viernes, 24 de octubre de 2014

MATERIALES PARA UNA HISTORIA DE LA MÚSICA POPULAR ESPAÑOLA. 2.- Cuplé y Copla

MATERIALES PARA UNA HISTORIA
DE LA MÚSICA POPULAR ESPAÑOLA
DEL SIGLO XX


En 1990, bajo el seudónimo de La Bestia del Lago, Herminia Bevia, Antonio Resines y yo mismo, guionizamos y dirigimos para La 2 de TVE la serie “España en Solfa”, un intento de contar la historia de la música popular española del siglo XX mediante la mezcla de documental y ligeras tramas de ficción. Ricardo Solfa protagonizó las 12 emisiones del programa. Se abordaron desde el folklore o la copla hasta el pop y el rock, los cantautores o el underground patrio, pasando por la canción durante la guerra civil o los intercambios musicales entre España y Sudamérica y acabando en las primeras muestras de hip-hop nacional.
Para preparar los guiones realizamos un cierto trabajo de documentación que quedó plasmado en un largo rimero de folios que hacer unos meses encontré en una caja y que ahora pienso que pueden tener una cierta utilidad. Al final se reunieron alrededor de, no sé, entre 600 y 800 páginas llenas de datos, análisis, cronológicas, bibliografías, biografías, discografías y más sobre cada uno de los temas que se abordaron en la serie. Ni que decir tiene que hoy se puede encontrar en internet, una auténtica hemeroteca virtual que entonces no existía, muchos más detalles de los que nosotros recogimos, pero la verdad es que no he encontrado todo este volumen de información junto, reunido e inter relacionado en un sólo trabajo. Sirvan pues estos “cuelgues” como una aportación a la historia de la música popular española del siglo XX, es decir de su proceso de transformación del folklore a canción contemporánea, un tema aún por estudiar en su sentido más amplio y completo.
Dada la fecha en que se realizó el trabajo (insisto: 1990) y las condiciones en que se ha conservado, pienso que se debe tomar cuanto en él se asegura con las prevenciones correspondientes a no conservar las citas que justifican cada afirmación. Aunque no se concrete, los datos que se ofrecen se extrajeron de las respectivas bibliografías de cada capítulo. Se recomienda que, caso de utilizarse, se confirmen por otras vías, que hoy en día son fácilmente accesibles. (Bajar documento en pdf)




2.- Cuplé, copla, tonadilla, canción española y demás





CRONOLOGÍA

En los años 20, 30, 40 e incluso 50 del siglo XX ser cupletista o tonadillera (o torero, que era profesión aún más arriesgada), aparte de una forma de cumplir una vocación artística, era también una manera de huir del hambre, como también lo sería ser boxeador, ciclista o futbolista. En una España en plena transformación sociológica, económica, política y cultural, la música popular vivió momentos claves en su evolución del folklore a la canción industrial contemporánea, siguiendo un camino que estuvo marcado, también, por los avatares políticos de aquellos años, que si en todo el mundo fueron convulsos, en España resultaron especialmente dramáticos.

Un país recién salido de la pérdida de sus colonias cubana y filipina, últimos restos de lo que otrora fuera un imperio en el que nunca se ponía el sol, se vio sumergido sucesivamente en una monarquía corrupta e insensible que metió al país en una nueva guerra en Marruecos, una dictadura que no fue nada comparada con la que estaba por venir, una breve República que apenas tuvo tiempo de respirar, violada por una sublevación militar y una cruel y sanguinaria guerra civil que concluyó en una segunda dictadura, esta vez sí cargada con las peores condiciones dictatoriales, que duró casi 40 años. En ese mismo periodo, la sociedad española protagonizó un proceso migratorio que la hizo pasar del ruralismo decimonónico a una industrialización que, aún raída y subdesarrollada, la transformó, sustituyendo una cultura popular campesina de origen tradicional, por otra urbana y novedosa, dando lugar al surgimiento de las primeras organizaciones obreras, fuertemente reprimidas antes de consolidarse, y estableciendo unas clases medias cada vez más presentes en la vida del país.

No es moco de pavo esa historia con la que se vio obligada a convivir la transformación de la canción popular, que quedó profundamente marcada por todo ello. En ese contexto, cumplieron un papel esencial en la evolución musical del país el surgimiento de un nuevo público masivo, avivado en el amor hacia sus ídolos por la popularidad que otorgaban nuevos inventos como las grabaciones discográficas, la radiodifusión o el cine sonoro. Todo ello supuso la progresiva profesionalización de cantantes y músicos, que incluso llegaron a sindicarse en los años republicanos, lo que estableció una relación entre el artista y su público cuantitativa y cualitativamente diferente a la que habían mantenido hasta el momento.


1900/1931
Monarquía

Al comenzar el siglo XX el género musical de mayor éxito era la tonadilla escénica o sainete lírico, que posteriormente evolucionaría en zarzuelas, revistas y comedias musicales, que se representaban en los teatros, y el cuplé y las variedades, propias de salas de menos aforo y categoría social. No obstante, también el folklore popular, aún trivializado y descontextualizado, gozaba de aceptación permanente y muchos locales alternaban distintos géneros. Así, en la famosa Sala Romea, junto a las cupletistas Bella Chelito o Fornarina, por ejemplo, ocupaban el escenario figuras de la canción y el baile andaluces como Pepita Sevilla, Pastora Imperio o Amalia Molina. En los años 20 abundaban cuplés y coplas, y el ritmo más popular era la habanera. A mediados de la década los bailes de moda eran el charlestón y el fox, ambos importados.

Muchas fueron las cupletistas apadrinadas por hombres ilustres, literatos músicos, políticos, nobles, que en ese acercamiento al segmento menos reconocido del arte buscaban, quizás, una bajada a los infiernos o, por el contrario, un ascenso a los cielos. Algunas artistas, como Isabelita Bru, alentada por los maestros Chapí y Quintero, unían la competencia profesional a la recomendación, ya que al parecer, según las crónicas, sabía cantar acompasadamente con la orquesta y representar un papel sobre el escenario. Muchas de las vicetiples del llamado género ínfimo habían comenzado en la zarzuela, como es el caso de La Criolla, La Bella Rosina, Pilar Cohen o La Fornarina. Unas cuantas, tales como La Bella Chelito o Amalia Molina, llegaron a destacar por su esbeltez, en un medio en el que la mayor parte de sus compañeras eran decididamente obesas, incluso para los gustos de la época. Desde principios de siglo las colecciones de postales inmortalizaron a una buena parte de las cupletistas de mayor éxito: Pepita Sevilla, Candelaria Medina, Pilar Monterde, Bella Belén, Eulalia Franco, Solea la Morena, Herminia la Negrita, Pepita Martínez, Trini González, Luisa Rubí, Paquita Vera, Concha Norro, Luzbelina, Angelita Solsona, María Reina, Mariquita Reyes, Pura Martín, Mirka, Carmen Díaz, Sagrario Álvarez, Elisa Romero, Trinidad Picó, África Lázaro… Como se ve, el cuplé es un género estrictamente femenino. Los hombres componían las canciones y se divertían con ellas, pero aún no las cantaban, al menos en los escenarios.

No eran pocas las que disimulaban su verdadera identidad haciéndose nombrar simplemente La Guadita, La Gardenia, La Gaditana o La Tarifeña. Otra moda en el género eran las parejas: Las Trebolinas, Las Hermanas Domedel, Las Giraldas, Isabelita y Julia Esmeralda. Hubo, incluso, más de una artista de abolengo aristocrático. El caso más comentado era el de la Marquesa de Villareal del Tajo, que además de reunir belleza y facultades ostentaba sin rubor su título en los escenarios, y que algo de renombre debió tener porque llegó a actuar en sitio tan lejano, entonces que se viajaba en barco, como el Teatro-Circo Cuyás, de Las Palmas de Gran Canaria, donde también expusieron su arte Raquel Meller, La Goya o Amalia Isaura.

Algunas de aquellas cupletistas protagonizaron historias dignas del cinematógrafo que estaba naciendo. Carolina Otero, por ejemplo, sería la primera estrella del cine ruso mudo en 1898. Ese año estaba en San Peteersburgo actuando en su sala más famosa, el Aquarium, al mismo tiempo que acudía a la ciudad un colaborador de los hermanos Lumiere, Félix Mesguish, con el encargo de rodar las primeras imágenes documentales en Rusia. La estrella española sugirió al realizados la pequeña historia que se filmó (un encuentro entre ella misma, que baila en el cabaret, y un oficial que la abraza). Llevó hasta tal  punto su implicación en la peliculita que en su primera proyección tocó las castañuelas y llevó el ritmo con los tacones para poner música a su interpretación en mudo. Cleo de Merode sería noticia en los años 50, cuando tras la publicación de “El segundo sexo” de Simone de Beauvoir, se querelló contra la autora, demandando justicia desde la prensa internacional oponiéndose a que se la encuadrara en el libro entre las cortesanas.

Desde mediados de los años 20 aparecen nombres que se mantuvieron en el candelero hasta los 60. La música popular española se va alejando cada vez más del cuplé, que entra en decadencia dejando su papel hegemónico a la canción española y la copla, géneros que dominarían prácticamente la escena musical española hasta finales de los años 50. Concha Piquer regresó a España desde Estados Unidos en 1926, reapareciendo en Madrid ese mismo diciembre. Otras muchas cantantes hicieron las américas en aquellos años: Carmen Flores, Tina de Jarque, Consuelo Hidalgo o Amalia Molina, que actuó con gran éxito en Estados Unidos en 1924. Otros nombres populares de la segunda mitad de esa misma década fueron los de Conchita Prado, Custodia Ramírez, Blanquita Suárez, Mercedes Serós, Margarita Beltrano, Encarnita Marzal, Salud Ruiz y Paquita Garzón. El maestro Padilla viajó en 1926 a París, donde ya era conocido por sus temas “La violetera”, “El relicario”, “La flor del mal” o “La bien amada”.

En 1922 se produce en Granada un hecho sustancialmente significativo para la evolución de la canción popular española. Intelectuales, poeta y artistas como Manuel de Falla, Juan Ramón Jiménez, Federico García Lorca, Joaquín Turina, Ramón Pérez de Ayala, Fernando de los Ríos, Andrés Segovia, Hermenegildo Giner, Oscar Esplá, Adolfo Salazar y Enrique Díaz Canedo, entre otros, escriben un manifiesto y convocan un Concurso de Cante Jondo, algo inédito hasta el momento que supuso un gran impacto, no sólo en el mundo cultural español, sino también entre los musicólogos extranjeros que acudieron al concurso y escribieron de él. Allí se escuchó la voz ancestral de Manuel Torre, de quien Lorca escribió que era “el hombre con mayor cultura en la sangre que he conocido”, y jóvenes valores como La Niña de los Peines, Tomás Pavón, José Cepero o un casi niño Manolo Caracol.

Para conmemorar el cincuentenario de aquel acontecimiento, el musicólogo Francisco Almazán, maestro de críticos noveles en las muchas mesas de café sobre las que desparramó sus múltiples sabidurías, realizó en la revista Triunfo el siguiente balance:

“Si para los organizadores de entonces, paternalistas bienintencionados y necesarios, suponía una toma de contacto con el pueblo y lo popular, que serviría para crea un teatro de inspiración autóctona, pasado por el tamiz culto del isabelismo, surrealismo, Gongorismo y, lo que es mejor, la intuición genial de García Lorca, y para poner en marcha la escuela musical nacionalista a semejanza de las que en Rusia y otros países existían con base en las creaciones populares tradicionales, para otros grupos disidentes o adversarios, representaba la ‘españolada’ o el ‘jipìo’ tabernario y del ‘pingo’ en tablado canalla. Si el cuplé viene simbolizando el medio popular nacional de expresión, a nivel culto sería la música nacional aquella producción de inspiración andaluza habían realizado los compositores extranjeros contribuyendo a la formación y desarrollo de una parte esencialísima de la música moderna rusa y francesa”.

Aparte de lo que aquel concurso de cante jondo supuso de reencuentro con la raíz de su inspiración nacionalista para los músicos cultos que se implicaron en él, Falla, Esplá, Turina, Segovia o el propio Lorca, que en 1931 grabó von La Argentinita sus adaptaciones de canciones populares, la cita de Granada también tuvo una importante influencia en la otra música, la popular, que ya había comenzado a dejar de ser folklore y era cada vez más industrial. La repercusión del acto despertó el interés de los avispados empresarios músico-teatrales por los nuevos valores que allí habían cantado, que se aprontaron en subirlos a los escenarios, llegando a inventarse en 1927 la llamada Ópera Flamenca, en realidad espectáculos de variedades con equilibristas, chistosos y malabares trufando las canciones, que elevaron al estrellato a los cantaores que habían actuado en Granada, a los que pronto se añadirían muchos otros, estableciendo el modelo de espectáculo musical que dominaría las tres décadas siguientes y abriendo el camino a los que pronto sería la copla o la canción andalucista aflamencada. A partir de entonces, el cuplé era ya cosa del pasado.


1931/1936
República

El 14 de Abril de 1931 llegó la ansiada República, como consecuencias de la derrota monárquica en las elecciones municipales previas, que forzaron la huída del rey Alfonso XIII la noche del 13. El entusiasmo popular despertado por el nuevo régimen tuvo su correlación en la canción popular profesional del momento, dando lugar a la composición, interpretación y grabaciones que, no obstante, el triunfo de la sublevación militar 1939 arrumbó al olvido. Cupletistas como Goyita, Enriqueta Serrano o Carmelita Aubert, el humorista Paco Galleguito, los joteros José Oto y Felisa Galé, los cantaores flamencos Manuel Vallejo, José Cepero, el Niño de la Huerta, Corruco de Algeciras o el Chato de las Ventas, y hasta orquestas de del inicial jazz español, como la Demon’s Jazz de Barcelona, bandas musicales e incluso el mexicano Guty Cardenas dejaron placas fonográficas en las que saludaban al nuevo régimen, recordaban a sus héroes Galán y García Hernandez y daban muestras de su fervor republicano.

Ya en 1931 tanto Imperio Argentina como Rosita Díaz Jimeno actuaron en París en las primeras películas sonoras de la Paramount rodadas en Europa. Ese mismo año, alguna pluma ilustre, como la de Margarita Nelken, protestó desde la prensa contra la españolada en el arte, reclamando un criterio de mayor calidad. En 1932 Estrellita Castro, Dora la Cordobesita y La Argentinita compartieron cartel. Esta última actuó por última vez en España en 1935, tras lo que viajó a Estados Unidos, donde ya había actuado en 1931. Republicana de pro, el estallido de la guerra civil la pilló en Nueva York, ciudad en la que falleció ese mismo 1936, no sin que antes el gobierno republicano la condecorara con la gran cruz de Isabel la Católica, máxima distinción española que por primera vez se entregaba a una persona no nacida en España (era originaria de Buenos Aires). En abril de 1935 también reaparece en España Raquel Meller, que volvía de una larga temporada de actuaciones en El Cairo, Bruselas y Nueva York. Otra figura de la época, más olvidada, es Rocío Moreno, que también triunfaba en Francia e Inglaterra.


