martes, 28 de junio de 2016

LEON FELIPE. La ultima prohibición cultural del franquismo. 1977,

La última prohibición cultural del franquismo

Marzo de 1977. Suspensión de un homenaje a León Felipe








Pasados un año, tres meses y 24 días de la muerte por autoextinción del Caudillo, a tan sólo tres semanas de la legalización del PCE y faltando apenas tres meses para las primeras elecciones democráticas sin dictadura, no parece que fuera el momento más indicado para prohibir un homenaje a León Felipe, el gran poeta que había fallecido en el exilio mexicano nueve años antes. Parece imposible, pero sucedió. El 14 de marzo de 1977 hubo que suspender, por orden gubernativa, el homenaje a León Felipe que debía haberse celebrado en el Teatro Monumental de Madrid.


León Felipe. "Como tú"


Durante mi trabajo de documentación para escribir la “biografía” del Club de Amigos de la UNESCO de Madrid encontré en su archivo documentos que a veces tienen singular importancia histórica, aunque sea desde esa orilla de la Historia que es la participación popular en ella, porque sirven para fotografiar un momento determinado otorgándole significado. Aunque di sobrada cuenta de esa documentación en el texto final de aquel libro[1], pienso que la posibilidad de colgar aquí los documentos originales, íntegros y en facsímil, es una tentación demasiado grande como para resistirla.

En concreto, creo que el original del que se iba a distribuir en aquel homenaje, y que no se pudo distribuir, pero que circuló profusamente entre organizadores y allegados, así como el intercambio de correspondencia sobre la prohibición, vienen a ilustrar a la perfección el final de aquella dictadura y el que fue, seguramente, el último ramalazo censor de un franquismo que habiendo muerto el titular se resistía desesperadamente a desaparecer recurriendo a los suplentes, que aún no parecían darse cuenta de que estaban condenados a la extinción. O a camuflarse entre las filas de la nueva democracia para sobrevivir, que de todo hubo.

Las versiones de aquella transición que sólo describen a las multitudes enfervorizadas desfilando por la avenidas a los sones de “Libertad sin ira” olvidan a menudo la realidad de lo sucedido, al menos en el año y medio transcurrido entre la muerte de Franco y las primeras elecciones, e incluso más allá. La verdad es que 1976 y 1977 fueron años complicados y de duros enfrentamientos y represiones. Hay que tener en cuenta que apenas un año antes del frustrado  homenajea León Felipe, un 9 de mayo de 1976, la policía había asesinado a tiros en Vitoria a cinco obreros tras desalojarlos de una asamblea en una iglesia. O que todavía no habían pasado dos meses desde que el 24 de enero unos pistoleros de extrema derecha asesinaran a cinco abogados laboralistas en su despacho de la calle Atocha de Madrid. Podría citar otros muchos casos, pero estos dos me parecen especialmente evocadores de la tensión de aquellos años de agonía de la dictadura, no ya sólo del dictador. Tiempos también de esperanza en nuevos tiempos y de las luchas para conseguirlo, a las que el Régimen, o lo que quedaba de él, respondieron que la más dura de las represiones.


Aguaviva: “Me sé todos los cuentos”


En aquel contexto, el Club Amigos de la Unesco de Madrid, que desde su fundación 16 años antes constituía el principal centro popular, y legal, de resistencia político-cultural al franquismo, se planteó aquel homenaje a León Felipe no sólo como un acto cultural interno, entre los que eran frecuentes los recordatorios de la intelectualidad de la exilio y la edición a multicopista de su obra, sino como una celebración pública en un gran local para cuya organización se puso gran esfuerzo y en la que se acudió a la consabida complicidad solidaria del mundo de la cultura, que respondió en masa.

Aunque quizás no tanto como Antonio Machado, Lorca o Hernández, la figura de León Felipe gozaba de un enorme prestigio y admiración en España, especialmente entre quienes recordaban que La República había constituido una segunda Edad de Oro literaria y artística. Su poesía tronante, prometeica o tierna, y su inquebrantable enfrentamiento a la dictadura que le había echado de su Patria le hacía merecedor de todo ello. Homenajear de aquella manera y en aquellas fechas a un representante tan preclaro del periodo de la historia de España en que más cerca se había estado de la democracia, no sólo era una actividad cultural más, sino también un manifiesto político, con el que se quería proclamar que el fin de la dictadura estaba cerca, y que un homenaje de esas características aceleraba el proceso. Tal vez el régimen, o la parte más ultra de él, se dio cuenta y por eso lo prohibió.

