA 5
(Desgracia del olvido)
Pobre del que mira atrás
y no reconoce al niño que fue
en las sombras que pueblan el
bosque de la vida.
ZARANDANZA 6
“Cuando eres joven tienes la tentación de
ser muchas personas diferentes, pero es algo que poco a poco desaparece, hasta
que descubres que el lugar más confortable es ser quien eres”
Liv
Ullmann
“El
País”, 29-09-07
Guardo
en un cajón
caretas
varias:
de
clown, de saltimbanqui,
de
señor enojado,
de
bueno,
de
poeta,
de
viva Cristo Rey que si muere resucita.
Incluso
tengo una, de rictus agotado,
que
me pongo los días de infinito cansancio.
Las
guardo en el cajón de una cómoda vieja
y
muy de vez en cuando
con
un plumero rojo les voy quitando el polvo.
A
veces en la calle
veo
desconocidos
que
han comprado sus rostros
en
esa tiendo oscura donde yo mismo los compro.
ZARANDANZA 7
“La vejez es una cosa atroz; te encuentras
de pronto en que te has convertido en un viejo, miras hacia atrás y ves cada
vez más pasado y menos porvenir”
José
Manuel Caballero Bonald
El
País, 29-09-07
Funambulista
en el hilo de la vida,
el
viajero pone un pie delante de otro.
A
la derecha abismo
y
abismo al otro lado.
El
hilo cada vez más corto.
Más
hondo el precipicio.
TESTAMONIO 6
(Para
el Resi, que nos
salió poeta)
Que
quede escrito:
Odio
la pulcritud del jardinero
que
ordena en implacables filas sus parterres.
Odio
la rectitud de sus líneas,
la
claridad de sus perfiles,
la
inútil profundidad de sus perspectivas,
que
a lo lejos confunden
la
última luz del día
que
se oculta en la noche.
Pero
puestos a odiar, lo que más odio,
aquello
que en verdad me encorajina y enrabieta,
lo
que, vaya por dios, más me cabrea,
son
esas flores temerosas y opacas
que
esconden la cabeza del tirano
y
no se atreven
a
desafiar el filo homicida de las tijeras.
ZARANZANDA 8
(Para
leer antes de TESTAMONIO 6)
El
jardinero,
de
un solo tajo
limpio,
corta
las rosas del rosal.
Atraviesa
el jardín y con mimo las pone
en
un búcaro de oro.
O
de plata, o de bronce o de cristal.
Vamos,
en un búcaro.
Maldita
sea su suerte.
Maldita
sea.
Triste
impotente rosa encerrada,
incapaz
de arrancar ni una gota de sangre
de
los pálidos dedos
de
su pulcro asesino.
TESTAMONIO 7
Western
En memoria de Ángel Fernández Santos (1934/2004) con motivo de la reedición
(2007) de su libro “Más allá del oeste”.
“No solo soy un filósofo, sino también un
fatalista. Mire usted, amigo mío; en algún lugar, alguna vez, habrá una bala
certera o una botella equivocada esperando a que por allí pase yo. ¿Por qué voy
a preocuparme de cuándo y de dónde?”
Doc
Boone, el médico borracho que interpreta Thomas Mitchell en “La diligencia”
(John Ford, 1919).
El
jinete solitario atraviesa a lo lejos la reseca pradera
en
plano general, paralelo a la cámara,
y
cabalgando salé por el límite izquierdo de la pantalla.
Límite
del adiós.
Límite
de la vida.
Parece
que todo ha terminado,
pero
el viejo tuerto no funde a negro hasta que la última mota de polvo
se
ha posado
de
nuevo en el desierto.
A
oscuras en la butaca, sueño.
TESTAMONIO 8
Y
eso lo digo yo,
que
siempre perseguí la insaciable utopía
de
pensar que vivir
era
gozar la vida.
Luego
aprendí que la vida
no
se goza.
Se
vive.
ZARANDANZA 9
Ojeando
la prensa
No
es lo mismo ser hijo putativo que hijo de puta.
Es
más, yo diría
que
no es igual
ser
hijo de puta que hijodeputa.
Y
no nos engañemos,
cuando
el género humano esté a punto de alcanzar esa inaccesible y deseada meta de ser
al fin igual todas las personas,
y
libres
y
felices,
repito:
no nos engañemos,
aún
entonces habrá categorías.
TESTAMONIO 9
Comprendamos
que la vida no es un completo desenfreno.
Aprendamos
que no siempre los caballos que vuelan tienen alas.
Descubramos
que debajo del asfalto están las alcantarillas.