1936
Guerra

Aunque la canción constituyó durante la guerra civil, al menos en el campo republicano, un importante medio propagandístico y aglutinador popular, las numerosas canciones que se compusieron y se cantaron quedaron no fueron expresión de interpretes profesionales, sino que quedaron como parte del acervo popular, hasta el extremo de que quizás se trate del último momento de la historia de la música española en la que se dieron las condiciones convencionales marcadas por el folklore y la tradición: composiciones que pasan por anónimas, aunque muchas fueran escritas por conocidos poetas, y se retransmiten por el sistema boca-oído, sin intervención industrial. Eso no quiere decir que los cantantes profesionales no tuvieran, y a veces mostraran, convicciones políticas, habiéndolos quienes como Miguel de Molina, Amalia de Isaura o Angelillo expresaron su solidaridad con la República y otros que, tales que la cupletista y actriz de revista Celia Gámez, la tonadillera Imperio Argentina o el tenor Miguel Fleta, que en 1932 había grabado el Himno de Riego, se volcaran por los sublevados. No obstante, y al menos de las ideas más o menos difusas que tuviera cada cual, su posición política quedó marcada sobre todo por qué el territorio en el que estuvieran hubiera quedado a un lado u otro de la línea del frente.

A comienzos de 1936, antes de la sublevación militar, triunfaban artistas como el popular imitador de estrellas Currito Sevilla. Los dos espectáculos de canción más exitosos eran “La novia del cante”, que triunfaba en el teatro Apolo con Estrellita Castro y  el Niño de Utrera, y “Al pie de la Giralda”, que presentaba en el Teatro Circo Price el entonces muy famoso Niño de Marchena, acompañado de un nutrido elenco de bailaores, cantaores, guitarristas y palmeros. Otra figura muy admirada era Ofelia de Aragón, reputada como la mejor intérprete de folklore español, desde jotas a canciones populares castellanas, extremeñas, montañesas o andaluzas, sin olvidar el cuplé. En agosto de ese año, nada más estallada la guerra, vuelven a actuar en Madrid dos nombres muy populares: María Antinea y Amalia de Isaura.

En el Heraldo de Madrid se denuncia a los artistas “fugados”. En su mayoría se encuentran en Sudamérica, por donde andaban de gira y en donde decidieron quedarse a la espera de cómo transcurrían los acontecimientos. Carmen Amaya monta allí el espectáculo “Un jirón de España”, con Paquita Reixach, Pastora Romero y la Niña de Córdoba. Otros que alcanzarían notoriedad fuera de España durante esos años bélicos serían Niño Sabicas, que fuera de España quedaría, convirtiéndose en el principal guitarrista flamenco de su época, José Pena, José y Paco Amaya, Pepe Duarte y El Pelao, entre otros.

En julio de 1938 siguen actuando en Madrid, además de vicetiples de Revista como Laura Pinillos o La Yanquee, numerosos cantantes y bailaores, interpretes en su mayor parte de canción española y cuplé. Algunos de los nombres que se mantienen casi permanentemente en las carteleras madrileñas son los de Carmen Flores, Pastora Imperio, Mercedes Sevilla, Caracol (padre e hijo), Canasteros de Triana, Pastora Pavón (Niña de los Peines), Carmelita Sevilla, Consuelo Zamora, Fina Odeón, Celia Ripoll, Rosario la Cartujana, Lolita Granados, Pepe Medina, La Jerezana, Elvira Copelia, Pepe Lucena, Miguel de Marchena o Lolilla de Triana.

En Zaragoza y en toda la zona ocupada por los sublevados actuaban bailaoras como Lolita Benavente, canzonetistas como Dorita Sánchez o la folklórica Paulina Castro. Otros nombres en el espectáculo musical de la España Nacional fueron Pastora Soler, Encarnita Iglesias, Pepita Ruiz, Elisa de Landa, Niña de Linares, Lola Cabello o Carmen Cuenca.

En realidad, ningún artista pudo elegir el bando para el que cantaba, dependiendo su permanencia en una zona u otra de dónde le hubiera pillado el 18 de julio. En algunos casos, la popularidad de los artistas pareció diluir las sangrientas diferencias entre ideologías, y así los hubo que actuaron en ambas zonas. Tal les sucedió a Miguel de Molina o Pastora Imperio, La Yankee o Laura Pinillos entre los que se declararon republicanos, o Celia Gámez y Selica Pérez Carpio entre quienes eligieron lealtades distintas. Las canciones eran las mismas en una zona u otra, la diferencia la ponía el himno que se tocaba al final de los espectáculos, el de Riego en un lado, el monárquico en otro.


1939
Dictadura

Al finalizar la guerra civil, con sus secuelas de muertos en combate, fusilados, encarcelados, exiliados, represaliados y silenciados, la copla y la canción andaluza se convirtieron no ya en la principal expresión musical del país, sino prácticamente la única, ya con el cuplé en plena decadencia, aunque en los años 60 tendría un repunte de popularidad con figuras como Sara Montiel o Lilián de Celis. La autarquía decretada por el caudillo no era sólo económica, sino también cultural y especialmente musical. Prácticamente desaparecieron de los escenarios, la industria discográfica, que comenzaba su primer desarrollo, y las emisoras de radio todo rastro de músicas extranjeras, en un intento de reafirmar los valores nacionales que definiría un panorama en el que la copla ocupaba el puesto más alto del escalafón.

A pesar de que hubo en la profesión algunos encarcelados y exiliados, con las figuras de Miguel de Molina o Angelillo entre los más destacados, la mayor parte de los profesionales hubieron de sobrevivir en el nuevo régimen, que se volcó en la difusión de su arte coplero como la más alta y directa representación de las esencias patrias. Curiosamente, la operación facilitó una edad de oro para la copla andaluza, al menos en cuanto a popularización y éxito de sus intérpretes se refiere, aun a costa de la esclerotización y trivialización del género, que perdió en la operación algunas de sus aristas morales y sociales más afiladas. Esta situación de hegemonía de la copla y sus derivados cubriría al menos dos décadas de la música popular española, hasta que desde finales de los años cincuenta y, sobre todo en la década siguiente fueran llegando a España canciones de otros países, Italia o Francia, que culminarían con la entrada del rock y el pop anglosajones, que tuvieron un reflejo nacional fulgurante y exitoso entre la juventud española, y posteriormente los cantautores o la renovación folklórica, basada en sus orígenes, paradójicamente, en la reivindicación de la música tradicional más pura frente a las adulteraciones comerciales de los años anteriores.

A partir de los años sesenta, aunque todavía triunfaran en los escenarios copleras y copleros de esencias seudoflamencas y andalucistas, sus canciones dejaron de ser las únicas que se escuchaban, y sus intérpretes pasaron a ser la imagen estereotipada de una España que iba desapareciendo. Los artistas que surgieron a partir de entonces, de Manolo Escobar a Rocío Jurado o Isabel Pantoja, al margen de los éxitos o las cualidades canoras de cada uno de ellos, o de los otros varios que les acompañaron en la aventura, no dejaron de ser islas musicales en un panorama general que navegaba por otros derroteros. Sólo en los 90, con la reconversión del cantautor Carlos Cano en reivindicador de lo mejor de la copla y autor él mismo de nuevas composiciones, o la aparición de Martirio aportando una visión irónica y desmitificadora del género, se vislumbraría la posibilidad de que la copla volviera a ser una música de significados contemporáneos.

Una de las primeras figuras de renombre que regresó a los escenarios madrileños tras la derrota popular fue Raquel Meller, que actuó en noviembre de aquel año en Madrid y en Diciembre en Zaragoza. A petición de Millán Astray, Preciosilla actuó en Madrid para celebrar la entrada de Franco en la capital. La primera noticia de actuaciones de Concha Piquer en Madrid tras la guerra se registra en mayo de 1940. Otros nombres del espectáculo de este año son los de Carmen Flores, Mirco, Rosicart, Conchita Páez y Conchita de Triana. Pese al éxito que obtienen, los estrenos de espectáculos musicales comienzan a reducirse a partir de estas fechas, al tiempo que hay un incremento de los deportivos, especialmente el fútbol, los toros y el cine. Quizás se trate de una simple percepción, al dedicárseles en la prensa mayor espacio a estos últimos. Especialmente a las películas, cuya producción va aumentando de forma vertiginosa.

Algunos artistas se resistieron a esta decadencia, protestando en la radio y la prensa por la poca atención que prestaban a la canción y al arte popular. En 1945 Julio Trenas entrevistaba en Radio Nacional a Pastora Imperio y a Antonio Cruz, el Niño de Marchena, y ambos se quejaron del poco cante español que se escuchaba en la radio y de cómo la poca música española que se programaba era a petición de los radioyentes. Otros, como Vicente Escudero, figura mayor del baile español, pareja de Argentinita en sus giras por Europa y América, expresaba su opinión de que tanto el público como los medios eran “imbéciles” y no apreciaban sino lo comercial, siendo eso lo que acaban por darles los artistas, pues que lo quieren.


1942

Dos grandes figuras se presentan de nuevo en Madrid: Raquel Meller con su espectáculo “La violetera” y Conchita Piquer, que actua en el Reina Victoria. En marzo actuará Imperio Argentina. Otros populares esa temporada, entre los que empiezan a aparecer nombre nuevos, son Marujita Díaz, Carmen Vivó, Pepita Molina, Ana María de los Reyes, Paquita Díaz y Marienma.


1945

Algunos artistas en las salas madrileñas son Consuelo de Nieva, Niño de Marchena, Lina Santamaría. Recuperando el formato de la ópera flamenca, los espectáculos musicales constituyen generalmente grandes montajes con gran número de artistas aparte de las cabezas de cartel, incluyendo desde un cantaor flamenco a un cuadro de baile, un chistoso o un intérprete de canción melódica, que ya empiezan a triunfar.



1946

Se producen gran cantidad de espectáculo musicales en la capital. Los más importantes son los de Sara Montiel, Gracia de Triana, Gitanillo de Bronce y Juanito Valderrama. Raquel Meller se incorpora al reparto de la opereta vienesa “Melodías del Danubio”, en la que interpreta dos temas.


1948

Este año y el siguiente Concha Piquer pasea por toda España los espectáculos “Tonadilla” y “El cuento de María Millones”, con los que saldrá de gira por Sudamérica en 1950.


1949
Juanita Reina presenta “Solera de España”, que llevará de gira por el país durante dos años.


1950

Pepe Blanco y Carmen Morell están en Barcelona con un espectáculo de título bien patriótico, “En el corazón banderas”. Vicente Soler se presenta con “Flores naturales”. En San Sebastián actúa Juanito Valderrama con “Caravana de coplas”. En la misma ciudad está también Antonio Machín, el cubano que había llegado a España de vacaciones en 1939 y había decidido quedarse, con el espectáculo “Melodías de color”. “Rueda de coplas” también está de gira por España con Pastora Quintero, Roberto Font, Patrocinio Rico, Agustín de la Serna y otros. Y los más grandes, Manolo Caracol y Lola Flores, tienen en cartel “La maravilla errante” de Quintero, León y Quiroga. Se trata de un sainete musical que cuenta también con la presencia de Nati Mistal y Tony Leblanc. Tras terminar sus actuaciones en Andalucía, salen de gira para América. Allí, precisamente en México, está también Sara Montiel, para quien Agustín Lara, el célebre autor de “Madrid”, “Granada”, “Solamente una vez”, “Mujer” o “Farolito”, escribe un pasodoble. Concha Piquer está actuando en Buenos Aires.

En general los montajes musicales de la época son de escasa calidad, excepto, quizás, los de las grandes estrellas, aunque sólo sea porque su simple presencia se la da. Incluso los mejores autores han abusado de su capacidad de trabajo. El maestro Quiroga, por ejemplo, declara este año que lleva escritas más de dos mil canciones, además de diecisiete zarzuelas, treinta y tres espectáculos folklóricos, un buen número de sainetes y otras obras variadas. Demasiado repertorio para un solo artista, por mucho que contara con valiosos colaboradores.


1951

El mundo de la canción vive varios acontecimientos tristes este año. Muere el maestro Guerrero y se retira Pastora Imperio, para la que Falla había escrito su “Amor brujo”. Desde Niza llegan noticias de que Carolina Otero, una de las reinas del cuplé de anteguerra, se ha arruinado con el juego. También en Francia está retirada Raquel Meller. Se separan Manolo Caracol y Lola Flores. Ella se marcha en solitario, por primera vez, para actuar en América. Imperio Argentina está trabajando en México y Estados Unidos, y Estrellita Castro realiza una gira triunfal por el otro lado del charco. Pepe Marchena tira para el sur más inmediato, y regresa ese año de una gira por Marruecos.

En Madrid triunfan Antoñita Moreno con “Sortija de oro” y Amalia Molina y Tomás de Antequera con “Pandereta española”. Gracias al mucho cine que hacen, son sumamente populares los rostros, las sonrisas y los cantares de Paquita Rico, Sara Montiel, Marujita Díaz y Carmen Sevilla.



1952

El año en que se firman los acuerdos con Estados Unidos para poner bases militares americanas en España, Imperio Argentina se ha marchado a Caracas y doña Concha está actuando en Nueva York.  Lola Flores, que anda otra vez haciendo las Américas, anuncia su boda en México con el galán de moda, Rafael Romero Marchent, aunque por fortuna el enlace no llegó a realizarse. Otros que actúan este año en América son Carmen Olías y el popular intérprete de coplas Agustín de la Serna. La prensa recoge el triunfo en Nueva York de Los Chavales de España y sus éxitos “Canción del olé”, “Capote” y “Lisboa antigua”. De una gira americana con parada final en Cuba regresan Carmen Morell y Pepe Blanco. Según cuenta los gacetilleros del momento, su souvenir más preciado es una bandera cubana firmada por el dictador Fulgencio Batista, que siete años después huirá de la isla obligado por los barbudos de la Sierra. Unos meses más tarde llevan, ya en España, un nuevo montaje a los escenarios: “Aventuras del querer”.

En los escenarios madrileños están Carmen Amaya, Fina de Granada, las tonadilleras Pastora Quintero y Ana Mª Parra, además de Antoñita Moreno, que gusta de definirse como “cantatriz”, aceptando la categoría que le había concedido el maestro Ochaita. Junto a ellos, y en las habituales giras por provincias, actúan algunas de las parejas que tan de moda se han puesto: Emilia Escudero y Manolo Corrales con su espectáculo “Embrujo”; los popularísimos Juanito Valderrama y Adelfa Soto con “Alegrías de Juan Vélez”, de Quintero, León y Quiroga; y Manolo Caracol, Luisa Ortega y Enrique Ortega con “La copla nueva”, de los mismos autores, que no paran. Luisa Ortega, la hija de Caracol, se convierte en primera figura con sus interpretaciones de “No puedo vivir contigo”, “Con tus propios ojos” y “Pena, penita, pena”.

Pepe Marchena actúa en Zaragoza. Juanita Reina prepara un nuevo espectáculo: “El puente de mis amores”. También estrenan Antonio Molina, “Así es mi cante”, y El Príncipe Gitano, “Su alteza el pirata”, de Ochaita, Valerio y Solano. Los intérpretes más populares del género declaran que sus autores favoritos son Quintero, León, Quiroga y Ochaita.

Hasta Jorge Sepúlveda, que había hecho del bolero su principal arma artística, monta con Mercedes Borrull un espectáculo musical, “La Gitana blanca”, con el que recorren Cataluña, Levante, Andalucía y Madrid. Sepúlveda es el artista de mayo éxito de la compañía discográfica Odeón. Borrull, su compañera en el escenario, había actuado durante largo tiempo en las mejores salas de París y ese año grabaría “Abrázame así” y “La mare mía”. Antonio Machín comparte con Sepulveda la fama en la llamada canción moderna y melódica. Muere Preciosilla, que no actuaba desde 1939.

