Milladoiro. Tradición y modernidad
Reseñas.
1984/1985
Milladoiro,
entre la tradición y el presente
AIcalá Palace. Madrid
del 14 al 16 de marzo
En los casi seis años que Milladoiro lleva trabajando como grupo se ha
convertido en lo más representativo de la música gallega de raíz folklórica,
tanto por su impecable labor instrumental como por el rigor y la seriedad de
sus discos. El fruto de estos años de traba o quedó patente en sus recitales
madrileños, aunque el producto final quedará empañado por una cierta frialdad
que impidió que su música calara hondamente en el público, que apenas ocupaba
la mitad del teatro en la sesión de presentación. Es una formación de siete
músicos que tiene su origen en los trabajos de Antón Seoane y Rodrigo Romaní
sobre el folklore gallego. Básicamente instrumentales, sus temas plantean una
recuperación vitalista y actual de la música tradicional de su tierra,
intentando conectarla con una sensibilidad contemporánea. Ellos mismos
reconocieron en el recital que no son ni etnólogos ni investigadores del
folklore, sino -añadimos nosotros- creadores e intérpretes que parten de sus
raíces musicales para desarrollar una línea artística que emparenta también con
el conjunto de los folklores de raíz celta, Escocia, Irlanda y Bretaña,
fundamentalmente.
El problema que crea, no obstante, la adaptación del folklore a una
sensibilidad actual y moderna queda tan sólo planteado en los trabajos de
Milladoiro, que no han llevado su evolución más allá de la tímida incorporación
de: unos teclados y alguna guitarra acústica a su música. Y ese es
probablemente el tema central de sus esfuerzos, que en este recital no quedaron
suficientemente clarificados.
Más acertados en los temas lentos y matizados que en los rápidos,
probablemente achacable a una cierta falta de contundencia en la base rítmica
que utilizan, excesivamente somera, algunas de las composiciones que
interpretaron alcanzaron, a pesar de ello, la belleza que encierran sus discos.
Versiones como la que hicieron del clásico británico Greensleeves, o
las de temas tradicionales como la Foliada de Tenorio o
la Muñeira de Pontesampaio, dieron la talla de su calidad,
que, por desgracia, no resultó uniforme.
Igualmente destacadas fueron las escasas composiciones del miembro del
grupo que tocaron, especialmente Un ratón en París, un vals
compuesto por Michel Canada, el violinista francés del grupo.
Milladoiro,
tradición y modernidad
Solfafria. CBS. S-2639S.
EL PAÍS. JULIO 1985
¿Tradición o modernidad? Un dilema que
parece traer de cabeza a los que se enfrentan en España con la música popular.
¿Es posible hacer una música que exprese sentimientos contemporáneos y sea de
hoy sin perder sus señas de identidad tradicionales?
Milladoiro ha encontrado desde hace tiempo
una solución personal que se refleja a la perfección en su último trabajo
discográfico. Una solución que tiene como elementos fundamentales el rigor en
el tratamiento del material tradicional que utilizan, la riqueza y complejidad
musical de los arreglos y el virtuosismo instrumental. Con todo ello, el grupo
gallego ha construido una obra rica en matices y sugerencias que parte de sus
raíces gallegas para encontrar la modernidad sin buscarla desesperadamente,
sino profundizando en su esencia, desde una perspectiva, de contemporaneidad,
que no se para en la contemplación adocenada de las modas sino que las dinamita
con sabia combinación de ritmos y sonidos tradicionales.
Ocho temas de los cancioneros
tradicionales y dos creaciones propias componen este disco, grabado en Irlanda
con la colaboración en la canción Lila, de uno de los mitos de la música
irlandesa, Paddy Moloney, del grupo The Chieftains. Canciones que conectan
directamente con la música de raíz celta pero que resultaría reduccionista
encuadrar en ese estilo, porque es un disco que supera cualquier encuadramiento
genérico.
Desde la riqueza rítmica de la Alborada de Pontecaldelas hasta el
sosegado transcurrir de Os amores de
Brunilda e Joseph K, canción de título cultista debida a la inspiración de
otro miembro del grupo, Antón Seoane, el disco discurre por caminos de sutil
belleza que no oculta la sencillez de las melodías populares con la estudiada y
compleja armonización de las composiciones.
Nada sobra en este disco, en el que sólo
la tímida introducción de los teclados sintetizados rompe con la utilización de
instrumentos acústicos. Es una invitación a la fiesta y a la reflexión que el
dominio musical e instrumental de Milladoiro convierte en una obra imprescindible
de la música tradicional de nueva creación.
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