El CAUM consiguió, antes de todo y mediante cartas particulares que comenzaron a enviar en febrero, que detrás del homenaje, convocándolo y apoyándolo, estuviera todo el 5º de Caballería de la intelectualidad progresista del momento, la nómina completa de los abajofirmantes habituales, que durante años se habían opuesto al franquismo con la fuerza de su firma y el prestigio de sus actividades intelectuales.

Aunque la lista de adheridos al homenaje figura completa en la reproducción del folleto que va más abajo, permítaseme una breve recopilación de nombres para abrir apetito: Vicente Aleixandre, José Hierro, los hermanos Goytisolo, Buero Vallejo, Celaya, Vázquez Montalbán, Nuria Espert, Genovés, Rabal, Fernán Gómez, Luis de Pablo, Bardem, Otero, Ángela Figueras… Y paro porque eran más de 120.


Adolfo Celdrán. “Contadme un sueño”


El 8 de marzo, el CAUM presentó la notificación oportuna de la celebración del homenaje al Gobernador Civil, indicando, como era preceptivo, lugar, fecha y hora, y dando cuenta de los nombres, las direcciones y los carnets de identidad de todos los participantes. No hubo respuesta oficial inmediata y los preparativos siguieron adelante.

El programa anunciado indica que de haber tenido lugar el homenaje, primero hubiera dicho unas palabras Rafael Taibo, presidente de Club, luego se hubiera proyectado un documental sobre la obra del poeta y Francisco Giner de los Ríos, aambién poeta y sobrino-nieto del fundador de la Institución Libre de Enseñanza del mismo nombre, tenía previsto realizar una semblanza de León Felipe, al que había tratado íntimamente en su mutuo exilio mexicano. En esa primera parte también leerían poemas del homenajeado el actor Adolfo Marsillach y nada menos que María Casares, hija del que hubiera sido Jefe de Gobierno de la República, Manuel Casares Quiroga, actriz fundamental de la escena francesa, sobre la que consiguió todos los honores, y recién regresada por primera vez a España desde su exilio en 1939 para protagonizar una obra teatral de Rafael Alberti. La conciliación de la disidencia interior con la España del exilio, simbólico objetivo del homenaje sobre el final de una etapa política y el nacimiento de otra, estaba ya en la selección de los propios participantes. Como se puede ver, el Club no disparaba sin bala ni descuidaba el significado de su trabajo.

Tras un descanso, estaba previsto un recital de canciones sobre poemas de León Felipe a cargo de un grupo y dos cantautores españoles en su momento de mayor aceptación pública, Aguaviva, Adolfo Celdrán y Luis Pastor, una intérprete que, aunque considerada venezolana era hija de españoles emigrados, Soledad Bravo, y Francisco Curto[2], un español de Zamora que, no obstante, se había hecho artista en Francia. Programa completo. Todo preparado. ¡Atención! ¡Silencio! ¡Sonido! ¡Focos!... Prohibición.


Luis Pastor, “Canción marinera”


Dos días antes de la fecha prevista para el homenaje, el 12 de marzo, la comisaría de Mediodía, bajo cuyo control quedaba el CAUM, sito en el número 7 de la Plaza de Tirso de Molina[3], trasladó al Club un telefonema de la Jefatura Superior de Policía en el que se les comunicaba que “El Excmo. Sr. Gobernador Civil de la provincia ha acordado no autorizar el acto solicitado por usted y que debía celebrarse en el teatro Monumental el día 14 del actual, ya que no especifica el carácter del mencionado acto, así como por posible alteración del orden público”. Amen.