1954

Nati Mistral, más cupletista que coplera, realiza no obstante una gira por Europa interpretando folklore, aunque también ella se vaya inclinando cada vez más por un repertorio de temas actuales de variada procedencia. Antoñita Moreno, que acaba de regresar de Cuba, estrena “Dolores la Macarena”, del trío de autores habitual. Antes de finalizar el año marchará a Venezuela nuevamente. Tras siete años fuera de España, en una interminable gira, según se dice, regresa Gracia de Triana.

Carmen Morell y Pepe Blanco estrenan “Me debes un beso”, obra esta vez de Perelló, Llabrés y Codoñer. Moreno Torroba trabaja en la música de otro montaje folklórico, “Guitarra”, para Gloria Romero. Antonio Molina presenta en Madrid “Hechizo”, con canciones de Perelló, Montero y Gómez, y El Príncipe Gitano recorre los teatro de España con “Cariño de legionario”; le acompañan en el escenario su hermana Dolores Vargas, la famosa bailaora. Otros dos espectáculos populares esta temporada son “Su Majestad el Folklore”, con Manolo Castellano, Lola Pastor y Antoñita Andalucía, Y “Luces de feria”, del maestro Quiroga, que estrenan en Madrid Rafael Farina y Emilia Escudero. Carmen Amaya se presenta con un espectáculo de cante y baile grande, como corresponde, de título claro: “Seguiriya”.

Lola Flores regresa de América, a la que viajó tras su separación de Manolo Caracol, quien sabe si para olvidarle. La ha recorrido de arriba abajo y el éxito ha sido extraordinario, llegando a protagonizar hasta 11 películas en México. El viaje ha llegado hasta Nueva York, donde cuentan los periódicos que ha actuado en la televisión por el increíble caché de 10.000 pesetas de la época, que eran muchas pesetas. En esa visita el crítico del New York Times deja escrita una definición que la retrata entera, a ella y a su arte: “Lola Flores una artista española. No canta ni baila, pero no se la pierdan”. Recién llegada a España monta un nuevo espectáculo de Quintero, León y Quiroga, “Copla y bandera”, en el que, además de con su hermana Carmen Flores, cuenta por primera vez con un joven e inspirado guitarrista que desde entonces tendrá un lugar en su vida: Antonio González, El Pescailla.

Sin embargo, el autentico bombazo son los dos espectáculos que ese año presentan Manolo Caracol y su hija Luisa Ortega, la pareja artística más cotizada del momento: “Torres de España” y “Color moreno”, en el que se encuentra un tema que se hará popular, “Limosna de Amores”.

El cuplé está en decadencia, aunque en su transformación en Revista Musical sigue triunfando en los escenarios. Bella Dorita, Amalia Molina y Antonio Amaya se juntan en un espectáculo que hace que la crítica se cebe en ellos calificándolos de “vulgares”.

La vuelta a España más sonada del año es la de Angelillo, tras 18 años residiendo en Buenos Aires, donde estaba de gira en 1936 y donde se quedó. El recorrido emocionado que hace por su barrio de Vallecas es titular de la prensa, que soslaya la conflictiva pregunta de rigor sobre los motivos de tan larga ausencia.
La necrológica musical de 1954 lleva el nombre de Modesto Romero, autor de cuplés tan sonados como “Mi caballo murió”, “Besos fritos” o “La peliculera”, que habían sido popularizados por Raquel Meller, La Goya, Adelita Lulú o Paquita Escribano. Su composición más conocida e interpretada en esos momentos era, no obstante, el “Himno de la Legión”.


1955

Como se verá son estos años mediados de los cincuenta los de una extraordinaria repercusión de la copla española en el extranjero, especialmente en Latinoamérica, en donde, no por nada, entienden lo que se les canta. Todos los que vuelven de alguna gira allá así lo certifican en las entrevistas con que se les recibe, asegurando que en el mundo hay verdadera fiebre por lo español. Exhiben como prueba, desde la proliferación de academias en las que se enseña baile andaluz que han encontrado en Estados Unidos. O la procedencia casi española, por hispana, de algunos grandes mitos que triunfan en Hollywood, de Rita Hayworth a Dolores del Río o María Montez. Nadie dice que la gran cantidad de exiliados y emigrados españoles en Latinoamérica también puede influir en ello.

El maestro Quiroga, por no ser menos que otros autores, declara que lleva escritas en 12 años más de 3.000 canciones (descansando los fines de semana, prácticamente una diaria) y 63 espectáculos del género (cinco al año y le sobraban tres).

Tienen interés las declaraciones del conocido tenor Luis Sagi Vela, que en la cumbre de su arte con 40 años de edad, anuncia la muerte de la zarzuela, sosteniendo que la mayor parte de ellas son, en realidad, comedias liricas o sainetes. Personalmente, él ha decidido dedicarse a la comedia musical. Por otro lado, la también insigne soprano Pilar Lorengar confiesa en una entrevista en la prensa lo mucho que sufrió al tener que cantar hacía años boleros y otros bailables en las salas de fiesta bajo el nombre de Loren Gar.



Años 60

Desde finales de los años cincuenta se han ido incorporando a los espectáculos de teatro musical aflamencado intérpretes de canción lírica y moderna, que están comenzado a triunfar entre el público. Será una suplantación paulatina, o, mejor aún, una ruptura del práctico monopolio estilístico que la copla había mantenido durante casi 30 años en la música popular española. Primeros fueron los cantantes melódicos, pero les seguiría el pop, el rock, los cantautores y un largo etcétera de modelos que disolverían las características formales del género, que, evolucionaría en años posteriores en la obra de cantantes como Rocío Jurado o Isabel Pantoja. También en Carlos Cano o Martirio, pero esa es otra historia.

No obstante, durante los años sesenta los de siempre siguen triunfando. En 1961 Juanito Valderrama forma pareja con Dolores Abril, que han constituido feliz y definitivo matrimonio, y arrasan. También lo hacen Pepe Mairena y Pepe Marchena, Caracolillo, Pastora de Córdoba, Paquera y Montoya. Se les une Juanita Reina, ya en sus últimos estertores artísticos, con “Coplas de Rosa Pinzón”. Dos temas populares de ese año son “El beso”, de Morcillo, y “España cañí”, de Marquina. Lolita Sevilla triunfa con un espectáculo, que o era un esperpento o se adelantaba a su tiempo, titulado “Andalucía en Rock”. Caracol y su hija están trabajando en Madrid. Farina presenta un nuevo espectáculo: “Solera del cante”. Triunfan en los escenarios Imperio de Triana, Lola Flores, que ya comienza a interpretar un repertorio modenizado, El Príncipe Gitano y la Niña de Antequera.

En esos años, José Guardiola, paradigma de la canción melódica española, triunfa en España y América. Uno de sus temas de mayor éxito, símbolo de su modernización, es “Rock entre nubes”, versión de “Rockin' Little Angel” de  Jimmy Rodgers. Guardiola había empezado tocando el violín y más tarde el saxo en una orquesta de baile, pero unos compañeros le animan a cantar. Se convirtió en un auténtico ídolo de jovencitas.

Se conocen en España, gracias sobre todo al festival de San Remo y sus premios, a muchos interpretes italianos, como Jimmy Fontana, Milva, Gino Paoli, Adriano Celentano, Tony Dalara, Mina. Y Doménico Modugno, un maestro. En los festivales de canción, que comienzan a proliferar, se mezclan los temas denominados rock, aunque no lo sean, con los boleros, el fox, la canción española o el melodismo italiano. En España empiezan a destacar las dos Conchitas más modernas, Velasco y Bautista.

En 1961 Raquel Meller cantó por última vez ante el público, aunque fuera con pantalla interpuesta. Fue en un programa de TVE e interpretó dos temas, “La violetera”, de Padilla, y “Zapatitos viejos”, de Kaps y Algueró. Con su fallecimiento un año después se puede decir que desapareció virtualmente una larga etapa de la historia de la música española.   

Martirio, “Tatuaje



BIOGRAFIAS


AUTORES


Francisco ALONSO (1887/1948). Autor de Revistas,  chotis,  habaneras,  también hizo cuplés ("El monago Andrés" para Salud Ruiz).






Luis BARTA. (1887/1967). Provisto de enormes bigotes, ya a los seis años tacaba el violín. También dirigió y compuso Zarzuelas. Con  letra  de  los  hermanos  Quintero  compuso  "La confesión picaresca". También escribió "Rosa de Madrid",  chotis con  letra  de  Soriano que estrenó  Mercedes  Serós,  "La  gitana Caireles", "La peinadora",  "Duquesa frívola",  "Vengo de Hungría", "La borlita de polvos", "Soy muy castiza"...

BOLAÑOS, JOFRE Y VILLAJOS. Citados así, en trío, como corresponde, fueron los creadores de canciones pegadizas, como "Canta, guitarra". Importaran a España el charlestón, creando títulos que se hicieron tremendamente famosos y que aún hoy se recuerdad, como “Al Uruguay” o "Cómprame un negro", para La Yankee.




José Juan CADENAS. Granadino. Fue funcionario y periodista, así como bigotudo y moreno caballero. Adaptador de operetas, traductor, comediógrafo, periodista, organizador de espectáculos, empresario, y algo más: amigo íntimo de La Fornarina (Cadenas fue el exclusivo proveedor de los cuplés que aquella extraordinaria artista difundo por España y el mundo). Su momento álgido fueron los años previos a la primera guerra mundial, encontrando inspiración en los espectáculos franceses de la época. Entre sus composiciones más celebradas se encuentra la colaboración con Retana para la letra de "Polichinela", a la que puso música el maestro Quinito Valverde. También compuso “Clavelitos”, que tanto juego daría a las tunas a partir de entonces, o “Machicha de don Procopio”, que popularizó La Fornarina, entre muchas otras.

Manuel FONT de ANTA. (1899/1936) de familia musical. A los dieciseis años dirigía ya una orquesta. Colaboró especialmente con Montesinos, con el que compuso "Su majestad el chotis", "La nieta de Carmen", "La cruz de mayo" y otras muchas que sumaron alrededor de 4.000 canciones. Hombre de derechas, fue fusilado en Paracuellos del Jarama el 20 de Noviembre de 1936, el mismo día que morían Primo de Rivera y Buenaventura Durruti, y 39 años antes de que lo hiciera el Caudillo. Había compuesto para, entre otras de menor renombre, Raquel Meller, La Argentinita, La Goya y Pastora Imperio. También fue autor de obras clásicas, como la “Suite Andalucía” para piano o el oratorio “Jesús del Gran Poder”, con texto de los hermanos Álvarez Quintero.

Esmeralda. “Su majestad el chotis


Enrique GARCIA ALVAREZ. (1873/1931) Comediógrafo y dramaturgo, también escribió cuplés para artistas del género, como "La siesta", para La Bella Chelito, o "La rosenda" para Amalia de Isaura.






Rafael de LEÓN (1908/1982). Autor de los textos de obras maestras de la canción española, se trata sin duda del letrista más importante del género, en el que marcó un canon que fue imitado hasta el cansancio, no siempre con su talento. Poeta de estirpe lorquiana, lo mejor de su obra, no obstante, no quedó en los libros de poemas que publicó, sino en sus canciones, que interpretaron la plana mayor de la copla, de Concha Piquer y Juanita Reina a Isabel Pantoja o Rocío Jurado. Jamás ejerció la carrera que había estudiado, Derecho. Al estallar la guerra civil, fue detenido en Barcelona, donde se encontraba temporalmente, acusado de derechista y monárquico, pero fue puesto en libertad tras alegar en su defensa la amistad que le unía con hombres de acrisolada fidelidad republicana como García Lorca, Alberti y Machado.

Aunque sus colaboradores más frecuentes fueron Antonio Quintero y Manuel Quiroga, con los que escribió una extraordinaria colección de coplas maestras (“Ojos verdes”, “Lola la Piconera”, “La niña de Puerta Oscura”, “Y sin embargo te quiero”, “La Zarzamora”, “No me quieras tanto”, “Reja de mi soledad”, “Ay, Malvaloca”, “Maldito sea el querer”, “Una cantaora”, “Romance de la otra”, “Ay pena penita pena”, “Romance de valentía”, “La Salvaora”, “Limosna de amores” y más), tampoco fue manca la cosecha cuando el maestro Valverde sustituyó a Quintero en el terceto (“Ay, Maricruz”, “Rocío”, “Ojos verdes”; “Te he de querer mientras viva” (solo con Quiroga), “María de la O” (solo con Valverde) o formó pareja con Juan Solano (“A tu vera”, “Tengo miedo”). A veces le perjudicó el exceso de obra, que superó las 1000 canciones.


Miguel Poveda. “Ojos verdes


Juan MARTÍNEZ ABADES. (1862/1920) Pintor laureado (sus cuadros pueden encontrarse en el Museo de Arte Contemporáneo de Madrid), también compuso cuplés y canciones, algunas de ellas extremadamente conocidas y de exito: "Agua que no has de beber", "Agua que va rio abajo", "Mimosa, "Flor de te", "¡Ay Cipriano!, "Amor de muñecos", "Mala entraña".




Genaro MONREAL. (1894/1974) Nacido en Tarazona, fue un niño prodigio, propietario de una excelente voz que le convirtió en niño cantor. Sus facultades le valieron una condecoración que le impuso Alfonso XIII. Tocaba como flautista en el Salón Madrid cuando decidió dedicarse a componer canciones, entre ellas algunas tan conocidas como “Las tardes del Ritz”, que estrenó el transformista Edmond de Bries, “Pasodoble, te quiero, “Clavelitos”, “Campanera” o “Me pedías un beso”, “Ni se compra ni se vende” que cantaron numerosas artistas, entre ellas Mercedes Serós, Preciosilla, Adelita Lulú y Ofelia de Aragón, llegando hasta Marisol o Lola Flores, para quien escribió el famoso “Lerele”, que la lanzó al estrellato. También compuso Zarzuelas. Tiene más de 1.000 obras inscritas en la SGAE.

Eduardo MONTESINOS. (1868/1929) Andaluz, de Granada. Fue empleado del Ayuntamiento madrileño. Traductor en un principia de couplets creados más allá  de  los Pirineos,  también compuso numerosas canciones propias, sobre todo los textos. Fue redactor de "La Cotorra",  apelativo que se daba al  diaria conservador "La Época", propiedad del Marqués de Valdeiglesias. Escribió letras para unos mil cantables, entre ellos, la versión española de "La Pulga",  "La Violetera", con música de José Padilla, "La nieta de Carmen", “Sus picaros ojos", "Colón", "La Balbina" y muchas otras.


José Antonio OCHAITA (1905/1973) Estudió Filosofía y Letras, siendo alumno de Miguel de Unamuno en la Universidad de Salamanca, y aunque fue poeta laureado, periodista y dramaturgo, a más de maestro, sus mayores glorias las consiguió como letrista de canciones. Formó equipo durante breve tiempo con Rafael de León y el maestro Quintero, de cuya colaboración nacieron coplas clásicas, como “Eugenia de Montijo” o “La Lirio”, para pasar a trabajar posteriormente y durante largo tiempo con Xandro Valerio y Juan Solano en canciones que les situaron en el panorama de la canción española más exitosa. A ellos se deben composiciones como “Cinco Farolas”, que estrenó Concha Piquer y años después le dio uno de sus éxitos más sonados a la primera Rocío Jurado, “Tientos del remordimiento”, “Tu ropita con la mía”, “Sortija de oro”, “Cuchillito de agonía”, “La isla se queda sola” o “Si me engañas me muero”.

