martes, 30 de septiembre de 2014

ACTUACIONES VERANIEGAS 1984-1985

Actuaciones musicales de los veranos de 1984 y 1985 según se dio noticia de ellas en el diario El País




 Jimmy Cliff


No se trata, ni mucho menos, de sacar a colación aquello de cualquier tiempo pasado fue mejor, ese tópico estúpido que la historia desmiente. Muy por el contrario, y aunque lo que aquí cuelgo hoy sean materiales y datos antiguos, de hace 30 años nada menos, propongo hacer una lectura contemporánea de ellos, poniéndolos en relación con la actual situación de la música popular en España.

Son cuatro artículos publicados en El País en 1984 y 1985, dos de ellos escritos en colaboración con Fernando Martín y Santiago Alcanda, en los que se informaba de las actuaciones que iban a tener lugar a lo largo de ambos veranos y en las fiestas madrileñas de San Isidro del primero de ellos.  Aparte de lo que puedan decir los textos, que veo que inciden en temas que me siguen preocupando, como el papel que deben jugar las instituciones públicas en la distribución de la cultura y en la creación de circuitos de actuaciones, la simple contemplación de los listados de actuaciones, necesariamente incompletos, resultan buenas piezas de reflexión. Dudo que hoy se de la variedad y calidad de artistas que en ellas quedaron reflejados, sin entrar ya en la cantidad de recitales, que me temo se ha reducido sensiblemente.

Destacaré sólo un par de datos que apuntan en esa dirección. Las actuaciones musicales de las fiestas de San Isidro contaron con cuatro escenarios complementarios. Tan sólo en uno de ellos, el del Palacio de los Deportes, se ofrecieron en 1984 seis recitales, en los que participaron el grupo británico de folk-rock Fairport Conventión, el bluesman B. B. King, la sudafricana Miriam Makeba, el panameño Rubén Blades y el bretón Alan Stivell, además de los españoles La Banda, Ana Belén y Víctor Manuel, Joan Bautista Humet, Pegasus, La Trinca y Luis Eduardo Aute. Sólo a lo largo de junio de ese mismo año actuaron en Toledo Dinarama, Golpes Bajos, Labordeta, Nuevo Mester de Juglaría, Luis Eduardo Aute, Suburbano y La Trinca.

Es cierto que por esas fechas corrían tiempos de aparente bonanza económica. El PSOE acababa de alcanzar el Gobierno y estaba en pleno proceso de convencer a la ciudadanía de que ellos eran la viva encarnación de España, una, moderna y reluciente. También amnésica, para qué engañarnos, de todo cuanto hubiera ocurrido en la historia fuera de su campo de acción, hasta ese momento bastante reducido.

Que hoy hay menos dinero que hace 30 años es un hecho que a nadie se le escapa, y que ello repercute sobre la música popular y la cultura en general, una evidencia. Sin embargo, no es la cuestión monetaria la realidad más importante que muestran esos listados. Por encima de ella, se constata la actitud de respeto y reconocimiento mostrada por los medios de comunicación, que como El País dedicaban artículos de dos páginas a informar sobre las actuaciones de músicos y cantantes que entendían su trabajo como una forma personal de expresión, relacionada con el arte y la cultura y no sólo con el simple mercadeo. El declive de esa buena consideración cultural, social y mediática de la canción popular, aplicable también a otras formas artístico-culturales, es a mí entender el signo más claro del cambio de los tiempos.



Fairport Convention





Antonio Gómez. El PAÍS. 15 MAYO 1984

Abundancia de actos musicales en las fiestas de San Isidro de este año, que se decantan hacia el terreno de la canción de raíces folklóricas o similares, con detrimento de otros géneros —rock y pop fundamentalmente—, aunque de todo haya un poco. Cuatro escenarios van a funcionar casi simultáneamente, con una cierta especialización en cada uno de ellos.

El Palacio de los Deportes se ha escogido como sede de los grandes actos. Allí, entre otras cosas, actuarán el mítico grupo de folk-rock británico Fairport Convention, el bretón Alan Stivell y los españoles La Banda (día 12); Ana Belén y Víctor Manuel, que compartirán la escena con el catalán Joan Baptista Humet (día 13); Pegasus, que ofrecerá su técnicamente perfecto jazz-rock, y B. B. King, un clásico del blues al que será interesante ver qué derroteros lleva últimamente (día 14); Rubén Blades, el salsero dominicano residente en Nueva York, máxima figura del género, y la siempre apreciable cantante africana Miriam Makeba (día 15); La Trinca, dispuestos a poner patas arriba los convencionalismos con su humor corrosivo (día 17), y Luis Eduardo Aute, que presentará sus últimos trabajos recién grabados (día 19). Todos a las 10 de la noche.

En el Paseo de Camoens del parque del Oeste, desde las nueve de la noche, se darán cita los grupos rockeros y otros, con preponderancia española. Los ingleses Leval 42 y los españoles Pistones (día 12); un concierto folk que incluye a algunos de los mejores grupos de España: los vascos Oskorri, los gallegos Milladoiro y los valencianos Al tall, entre otros (día 13); Chunguitos, Ramoncín y Un Poquito de Todo podrán formar un atractivo programa de rumba, rock y salsa (día 14); Objetivo Birmania (día 15); el cantautor rockero Joaquín Sabina, los polémicos La Mode y el veterano Eduardo Bort (día 16); Alarma, que antes fueron Cucharada, y Alaska y Dinarama (día 17); Derribos Arias y Nacha Pop (día 18); Gabinete Caligari y Golpes Bajos, dos grupos en alza (día 19), y Radio Futura, junto a Hilario Camacho y los catalanes de la Orquesta Platería (día 20), cerrarán las actuaciones en este escenario.