Pero buenos eran los miembros del Caum, que por entonces debían rondar los cinco mil, como para resignarse a un amen por respuesta. No por nada el Club había sido cerrado tres veces por orden gubernativa, la última hacía unos meses, y su actividad se había tenido que desarrollar bajo vigilancia permanente, con infiltrados policiales en su seno, entre censuras y prohibiciones. Acostumbrados como estaban a las respuestas rápidas, debieron a empezar a moverse en cuanto recibieron la notificación de la prohibición, porque tan sólo dos días después, a las 00,15 de la madrugada del mismo 14 de marzo en el que horas después estaba convocado el homenaje, una cuarentena de intelectuales, los que se pudo contactar en apenas 24 horas, enviaron un telegrama al Gobernador Civil pidiéndole que se reconsiderase la prohibición. La mayor parte de los firmantes ya se había adherido previamente al acto, pero algunos eran nuevos, como el poeta y académico Dámaso Alonso, Alberto Iniesta, Obispo auxiliar de Madrid, o el compositor Cristóbal Halfter.

Aunque el telegrama iba dirigido al gobernador civil de Madrid, Juan José Rosón de histórico nombre, contestó directamente el ministro del ramo del Interior, que a la sazón era Rodolfo Martín Villa, cuyas andanzas son sobradamente conocidas como para entretenernos aquí con ellas. Eso sí, tardó casi un mes en hacerlo. El 10 de abril (justo el día siguiente a la legalización del PCE) el viejo falangista y futuro demócrata dirigió una carta personal a Vicente Aleixandre, que había encabezado las firmas del telegrama, en la que le comunicaba que ya el Gobierno Civil había autorizado el homenaje a León Felipe, al que calificaba de “Insigne Poeta”, así, con mayúscula, para que se celebrara en alguna otra fecha posterior, dando todo el asunto por concluido.

Es cierto que a lo largo de aquel mes el Club había estado gestionando y presionando para que se revocara la prohibición y que habían llegado a una especie de acuerdo en ese sentido con el gobernador civil. Sin embargo surgieron también problemas económicos y de derechos de autor reclamados y el hecho final es que León Felipe se quedó sin su homenaje.


Soledad Bravo. “Nube blanca”


Ya hemos dicho que aquellos últimos años de la dictadura, antes y después de la muerte del dictador, fueron de una extraordinaria dureza en la represión. También en la censura cultural, especialmente para con los cantautores, que en aquellos años se convirtieron en un auténtico referente de la lucha contra el franquismo y por la democracia. Todavía el 20 de septiembre del año anterior, llevando ya el cadáver diez meses bajo la losa del Valle de los Caídos, la policía había irrumpido en mitad del concierto colectivo que se estaba dando en el Estadio del Levante, en Valencia y con el nombre de Trobada dels Pobles, para suspenderlo a golpe de porra. Pero cinco meses después las cosas habían cambiado ya mucho y, en cualquier caso, no era lo mismo un campo de fútbol lleno de banderas y consignas, a más de canciones, que un homenaje a un escritor muerto, por mucho que fuera un poeta del pasado que en ese momento era, ante todo, un símbolo del futuro y mucha intencionalidad política que se le quisiera dar al acto.

La historia de esta absurda prohibición no puede entenderse sin tener en cuenta la dualidad que presentaban aquellos gestores de los últimos residuos dictatoriales, entre los que convivían, enfrentados entre sí, viejos franquistas, que querían morir matando, y nuevos funcionarios, que empujaban el carro hacia delante quizás sólo para no tener que bajarse de él. El tiempo pondría a cada uno en su lugar. Quizás en el mes transcurrido desde la prohibición inicial hasta la autorización infructuosa del final se enfrentaron esas dos fuerzas antagónicas que convivían en el seno del poder post-Franco y del propio Gobierno, presidido desde aún no hacía 10 meses por Adolfo Suárez, cuyo nombre sonará a algunos. 

De todas formas, tal vez influyera también en aquella prohibición la profunda inquina que aquel régimen residual sentía hacia el CAUM, al que consideraban un nido de rojos  y contra el que llevaban luchando desde su fundación, con la que les  habían colado un gol, sin conseguir doblegarles. De hecho lo habían tenido cerrado, aunque no inactivo, que eso no pudieron[4], durante los meses más críticos del deterioro y la muerte de Franco, de enero de 1975 hasta octubre de 1976. Si se cuentan bien habían sido 22 meses.