Ángel ORTIZ de VILLAJOS. (1899/1952) Tocaba el pianos y el violín, instrumentos con el que ofreció su primer concierto a los 7 años de edad, aunque estudió ingeniaría de caminos. En el Olimpia de Lavapiés, Preciosilla estrenó su primera canción: "La mansión de los dioses". Murió en 1952 tras haber creada más de mil canciones, que no fueron suficientes para garantizarle la vida, pues ejerció de oficial de telégrafos durante buena parte de su vida y hasta su muerte en el pueblo madrileño de Guadarrama. Escribió para Luisita Esteso, La Yankee, Tina de Jarque o Conchita Leonardo, para las que creó músicas como las de "Canta guitarra", "El niño de las monjas", "Amores lagarteranos", "Cómprame un negro" "Al Uruguay", "Yo quiero ver Chicago"... En los años 40 abrió una academia de canto en la que estudiaron Pepe Blanco, Lilian de Celis, Antoñita Moreno y una jovencísima Lola Flores.

José PADILLA. (1889/1960) Escribió "La violetera" con la colaboración de Montesinos en la letra) y "El relicario", ambas para Raquel Meller, con la que tuvo problemas por el intento de la artista de ignorar al autor. Igualmente fue coautor de  "Valencia", "Flor de mal” o “C’est París”, que llegó a interpretar Maurice Chevalier. En 1926 visito París, donde era bien conocido por sus temas interpretados par Raquel Meller y otras artistas. También compuso títulos como “La manicura moderna”, (al alimón con Montesinos) para Blanquita Suárez, "Golondrina de mi alero", para Raquel Meller, o "La de los ojos azules", con letra de Fernández Palomero. Desde que Chaplin utilizó, con malas artes y queriendo usurparle la autoría, “La violetera” en “Luces de la ciudad”, su música, que ha sido declarada por la UNESCO patrimonio cultural de la Humanidad, se puede escuchar en más de trescientas películas, entre cuyos directores se encuentran Federico Fellini, Ernst Lubisch, Woody Allen, Ridley Scorr o Yasujiro Ozu.


Charlie Chaplin. “La violetera

Ramón PERELLÓ (1903/1978). Nacido en Cartagena. Fue  el  autor  de  "Herencia  gitana", que Imperio Argentina interpretaba en "Morena Clara". Con Alberto Mostaza compuso para Miguel de  Molina  “La  bien paga", que inmortalizo Miguel de Molina. También “Mi jaca”, para Estrellita Castro, “Falsa monea”, “Échale guindas al pavo” o “Los piconeros”.




Fidel PRADO. Nació en 1891. Fue colaborador literario de diversas publicaciones literarias, en 1914 fue ganado por el cuplé y termino después de la guerra escribiendo son seudónimo novelas del oeste o policiacas. Puso letra española a éxitos internacionales como "Chiquita", "Ramona" o "El Danubio azul". Entre su extensa y dispar obra musical se encuentran "La cruz de guerra", "Todo comprendido" (con Ramuncho colaborando en la letra y Beltrán Reyna en la música), "El novio de la muerte" con Manolo Dercas, o "En Aragón son así".



Antonio QUINTERO (1895/1977). Comediógrafo sobre todo, fue el responsable de la parte dramática de los muchos espectáculos que creó con Rafael de León como letrista y Manuel Quiroga encargado de la parte musical (Se pueden ver los títulos de algunas de las canciones que hicieron juntos en la entrada de Rafael de León). Pero antes de todo eso fue, curiosa profesión para un artista, contable. En 1928 les ofreció a Angelillo y Pepe Marchena su primer gran éxito con el espectáculo “La copla andaluza”, y a partir de ahí siguió trabajando con los más grandes del género, desde Lola Flores y Manolo Caracol, para los que el trío de autores hicieron “Zambra”, a Concha Piquer (“Puente de coplas” o “Tonadilla”), Antoñita Moreno (“Dolores la Macarena”) o Juanita Reina (“Soleras de España”), entre otras muchas.

Manuel QUIROGA (Manuel López Quiroga). Nació en Sevilla el 30 de enero de 1.899, su padre tenía un taller de grabardor y ese fue el primer oficio Pdel maestro. Al mismo tiempo ejercía como organista de la iglesia de los Jesuitas de la calle de Jesús del Gran Poder y estudió para maestro. En 1.955 declaraba haber escrito más de 3000 canciones en 12 años y 63 espectáculos de género. Según la prensa de la época, Quiroga cobraba de tres a cinco mil pesetas diarias por derechos de autor. En 1929 se trasladó a Madrid donde comenzó a concebir el nuevo estilo de "canción española" del que llegaría a ser máximo representante.

Pese a ello, también frecuentó otros géneros, incluso algo tan parisino como "Bajo los puentes del Sena" para Raquel Meller. En colaboración con Rafael de León escribió para todos los grandes del género: Concha Piquer, Imperio Argentina, Miguel de Molina, Angelillo, Manolo Caracol, Tomás de Antequera, Juanito Valderrama, Lola Flores, Juanita Reina, Marifé de Triana, etc... Sus canciones siguen siendo interpretadas hasta hoy en día por artistas como Rocío Jurado, Martirio o Carlos Cano.

Entre sus composiciones más famosas están; "Tatuaje"(con León y Valerio), "Ojos verdes" (con letra de Valverde), "Coplas de Luis Candelas" (con León), "María de la O" (con letra de Valverde), “No me quieras tanto”, "Maruja Limón", "La zarzamora", "Francisco Alegre",  “Y sin embargo te quiero”, "A la lima y al limón" (con León), "Romance de la otra” (con Quintero y León), "No te mires en el río" (con León), “La Salvaora” (con Quintero y León), "La niña de fuego" (con Quintero y León), "la parrala" ( con León y Valerio),  "Pena mora" (con Quintero y León), "Antonio Vargas Heredia" (con quintero  y León). “Capote de grana y oro”, (con Quintero y León), “Romance de Valentía" (con Quintero y León), "Romance  de  la  Reina Mercedes" (con Quintero y León), "La lirio" (con León y Ochaita), etc...

La última aparición pública del maestro Quiroga tuvo lugar en enero de 1986, fecha en la que la sociedad General de Autores le tributó un homenaje en el que La Orquesta Nacional de España interpretó 22 temas suyos con arreglos y dirección a cargo de Carmelo Bernaola, Fernando García Morcillo, Tomás Marco, Luis Cobos, José Nieto y Teddy Bautista. Falleció a los 88 años en Madrid.


Olga Román y Joaquín Sabina. “Y sin embargo te quiero”


Vicente QUIRÓS. (1893/1969) Casado con la cupletista Rosita Fontana, fue autor de números populares como "Sus picaros ojos", con letra de Montesinos, "Bartola si vas al cine", “La Zamorana”, “La maja del Romero”, “Capote torero” o “Peleles”. También escribió canciones en catalán: “Els focs artificials” o “Focs de l’ombrel·la”.




Álvaro RETANA. (1989/1967) Pintoresco personaje pintoresco de la bohemia literaria madrileña sobre el que corrieron numerosos bulos y leyendas. El mismo aseguraba que había  nacido en un barco frente a 1as costas de Ceylan durante un viaje de placer de sus padres en 1988; la realidad es que lo hizo un año después en el poblado filipino de Batangas. Murió en Torrejón de Ardoz. Desde muy joven se dedicó a la pintura, el periodismo y la novela de tinte erótico, además de otras ocupaciones entre las que llama la atención la de diseñador de vestuario escénico. Hombre de vida disoluta y desordenada, fue detenido por ello durante la dictadura de Primo de Rivera, y posteriormente, en 1933, por la República.

Sin embargo, quizás el terreno en que su obra ha pervivido mejor es en el de la composición de numerosos cuplés, habiendo escrito las letras o músicas, a veces ambas cosas a la vez, para canciones tan significativas como: "Las delicias de Brasil", para Carmen Caballero, "Amor japonés" y "Brindis Trágico" , para Raquel Meller, "Ven y ven" y "La Tirana de Tripili", para La Goya, "Un paseo en coche", "El ricito de pelo", "La noche de novios", para La Chelito, "La modista militar", para Mercedes Serós, "La hora del te", para Adelita Lulu, "La maja goyesca" y "La duquesa torera" , para Carmen Flores, "El bibelote", para Nita Solbes, "Fado blanquita", para Blanquita Suarez, "Las tardes del Ritz" y "Un capricho de Cleopatra" para Edmon de Bries. Una envidiable lista de canciones y canzonetistas. Entre sus novelas figuran algunas de títulos tan sugerentes como “Al borde del pecado”, “El Encanto de la Cama Redonda”, o “Historia de una vedette contada por su perro”. También publicó varias obras sobre el cuplé: “Historia de la canción española” (1967), “Historia del Arte Frívolo” (1964) o “Estrellas del cuplé” (1963), que han resultado muy útiles a la hora de elaborar estas notas.


Pink Milk  “Las Tardes del Ritz


Modesto ROMERO  (1883/1954). Pianista,  compositor y espíritu selecto, al principio aporreaba el piano del Romea para artistas que, como La Fornarina, empezaban a despuntar. Más tarde compuso cuplés y tonadillas para La Bella Chelito, Amalia de Isaura, La Goya y Raquel Meller. Tras su etapa del cuplé volvió la vista hacia las formas y ritmos folklóricos, creando innumerables composiciones para Antonia Mercé, Laura de Santelmo o La Argentinita, entre otras. También para ellas creo inspiradas coreografías. Entre sus creaciones figuran: "Mi caballo murió", “Chucherías”, "Besos fríos" a "La peliculera".

Juan SOLANO (1922/1992) Hijo de un librero cacereño, estudió música en el Conservatorio de Sevilla y muy pronto se instaló en Madrid para intentar triunfar como compositor. Lo consiguió al formar equipo con Xandro Valerio y Jose Antonio Ochaita y, posteriomente, con Rafael de León. Con ellos escribió una buena parte de las mejores coplas de postguerra (“A tu vera”, “Cinco farolas”, “Tengo miedo”, “El clavel”, “La niña de Puerta Umbría” o “Esclava de tu amor”. También creo la música de películas como “Bienvenido Mr. Marshall”, “El último cuplé” o “Carmen la de Ronda”. Autor de largo recorrido, comenzó su carrera en los años 40 componiendo para Miguel de Molina y Concha Piquer y la mantuvo hasta bien entrados los setenta aportando muchas de las canciones de los primeros repertorios de Rocío Jurado e Isabel Pantoja. En 1960 escribió para Manolo Escobar nada menos que “El porompompero”.

Xandro VALERIO (Alejandro Rodríguez Gómez. 1896/1966). Poeta ultraísta, fue coautor con León y Quiroga de "Tatuaje" y escribió letras para muchas otras canciones. Entre ellas alcanzó especial resonancia “La Parrala”, de la que primero salió una comedia teatral y luego una película, pero también puso texto a temas tan conocidos como “La casa de papel”, “Dolores la Petenera”, “Cuchillito de Agonía” o “Cinco Farolas”, que interpretaron todos los grandes de la copla.




Quinito VALVERDE (Joaquín Valverde Sanjuán, 1875/1918). Hijo del también compositor Joaquín Valverde, autor de "La Gran Vía", fue hombre bohemio y sin un duro. Barbudo y desaliñado, según se cuenta, era asiduo perseguidor de cupletistas y féminas en general. Fue compositor predilecto de Preciosilla, para la que compuso numerosos cuplés. También para La Fornarina: "Clavelitos”, con Cadenas, su obra maestra, "El polichinela", "Juan Español", "¡Sarasa!", "La canción del Rhin", "La corrida", para Antoñita Mercé, o "Te has caído, chaquetón”.


Salvador VALVERDE (1895/1975). Aunque de procedencia andaluza, nació en Buenos Aires, donde vivió la infancia y donde murió, tras haberse exiliado allí al acabar la guerra civil. Antes y después compuso más de mil canciones, muchas de las con el maestro Quiroga de quien fue uno de sus letristas preferidos (casi como Rafael de León, con quien también colaboró en algunas letras). Con ambos escribió en la década de los 30, en la que fueron el trío compositivo de moda, "Ojos verdes", "María de la O", "María Magdalena", "Maricruz", "Triniá", que estrenó Concha Piquer, y "Llora la guitarra", entre otras. Con otros autores se pueden recordar, entre casi mil canciones, "La cruz de mayo" y "Sol de España" con Font de Anta, o "Si vas a Calatayud" y "Castillo de arena" con Ramón Zarzoso. Fue coautor con Rafael de León de las comedías "Magdalena"(1937) y "María de la O", llevada al cine en 1939 interpretada por Carmen Amaya y Pastora Imperio.

Manolo VILLACAÑAS. Compositor de formación académica, en 1921 era quizás el más conocido de los compositores de cuplés. Acabó su vida en Madrid dirigiendo una tienda de pianos. Durante la guerra civil permaneció en Madrid componiendo y dando clases en su academia en la calle Jardines. Compuso para todas 1as grandes del género. Para Pastora Imperio hizo "Canasteros de Triana" (en colaboración con el profesor García Matos, luego eximio folklorista). Para Amalia de Isaura escribió, junto a Amadeo Vives, las "Canciones epigramáticas". También compuso "Marisol", "La calle 22", con letra de Raffles, y "Varietés”.

Ricardo YUST (1891/1967). Creador de composiciones como “Tápame, Tápame”, con letra de Lorenzo Monis y Francisco Yust, “La hora del te”, “Agua que no has de beber”, “La magia goyesca”, ”Balancé”, “Una duquesa torera” y “Un paseo en Auto”. Virtuoso del piano, también interpretó música “seria”, y se cuenta que en más de una ocasión acudió a Palacio para ofrecer conciertos a la Infanta Isabel de Borbón, conocida por el alias cupletero de La Chata.





Tia Anica la Piriñaca. “Tápame, tápame” por bulerías
https://www.youtube.com/watch?v=lIcQwTr6Hrk




INTERPRETES


ANGELILLO (Ángel Sampedro Montero. 1908/1973). Probablemente el primero de los cantores masculinos de la luego llamada Canción Española. A los 14 años ganó un concurso de cante en su barrio madrileño de Vallecas, por lo que se llevó a casa nada menos que diez duros. Antes de hacer la mili ya era un cantante popular, un éxito que refrendaría posteriormente hasta convertirse en una de las figuras fundamentales de la llamada Ópera Flamenca, obteniendo una fama que se incrementó con las películas que interpretó durante los años republicanos. En 1935, dirigido por José Luis Sáenz de Heredia y producido por Luis Buñuel rodó “La hija de Juan Simón”, con Carmen Amaya, la más destacada de su filmografía.

De ideología republicana, durante la guerra civil se exilio, vía Orán, a Argentina, y aunque regresó a España en un par de ocasiones para canta, la primera de ellas en 1954, siempre regresó a su residencia en Buenos Aires, donde murió cuando le estaban operando de úlcera de estómago. Dejó en herencia una buena colección de canciones, entre las que merece la pena recordar algunas tan célebres como “La hija de Juan Simón”, “Tengo una hermanita chica”, “Pobre presidiario”, “Dos cruces” y “Camino verde”.

Angelillo. “La hija de Juan Simón


Tomás de ANTEQUERA (1920). Soldado de cupo del ejército republicano durante la guerra civil, para el que organizó veladas artísticas, al acabar giró por España en varias compañías. Ayudado por el exilio de Angelillo, y, sobre todo, de Miguel de Molina, al que imitaba hasta en diseñar su propio vestuario, triunfó con canciones como El romance de la Reina Mercedes”, “Doce cascabeles”, “La Macarena” o “Zambra de mi soledad”, que otros muchos cantaron, pero que él lo hizo primero. Prácticamente olvidado a mediados de los años 70, en los que llegó a cantar en algún local semi-porno, fue reivindicado por una parte de la juventud más moderna en los últimos años 80.