Sepamos
que no amanece más pronto por mucho que dios te ayude.
Esperemos
que tras un feliz habitar, la muerte sea un suave olvido.
Separemos
el grano de la paja antes de hornear el pan nuestro de cada día.
Firmemos
al final las últimas facturas.
Pongámonos
corbata en cuello almidonado.
Y
luego, sin vivir a la tumba.
TESTAMONIO 10
“Sólo pienso que podíamos vivir un poco más
felices esta pequeña vida”
Escuchado en el autobús
Plácida
el agua,
que
al sol descansa en los límites del lago.
Agua
furiosa,
que
desvanece espumas en el peine del viento.
Solo pienso
Líquido
el fuego,
que
araña las entrañas de la tierra.
Fuego
violento,
compitiendo
con las nubes el humo del incendio.
Que podríamos vivir
Seca
la tierra,
abrasada
por todos los soles del desierto.
Tierra
mojada,
lamida
por la ola que agoniza en la playa.
Un poco más felices
Entristecido
el hombre,
y
la mujer, seamos al fin correctos.
Mujer
iluminada,
y
el hombre, por la luz incandescente del silencio.
Esta pequeña vida
ZARANDANZA 11
Fue
poeta y jamás escribió un verso,
arquitecto
y nunca levantó una casa,
dios
divino y no hizo ni un milagro.
Cruzó
a braza los ríos sin saber nadar.
Dio
de comer a sus hijos con sólo una soldada.
Voló
en alas sin hélices sobre los océanos.
Se
enamoró una vez y siguió insistiendo.
Recuperó
tortugas ciegas de los pozos sin fondo del olvido.
Se
olvidó de beber y no tenía sed.
Rompió
el carnet de identidad
y
se lo echó a los peces de un estanque seco.
Escribió
una carta y encontró direcciones a las que mandarla.
Se
cobijó bajo un árbol y no llovía,
ni
hacía calor
ni
era domingo.
Se
rompió los dedos de jugarse la vida a los chinos.
Renunció
al sueño porque tenía sueños.
Mirándose
al espejo se sintió envejecido.
TESTAMONIO 11
Cada
humano guarda en el fondo
de
sus zapatos
un
resto último de infantil inocencia.
TESTAMONIO 12
Refugiado
en la limpia soledad de los espejos
bservo
escrutador los surcos de la vida
y
retoco el retrato que refleja el azogue
en
un esfuerzo vano de parecer más viejo.
Que
no descubra nadie que estoy vivo,
que
crean que ando sólo por inercia
y que el vino que bebo es bendecido.
ZARANDANZA 12
Como
aquella bailarina de claqué
que
tropezó en su sombra y
cayó
al suelo.
Como
aquel patinador olímpico
que
perdió la huella en
su
propio giro.
Como
aquel pianista ciego
que
escaló el Everest y se paró
en
la cumbre.
Me
miro en el espejo y sólo veo
los
surcos derrotados de tanto
esfuerzo
inútil.
ZARANDANZA 13
Canción
bucólica
Por
tus labios arriba
subo
y te beso.
Son
claveles abiertos
en
que me pierdo
De
tus labios abajo
caigo
y me estrello.
Añorando
la altura
busco
tu aliento
Pierdo
el aliento,
que
subiendo y bajando
nunca
te encuentro.
Triste
mendigo,
suplicando
tus besos
de
los que vivo.
ZARANDANZA 14
Envidio
a veces
la
plácida soledad de los ahogados,
y
que allí donde yacen
puedan
saciar el hambre de los peces.
TESTAMONIO 13
(Sentado
en lo alto de la montaña medito el sermón de mañana)
Que
nada os impida usar
todas
las letras del abecedario
para
definir los nombres
de
la felicidad.
Que
nada ponga fronteras ni barreras
a
vuestros pies andantes.
No
dejéis que las llagas
os
acorten los pasos,
que
el bosque no os permita ver el árbol,
que
el asombro se os valla de los ojos.
Pero
eso sí, cuidado con los abismos.
Cuando
el camino es largo,
mejor
andarlo despacio
que
no andarlo.
Gracias, Antonio, por la belleza de tus versos y por tu compromiso sin fisuras con la vida.
ResponderEliminarTipos como tú, hacen sentirse a uno de la misma tribu esté uno donde esté.
Me tomo con un regalo que atendieses a mi indirecta. Es que sin música y poesía (y sin músicos y poetas) me cuesta más vivir.
ResponderEliminarMe tomo como un cumplido que hayas atendido a mi indirecta. Es que sin música y poesía (sin músicos y poetas) me cuesta más vivir.
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