O quizá se tratara de la similar inquina que los viejos franquistas de toda la vida le seguían teniendo al propio León Felipe, como lo demuestra que un año antes también se hubiera prohibido un intento de homenaje similar, en el que no figuraba el nombre del CAUM, que permanecía clausurado, pero que contó prácticamente con los mismos convocantes. Parecería que no le perdonaban al poeta aquellos versos que cuando jóvenes debieron haber recibido como una injuria personal:

Franco... tuya es la hacienda…
la casa, el caballo y la pistola...
Mía es la voz antigua de la tierra.
Tú te quedas con todo
y me dejas desnudo y errante por el mundo...
mas yo te dejo mudo... ¡mudo!...
Y cómo vas a recoger el trigo
y a alimentar el fuego
si yo me llevo la canción?


Rapsoda anónimo: “Franco…”






[1]Tantas Vidas, tantas luchas. Club Amigos de la Unesco (1961/2011)”. CAUM, Madrid, 2012.

[2] Las canciones que se enlazan en estas notas corresponden a musicaciones de pomas de León Felipe grabadas por estos mismos cantautores, que sin duda las hubieran cantado aquella noche de haberse celebrado el homenaje.

[3] El CAUM se mantuvo en esa dirección hasta 2013, en el que se vieron obligarse a trasladarse a una nueva sede en  Calle Atocha 20, donde continúan sus actividades.

[4] Conviene aclarar, que a los tres meses de cerrarse el Club, buena parte de sus directivos y miembros crearon la Asociación Pro Derechos Humanos, con la que continuaron la pelea. Tras la reapertura del CAUM, la APDH siguió por su cuenta y hasta hoy, de tal manera que al final el Régimen se encontró no con un enemigo, sino con dos.














DOCUMENTOS




PETICIÓN DE AUTORIZACIÓN DEL HOMENAJE. 8 DE MARZO DE 1977






PROHIBICIÓN DEL ACTO, DOS DÍAS ANTES DE LA FECHA PREVISTA PARA EL HOMENAJE






TEXTO Y FIRMANTES DEL TELEGRAMA DE PROTESTA ENVIADO AL MINISTERIO DE GOBERNACIÓ LA MISMA MADRUGADA DEL 14 DE MARZO DE 1977, TRAS EL CONOCIMIENTO DE LA PROHIBICIÓN.








CARTA DEL CAUM AL GOBERNADOR CIVIL PIDIENDO QUE SE REVOQUE LA PROHIBICIÓN





CARTA DEL MINISTRO DE GOBERNACIÓN RODOLFO MARTÍN VILLA A VICENTE ALEIXANDRE, PRIMER FIRMANTE DEL TELEGRAMA DE PROTESTA





lunes, 13 de junio de 2016

ELSA Y WALDO. BAILARINES EXCÉNTRICOS

Elsa y Waldo, bailarines excéntricos. Un descubrimiento








El amigo Emilio Lacambra, modelo humano de aquellos viejos árboles batidos por el viento que cantó su paisano Labordeta, colgó hace un par de días en su perfil una actuación de baile humorístico que me dejó embobado. “ELSA ET WALDO DE L' OLYMPIA MUSIC HALL A LA PISTE AUX ETOILES”. 

Lo primero que me vino a la mente al contemplar la grabación, fue que la tal Elsa había sido la maestra directa de Lina Morgan. Su gesticulación, su mímica y su movimiento desestructurado de ahí podrían haber salidos. Por lo demás, no tenía ni puñetera idea de  quienes eran aquella pareja de bailarines, mimos, caricatos y cómicos asombrosos que, según el vídeo, habían triunfado en alguna fecha indeterminada de los años 40 o 50 en la pista de las estrellas del Olympia Music Hall parisino. Me picó la curiosidad, me puse a cotillear por Internet y encontré. Poco, pero interesante. Una historia que merece la pena contar.