Imperio ARGENTINA (Magdalena Nile del Río, 1910). Hija de una malagueña y un gibraltareño emigrados en Buenos Aires, comenzó su oficio, como toda esta generación de artistas, muy joven en América, para establecerse en España a partir de 1924. Cuando en 1931 inició su carrera interpretando la versión muda de “La hermana San Sulpicio” bajo la dirección de Florián Rey, nació un doble idilio, con el director, con el que haría sus mejores trabajos y con el que acabó casándose en boda civil, y con el cine. Las muchas películas que realizó, como las que hizo en Argentina con Carlos Gardel o algunas españolas tan exitosas como “Nobleza Baturra” o “Morena Clara” fueron el medio por el que se popularizaron hasta lo indecible sus interpretaciones de “Rocío”, “El día que nací yo”, “Falsa monea”, “Échale guindas al pavo”, “Antonio Vargas Heredia”, “Carceleras del Puerto” y otras muchas canciones.

LA ARGENTINITA (Encarnación López, 1898/1945). Nacida en Buenos Aires, hija de emigrantes, y fallecida en el exilio de Nueva York, Encarnación López, La Argentinita, es un nombre fundamental en la historia del cante y el baile español. Pisó España por primera vez con seis años y a los ocho ya debutó sobre un escenario, comenzado a partir de ese momento una fulgurante carrera, que se inició en el terreno del cuplé con “Niña, ¿de qué te las das?”, de Susillo y Font de Anta, y que fue uno de sus éxitos.

Sus inquietudes artísticas y culturales la condujeron, a través de sus amores con el torero Ignacio Sánchez Mejías, a mantener una íntima relación con los poetas de la generación del 27, dándole acceso a un repertorio que de otra manera quizás no habría encontrado. En 1931 grabó, con García Lorca al piano, las canciones populares armonizadas por el poeta, entre las que se hayan joyas musicales como “Nana de Sevilla”, “El café de chinitas”, “Canción antigua de las morillas”, “Romance de los mozos de Monleón”, “Anda jaleo”…

Un año después, el 6 de mayo, cantó en el Teatro Español ilustrando la conferencia de Rafael Alberti “La poesía popular en la lírica española”. También en esa ocasión la acompañó Lorca al piano, delante de un decorado que habíann realizado Santigo Ontañón y Salvador Bartolozzi. Semanas después volvió a actuar con Lorca en una charla sobre Granada que el poeta ofreció en la Residencia de Estudiantes. Reestrenó en Cádiz “El amor brujo”, de Falla, que  luego lleva al Teatro Español de Madrid, para montar poco tiempo después una representación en la Residencia de Estudiantes. En el reparto estaban también Vicente Escudero, Pastora Imperio y Miguel de Molina.

Mantuvo una tórrida relación amorosa con el torero y poeta Sánchez Mejía, un hombre casado. A su muerte en los ruedos en 1934, a las cinco en punto de la tarde, Encarnación acudió a la capilla ardiente, pero la familia oficial no la dejó pasar. Se murmuraba entonces que habían sido sus dispendios económicos los que habían llevado al torero a volver a torear, y, por consiguiente, a la muerte. Agobiada por problemas personales y por la situación de guerra, actuó por última vez en España en 1935.

Cuando falleció en Nueva York el 24 de septiembre de 1945, la propia prensa franquista destacó que unos días antes la habían visitado el Doctor Castroviejo e Indalecio Prieto, eximios republicanos exiliados, junto a los que cuentan que estuvo escuchando música española a través del canal exterior de Radio Nacional de España. También aquel día, ante tan ilustres huéspedes, parece ser que La Argentinita bailó por última vez.


Nana de Sevilla”. La Argentinita con Lorca al piano


LA BELLA CHELITO (Consuelo Portela, 1985/1969). Otra “Bella” que también era hija de guardia civil, aunque en este caso naciera en Cuba. Cuentan que era amante del lujo en el escenario y del color blanco, por lo que salía siempre a cantar las enormidades sicalípticas que cantaba adornada por un collar de brillantes y vestida de tules y oro. Hizo famosas canciones como “Un paseo en auto”, que le escribieron Retana y Yust, “La noche de novios”, o “Las pantorrillas”, de Montesinos y Badía, pero su mayor éxito consistió en buscarse “La pulga” mientras picareaba en el escenario.

Vino tito con sifón”. La Bella Chelito


LA BELLA OTERO (1868/1965) (conocida también como Carolina Otero, su verdadero hombre era Agustino Otero Iglesias). Víctima de una agresión sexual en la infancia, cambió de nombre y se fugo de su pueblo, Valga, en Pontevedra, al que no volvió nunca. Su vida estuvo llena de casualidades y aventuras que la situaron en el vértice de la Belle Epoque parisina. En 1909 se convirtió, por pura casualidad, en la primera estrella del cine mudo ruso. Estando actuando en el cabaret Acuarium, de San Petesburgo, apareció por allí un colaborador de los hermanos Lumiere, de nombre Félix Mesquish, con la intención de rodar las primeras imágenes documentales de Rusia. Cuando la Otero le conoció le sugirió incluir una pequeña historia, que se filmó. Era tan sólo un encuentro entre ella, bailarina en un cabaret, y un oficial, que la abrazaba. Apenas nada, pero ella estaba allí, y se implicó tanto en la película que llegó a tocar las castañuelas en el estreno como acompañamiento musical junto a su zapateado.

Bailarina ante todo, actuó en el Folie Bergere, llevó al escenario “Carmen” de Bizet y diversas piezas teatrales. También su vida amorosa fue agitada y exitosa, siendo considerada una cortesana de lujo. Entre sus amantes figuraron Guillermo II de Alemania, Nicolás II de Rusia, Leopoldo II de Bélgica, Alfonso XIII de España y Eduardo VII del Reino Unido. Una ristra de cabezas coronadas que no le sirvieron de mucho cuando a mediados de los años 50 cayó en plena decadencia, arruinada en los casinos, para morir totalmente olvidada y sin un duro.

Pepe BLANCO y Carmen MORELL. Pareja histórica de la canción española, en la que tuvieron gran éxito en los años en que las parejas estaban de moda. 1949: “Una canción y un clavel”. 1950: Presentan “En el corazón banderas”, de Quintero, León y Quiroga. En Octubre visitan Cuba. 1952: Vueltos de Cuba, presentan “Aventuras del querer”. 1954: representan “Me debes un beso”. 1955: estrenan “Dos amores vienen cantando”, que se anuncia como “espectáculo folklórico vestido de smoking”.


Edmon de BRIES (Asensio Marsal, ). Transformista a imitador de estrellas, entre sus imitadas estuvieron La Goya, Chelito o Fornarina. También estreno algunos cuplés propios, como “Tardes del Ritz”, un clásico que le escribieron Álvaro Retana y H. Lorenzo. Llegó a ganar un concurso de belleza femenina en Berlín. Ni que decir tiene que su carrera terminó con el final de la guerra civil.





La japonesita”. Edmon de Bries


Estrellita CASTRO (1.915/1983) Sevillana que a los doce años ganó un concurso de canción, llevó con orgullo  el caracolillo capilar más famoso de España. Debutó en su ciudad natal en una gala organizada por Sánchez Mejías y tras una gira por provincias llegó a Madrid, desde donde extendió su éxito a toda España y a América. Protagonizó un total de 21 películas, entre ellas dos históricas: “Rosario la cortijera” y “Mariquilla terremoto”, que interpretó en Berlín durante la guerra bajo las órdenes de Benito Perojo. Entre las muchas canciones que popularizó figuran "María de la O", "La morena de mi copla", "Mari Cruz", “Mi jaca”, "Los tientos del reloj", “Suspiros de España” o "María Magdalena".

Manolo CARACOL (1909/1973). De estirpe gitana noble, era biznieto de Curro el Dulce, tataranieto (según dicen) de Antonio Monge el Planeta y sobrino de Enrique el Mellizo. Figura fundamental del cante andaluz, tanto en su faceta de canción aflamencada como en la del más puro cante hondo. Cantaor de portentosas facultades, con 12 años ganó el histórico Concurso del Cante Jondo celebrado en Granada en 1922. En el jurado figuraban Lorca, Zuloaga, Falla, Andrés Segovia y Antonio Chacón.

En 1942 emparejó, artística e íntimamente, con Lola Flores, a la que lanzó a la fama con espectáculos como “Cabalgata”, el primero, “Zambra”, o “La maravilla errante”. Uno de los sketches cómicos de este último lo interpretaban Nati Mistral y Tony Leblanc. Se separaron en 1952 y al año siguiente ya montó “La copla nueva”, con su hija, Luisa Ortega. Se lo habían escrito Quintero, León y Quiroga. También compartió escenarios y espectáculos con Pastora Imperio, La Argentinita, Custodia Romero y Concha Piquer. En 1957, en un acto en Sevilla en el que, entre otros, participaron La Niña de los Peines y Pepe el de la Matrona, se le entregó un disco de oro conseguido por suscripción popular al cumplir los 36 años de profesión. Grabó una infinidad de discos que hoy son  joyas de la cultura.

Manolo Caracol y Lola Flores. “La niña de Fuego

Manolo ESCOBAR (1931/2013). Se trata, probablemente, del cantante fronterizo entre la copla pura de los años 30, 40 y 50 y las nuevas corrientes musicales que, también en la canción andalucista, caracterizaron la música popular española de la década de los sesenta en adelante. Bien se podría decir que si Concha Piquer, Antonio Molina o Marifé de Triana expresan en sus canciones, cada quien con sus talentos propios, la España de la autarquía y el aislamiento internacional, cuyo declive sociológico y político se podría fechar en la firma en 1952 de los acuerdos con EEUU de 1952 para la instalación de bases americanas en territorio español, las canciones de Manolo Escobar conforman la quintaesencia de una cierta visión de la España del desarrollismo, que sería una realidad a partir de 1962, con el nombramiento de Manuel Fraga Iribarne como Ministro de Información y Turismo y su promoción del “España es diferente”, que llenó las playas españolas de vikingos rubicundos y exuberantes vikingas en bikini.

Las canciones más representativas y exitosas del repertorio de Manolo Escobar apuntan en esa dirección. Desde el inicial “Porompompero” (debido, no se olvide a la inspiración de Ochaita, Valerio y Solano), con el que triunfó definitivamente en 1960, hasta “Mi carro”, “La minifalda”, “Yo soy un hombre del campo” o “Y viva España”, su canto es la voz de una España aún ruralista y tradicional, enfrentada a la modernidad y convertida en propagandista de unas esencias patrias en trance de desaparición.

En ese momento de profundo cambio social, también cambiaron los destinatarios de esta nueva canción españolista de Escobar. Las mejores coplas de las décadas anteriores tenían como primeros y principales oyentes a los propios españoles (con la extensión sudamericana incluida) y surgían de un medio social, moral y cultural que era el mismo que retrataban, unas veces con hondura y pasión, otras, demasiadas, trivializado y convertido en tópico. El arte de Manolo Escobar, sea el que sea, retomaba, en primer lugar, ese mismo público de origen rural de la copla, pero ahora asentado en los barrios-colmena que habían surgido alrededor de las grandes ciudades, consecuencia de la masiva emigración interior, al que inducía a añorar las supuestas bondades del mundo del que procedía. Por otro lado, esos mismos valores expresados en las canciones (y su manera más “moderna” de interpretarlas), las convirtieron en valiosas propagandistas de aquella España diferente que se querían vender a los cada vez más numerosos turistas: sol, playa, jamón, toros, y sobre todo, alegría a chorros.

Esa dualidad pasado-presente del cantante queda explicitada, más aún que en sus canciones, en las películas que protagonizó, especialmente en las cinco que hizo, entre 1967 y 1971 con Concha Velasco, icono entonces de la canción moderna, ligeramente pop, del país. Sus simples títulos constituyen ya toda una declaración de principios: “Pero… ¿en qué país vivimos?”,Relaciones casi públicas”, “Juicio de faldas”, “En un lugar de La Manga” y “Me debes un muerto”.

Manolo Escobar había comenzado a cantar en concursos de verbenas veraniegas, donde cuentan que le escuchó Raquel Meller, quien le auguró un prometedor futuro. En 1957 grabó su primer disco, un EP de cuatro canciones, y en 1961 debutó en Madrid con gran éxito. Entremedias, en 1960 había grabado “El porompompero”, una canción destinada al Príncipe Gitano que éste no llego a grabar por problemas con su sello discográfico. Ahí estalló el principio de la inmensa fama de que gozaría en los años siguientes, que en 1973 le llevarían a vender seis millones de ejemplares de su “Y viva España”. 

Tal vez fuera su íntima identificación con la España más profunda y su carácter de pregonero de los más superficiales valores patrios lo que hizo que cuando, ya en la democracia, intentó variar su imagen y su mensaje, interpretando, por ejemplo, “Qué bonito es Badalona”, de Joan Manuel Serrat, o más aún “Andaluces de Jaén”, de Paco Ibáñez sobre un poema de Miguel Hernández, no fueran comprendidos por su público y no le aportaran tampoco público nuevo.

Una faceta de Manolo Escobar que también muestra esa contradicción, esta vez de manera más personal e íntima, es la de coleccionista de obra plástica contemporánea, terreno en el que, según los entendidos, mostró un ajustado sentido crítico y un clara intuición, además de una dedicación constante, apostando siempre por las obras estéticamente más avanzadas y rompedoras.

Manolo Escobar. “Andaluces de Jaén

Rafael FARINA (Rafael Antonio Salazar Motos, 1923/1995). Comenzó a cantar desde muy niño por los bares de su Salamanca natal. En 1948 pasó a integrarse en la compañía de Concha Piquer, con la que recorrió España y América a lo largo de seis años. Posteriormente también acompañó a Lola Flores. Entre sus compañeras femeninas de escenario también figura una jovencísima Esperanza Roy, que en 1956 formó parte del cuerpo de baile de su espectáculo “El cante ya tiene rey”, que le escribieron Ochaita y Valerio.


LA FORNARINA (Consuelo Vello Cano, 1884/1915). Madrileña hija de guardia civil y lavandera, se inició en la zarzuela como chica de coro y llegó a ser una de las grandes del género ínfimo. En un principio utilizó su propio nombre, hasta que actuando en el Salón Japonés, uno de los templos del género, el periodista Javier Betegón la comparó con Margarita Lutti, musa del pintor italiano del Renacimiento Rafael, a la que llamaban La Fornarina, cuyo sobrenombre adoptó. Era mujer culta, lo que resultaba poco habitual en su época y en su medio, por lo que huyó de toreros y señoritos y frecuentó a los hombres de letras, poetas e intelectuales, entre los que seleccionó sus múltiples amantes.

En 1907 estrenó la canción “Clavelitos” en el Apollo Theatre de París, y en el Kursal Central dio a conocer “Aventuras de don Procopio en París”, que le  habían escrito Retana y Cárdenas, dos creaciones que han atravesado el tiempo. También fue la primera intérprete de una canción con tanta historia posterior como “El Polichinela”. Falleció el 17 de julio de 1915, con sólo 31 años y poco después de haber estrenado su última creación, “El último cuplé”.