En los jardines de Las Vistillas se han reunido básicamente las orquestas de baile con algunas actuaciones de interés musical evidente, como la de Luis Pastor y Frutos Tropicales (día 14), Coyotes y la Canal Street Jazz Band (día 18), V Congreso (día 19) y Objetivo Birmania, que repetirán actuación el día 18. Empezarán a las nueve de la noche.

En la Plaza Mayor se harán también distintos espectáculos, desde orquestas y danzas goyescas hasta un recital del Orfeón Vasco en Madrid, incluyéndose el día 17, a las 19.30 horas, un recital de cantautores con inclusión de Pablo Guerrero, José A. Labordeta, Emilio Cao, Javier Ruibal, Marina Rosell y Carlos Cano.

Salvo variaciones motivadas por el tiempo o cambios de última hora, éstas serán algunas de las actuaciones que a priori pueden resultar más interesantes. Aunque hay para todos los gustos y diferentes estilos entre los que elegir, difícil lo van a tener los amantes de la música, especialmente los que creen que ésta no se divide por géneros sino sólo entre buena y mala, porque hay muchas cosas interesantes entre las que optar.

Golpes bajos

                                                                                                                                                       




Bob Dylan  y Carlos Santana

Antonio Gómez/Santiago Alcanda. EL PAÍS. 10 JUNIO 1984
Verano caliente para las actuaciones musicales en España. Ya están lejanos los tiempos en que los primeros grupos internacionales incluían tímidamente a España en sus giras. Este año será quizá cuando mayor cantidad de artistas vengan a visitarnos.

El número de conciertos internacionales de verano ha aumentado en España en los dos últimos años, y sobre todo si se cumplen las previsiones, en el presente. España —sin olvidar Portugal— es el país europeo con menor número de conciertos masivos al año. Cualquiera de los grandes grupos o artistas que realizan su gira europea siempre tienen más de dos o tres actuaciones en un mismo país, mientras que en España hacen o sólo una para Madrid o Barcelona o dos para ambas ciudades. Así sucedía hace un par de años con las giras de Springsteen, Neil Young, Talking Heads o David Bowie, quien se sigue negando "a ir a África".

En este mes de junio, de los tres acontecimientos rockeros que se esperan --después de los recitales ya celebrados de Elton John y Johnny Thunders-- sólo se repite la presencia de Orchestral Manoeuvres in the Dark, que ya estuvieron en mayo de 1983. OMD, que acaban de editar su último elepé, Junk Culture, tocarán el 15 en León; el 16, en Burgos; el 17, en Zaragoza; 19 y 20, en Madrid; 21, en Benidorm; 22, en Valencia, y 23, en Barcelona.

The Psychodelic Furs, él grupo inglés que con su cuarto disco, Minar moves, empieza a entrar en los mercados europeos, principalmente por el maxi-single Heaven y Heartbeat, actuará los días 23,24 y 25 de junio en Rock Ola, y quizá en Burgos, con La Mode e Incidentes Genuinos como teloneros, el 27. El día 25 coincidirán con el concierto de Bob Dylan, que se presentará con Carlos Santana el 25 en Madrid y el 26 en Barcelona. Dylan vendrá con Míck Taylor (ex Stones) a la guitarra, Ian Mac-Laen a los teclados y Collin Allen y Gregg Sutton en la basé rítmica.

Se habla de la posibilidad de que los irlandeses U2 (Gloria y New year's day) y los franceses Virgin Pruns también vengan a la Península a finales de junio.

Las dos o tres primeras semanas de julio aparecen, por el momento, vacías de eventos rockeros, pese a que la mayoría de los potenciales espectadores --los estudiantes-- tienen concluidos los exámenes y disponen de mucho más tiempo libre para desplazarse con comodidad a las ciudades donde se concentran las actuaciones. Curiosamente, estos conciertos se celebran en las zonas de más densidad demográfica, como Madrid, Barcelona y el País Vasco, y no en las costas, donde se supone confluye el grueso de los veraneantes de todo el país.

Así, uno de los festivales de jazz más importantes de Europa --y, desde luego, el primero de España-- tiene lugar en San Sebastián, donde esta temporada se ofrecerán dos conciertos cuyo estilo supera el concepto del jazz: Weather Report, el grupo de Zawinul, que ya estuvo hace un año en España, con Víctor Baily al bajo y Omar Hakim a la batería, en lugar de Jaco Pastorius y Peter Erskirne, respectivamente, que actuarán el 22 de julio; al día siguiente, Miles Da-vis, que ya hechizó a más de 8.000 personas que llenaron el Palacio de los Deportes de Madrid durante el festival de jazz, en septiembre del pasado año, también pisará el escenario del velódromo de Anoeta.