Contra todo pronóstico, aquellos triunfadores en Francia no eran franceses, patria del music-hall, ni alemanes, donde había nacido el cabaret de entreguerras, ni yankees, que habían inventado el boogi-boogi. Muy por el contrario, se trataba de una genuina pareja española, que habían triunfado en el mundo pero que en su país permanecen todavía hoy perfectamente desconocidos, fuera de los circuitos de aficionados al circo, en cuyos blogs se les sigue recordando. Su historia y el enlace de sus actuaciones que he encontrado en la red son una forma de reconocer a una pareja de artistas escénicos de singular originalidad y valor. Personalmente, todo un descubrimiento.

Poco se sabe de Elsa, sólo que podría haber sido catalana, pero de Waldo hay algo más de información, siempre con la salvedad de estar salida de ese rumoreo de datos que es la red. Según eso, Waldo, que malamente podía haberse llamado así de nombre bautismal, se apellidaba Moll, apellido catalán, y había nacido en Las Palmas de Gran Canaria en 1916. Ambos habían estudiado danza clásica, al parecer, y en ese terreno habían comenzado su vida artística en Barcelona. Sin embargo, pronto descubrirían la vena por la que iba a fluir su creatividad artística. Ya en 1933 aparecen en los programas de varietés formando pareja con Elsa, con la que se  había casado ya, anunciándose con el nombre, moderno a más no poder, de “Elloise & Waldo Moll: ¡Los colosos!, Bailarines excéntricos”. Luego lo simplificarían, que tanta letra no debía caber en los más escuetos carteles de Brodway, donde acabarían recalando a consecuencia de aquella guerra civil que tanta gente expulsó de su tierra.

Al parecer eran personas de ideología republicana, y se cuenta que Waldo luchó con las armas en la mano durante el asedió a Madrid, en el Puente de los Franceses en concreto, según dicen, mientras representaba junto a su compañera sus bailes excéntricos para los soldados en los escenarios improvisados del frente o en los teatros de la ciudad. Triunfante la sublevación, Elsa y Waldo siguieron por un tiempo en España actuando en diversos espectáculos, pero mediados los años cuarenta decidieron tomar puerta y salir de un país cuyo aire debía resultarles sencillamente irrespirable.

Tras una larga y exitosa gira por los países latinoamericanos, Elsa y Waldo recalaron en Nueva York, donde una serie de circunstancias habían de llevarles al estrellato en el show business americano. Por supuesto, contó su talento, evidente en las actuaciones que se conservan, pero también debió tener algo que ver que su número mudo lo hacía comprensible en cualquier país y, sobre todo, que llegaron a Estados Unidos en el momento de máxima expansión de la televisión, en la que consiguieron introducirse y que se convirtió en su verdadera plataforma de lanzamiento.

Se conversan, al  menos, dos de sus apariciones televisivas americanas, que enlazo en un sitio u otro, en sendos programas de gran prestigio y audiencia. El popularísimo e histórico “Show de Ed Sullivan”, en el que intervinieron el 14 de noviembre de 1948, y el no menos famoso “All Star Revue”, espectáculo en vivo de la NBC, donde se presentaron cuatro años después. Vistas seguidas, aquellas actuaciones constituyen, sin duda, variaciones sobre el mismo tema, pero el asunto está en fijarse en los matices de esas variaciones y en la sutileza y exactitud de su trabajo.

Ed Sullivan show, 14 noviembre de 1948.


Desde la televisión su fama se extendió por todo Estados Unidos, incluso fuera, pues desde Nueva York se extendieron por todo el mundo con grandes giras. Estuvieron en Brodway, Los Ángeles, Chicago, Hollywood, donde participaron en alguna película, Buenos Aires, Montevideo, París o Londres. Menos en Madrid. Pero donde se convirtieron en unas estrellas fue en Las Vegas, a donde llegaron, según contaron después “cuando sólo había allí tres hoteles: El Flamingo, El Rancho y el Last Frontier”. Alli compartieron escenario y amistad con los más grandes, de Sammy Davis Jr a Jerry Lewis, de Doroty Lamour a Marlene Dietrich, de Dean Martin a Marcel Marceau, del Príncipe Raniero a Walt Disney.