La Fornarina. “La Machicha



LA GOYA (Aurora Purificación Mañanos, 1891/1950) Bilbaína. Cupletista que aportó decencia al género ínfimo, que con ella empezó a ser conocido como “variedades”. Debutó en 1911con el  en el Trianón Palace, famoso coliseo madrileño que se inauguró ese año. Casada con el escritor y periodista Tomças Borras, frecuento los ambientes intelectuales, muchos de cuyos integrantes escribieron laudatoriamente sobre ella, desde Pedro de Répide, Martinez Sierra o Linares Rivas hasta Cansino Aséns y Valle Inclán, aficionado como este era al cuplé y las cupletistas. Se hizo famosa, ante todo, por haber popularizado números tan famosos como “Ven y ven”, “Tápame”, adaptación de una canción popular portuguesa, o “La cruz de mayo”. Se retiró definitivamente en 1927.


Lola FLORES (1923/1995) Se trata, quizás, de una de las más talentosas y personales de las intérpretes de canción flamenca, y desde luego la de más prolongada carrera, siempre acompañada del éxito. Era acertada aquella valoración del crítico estadounidense que en los cincuenta aseguró que Lola no sabía cantar ni bailar, pero que había que verla; porque en Lola Flores (como dicen que sucedía con Raquel Meller, por ejemplo, el arte más auténtico esta en ella misma. Ella es, con sus imperfecciones o sus heterodoxias a la hora de cantar y bailar, o precisamente a causa de ellas, su propia obra de arte, que así se convierte en único.

Desde niña tenía claro que quería ser artista, y se preparó para ello, primero en su Jerez natal con Nicolás Sánchez, y luego, ya en Sevilla, con el maestro Realito, aparte de contar desde muy pronto con el consejo y la ayuda del Maestro Quintero. Todo ello mientras se iba haciendo un nombre en los medios flamencos jerezanos, en los que empezó a despuntar con 13 años. Cuando llega a los 16 al terminar la guerra civil, el director y productor cinematográfico Fernando Mignoni para interpretar el papel de una joven gitanilla en su película “Martingala”, con la que Lola inicia una larga y triunfal carrera cinematográfica que la llevaría a rodar cerca de 40 películas, muchas de éxito y algunas incluso importante, como “Embrujo” (1947), un acercamiento apasionado a la pasión del flamenco y a la pareja que ya formaba la cantante con Manolo Caracol, coprotagonista de la historia, que dirigió Carlos Serrano de Osma.

Existe controversia sobre el momento en el que Lola Flores conoció a Manolo Caracol, con el que formaría la pareja sentimental y profesional de mayor éxito y calidad durante los ocho años que estuvieron juntos. La versión más oficial dice que fue en 1939 en el Teatro Villamarta, de Jerez, donde el ya famoso cantaor estaba actuando y donde se presentó Lola, que le admiraba, con su madre para cantarle “Bautizada con manzanilla”, que había popularizado Pastora Imperio, su modelo en aquellos inicios. Para otros el encuentro fue cuatro años después en el bar Pinto de Sevilla. Lo que sí se sabe es que en 1943 el empresario de Lola, que estaba teniendo un buen éxito con el espectáculo de Quintero, León y Quiroga “Cabalgata”, llamó a Caracol para contratarle, por lo que él pidió 6.000 pesetas diarias, que se le concedieron. El espectáculo se estrenó en 1944 y constituye un punto de referencia del género. Se tituló “Zambra”. El flechazo entre ellos y de ellos con el público fue inmediato. Ella tenía 20 años y el 35, y esa unión entre la mujer joven, pero poderosa, tentadora, y el hombre maduro y experimentado, que en escena se cargaba de oscuros reflejos eróticos, rompió la pana. Juntos grabaron discos y protagonizaron espectáculos y películas que forman parte de la historia de la música española.

La separación de la pareja, que condujo a Lola Flores a su primera gira y larga gira por América en 1952, no supuso, sin embargo, ninguna merma de su popularidad en España, que muy al contrario se vio incrementada cuando dos años después reapareció con el espectáculo “Copla y Bandera”. A las seis de la mañana del 27 de octubre de 1957 Lola se casó con el guitarrista Antonio González, El Pescailla, en el Monasterio de El Escorial, dando lugar a una pareja que si en lo personal duro toda la vida, en lo profesional no tuvo la continuidad que los buenos trabajos que hicieron juntos merecía. En cualquier caso, la arrolladora artista se convirtió en la principal estrella femenina de España, una fama que continúo inalterable hasta hoy en día, en base a su capacidad de adaptación a las modas de cada momento sin perder el pellizco de su arte.

Ya en la madurez empezó a añadir galardones y premios a su popularidad, como el premio al mejor artista extranjero que le otorgó la crítica neoyorkina en 1979, cuando tenía 56 años. También en esos años realizó sus mejores labores interpretativas dando vida a sendas matriarcas gitanas, llenas de humanidad y de vida, en la película de Miguel Hermoso “Truhanes” (1983) y la serie televisiva “Juncal”, dirigida por Jaime de Armiñan y protagonizada por Francisco Rabal.

Lola Flores. “Ay, pena, penita, pena


Pastora IMPERIO (Pastora Rojas Monje, 1887/1979). Una grande del arte español, que como Tórtola Valencia o La Argentinita, fue ante todo una bailarina que también le dio al cante. Nacida en el barrio sevillano de La Alfalfa, era hija de La Mejorana, cantante y bailaora, y de un sastre de toreros, a los once años se trasladó con su familia a Madrid, donde muy pronto se integró en los ambientes artísticos con un repertorio muy variado, que incluía muestras de folklore de toda España y cuplés. En 1914 triunfó en París y muy pronto cruzó el océano para hacerse popular en toda América. Una prueba indudable del prestigio de que gozó desde el principio es que ya en 1915 Manuel de Falla compuso para ella “El amor brujo”, que posteriormente también interpretaría La Argentinita. Se retiró definitivamente en 1962.

Mujer de vida agitada, en 1911 se casó con el afamado torero Rafael Gómez, el Gallo, en un matrimonio que pese al amor que se tenían los conyugues apenas duró un año. Pese a ello, el diestro demostró su categoría humana al reconocer años después como propia a su hija Rosario, pese a ser hija, como más tarde se supo, de Fernando de Borbón, Duque de Dúrcan, primo de Alfonso XIII.

Amalia de ISAURA (1894/1971) Madrileña, actriz y cantante. Para ella escribió Amadeo Vives en 1915 sus “Canciones epigramáticas”, de largo recorrido. Fue la compañera escénica prefería de Miguel de Molina, y juntos permanecieron fieles a la República durante la guerra civil, durante la que actuaron en la retaguardia de Madrid o Valencia y en los mismos frentes de combate. En 1937, como homenaje a García Lorca, protagonizó “Mariana Pineda” en el teatro de las Juventudes Socialistas Unificadas. Tras la derrota republicana siguió en España y se integró en la compañía de Concha Piquer. Popularizó las canciones “Cotilleos”, de Retana y Vidal Iragán, “Cabeza de cholito”, de Sánchez Carrere y Juan Rica, “El último figurín”·, “Kiss-me”, “La chalequera” y otras muchas. Ya casi al final de sus días apareció en televisión interpretando la obra teatral de Antonio Gala “El sombrero”.


Raquel MELLER (Francisca Marqués López, 1888/1962). Dijo de sí misma: “No soy cupletista, tampoco soy cancionista; soy Raquel”. Una valoración que aún cuando pueda considerarse vanidosa no fue ella la única que se consideró así. Con motivo de su serie de 30 actuaciones en Madrid en 1921, cuyas entradas para todo el mes se agotaron, pese a que tenían el entonces enorme precio de entre 10 y 13 pesetas, Manuel Machado escribió: “juro que es la más grande actriz que ha visto el mundo”, una opinión que según parece compartía con la gran actriz Sara Bernhardt, que calificó a nuestra Raquel de “la mejor”. El famoso crítico del New York Times J. Brooks Atkinsons escribió de ella cuando visitó Estados Unidos en 1926: “En vez del brillo asociado comúnmente a los artistas de Music-Hall, Raquel Meller se mantiene constantemente alejada de todo lo que significa halago al público o coquetería: triunfa por la realidad y la fuerza que da a sus distintas creaciones”. ¿Sería demasiado señalar que la crítica londinense la califico como “un alma que canta”?

Nacida en el pueblo aragonés de Tarazona, hija de un herrero y de una empleada de ultramarinos, Raquel Meller encontró en Barcelona el sitio desde donde extendió por el mundo su arte personalísimo, no sólo de cupletista ni actriz. Por influencia de la cantante Marta Oliver, quien la tomó como pupila, allí debutó en el salón La Gran Peña en 1908, y fue allí donde obtuvo su primer gran éxito en su debut en 1911 en el teatro Arnau, en el que interpretó ya dos de las piezas a las que daría fama internacional y que posteriormente serían interpretadas por toda cupletista que se preciase: “El Relicario” y “La Violetera”, ambas del maestro Padilla. Luego los éxitos se sucedieron por todo el mundo a velocidad vertiginosa. En Madrid ya había triunfado en su presentación en 1911, en Paris lo haría en 1919 y año siguiente en Londres. Aunque hubo de esperar siete años, cuando llegó a Nueva York en 1926 se reprodujo el fervor popular que había ido despertando hasta entonces allá por donde pasaba.

Su estancia en Estados Unidos dio lugar a una de las anécdotas más jugosas de las muchas que se podrían contar de Raquel Meller. Charlie Chaplin se sintió fascinado por la artista española, y según parece la propuso interpretar alguna de sus películas. En los periódicos españoles se publicó que el genio anglo-americano le había propuesto a Raquel participar en una cinta sobre Napoleón, que nunca llegó a filmarse. Otros aseguran que el papel ofrecido a nuestra cupletista era el de “Luces de la ciudad”, que aunque no se estrenó hasta 1931 ya estaba comenzando a preparar en 1926. Al final el personaje fue para Virginia Cherrill (con la que, por cierto, Chaplin se llevó fatal), pero en la película quedó un reflejo del amor del cineasta por la cantante en la utilización como leiv motiv musical del film de “La violetera”. Eso sí, al director se le olvido poner en los títulos de crédito que el autor era José Padilla, lo que le valió una demanda por plagio y la correspondiente condena.

Raquel Meller se casó muy joven con el escritor Enrique Gómez Carrillo, en una boda en la que hizo de padrino el mismísimo Conde de Romanones. La felicidad duró poco y se separaron al año. Tras su divorcio la cupletista se volvió a enmaridad con un rico industrial. Parece ser que la artista era de carácter fuerte y tenía malas pulgas, lo que la llevó a un fuerte enfrentamiento con La Argentinita, también hembra de armas tomar, de la que se ganó una bofetada y con la que no volvió a hablarse. Tras la guerra volvió a recuperar el éxito de los años 20 y 30, aunque ya nunca fue lo mismo. Se retiró en 1946 pero sólo pudo aguantar 10 años, reapareciendo tras ese tiempo en Barcelona y agotando entradas todos los días. En el mismo año de su muerte actuó en el Paralelo barcelonés y en TVE. La República Francesa le había entregado su Legión de Honor y el Gobierno Español la Gran Cruz de la Orden de Alfonso XII.

Raquel Meller. “La violetera


Antonio MOLINA (1928/1992). En 1949 ganó en Radio España un concurso para noveles que le permitió grabar un primer disco y hacerse un hueco en la canción española, que se amplió a partir de su debut en 1952 en el Teatro Fuencarral de Madrid formando parte del espectáculo “El agua del avellano”, al que siguieron otros, ya con él encabezando el cartel, que, junto a la enorme difusión radiofónica de sus discos y las varias películas que protagonizó, le hicieron disfrutar de una enorme popularidad. “Soy minero”, “Adiós a España”, “Cocinero, cocinero”, “Yo quiero ser mataor”, “Soy un pobre presidiario” y “Maria de los Remedios” son algunas de las muchas canciones que popularizó.

Miguel DE MOLINA (Miguel Frías de Molina, 1908/1993). Con Angelillo es, y no sólo cronológicamente, el primer cantante masculino de copla, un género hasta entonces reservado a las mujeres; como el cuplé, por otra parte, que hasta los hombres que se atrevieron a cantarlo debieron hacerlo travestidos. Ambos compartieron, también, ideas republicanas, que les valieron el exilio.

El lanzamiento como cantante de Miguel de Molina, que antes se había dedicado a organizar espectáculos musicales, tuvo lugar, además, en un año tan destacado como el de 1931, por lo que bien se puede decir que si no el hombre, el artista y la República son coetáneos. Su éxito fue fulgurante, triunfando con temas como “El día que nací yo”, “Triniá”, “Te lo juro yo”, y, sobre todo esas dos joyas de la música mundial que son “La bien pagá”, de Juan Mostazo y Ramón Perelló y “Ojos verdes”, de Quintero, León y Quiroga.

Durante la guerra civil permaneció en zona republicana, formando pareja con Amalia de Isaura, con la que visitó con frecuencia los frentes de batalla actuando para los soldados. A partir de 1939 hubo de enfrentarse a los censores franquistas, no sólo por sus ideas, sino también y sobre todo por su homosexualidad, que no ocultaba más allá de lo estrictamente obligatorio, llegando a presentarse en una procesión adornado con mantilla y peineta. Esa actitud provocó el odio que le profesaban algunos próceres del régimen.

En 1942, al salir de una de sus actuaciones fue secuestrado por tres falangistas, que le llevaron a un descampado y le propinaron una fuerte paliza. Ese mismo año se exilio en Argentina, viviendo en Buenos Aires hasta su muerte, con un paréntesis que pasó en México, y recorriendo toda América con sus canciones y sus llamativos trajes, que diseñaba y cosía él mismo. Regresó a España en alguna ocasión, pero siempre por motivos laborales, como en 1944 para rodar los mediometrajes “Luna de sangre”, “Chuflillas” y “Manolo Reyes”, con música y canciones de León, Padilla y Quiroga, o para realizar una gira en 1957. Consciente de la decrepitud que provoca el tiempo, se retiró de los escenarios en 1960, a los 52 años; “no hay que exhibir la vejez de lo que antaño fue hermoso”, declaró posteriormente.  

Miguel de Molina. “La bien pagá


Sara MONTIEL (María Antonia Alejandra Vicenta Elpidia Marina Rosalía Esther Judith Isidora Abad Fernández, 1928/2013). Hasta en la pila bautismal fue excesiva Sara Montiel, actriz y cantante que tampoco sabía actuar ni cantar demasiado pero poseedora de una fuerte personalidad, aunque no alcanzará la brillantez de otras artistas similares, ella sí únicas, como Raquel Meller o Lola Flores.

Aún no había cumplido los 15 años cuanto uno de los dueños de la empresa cinematográfica CIFESA se fijó en su belleza y su talento al escucharle cantar una saeta en la Semana Santa de Orihuela, donde se había trasladado su familia a vivir desde Campo de Criptana, donde nació la artista. Tras algunas apariciones mínimas en varias películas interpretó su primer papel de cierta importancia en uno de los clásicos del cine histórico español, “Locura de amor”, que fue el inicio de una carrera fulgurante que incluyó películas como “La mies es mucha” (1948), “Pequeñeces” (1949) y “El capitán veneno” (1950). No obstante, la joven actriz buscó espacios más amplios para su arte, y en 1950 ya estaba en México, donde aparte de trabar amistad con algunos ilustres exiliados, como el poeta León Felipe, que le mostró su admiración en verso, participó en 14 producciones cinematográficas en cuatro años. 