En Barcelona, el 24 de julio, y en Madrid, el 26, actuará Yes, el grupo británico que ha renacido con la formación primitiva: Jon Anderson, Chris Squire, Alan White, Trevor Rabbin y Tony Kaye. Yes ha acertado comercialmente con el nuevo estilo del grupo en las canciones Owner of a lonely heart y Leave it, los dos sencillos de éxito que se incluyen en el álbum 90125.

Jimmy Cliff estará el 27 de julio en la sala Niza, sita en el barrio madrileño de Usera; no está confirmado su concierto en el polideportivo de San Sebastián, el 28. Jimmy Cliff, siempre fiel a su personal reggae, ha logrado cierto éxito en España con el sencillo Reggae night, de su último elepé, Power of glory. Se asegura que los británicos Blue Bells, que con un pop estilo Aztec Camera han logrado su éxito Kath, actuarán en Rock Ola en el primer mes del estío. Se anuncia, también sin confirmar, que el cuarteto que encabeza el joven Chris Thomson, Friends Again, tocará en Rock Ola temas de su esperado elepé, tras los éxitos obtenidos con su sencillo, sobre todo su State of art. Además, se dice sin certeza que a lo largo del verano, quizá en julio, The Boomtown Rats pueden actuar en España.

Van Halen efectuará una gira por Europa a lo largo del mes de julio. No se ha hablado nada, por el momento, de su actuación en España. Conciertos como éste pueden pasar inadvertidos, como ha sucedido con Matt Bianco o Mink Deville, y como puede pasar con The Pretenders, que el 16 de junio actuarán en Irlanda, en Bel-fast; el 20 y 21 estarán libres de contratación, y el 22, 23 y 24 tocarán en Holanda. Para quiénes pueda interesar, Bobby McFerrin, el saxofonista David Sanborn o el quinteto Step Ahead actúan en la mayoría de los festivales europeos. Sólo se conoce la fecha de uno de sus conciertos, el que tendrá lugar en la capital de Austria el 14 de julio.

El mes de agosto es cuando realmente se anima el calendario y se amplía el mapa de las actuaciones, hasta entonces limitado al triángulo Barcelona-Madrid-País Vasco. Stevie Wonder tocará el 14 de agosto en Marbella; el 20, en Madrid, y el 22, en Barcelona. Las fechas de Wonder parecen definitivas, después de varios cambios causados por la indecisión y tardanza del genio negro en terminar su nuevo elepé.

Spandau Ballet recorrerán casi todo el mapa español entre el 11 y el 21, en Toledo, Santander, Gerona, Salou, La Coruña, Málaga, Ibiza, Palma de Mallorca, Benidorm, Valencia y San Sebastián, como ciudades posibles.

Mike Oldfield volverá a tocar una vez más en Barcelona, el 25, y en Madrid el 27, para animar la expectación de su última grabación, que ha tenido como flojo sencillo el tema Crime of passion, una mala repetición de Moonlight shadow. El rumor más interesante para el mes de agosto es la venida de Elvis Costello and The Atractions.

Grupos como The Alarm, que ha tocado en Estados Unidos como telonero de The Pretenders, o The Fleshtones se barajan como posibles visitantes para el mes de junio. The Lords of The New Church, que tocarán en Francia el 7 de julio y el 12 de agosto, bien podrían pasarse por España en torno a las fechas mencionadas. Para finales de verano y hasta el inicio del otoño se rumorea la posible contratación de grupos como los INXS, los de Original Sin, Big Country, Spear of Destiny, y la más esperada de Bruce Springsteen. Y en octubre, SOS Band también.


Stevie Wonder


Quitando la visita que hace algo más de dos años efectuaron a España algunos de los más importantes nombres de la Fania All Stars (Willie Colon, Pete Conde Rodríguez, Celia Cruz y Rubén Blades entre ellos), la salsa sigue siendo bastante desconocida en nuestro país a pesar del esfuerzo de algunos grupos españoles por interpretarla (Orquesta Platería, Salseta del Poblé Sec, Sardineta o Caco Señante, por citar sólo unos cuantos). Ahora vamos a tener ocasión de resarcirnos, al menos en las ciudades por donde pase la gira organizada por el Ministerio de Cultura.

La salsa tiene su origen en los músicos latinos que llegaron en los años cuarenta y llenaron las orquestas norteamericanas de baile o los conjuntos de jazz con tumbadoras, timbales y bongos. La mayoría de ellos se trasladaron desde Cuba e importaron al vecino del Norte los ritmos de la isla basados en el clásico son cubano. Eran Pérez Prado, Xavier Cugat, Benny Moré o Machito. Luego se instalaron generaciones más jóvenes en Nueva York, y allí nació el sello Fanía o Valla Records.

Tres programas recorrerán España con música salsera: el panameño Rubén Blades, que finalmente no actuó en San Isidro en Madrid ni en otros sitios el mes pasado, tal y como se había anunciado con su conjunto Seis del Solar, formará equipo con la orquesta cubana Van-Van; la orquesta de Tito Puente, un veterano mítico, con la cubana residente en Estados Unidos Celia Cruz, una de las voces básicas del género, y el panameño Azuquita, que tocará con el grupo residente en España Un Poquito de Todo, componen el segundo programa, y el gran músico brasileño Milton Nascimento, que si bien no es específicamente salsero sí se trata de un gran músico, será el tercero.