En octubre de 1972, en una entrevista realizada por el Diario madrileño ABC a la pareja, que acababa de regresar por primera vez a España desde que se fueron en los años cuarenta, se reproducían algunos de los piropos que les habían dedicado sus compañeros de escenario. Según eso, Dean Martin habría asegurado que “Waldo se me parece en el pelo, en el desparpajo, en el talento”.  Judy Garland, más modesta, declaró al parecer cuando los tuvo en su espectáculo: “Menos mal que sólo bailan, porque si también cantasen tendría celos artísticos de tenerlos conmigo”. Charie Chaplin, deslumbrado entonces por España y lo español, como es sabido, dijo que le hubiera gustado tener a Elsa de pareja, se supone que artística, y Edith Piaff comentó cuando coincidió con ellos en París: “El Olimpia se engrandece con ellos”.

Volvían al terruño con la intención y la esperanza, seguro, de retomar su carrera en España, donde no se había escuchado en las décadas anteriores ni el menor eco de sus todavía recientes triunfos internacionales. De hecho el año anterior habían participado en la gran gala de la Cruz Roja celebrada en Montecarlo y presidida por el Príncipe Raniero. Vamos, lo más chic de la jet set internacional. Regresaban también, según la entrevista, con la intención de renovar su trayectoria artística. La idea era montar una comedia musical, escrita por el propio Waldo y de la que aseguraba que había sido finalista del premio Lope de Vega. Sería, según contó, “Una tragicomedia escrita sobre la vida de un cómico que fue el mejor de España…

Parecería que aquella obra, que por lo que sé nunca se llegó a representar, fuera tan cual una autobiografía del autor e intérpretes. O una premonición, pues en la vida artística de Elsa y Waldo quedaba ya para entonces poco que vivir. No así en la personal. Había pasado la estancia en la cumbre, ahora quedaba el descenso. 

No he logrado dato alguno sobre la muerte de Elsa, aunque sí que Waldo vivió nada menos de hasta 2002, ya cumplidos los 86 años. Todo ese tiempo sobrevivió cómo pudo, siempre fiel, eso sí, a su pasión artística y creativa. Actuó siempre que se le puso por delante la oportunidad, incluso en las salas más pequeñas, sin desaprovechar ocasión, y llegó a fundar un Club de Payasos en el que dio clases de mimo y pantomima y sobre cuyo mínimo escenario ofreció sus últimas creaciones acompañado de una nueva pareja artística, fallecida ya Elsa.

Un testigo anónimo de aquellas últimas actuaciones de Waldo Moll ha dejado escrito en la página web del Club de Payasos Españoles y Artistas de Circo un bonito epitafio:

Quería enseñar su arte y lo hacia acompañado de Vivianne, la bailarina que le ha acompañado durante todos estos últimos años. Sus pantomimas tenían el sabor de lo verdadero y Waldo se emocionaba interpretándolas sabiendo que serían las últimas



"All Star Revue", NBC. 1952.





lunes, 6 de junio de 2016

Adolfo Celdrán. Dossier de prensa

Adolfo Celdrán
Dossier de prensa (1968/1977)






Nacido en Alicante en 1943 y estudiante de Físicas en Madrid, Adolfo Celdrán debutó en 1967 en el recital de presentación del grupo Canción del Pueblo, del que fue miembro junto a Hilario Camacho, Elisa Serna y Julia León, entre otros. En 1969 grabó su primer disco conteniendo sendas adaptaciones de las canciones “Bella Ciao” (popular italiana) y “Cajitas” (Malvina Reynolds), a más de una musicalización propia de dos poemas de Bertolt Brecht, que tituló “General” y cuya difusión radiofónica fue prohibida.

En los siete años siguientes publicó tres álbumes fundamentales en la historia de la canción de autor española: “Silencio” (1970, reeditado en CD en 1997), “4.444 veces, por ejemplo” (1975) y “Al borde del principio” (1976). En 1977 grabó su último disco, “Denegado”, una recuperación de las canciones que la censura le había prohibido en los años anteriores. Aunque sus canciones siguieron editandose en cuantos recopilatorios de canciones se publicaron a partir de esa fecha, Adolfo Celdrán no volvió a grabar material  nuevo hasta 2001, fecha en la que apareció “Jarmizaer, jarmizaer”.