Pero México también se le quedó pequeño y acabó por dar el salto a Hollywood en 1954. Su entrada en el cine estadounidense no pudo ser mejor, al interpretar un papel episódico, pero destacado, en “Veracruz”, un western fronterizo de Robert Aldrich en el que dio la réplica nada menos que a Gary Cooper y Burt Lancaster. En la siguiente producción, “Serenata”, un musical protagonizado por Mario Lanza y Joan Fontaine, se enamoró del director, Anthony Mann, con quien se casó, viviendo enmaridada con él seis años.

De regreso en España para disfrutar de unas merecidas vacaciones, Sara aprovechó para protagonizar una pequeña película dirigida por Juan de Orduña. “El último cuplé” fue un bombazo absoluto, del que la artista se enteró cuando había vuelto a Hollywood para rodar con Samuel Fuller “Yuma”. Además, se trataba de una película musical, en la que interpretaba una buena cantidad de viejos cuplés que Raquel Meller, que fueron grabados en disco con gran éxito. Sara Montiel no se lo dudo y abandonó su prometedora carrera americana para ascender al cielo de las estrellas de la canción española. Hay que decir que Raquel Meller, en quien estaba inspirado ligeramente el film, no quedó muy contenta, asegurando que Sara, “además de imitarme y cantar mis canciones, tiene voz de sereno”. La verdad es que la nueva estrella, que no disponía de un gran registro vocal, puso de moda una forma de susurrar las canciones que rompía con los modelos anteriores y que posteriormente sería imitada hasta la saciedad. Declinante su carrera desde los años 70, su popularidad, no obstante, se mantuvo hasta convertirla en un mito.

Sara Montiel. “Ven y ven


Emilio el MORO (Emilio Jiménez Gallego, 1924/1987). Nacido en Melilla, se inició en el flamenco hasta que un día le dio un falso toque árabe a su cante y, ante el éxito obtenido, decidió dedicarse al humor cantado y adoptar el sobrenombre por el que se hizo muy famoso en una España deseosa de reír. Aunque creo un estilo propio, que ponía en solfa autocrítica el propio género, no ha dejado ninguna canción memorable, aunque los títulos de algunas de ellas den claras pistas sobre por dónde iba su arte de la autoparodia: “Sevillanas rociadas”, “Seguirillas del mocoso”, “Limones podríos” o “Colombianas de Colon” son algunos de ellos. Practicamente inventó un género propio, la canción-parodia, remedando desde el humor canciones de gran fama, como “El emigrante”, “El relicario”, “Si vas a Calatayud”, “Romance de valentía” o “Mi suegra me la robaron”. Carlos Cano, que vivió de niño su época, le dedicó en 1984 “Las murgas de Emilio El Moro”.

Emilio el Moro. “El emigrante


Concha PIQUER (1906/1990). Si Raquel Meller fue la reina del cuplé y Lola Flores de la canción andalucista, sin duda Concha Piquer ocupó el trono correspondiente a la copla. Su interpretación de “Tatuaje”, ese tema escrito en estado de gracia por León, Valerio y Quiroga es una obra maestra, aunque no le vayan a la zaga sus versiones de “Ojos verdes”, “La bien pagá”, “Romance de la Reina Mercedes”, “La otra”, “La niña de la estación”, “Y sin embargo te quiero” o tantas otras de su repertorio. Se peodría decir que la Piquer comenzó su carrera como Conchita y la terminó, prematuramente, siendo ya Doña Concha.

Su padre era albañil y su madre modista, y como tan ejercían en Valencia cuando nació la cantante, que fue niña prodigio y empezó de niña en el oficio, como tantas otras hijas e hijos de clase menesterosas, que debían empezar a contribuir al mantenimiento familiar desde que tenían posibilidad de hacerlo, explotando para ello sus facultades, fueran estas las de cantar o las de conducir mulas. Debutó a los 11 años en teatro Sogueros de su ciudad natal, extendiendo su gracia juvenil por los escenarios de la zona en los siguientes cuatro años.

En 1920, tenía ya 15 años, conoció al maestro Penella, que se encaprichó de ella y ni corto ni perezoso se la llevó de Valencia a Nueva York sin aplicarle anestesia alguna. Allí la hizo participar en las representaciones de “El gato montés”, la opereta en tres actos que ya el músico había estrenado en Valencia en 1917, y que dejó para el futuro el popular pasodoble que le daba título. Las representaciones se prolongaron durante tres meses en el teatro Park Theatre y en ellas participó también Pastora Imperio, ya toda una figura. Su estancia americana la sirvió para entrar en contacto con Hollywood, que entonces estaba en los primeros balbuceos del cine sonoro y sus protagonistas. En el Winter Garden de Brodway compartió escenario nada menos que con Al Jolson y Eddie Cantor en la revista musical “The dancing girl”.

Aunque el primer film sonoro se atribuye a Jolson y su “El cantor de jazz”, por ser la primera que se estrenó comercialmente en 1923, ya antes se habían realizado diversos intentos de ponerle voz a las imágenes mudas en movimiento, y Concha Piquer protagonizó una de ellas. El cortometraje de once minutos, en el que la española interpretaba una jota, un cuplé y un fado dando muestras de singular desenvoltura ante la cámara, tuvo la mala suerte de que se utilizara un sistema de sonorización, el Phonofilm, que fracasó rotundamente, y que el director fuera un tal Lee de Forest, su inventor, antes un ingeniero que un cineasta, lo que hizo que la peliculita se perdiera, hasta que fue rescatada hace unos años y pasó a formar parte del archivo de la Biblioteca de Washington.



http://www.rtve.es/alacarta/videos/imprescindibles/imprescindibles-rescata-primera-pelicula-sonora-castellano-concha-piquer/920639/

Regresó a la patria en 1926, ya convertida en una figura en la distancia, categoría que certificó en sus actuaciones españolas, lo que le valió que en junio de 1927 el diario ABC la galardonara con su premio de belleza por una foto que había sido portada de periódico. Pero el gusanillo internacional había anidado en el interior de la artista y un año después puso rumbo a París, donde también triunfó, incursionando de nuevo en el cine con la versión muda de “El negro que tenía el alma blanca”, la novela de Alberto Insua adaptada por Benito Perojo, que volvió a contar con ella cuando realizó en 1935 la versión sonora, en la que la acompañaron Angelillo y Antoñita Colomé.

Desde entonces su nombre quedó estampado en el firmamento de la canción española, triunfando repetidamente en España y América convertida ya en una autentica estrella. En 1933 se casó con el torero Antonio Márquez, del que tuvo una hija, Conchita Márquez Piquer, también cantante, aunque de menor fuste. El estallido de la guerra civil la pilló en Madrid con su marido, aunque en cuento pudieron viajaron a París, para instalarse luego en la Sevilla tomada por Queipo de Llano, desde donde recorrió la geografía tomada por los sublevados, cada vez más amplia.

Acabada la guerra, en 1940 se presentó por todo lo alto en Madrid en una actuación organizada por la Asociación de la Prensa en la que también intervinieron La Niña de los Peines, La Macarrona, Pericón de Cádiz y Melchor de Marchena. Fundamental en su trabajo fue el encuentro en estos años guerreros con Rafael de León, del que ella mismo contó en 1981 una anécdota en El País que no tiene desperdicio: “Yo trabajaba en el teatro de la Exposición, en Sevilla; me estaba una tarde maquillando; de repente llaman a la puerta del camarín y oigo una vocecita dulce: «¿Se puede?». Pase. Y entra Rafael vestidito de soldado. Se quita la gorrita y me dice con el cuello torcidito: «¿Usted es Conchita Piquer?». Y yo le contestó: «Y usted es maricón?» «¡Huy! ¿En qué lo ha notado usted?». «En la gorra». Y allí mismo nos hicimos amigos, y luego hemos pasado la vida juntos, como dos hermanas. Y, claro, yo a veces le contaba cosas de mi vida, cosas que me pasaban, ya digo, como una hermana, y él sacaba de eso tema para sus canciones. Así que todas las que ha hecho Rafael tienen algo mío”.

Tan enemiga de hacer bises, porque decía que las canciones repetidas perdían su gracia, como amiga de viajar con numerosos baúles, lo que pasó a ser motivo del famoso dicho popular, Concha Piquer también fue expeditiva a la hora de retirarse. Lo hizo en 1958, sin previo aviso. Estaba actuando en el pueblo de Reina Cristina cuando sintió que le fallaba la voz, al acabar bajó del escenario con la decisión tomada, que cumplió, de no volver a subir a él, aunque sí grabó posteriormente algunos discos.

Cocha Piquer. “Ojos verdes


PRECIOSILLA (Manuela Tejedor Clemente, 1893/1952). De Calatayud, como la famosa Dolores, a los 15 años debutó en el Petit Palace, luego Teatro Infanta Isabel, un amigo suizo le puso el sobrenombre artístico por su belleza, que comparó con la del personaje de Cervantes. De la mano de su descubridor, el maestro Quinito Valverde, marchó a Paris, en donde combinó la actividad artística con los devaneos eróticos, de los que parece ser que supo sacar buenos beneficios económicos. Al estallar la Gran Guerra actuaba en el Paralelo Barcelonés por la friolera de 150 pesetas diarias, que entonces daban para mucho.

Alcanzó su mayor popularidad en los años 20 y 30, y fue un paradigma de lo que se llamó Belle Epoque, llegando a grabar decenas de discos de pizarra. Hay en su vida una circunstancia que tal vez mereciera la pena investigarse, pues tiene un punto de contradicción que le confiere emotividad. Mujer de derechas y de fuertes creencias religiosas, pese a su vida disipada, la guerra civil la pilló en Madrid, donde permaneció durante toda la guerra actuando en teatros y para los soldados, es de suponer que haciendo de tripas corazón. Tras la ocupación por las tropas franquistas, y aunque contaba ya con 46 años a sus espaldas, bien hubiera podido aprovecharse de las circunstancias, especialmente teniendo en cuenta que durante la contienda había tenido que afrontar denuncias y acusaciones. No lo hizo. Muy al contrario, se retiró totalmente de los escenarios y dedicó lo que le quedaba de vida hasta su fallecimiento en 1952 a los negocios, que según parece no se le dieron mal, y a las obras caritativas.

Los títulos de algunas de las canciones con las que triunfó dan una idea de la orientación de su arte: “El diábolo francés”, “¡Ay! ¿qué me haces?”, Una noche feliz”, “La danza del oso”, “Preciosilla”, “El muñeco mecánico”, “El amor y el vitriolo”, “Lock-out”, “El pijama”, “La maja, el rey y el torero”, “La manicura ideal”, “La rana del placer”, “Los pecados de Juanita”, “Su Alteza La Rumba”, “Ya s’ha constipao”...


EL PRINCIPE GITANO (Enrique Castellón Vargas, 1928/…) Gitano era, de familia chamarilera valenciana, para más señas, y el apelativo de príncipe se lo gano por su apostura y un desparpajo sin igual, que le condujo a interpretar sin el mayor pudor canciones tan alejadas del gitanismo como el “Obladi, Oblada” beatleliano, o el “In the guetto” de Presley, que cantó en inglés y español. Quiso ser torero, pero los cuernos le impresionaban demasiado. Debutó en 1946 y se mantuvo en primera línea hasta comienzos de los 70, con números populares como “La Tani”, “El reloj”, “Rosita de Alejandría”, “Cariño de legionario” o “Mimbrales”. Su éxito fue inmenso, aunque quede poca memoria de él, llegando a montar cerca de 60 espectáculos y grabando unas 1.800 canciones. Él fue el primero en cantar el luego famosísimo “Porompompero”, aunque no pudo grabarlo por problemas entre sellos discográficos y derechos. Manolo Escobar, entonces un joven aspirante a estrella que actuaba en su compañía, se lo pidió prestado, el Príncipe, que por algo lo era, se lo cedió, y ahí quedan los millones que se llevaron el nuevo intérprete, los autores (Solano, Ochaíta y Valerio) y la casa discográfica. Fue hermano de la gran bailaora Dolores Vargas, La Terremoto.

El Príncipe Gitano. “In the ghetto

Juanita REINA (1925/1999). Sevillana del barrio de la Macarena, aprendió a bailar en la famosa academia de Enrique el Cojo y a mediados de los años cincuenta ya se destacaba en la prensa que cobraba medio millón de pesetas por cada película que protagonizaba, entre las que figuran “La blanca paloma”, con la que había debutado en 1941, “La lola se va a los puertos” (1947) o “Lola la piconera” (1951). Su primer espectáculo lo pagó con un préstamo su padre, que se convertiría en su representante y empresario. Tuvo fama por no interpretar canciones que estuvieran en el repertorio de otras cantantes, aunque muchos de sus temas tuvieran luego numerosas versiones, como “Francisco Alegre”, “Capote de Grana y Oro” o “Y sin embargo te quiero”. Ni que decir tiene que colaboró con el trío de oro, Quintero, León y Quiroga y que viajó por toda América.

Enriqueta SERRANO (190?/1958) Catalogada como triple cómica, interpretó desde muy joven numerosas zarzuelas y operetas, aunque no le hizo ascos al simple cuplé, género en el que marcó un hito, al cantar en 1931 el muy significativo “Viva la República”, con el que daba la bienvenida al nuevo régimen. Anduvo por América, en donde formó parte de la más importante compañía de revistas de Buenos Aires y entró en contacto con la Paramount, que a su regreso a Europa la contrató para participar en las versiones españolas de los filmes estadounidenses que se rodaban en París.

Estando trabajando en 1932 en el estreno de la opereta “Katiuska” en el teatro-cine Rialto de Madrid, conoció a Pablo Sorozabal, ya entonces famoso músico, compositor de la obra, con quien se casó en 1933 y quien le impuso, siguiendo la tradición de los maridos artistas y pese a su ideología progresista, a retirarse de las tablas, aunque la permitió seguir grabando discos. Tuvieron un hijo, el también compositor, y progresista, Pablo Sorozabal Serrano, autor muy posteriormente, con Agustín García Calvo de letristas, del Himno de la Comunidad Autónoma de Madrid. Al él se debe este admirativo y cariñoso retrato de la artista: “Sus capacidades profesionales eran notables. Muy miope, en el escenario no podía ver al director de orquesta, pero jamás, al cantar, cometió fallo alguno de ritmo. Su voz era corta pero bien timbrada, con una impostación natural. No era bailarina, pero bailaba con gracia y estilo adecuados a los requerimientos de cada pieza.”

En el Teatro Lope de Vega de Madrid se despidió definitivamente de la profesión en 1955 protagonizando “Brindis”, la única revista compuesta por su marido.

Enrique Serrano. “Manuel Azaña




Carmen SEVILLA (María del Carmen García Galisteo, 1930). Triunfó en todas las ramas del espectáculo, aunque la variante en la que más destacó, sin olvidar la canción, fue la de actriz, llegando a conseguir, especialmente en su mediana edad, algunas actuaciones notables. En otra cinematografía bien podría haber sido una Lollobrigida o una Pampanini (una Loren no, sería demasiado), para lo que ofrecía una belleza de nuevo tipo, menos racial, mucho desparpajo y talento suficiente, pero tuvo que conformarse con ser una folklórica más, aunque con especial capacidad de supervivencia.

Subió por primera vez a un escenario, con 12 años, en un espectáculo de Estrellita Castro, y desde ese momento no lo dejo. En 1947 debutó en el cine de la mano de Juan de Orduña para pasar a convertirse en la década siguiente en la más popular de las actrices españolas. Protagonizó algunas de las películas más representativas de un cine que, sin dejar de lado la tarjeta postal del andalucismo más rancio, intentaba una cierta modernidad, que a veces se conoció con alguna de las muchas coproducciones en las que participó.