Pasarán por Sevilla (29 y 30 de junio y 1 de julio), Cádiz (30 de junio, 1 y 3 de julio), Santa Cruz de Tenerife (3,4 y 5 de julio), Madrid (6,7 y 8 de julio) y Alcalá de Henares, donde actuará solamente Milton Nascimento (6 de julio). Si quedan fechas libres y se concretan los contactos, también podrían actuar en alguna otra ciudad castellana, que sería Salamanca, Burgos o Segovia.

La música suramericana está pasando por un bache en España estos ultimos años, y en cualquier caso sus giras se anuncian con más premura y menos tiempo de margen. Por eso todavía no hay fechas marcadas, aunque se anuncia la visita de Pablo Milanés y otros cubanos. En cualquier caso, los amantes de este tipo de canción tendrán ocasión de escuchar en el Parque de Atracciones de Madrid a Quilapayún --que siguen poniendo fuerza, hermosura y solidaridad en sus recitales-- los días 21 y 22 de julio. También Los Calchaquis, el excelente grupo dirigido por Héctor Miranda, que desde París han difundido con calidad y sensibilidad la música del altiplano andino, actuarán en el mismo local a finales de verano, el 6 y 7 de septiembre.


Rubén Blades y Seis del Solar


Todos los géneros musicales tienen su público fiel y en muchos casos exclusivista. La música celta, ese aroma marítimo, viajero y refrescante que se desarrolla en Irlanda, Escocia, Gales, la Bretaña francesa y Galicia, cuenta con una amplia gama de adeptos que saben que la música no se divide en anticuada y de moda, sino en buena o mala. Ellos y cuantos estén dispuestos a degustar buenos sonidos musicales están de enhorabuena, porque el festival de Ortigueira, que el año pasado se anunció que se celebraba por última vez, convoca de nuevo a su veterana cita anual los días 21 y 22 de julio.

En ese bello y acogedor rincón gallego volverán a escucharse las gaitas y bombardas por las calles, se bailará al son del pandero y se podrá disfrutar del placer de beber un vaso de buen vino mientras se hacen nuevos amigos.

Los veteranos irlandeses Chieftains y los escoceses de la Butterfield Band serán los números fuertes. Además de ellos, actuarán los bretones Pnennou-Skoulm y el conjunto de gaiteros Bishop Briggs. Por parte gallega estarán Milladoiro --que no han faltado a ninguno de los festivales organizados en Ortigueira en todos estos años--, el grupo de baile Fiadeiro, Na Lúa y, claro está, la Escola da Gaitas del lugar.

La misma Escola da Gaitas estará en el festival que se celebrará unos días después, del 24 al 29 de julio, en Vigo. Compartirán cartel con los gaiteros escoceses de la Kebren Breft Str. Mark, los danzarines escoceses del Cowhie Iris Dance, los galeses Cromlech, los bretones Sonerien Du y, representando a Asturias, el grupo Beleño.

En el Mediterráneo, en Vilanova i la Geltrú concretamente, habrá música folk los días 27, 28 y 29 de julio. Kornog --de Escocia--, Jaky y Patrik Molard --de Bretaña--, Joe y Antoinette McKenna –irlandeses--, la corsa Elena Ledda y los alemanes del Blok Leyer Musick completan el programa. También se anuncia en este mismo festival la presencia de Alan Stivel, cuya calidad tuvimos ocasión de volver a comprobar recientemente en San Isidro, aunque aún está por confirmar.

Chiefteins con Van Morrison



Parece que ha pasado un siglo, y sin embargo hace sólo 11 años que Gay, un joven que ha terminado por convertirse en el más importante de los organizadores de conciertos internacionales en España, convocaba a los aficionados en el Alcalá Palace para escuchar a King Crimson, entonces y ahora uno de los grandes del rock mundial. Los españoles nos asombrábamos ante las inmensas columnas del equipo de sonido, que parecían murallas para las subdesarrolladas condiciones en que se movían nuestros rockeros.

Y acudíamos con cara de papanatas a preguntar en las ruedas de prensa a Leonard Cohén sobre Víctor Jara, entonces recién asesinado por la Junta de Pinochet, y nos interesábamos ante un Carlos Santana impolutamente vestido de blanco por su apasionado amor, el gurú de turno. Descubríamos a los Chalchaleros en el Colegio Mayor San Juan Evangelista --que tanto y tan bueno ha hecho por la música en este país--, y a Mercedes Sosa o Les Luthiers en el escenario del Marquina.

Autorizaban a Quilapayún en Barcelona y lo prohibían al día siguiente en Madrid. Y es que los censores no eran tontos del todo: veían una colilla y enseguida se daban cuenta de que allí había fumado alguien. John McLauglin nos sorprendía con su guitarra en el Monumental y la policía detenía a los acompañantes de Daniel Viglietti, y al propio cantante, cuando salían del teatro.

Ahora las cosas han cambiado, naturalmente. Paulatinamente. Primero con timidez y luego con más decisión, las grandes figuras del rock y la canción comenzaron a incluir a España en sus giras internacionales. Nos fuimos haciendo grandes, y, aun faltando auditorios y locales adecuados, aun teniendo que sufrir polémicas con los dueños de los campos de fútbol --que siguen pensando que las grandes masas que acuden a un concierto de rock o a un acto solidario son salvajes que se comen el césped como si de ensaladas de lechuga se tratase--, las cosas se han ido normalizando.

Primero fueron particulares arriesgados que se jugaban el dinero a una carta y en ocasiones le sacaban buena plusvalía. Luego, con la democracia recién estrenada y aún titubeante en su política cultural, el Ministerio de Cultura y los ayuntamientos se han convertido, quizá, en los principales contratantes de unos conciertos cada vez más abundantes, masivos y rentables. Los precios están por las nubes, alrededor de las 2.500 pesetas, para los que han visto a Elton John este fin de semana o pretenden presenciar la actuación de Dylan y Santana dentro de unos días.

El rock impera, como era de suponer, después de la baja de la canción suramericana, más comprometida. Los grandes cantantes siguen exigiendo que se les habilite un camerino con bufé, aromas orientales y velas íntimas. Pero, pese a estas excentricidades, las cosas se van normalizando y se acepta todo a cambio de buena música. Aunque a veces nos sigan dando gato por liebre, y nosotros, incautos y pueblerinos al cabo, continuemos quedándonos boquiabiertos ante las superestrellas que nos llegan de allende los mares.


Los Chalchaleros con Mercedes Sosa

                                                                                                                                                       





Orquesta Mondragón

Antonio Gómez/Fernando Martín. EL PAÍS, 17 JUNIO 1984

Los grupos y los cantantes españoles recorren la geografía tras el paréntesis invernal, en el que preparan sus actuaciones en los locales de ensayo o graban sus novedades en los estudios, intentando dar al público lo mejor de su arte. Las giras son la principal fuente de ingresos de quienes se dedican a la música, porque estos ingresos les van a permitir resistir los inviernos, donde las ocasiones de actuar son siempre menores y más esporádicas.

Intentar hacer una guía exhaustiva de todas las actuaciones que se producen los meses de junio, julio, agosto y septiembre es un trabajo casi imposible. Muchos factores influyen en ello. Desde los managers con que trabajan los cantantes, más o menos comunicativos, más o menos poderosos e influyentes, con mayor o menor profesionalidad --no siempre coincidente con la que demuestran los grupos que representan--, hasta las dificultades para localizar a cantantes que figuran al margen de los grandes promotores, y oficinas de contratación, pasando por la infinidad de actuaciones que se van acordando a lo largo del verano, de las que todavía no se tiene constancia, y que salen después a la palestra casi sobre la marcha.

Por eso la guía que ofrecemos en estas páginas no es completa ni podía serlo. Significa tan sólo un intento aproximativo de indicar por dónde van los tiros de las actuaciones veraniegas más relevantes en los principales puntos de España. Faltan, claro está, nombres significativos y actuaciones que, sin duda, se producirán y que, por diversos motivos, no están anunciadas todavía. No están todos los que son, la cosa es clara, pero sí que hay un número significativo de los cantantes y grupos, de todos los estilos y géneros, desde el rock más moderno al folk o los cantautores, desde los nombres consagrados hasta otros teóricamente menos conocidos, que, sin embargo, en muchos casos, dan la sorpresa de contar con un número insospechado de actuaciones. Son cantantes y grupos que pretenden ofrecer música de calidad, expresar su mundo a través del trabajo que hacen, lo que consiguen con mayor o menor fortuna, aunque sí con un notable nivel artístico, que muestra que España está en un buen momento de creación en el terreno de la música, especialmente la música popular.

Dos primeras figuras

Serrat y Aute son, sin duda, las figuras del verano. Treinta y nueve actuaciones ya contratadas va a ofrecer el primero de ellos y otras tantas el segundo, cuando todavía les falta por concretar un número importante de recitales, que aumentarán, lógicamente, la cifra citada más arriba.

Las razones de estas macrogiras son evidentes. El éxito y la calidad de sus trabajos, la veteranía y su arraigo popular serían los más claros, aunque tampoco hay que olvidar la eficacia de sus oficinas de contratación y la dedicación de sus managers, que saben aprovechar la demanda para ofrecer un producto que gusta y que, en cierta manera, va estableciendo ya los caminos para el año siguiente.

Condiciones, especialmente las empresariales, con las que no cuentan, lógicamente, otros grupos de rock y otros cantautores que se mueven más al día, con menor antelación en sus programaciones. Eso explica el desequilibrio entre unos y otros. La ausencia este año en los escenarios de Miguel Ríos, el otro gran actuante de los veranos pasados, y la negativa de la oficina de Víctor Manuel y Ana Belén, que ahora se encuentran de gira por Cuba, Brasil, Chile y Argentina, a comunicarnos las fechas de las actuaciones de la pareja en España nos ha dejado sin poseer ese dato, importante en quienes son también figuras con giras largas y pobladas de fechas y lugares por toda nuestra geografía nacional.

Varias cosas destacan al mirar el cuadro presente. La primera de ellas es el equilibrio que se da entre las actuaciones de grupos de rock y cantautores ó grupos de folk. En esa lucha entre la modernidad y la veteranía, entre la adolescencia y la carrocería, las cosas no son tan graves como algunos apocalípticos y profetas de una u otra cosa nos las presentan. Hay público para todo tipo de canción, y eso es un dato significativo y esperanzador. Cada uno acude a ver la música que le gusta, y este verano va a tener ocasión de elegir lo que se encuentre más cerca de sus apetencias, sus gustos, sus estados de ánimo, sus posibilidades económicas o, incluso, del lugar que haya elegido para veranear.