En los años en que anduvo apartado de la música publicó varios libros de poemas y obras teatrales. También ejerció la docencia en la Universidad de Alicante, donde fundó y dirigió durante 10 años el Taller de Imagen de la universidad alicantina, con el que produjo una buena cantidad de documentales y series sobre naturaleza y cultura que se emitieron en televisiones educativas de todo el mundo y premiados en varios festivales internacionales.

La selección de recortes de prensa incluye artículos y entrevistas de Plácido Serrano, Jordi García Soler, Francisco Almazán, Luis Suárez Rufo, María Antonia Iglesias, Moncho Alpuente, Manuel Domínguez,  José Ramón Pardo, Mercedes Arancibia y Álvaro Feito, entre otros.




Otros escritos sobre Adolfo Celdrán en esta página:




1968/69. Notas breves.







1968. Mariano Castejón. “Adolfo Celdrán: Un alicantino canta para el pueblo”. Diario Primera Página, Alicante, 14/5/68




1968. “Celdrán, ¿un nuevo valor?”. Diez Minutos, 23/8/68.



1968. Discóbolo.



1968. Luis Alberto de la Hoz.Las canciones de Adolfo son distintas”. Hogar 2000.



1968. Rafael Zornoza. “Adolfo Celdrán”. Rompeolas, 5/8/68.



1968. Hoja promocional.





1969. (¿?). “Adolfo Celdrán”.



1969. José Ramón Pardo (con el seudónimo de M. Yenes). “Adolfo Celdrán, una voz del pueblo”. Diario El Alcázar.



1969. García Carmona. “Adolfo Celdrán (físico nuclear alicantino) hace ‘canción comprometida’”. Diario La Verdad (Alicante), 5/9/69.




1969. “Cante y toque la guitarra con… Adolfo Celdrán”. Diario ABC.



1969. “Adolfo Celdrán”. Sábado Grafico.






1970. Francisco Almazán. “Adolfo Celdrán y otros grupos”. Triunfo, 14/3/1970.



1971. María Antonia Iglesias. “Adolfo Celdrán. Testimonio y arte en la canción”. Diario Informaciones, 6/5/71.




1971. Mercedes Arancibia. “La poesía en castellano de Adolfo Celdrán”. Nuevo Diario.






1975. Plácido Serrano. “Presentación del nuevo Lp de Adolfo Celdrán”. Diario Heraldo de Aragón.




1975. Luis Suárez Rufo. “4.444 veces, por ejemplo, de Adolfo Celdrán”. Ozono.



1975. Jordi García Soler. “Adolfo Celdrán. 4.444 veces, por ejemplo”. Vibraciones.






1976. Hoja promocional de “Al borde del principio”.



1976. Luis Suárez Rufo. “Adolfo Celdrán: Después del ‘silencio’”. Ozono, 15/12/76.




1976. Álvaro Feito. “Adolfo Celdrán: ‘Ha llegado el momento de cantar fuerte”. Triunfo.






1977. “Discos. Adolfo Celdrán”. Cuadernos Para el Diálogo, 23/7/77.



1977. Moncho Alpuente. “Adolfo Celdrán o el silencio recuperado”. El país, 15/7/77.



1977. Rafael Esteve-Casanova. “Décimo aniversario de Canción del Pueblo”. El País, 30/7/77.



1977. Adolfo Celdrán. “Sobre la grabación de Denegado”. Folk song. El canto de los pueblos.




1977. Manuel Domínguez. “Gravedad serena de Adolfo Celdrán”. Diario Informaciones, 24/1/77.



1977. Manuel Domínguez. “Adolfo Celdrán publica sus canciones prohibidas”. Diario Informaciones.





1977. Fernando Sánchez. “Al borde del principio”. La Jaula, 18/2/77.





1977. “El cantautor Adolfo Celdrán en Albacete: ‘Hemos conquistado legalmente lo que era normal en la calle’”. Diario La Verdad (Albacete), 11/3/77.




1977. “Conversación con Adolfo Celdrán”. Manuel Espín. Diario Pueblo 27/7/77.



1978. “Adolfo Celdrán: un cantante para un poeta”. Cal Dir, 6/4/78.






Otros Dossier de Prensa: