martes, 27 de agosto de 2013

Una canción por la liberación de París. Canta Quintín Cabrera





El pasado domingo se celebró en París el 69 aniversario de la liberación de la ciudad de la ocupación nazi el 25 de agosto de 1944; una liberación en la que los republicanos españoles tuvieron una participación destacada. En 1977, hace ya nada menos que 36 años, parece ayer, Antonio Resines y yo les dedicamos como recuerdo y homenaje una de las canciones del álbum “Cantata del Exilio / Cuándo llegaremos a Sevilla” que cantó Quintín Cabrera.

Cuando tras la muerte del dictador, y en medio de las convulsiones de agonía de su régimen, nació esta democracia en diferido que ahora vivimos, Resines y yo pensamos que era el momento de recordar y homenajear la gesta heroica (perdón por la grandilocuencia, pero eso es lo que fue) de los republicanos españoles que, perdedores de una guerra civil y exiliados en tierra ajena, se negaron a reconocer la superioridad del fascismo y lucharon contra él. Pensamos que aquel era el momento, pero me temo que nos equivocamos, porque esa recuperación de la memoria histórica sigue siendo a estas alturas una asignatura pendiente, pese a lo que se ha avanzado en el tema y a los libros, artículos y documentales que a él se le han dedicado.

Las primeras tropas aliadas que entraron en Paris aquella madrugada fueron los republicanos españoles que formaban parte de la Novena Compañía de la Segunda División Blindada comandada por el general Leclerc, un hecho incuestionable que han reconocido todos los historiadores, incluidos los franceses, que ya es evidencia. En la simple descripción del viaje de aquellos hombres se hace patenta la dignidad y el heroísmo de la gesta. Evadidos en su mayor parte de los campos de concentración de Argelia, en los que había sido encerrados por el gobierno francés tras su partida de España, se unieron en Chad a las tropas que Leclerc estaba organizando para combatir a los nazis y con ellas recorrieron el largo camino que se marca en el mapa que reproduzco y que, pasando por las grandes batallas del norte de África, Normandía y París, acabaría con la toma, en mayo de 1945, del Nido de Águila de Hitler, el chalet de veraneo que el genocida se había construido en los Alpes bávaros a 1.834 metros de altitud. De los 144 españoles de la novena que habían desembarcado en Normandía quedaban con vida apenas docena y media.


Sin embargo, para la mayoría de los gacetilleros que hoy conmemoran la liberación de París, apenas cuentan otros españoles que los integrantes del ejército aliado regular que entraron en la ciudad con los tanques. Sin embargo, se olvidan de los miles de resistentes españoles integrados en las FFI (Fuerzas Francesas del Interior) que también lucharon en la batalla y que ya en 1941 habían organizado los primeros núcleos de resistencia y lanzado el primer manifiesto llamando a la lucha contra la ocupación. Tampoco conviene dejar pasar que el jefe de la resistencia en la región y la ciudad de París era el coronel Rol Tanguy, que había luchado con las Brigadas Internacionales en España, cuya libertad fue una causa de la que no renegó en su vida.

Hay además un hecho destacable que marca la diferencia del significado de aquella liberación para los republicanos españoles y el resto de los europeos. Mientras que para estos la toma de París y el posterior fin de la guerra implicaba la victoria y la recuperación de la libertad, para los españoles no era sino una batalla más en una lucha que no sólo no acababa sino que volvía a sus inicios, pues inmediatamente debieron tomar de nuevo las armas en las manos, o las octavillas, y continuar la pelea por la liberación de España del franquismo, lo que les llevó de nuevo a las guerrillas, la clandestinidad, las cárceles y los paredones. Aún habían de pasar más de 30 años hasta que vieron su lucha recompensada. Y entonces les olvidamos.

Para quien quiera ahondar un poco en esta apasionante historia de la dignidad humana he buscado, y encontrado, el excelente artículo que Eduardo Pons Prades (que también participaba en la cantata con su testimonio de deportado) publicó en la revista Tiempo de Historia en 1985. Pons Prades y su libro imprescindible “Republicanos Españoles en la II guerra mundial”, editado por Planeta en 1975 y reeditado en 2003 por Esfera de los Libros, junto a los no menos imprescindibles de Antonio Vilanova (“Los Olvidados”. Ruedo Ibérico, París, 1969) y los de Mariano Constante, igualmente participante en la cantata, sobre los campos de concentración, fueron las principales fuentes documentales que utilizamos para escribir la cantata.

Invitamos a Quintín Cabrera a cantar este tema por dos razones principales: porque era amigo y porque pensamos que su acento uruguayo introducía en la obra el recuerdo a aquellos otros resistentes de habla hispana que también participaron en la lucha. Él, por esa misma amistad y similar interés, aceptó encantado.

Hoy es el momento de volver a recordarlo. Como se dice en el texto de la propia cantata: “su recuerdo es nuestra historia”




Otras canciones con Antonio Resines 
De “Cantata del exilio/Cuándo llegaremos a Sevilla” (1977):




De “España en solfa” (1987)






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