Si se lee entre líneas, en la lista que ofrecemos se pueden rastrear las influencias geográficas de las oficinas de contratación y observar cómo unas dominan ciertas zonas y otras las contrarias, cómo tales grupos o cantantes, representados por el mismo manager, actúan de manera sistemática en las mismas áreas.

Una última característica que destaca, y que, desde luego, no es la menos importante, es la triste constatación de que el centralismo sigue perviviendo como un síntoma más de la ficticia integración de las culturas de las diferentes nacionalidades y regiones del conjunto de España. Los cantantes catalanes, gallegos, canarios, aragoneses, andaluces --por no hablar de los vascos, cuyas dificultades, no sólo de integración, sino de conocimiento de lo que hacen, son más agudas--, actúan fundamentalmente en su propio ámbito geográfico, con esporádicas y escasas salidas fuera de él, lo que sólo varía en los casos de cantantes más conocidos y de prestigio. En contrapartida, las grandes giras que se organizan desde Madrid llegan a todos esos sitios y con una presencia en muchos casos abrumadora. Si la canción ha sido, y es todavía, uno de los medios fundamentales de comunicarse los pueblos entre sí, éste es, sin duda, un dato preocupante para todos.

Oskorri


Desde hace unos años se está dando un dato importante en la escena española de la música popular: el papel asumido por los ayuntamientos, gobiernos autónomos, diputaciones o cabildos insulares en la organización de recitales, coincidentes, en la mayoría de los casos, con las fiestas patronales. Éste es un hecho importante y encomiable, que se debe agradecer en la justa medida, por cuanto amplía las posibilidades de actuación de numerosos grupos y cantantes y permite programaciones más variadas, en las que participan artistas de más difícil salida en otros circuitos, y porque pone al alcance del público actuaciones a precios más asequibles, cuando no gratuitas.

Pero eso no es suficiente. Estamos en la difícil y engorrosa política cultural de organizar las cosas en orden de caída, basándose todavía, en muchos casos, en criterios gratuitos o particulares de tal o cual consejero o concejal de Cultura. Los espectáculos se organizan mal en demasiados casos, con escenarios deficientes colocados en lugares improcedentes. Se utilizan, excepto en los casos de los artistas consagrados, que pueden elegir por contrato las condiciones, equipos de sonido muchas veces insuficientes, que se consiguen con el cicatero criterio de ahorrar unos tristes duros.

Esto, junto a incomprensibles retrasos en las horas de comienzo de las actuaciones y tantos otros problemas.

Se continúa practicando un tercermundismo que perjudica a músicos y a público, y que demuestra tanto una falta de respeto a unos y otros como una incomprensión de que la buena música, de un estilo u otro, bien sea para escuchar o para bailar y gozar, sólo se puede ofrecer en las mejores condiciones. Cuando el concejal de Cultura de Madrid explicaba recientemente que su política cultural es no tenerla, está incurriendo en un contrasentido sin salida. Política cultural no es ordenar y reglamentar el arte en general y la canción en particular; es crear la infraestructura que permita actuar en condiciones óptimas. Y eso se olvida con una frecuencia que raya, a veces, la ineptitud. O acabamos con el tercermundismo, o éste, el tercermundismo, terminará por acabar con la música en vivo.


 
Luis Eduardo Aute



El cartel que las grandes figuras de la música popular internacional tienen en España no se corresponde a la inversa. La presencia de nuestros grupos y cantantes fuera del territorio español es más testimonial que eficaz y programada. Son más los cantantes veteranos que actúan fuera que los nuevos; los cantautores y grupos de folk, que los rockeros. Y tiene su explicación. Se mueven los primeros en circuitos no directamente comerciales, que cuentan con una tradición consolidada y un prestigio que han adquirido con los años. Los segundos, más recientes, tienen que competir con figuras internacionales de primera línea que hacen el mismo tipo de música y que están promocionadas por las multinacionales desde el lugar de origen, el Reino Unido o Estados Unidos.

A pesar de ello, se pueden contabilizar algunas actuaciones, como las de Paco de Lucía en Canadá del 25 al 28 de junio; en Turquía, del 6 al 7 de julio; en Israel, del 24 al 29 de julio, y en Suiza, en el prestigioso festival de Montreux, el 14 de julio. Barón Rojo irán a Suramérica en septiembre y octubre, después de su gira española, que razones de tiempo nos han impedido meter en el cuadro adjunto, y luego seguirán por varios países europeos.

En el festival del periódico Avante, órgano del PC portugués, actuarán, el 9 de septiembre, Aute, Suburbano y Luis Pastor, quien realizará en ese mismo mes actuaciones en Nicaragua con otros artistas tan dispares como Ramoncín, Joaquín Sabina o Labordeta, aunque alguna de estas presencias esté por confirmar. Rosa León se encuentra de gira por Argentina, y Víctor Manuel y Ana Belén están actuando por Cuba, Brasil, Chile y Argentina.

El grupo valenciano Al Tall lo hará el 14 de septiembre en Vitrolles (Francia). Labanda se traslada el 22 de junio a Kiel (Alemania), para actuar en el prestigioso Festival de la Unión Europea de Radiodifusión. Amancio Prada cantará en Tokio y otras ciudades japonesas en noviembre. María del Mar Bonet cantará en Martiguez (Francia) el 20 de julio. Lluis Llach estará en Nyon (Suiza) el 21 de julio. Serrat, que el 20 de julio dará un salto a Andorra, irá de nuevo a Argentina en la primera quincena de octubre.


Paco de Lucia con Jorge Pardo

                                                                                                            





Joaquín Sabina

Antonio Gómez. EL PAÍS, 23 JUNIO 1984

Llega el verano, y con el buen tiempo los grupos y cantantes salen de sus refugios invernales para recorrer la carretera en busca de su público. Cantautores y heavies, rockers y modernos, folkies y poperos, pegados a sus guitarras en noches de interminable circular de una actuación a otra, se disponen a refrescar el bochorno estival de residentes y veraneantes.

Hoy, igual que antes, siguen siendo las plazas de los pueblos el centro de la reunión. Es en ellas donde se celebra la fiesta y el baile; es sobre ellas, sobre su cálida extensión de arena o cemento, donde se levanta el tinglado de la farsa, el tablado sobre el que se acumulan los miles de watios necesarios para hacerse oír, los altavoces, micrófonos, amplificadores e instrumentos que han de servir para celebrar el rito siempre insuficiente de la diversión.

Este año se presenta como un verano abundante en recitales y actuaciones de todo tipo y para todo tipo de públicos. Apoderados, empresarios y cantantes han estado preparándose durante los meses invernales para ofrecer su mercancía en las mejores condiciones posibles. Los nombres más conocidos, los que arrastran la fama y el éxito de sus últimas producciones discográficas y los que aún recuerdan el triunfo de las giras del año pasado son quienes acumulan mayor número de recitales en su agenda aún inacabada, que irá completándose conforme avance la temporada. Luis Eduardo Aute, Objetivo Birmania, Amancio Prada, la Orquesta Mondragón, Joaquín Sabina o Alaska y Dinarama, entre otros cuantos elegidos, no van a parar en estos meses. Un día estarán actuando en Galicia y al otro en Andalucía, hoy en Levante y mañana en Extremadura, cargados con esa extraña mezcla de sueño, cansancio y pasión que conlleva siempre el contacto diario con el público.

Pero no son ellos los únicos que ofrecen recitales con continuidad y regularidad. Quizá es que han terminado los tiempos en que los gustos del público eran unidireccionales y se volcaban hacia un solo artista favorito, tal vez sea que la crisis y los conflictos mueven a buscar la diversión allá donde se encuentra, sin exclusivismos, con el único afán de sentirse representados durante unas horas por quien está encima del escenario; en cualquier caso, la nómina de grupos musicales y cantantes es más extensa que nunca, y la oferta musical, más rica y variada.

Junto a los nombres consagrados surgen otros que pueden ser una sorpresa para quienes acostumbran a seguir la carrera desde la cómoda barrera de los medios de comunicación. Por encima de modas y etiquetas, el público se niega a dejarse encasillar y se abre a experiencias nuevas que muchas veces son tan viejas como el tiempo, aunque las desconozcamos. Grupos que hasta hace poco permanecían encerrados en los márgenes de una geografía o un área lingüística determinada rompen las fronteras de su aislamiento para darse a conocer en toda España. Casos como los de los vascos de Oskorri o los aragoneses José Antonio Labordeta y Puturrú de Fuá pueden resultar significativos, en la extensión geográfica de su trabajo o en el mantenimiento de una línea de actuaciones regular y continuada.

Recitales de todo tipo, en toda la geografía española, de todos los estilos y a todos los precios imaginables. Desde la gratuidad de los festivales que organizan ayuntamientos y comunidades hasta las 1.100 pesetas que ha venido costando el superespectáculo de Miguel Ríos en las plazas de toros --lo que bien podría ser una de las causas de las dificultades con que ha tropezado--, se extiende una gama de precios que puede tener la media en las 400 pesetas y se debate entre las 200 por las que se han podido escuchar los recitales españoles de la final del concurso de rock Villa de Madrid y las 700 pesetas que, como media, está costando asistir a una actuación de Luis Eduardo Aute.

Una vez más, y siguiendo la tónica inaugurada años atrás, Ayuntamientos, Ministerio de Cultura, Comunidades Autónomas y Administración en general se han convertido en los principales organizadores de recitales. El encarecimiento de los equipos de sonido, cada vez más potentes y sofisticados; los costes de las giras, en constante aumento; el riesgo que implica la organización de cualquier espectáculo y la falta de locales adecuados son las principales causas de esta acentuación de la oferta pública del espectáculo. Dato que no estaría nada mal si no fuera porque así se está intentando paliar el defecto principal de una organización cultural, la musical, aún incipiente y en cualquier caso desbordada por las circunstancias: la falta de infraestructuras.

En muchos casos, las condiciones de organización de los recitales son inseguras e inadecuadas; los escenarios, mínimos y mal montados; los equipos de sonido, insuficientes, y las condiciones de escucha y de acomodación, incómodas. Se sigue actuando en circunstancias precarias, intentando paliar con voluntarismo o derroche la falta de locales; se continúa improvisando recitales en campos de fútbol, cosos taurinos, plazas de pueblo y otros sitios igualmente inapropiados, no previstos para menesteres musicales, todo lo cual va en detrimento de la calidad intrínseca de los espectáculos que se ofrecen.

La obligación de llegar a públicos cada vez más numerosos, única manera de equilibrar la balanza de gastos e ingresos, está creando una cierta deformación en la música popular española. Por un lado, forzando una innecesaria carrera por ofrecer el espectáculo más vistoso y deslumbrante, con su consiguiente encarecimiento; por otro, obligando a una distorsión en la manera de escuchar y disfrutar la música --en su creación, por tanto--, que si en muchas ocasiones necesita del barullo de la fiesta, exige en otras el recogimiento y la audición atenta, imposibles de encontrar en estas circunstancias.

De todas formas, la fiesta veraniega ha empezado. A la espera de que sea realidad un amplio circuito de locales que permita que la música, en todos sus estilos y modalidades, sea un hecho cotidiano y real durante todo el año, los músicos y cantantes se han lanzado a la carretera a bordo de desvencijadas furgonetas o autocares con aire acondicionado. Cualquier día pueden estar actuando justo al lado de donde vivimos o de donde veraneamos, en el pueblo vecino o en la plaza de tres manzanas más abajo.



Miguel Ríos




jueves, 25 de septiembre de 2014

EN EL 40 ANIVERSARIO DE LA ORQUESTA PLATERIA. Un artículo de 1981


En el 40 cumpleaños de la Orquesta Platería.
Un artículo de 1981





Leo que la Orquesta Plateria cumple los 40 años y que para celebrarlo y despedirse del público, obligados por la falta de actuaciones en los últimos tiempos, han decidido pasearse por última vez por los escenarios, empezando por la Plaça de Catalunya de Barcelona, escenario de algunos de sus más sonados éxitos. Con el deseo de que la gira tenga continuidad y lo del retiro sea solo un amago, reproduzco este artículo que publiqué en EL ECO DE CANARIAS en 1981 en el que hablaba de su singularidad musical. Enlazo al final parte del concierto con el que celebraron sus 20 años de actividad.





ECO DE CANARIAS. 17 mayo 1981

Acaba de editarse el tercer álbum de la Orquesta Platería, un fenómeno que, probablemente, no hubiera podido darse fuera de Cataluña, pero que cuenta ya con admiradores y seguidores en cualquier latitud. Definir la música que hace la Platería no resulta fácil, porque su trabajo no se deja constreñir por clichés. A lo que más se asemeja es a la salsa, claro, pero tampoco es eso. Simplemente se trata de música para bailar, divertirse y pasar un buen rato; propósito más que suficiente si se lleva a cabo con la gracia, la calidad y la seriedad (aunque resulte paradójico hablar de «seriedad» en este caso) con que lo hace esta gente.

Cha-cha-chas, boleros, rumbas, pasodobles, charlestones y hasta particularísimas versiones de temas de Django Remhardt y Bill Evans, sin que falte el rock and roll, el twist o el vals, constituyen el insólito repertorio de la Orquesta Platería, una numerosa agrupación musical (17 miembros participan en la grabación del último disco) que tiene su origen en los epígonos de la canco catalana y el rock barcelonés. Con esta heterogénea mezcla consiguen uno de los productos musicales más atractivos, y, sobre todo, más divertidos, de la actual música española.

Pero a estas alturas de la explicación cabría preguntarse qué es lo que separa a la Orquesta Platería de conjuntos como el de Rudy Ventura, por ejemplo. Superficialmente muy poco, pero en cuanto te metes de llano en la audición de sus discos comienzan las diferencias. La Orquesta Platería ofrece una lectura del material que interpreta efectuada desde su particular sensibilidad de gente que ha pasado por todos los caminos del rock y del folk. Es algo así como el famoso distanciamiento brechtiano, que en este terreno de la música ya había sido puesto en práctica por el propio Brecht en sus canciones en colaboración con Kurt Weil y Hans Eiler. Y no es que la Platería intente «dignificar» lo que toca, ni lo intenta ni es necesario. Es algo más sutil, más profundo, es simplemente la búsqueda de los muchos elementos lúdicos, divertidos y valiosos que pueden encontrarse en formas musicales que la última generación de músicos populares, trátese de rockeros o cantautores, habían despreciado sin demasiada inteligencia.

Pero ¿qué es lo que ha conducido a músicos como los que integran la Orquesta Platería (y otros grupos y artistas similares, como, por ejemplo, «Sardineta», «Salseta del Poblé Sec» o Gato Pérez, quizás el más señero de todo el movimiento) a hacer este tipo de música? Probablemente el deseo de divertirse en primer lugar. De divertirse ellos, los músicos, para hacernos divertir a nosotros, los espectadores, pero también el agotamiento de unas fórmulas musicales (el rock, el folk, el progresismo) que habían sido manoseados hasta el abuso, y el descubrimiento de esos valores que decíamos antes, visibles en el cha-cha-cha, el bolero o la salsa. Lo que comenzó siendo un juego y un divertimento se ha convertido en sólo tres discos en una forma de entender la música popular tan válida como cualquier otra. Bienvenida sea la Orquesta Platería.