Protagonizó filmes tales como “Cuentos de La Alhambra” (1950), de Florián Rey sobre el libro de Washington Irvin, “Violetas imperiales” (1952), de Richard Pottier con Luis Mariano, con quien coprotagonizó varias películas, “La Pícara molinera” (1954), de León Klimovsky, “La fierecilla domada” (1955), de Antonio Román, “El Amor De Don Juan” (1956). De John Berry, con el frances Fernandel, “Pan, amor y Andalucía” (1958), de Javier Setó con Vittorio de Sica. En 1957 protagonizó con Jorge Mistral y Raff ValloneLa venganza”, dirigida por Juan Antonio Bardem, la primera película española que optó al Oscar a la mejor película de habla no inglesa, aunque no se lo llevó porque ese año también se presentaba “Mi tío”, de Jacques Tati, que se alzó con la estautilla. A partir de cumplir los cuarenta intentó ampliar sus registro, colaborando con Eloy de la Iglesia (“El techo de cristal”, 1971), José María Forqué (“La cera virgen”,  1971), Pedro Olea (“No es bueno que el hombre esté solo”, 1972) o Gonzalo Suárez (“La loba y la paloma”, 1973, y “Beatriz”, 1976).

Su faceta musical resulta hoy más intrascendente, lo que no le impidió grabar una buena cantidad de discos llenos de canciones del más variado jaez que, en general, ya había popularizado otras artistas: “El relicario”, “Violeta Imperiales”, “Con el catapún…”, “La luna y el toro”, “Romance de la otra”, “El morrondongo” o “Coplas de Luis Candelas”.

Lolita SEVILLA (Ángeles Moreno Gómez, 1935/2013). Aunque con el tiempo se ha convertido en una mera comparsa de la canción andalucista, merece pasar a la historia de la música española aunque sólo sea por haber adornado con su presencia y su voz musical “Bienvenido Mister Marshall”, la película de Luis García Berlanga que en 1952 le valió al nuevo cine español el certificado de nacimiento.

Aunque ya había cantado desde niña en su Sevilla natal, Lolita Sevilla debutó en Madrid con 13 años, y a los 17 pudo disfrutar de su momento de gloria interpretando el personaje de Carmen Vargas, “la gran estrella de la canción andaluza” según su representante, el orondo Manolo Morán, en la película de Berlanga. La verdad es que el papel de la estrella, que había sido impuesta por el productor como única condición para pagar la película, no tenía mucho texto, apenas algún “ozú”, “ele” o “digo”, pero en cambio Lolita Sevilla interpretaba cuatro canciones que pasarían a la historia, especialmente “Coplillas de las divisas”, más conocida por “Americanos”, quizás la primera muestra de canción de sátira política de la España franquista.

Circula una extraña confusión sobre la autoría de estas canciones, cuya parte literaria a menudo se atribuye a Miguel Mihura, que sí fue coguionista, junto al propio Berlanga y a Juan Antonio Bardem, pero nada tuvo que ver con las susodichas composiciones, cuyas letras se deben a José Luis Ochaita y Xandro Valerio y las músicas al maestro Solano.

Lolita Sevilla protagonizó otras películas, como “La Chica del Barrio” (1956) o “Tremolina” (1956, con Angelillo), e incluso obtuvo un buen éxito acompañando a Antonio Molina en “Malagueña” (1955), pero ninguna fue como la de su debut. En cualquier caso siguió cantando y grabando largo tiempo. En su último trabajo de 1996, cuando contaba ya 61 años, incluyó los que se dice son las tres últimas canciones compuestas por Rafael de León y Juan Solano, que hasta ese momento permanecían inéditas.

Lolita Sevilla. “Americanos


GRACIA DE TRIANA (Gracia Jiménez Zaya, 1918/1988). Sevillana de Triana, de ella escribió Álvaro Retana en 1954 que era “la estrella folklórica más enterada de lo que es el cante jondo”. En su infancia también era conocida como “La Calentito”, un apelativo que le vino de la falsa creencia de que su padre tenía una churrería, es decir, una “calentería”, cuando en realidad era tejedor. Cosas de aquellos tiempos y de gente de clase baja. Se hizo inmensamente popular con “Ovejitas blancas”, la canción de Perelló, Palma y Monreal que interpretaba en la película “Castañuela”, dirigida por Ramón Torrado en 1945, con la que obtuvo una gran popularidad que ya no la abandonó. Intervino en siete películas más, entre las que son reseñables “Escuadrilla” en la que había debutado, “Malvaloca” o “La cruz de mayo”. Algunas de sus coplas más reconocidas fueron “Qué buena soy”, que incluyó en su primer disco de 1941, “Cantillanera”, “La hija de don Juan Alba” o “Los aceituneros”. Cuando falleció regentaba una pensión en la madrileña calle de la Luna. Está enterrada en el cementerio de La Almudena.


Marifé de TRIANA (María Felisa Martínez López, 1936/2013). Huérfana desde los nueve años, tuvo que buscarse las habichuelas desde niña. Andaba por los doce o trece años cuándo la introdujo en la profesión, ofreciéndola cantar en un programa de Radio Nacional, el periodista David Cubedo, que también la bautizó artísticamente. A los trece se sacó el carné de artista profesional, aunque oficialmente hubiera que haber cumplido los 16 para poder acceder a él. En sus inicios actuó en varias compañías de variedades, como el mítico Teatro Chino de Manolita Chen. Con el aval de profesionales destacados, como Álvaro Retana y La Niña de los Peines, el gran éxito de sus trabajos iniciales en los teatros la llevaron a grabar su primer disco en 1956 con una canción de Lladrés, Gordillo y Sarmiento que llegaría a ser extremadamente famosa, “Torre de arena”, una auténtica joya de la copla. Con la pasión y el ansia de popularidad de los recién llegados declaró “Lola Flores no tiene voz para sacar adelante cantes tan difíciles como las alegrías y las serranas”. A lo mejor tenía razón, aunque no supiera valorar la enorme personalidad artística de la ya famosa cantaora.

Su popularidad fue inmensa y sus espectáculos de éxito se sucedieron año tras año. Viajó por América y, naturalmente, hizo sus pinitos en el cine, medio que le hubiera gustado frecuentar más pero que no le fue propicio, pese a que se la llego a llamar “la actriz de la copla”, por el dramatismo que imprimía a sus canciones. Aunque estrenó más de 500 canciones, buena parte de ellas compuestas por el trío mágico de Quintero, León y Quiroga, quizás la más conocida de su repertorio sea “María de la O”, que ya había sido popularizada por Estrellita Castro antes de la guerra civil. Otras composiciones que le dieron fama son "La loba", "13 de mayo", “Te he de querer mientras viva”, “Esclava de tu amor”, "Romance de Zamarrilla" o "Quién dijo pena".

Marifé de Triana. Torre de arena


Juanito VALDERRAMA (1916/2004). Él mismo se tenía por el primer cantautor español, en cuanto a la cronología se refiere, lo que no está lejos de ser verdad, considerando que fue autor de buena parte de su repertorio. Especialmente destacada es su canción “El emigrante”, que escribió en 1949, según su propia explicación posterior, en homenaje a los cientos de miles que españoles que habían tenido que salir de su patria a raíz de la derrota republicana. No es extraño. Valderrama, que ya había comenzado a cantar antes de la guerra civil, se unió voluntario al estallar la guerra a un batallón anarquista, con el que combatió en el frente. Se cuenta de “El emigrante”, y es anécdota famosa, que habiéndola cantado ante Franco en una de aquellas actuaciones, obligatorias y colectivas, de La Granja, se emocionó tanto el dictador al escucharla que le pidió un bis, algo sumamente raro en aquellas veladas artístico-musicales.

A pesar de no contar con un físico de galán, protagonizó siete películas, de las que fueron sumamente famosas “El emigrante” (1959) y “El padre coplillas” (1968), compartiendo cartel en varias de ellas con la también cantante Dolores Abril (1939), con la que formó pareja artística y sentimental hasta el fin de sus días. Si la parte artística dio lugar a un montón de grabaciones y espectáculos conjuntos, entre los que destacan sus singulares “Peleas en broma”, que adelantaban con mucho más humor las que décadas después protagonizarían el dúo Pimpinela, la relación personal tiene su miga.

Oficialmente la pareja se casó por lo civil en 1981, pese a que convivían maritalmente desde 1954, para acabar pasando por la iglesia para certificar la santidad de su unión, o para cumplir con un acto social establecido, en 1989, cuando ya tenían dos hijos. Valderrama, que contaba en su haber con un primer matrimonio y tres hijos anteriores, no consiguió la nulidad hasta la llegada de la democracia, en 1979. El hijo de la pareja, Juan Valderrana, también se ha dedicado a la copla, intentando darle al género una perspectiva contemporánea.

Juanito Valderrama. “El emigrante





FILMOGRAFIA


1.914
La danza fatal. Película muda. Dirección: José de Togores. Con Pastora Imperio.

1.916
Flor de Otoño. Película muda. Dirección: Mario Caserini. Con Encarnación López “La Argentinita”.

1.917
Gitana Cañí. Película muda. Dirección: Armando Pou. Con  Pastora Imperio.

1.923
Rosario, la cortijera. Película muda. Dirección: José Buchs. Con Elisa Ruiz Romero “la Romerito” y Encarnación López “La Argentiniza”. Drama folklórico basado en la zarzuela de Manuel Paso y Joaquín Dicenta, con música de Ruperto Chapí. Hay una versión de 1935 protagonizada por Juanita Reina
Cortometraje de prueba cine sonoro. Concha Piquer,  Rodada en Estados Unidos, sin distribución comercial.


1.927
El negro que tenía el alma blanca. Primera versión muda. Director: Benito Perojo. Con Concha Piquer. Rodada en París.

1.928
La venenosa. Muda.  Realizada en Paris por Roger Lion con Raquel Meller, inspirada en una novela de El Caballero Audaz.

1.929
La bodega, rodada en París por Benito Perojo sobre una novela de Vicente Blasco Ibañez, con Concha Piquer. Sonora.

1.932
La hermana San Sulpicio. Dirección Florián Rey. Sonora. Con Imperio Argentina, que ya había protagonizado la versión muda de 1927.

1.934
El novio de mamá. Dirección Florián Rey. Con Imperio Argentina.
El  negro  que  tenía  el  alma  blanca.  Segunda versión, sonora. Direccion:   Benito  Perojo,  con Antoñita Colomé y Angelillo.
La verbena de la Paloma. Dirigida por Benito Perojo con Raquel Rodrigo. Segunda adaptación, primera sonora, de la zarzuela de Tomás Bretón. En 1921 se había rodado una versión muda y en 1963 Sáenz de Heredia dirigiría la tercera, con Concha Velasco.


1.935
Rosario la Cortijera. Dirección: León Artola. Debut cinematográfico de Estrellita Castro. Con Niño de Utrera y Niño Sabicas.
La hija de Juan Simón. Dirección: José Luis Sáenz de Heredia. Productor ejecutivo: Luis Buñuel. Con Angelillo. Hay versión de 1957 protagonizada por Antonio Molina.
Nobleza Baturra. Dirección Florián Rey. Con Imperio Argentina.
Rataplán. Dirección Francisco Elías. Con Antoñita Colomé.
Yo canto para ti. Dirección: Fernando Roldán. Con Concha Piquer.
Currito de la Cruz. Dirección: Fernando Delgado. Con Angellillo. Adaptación de la novela taurina de Alejandro Pérez Lugin.

1.936
Morena Clara. Dirección: Florian Rey. Con Imperio Argentina. Fue la película más taquillera de la República. Se siguió proyectando en ambos bandos, hasta que en el republicano se retiró en 1937. Hay versión de 1954 protagonizada por Antonio Molina.
María de la O, de Francisco Elias, con Pastora Imperio y Carmen Amaya.
El bailarín y el trabajador. Dirigida por Luis Marquina. Con Antoñita Colomé.


1.937
Centinela Alerta. Dirección: Jean Gremillón, supervisada por Luis Buñuel. Con Angelillo.

1.938
El barbero de Sevilla. Dirigida Benito Perojo, con Estrellita Castro. Rodada en Alemania.
Mariquilla terremoto. Dirigida por Benito Perojo. Con Estrellita Castro. Rodada en Alemania.
Carmen la de Triana. Dirección Florián Rey. Con Imperio Argentina. Rodada en Alemania.

1.939
La canción de Aixa. Dirección: Florián Rey. Con imperio Argentina.
Suspiros de España. Dirección: Benito Perojo. Con Estrellita Castro. Rodada en Alemania.
La marquesona, de Eugenio Fernández Ardavín. Con   Pastora   Imperio.
Martingala, de Fernando Mignoni. Debut cinematográfico de Lola Flores.



1.940
Los hijos de la noche, de Benito Perojo con Estrellita Castro.
La gitanilla, de Fernando Delgado, con Estrellita Castro.
La Dolores, de Florian Rey, con Conchita Piquer.

1.941
Torbellino. Dirección Luis Marquina. Con Estrellita Castro.
A la lima y el limón. Mediometraje sobre la canción de Quintero León y Quiroga. Dirigida por el dramaturgo José López Rubio, que hizo lo propio con otras canciones populares como La Petenera o Rosa de África, con Maruja Tomás.



1.942
Goyescas. Dirección: Benito Perojo. Con Imperio Argentina.
La blanca Paloma. Claudio de la Torre. Con Juanita Reina.

1.943
Canelita en rama. Dirección: Eduardo García Maroto. Con Juanita Reina y Pastora Imperio.

1.945
Bambú. Director: José Luis Sáenz de Heredia. Con Imperio Argentina y Sara Montiel.
Castañuela. Dirección Ramón Torrado. Con Gracia de Triana.
Se le fue el novio, Dirección: Julio Salvador, con Sara Montiel.

1.947
Serenata Española. Dirección: Juan de Orduña. Con Juanita Reina.
Embrujo. Dirección: Carlos Serrano de Osma. Con Lola Flores y Manolo Caracol.
La Lola se va a los Puertos. Dirección: Con Juanita Reina.


1.949
Jalisco canta en Sevilla. Dirección Fernando de Fuentes, con Carmen Sevilla y Jorge Negrete.

1.950
Sucedió en la Alhambra, de Florian Rey, con Carmen Sevilla
Debla, la virgen gitana. Dirección: Ramón Torrado. Con Paquita Rico.

1.951
Lola la piconera. Dirección: Luis Lucía. Con Juanita Reina.
La niña de la venta, de Ramón Torrado. Con Lola Flores y Manolo Caracol.
Sueño de Andalucía. Dirección Luis Lucía. Con Carmen Sevilla y Luis Mariano.
María Morena. Dirección: José María Forqué y Pedro Lazaga. Con Paquita Rico.

1.952
La hermana San Sulpicio (Tercera versión), de Luis Lucia con Carmen Sevilla.
Violetas Imperiales. Dirección: Luis Lucía. Con Carmen Sevilla y Luis Mariano.
Gloria, Dirección: Luis Lucia, con Juanita Reina.
La estrella de Sierra Morena. Dirección: Ramón Torrado. Con Lola Flores.
Duende y misterio del flamenco. Documental netamente flamenco de Edgar Neville, con María Luz Galicia, Antonio y Pilar López, Fernanda y Bernarda de Utrera y Aurelio Sellé.
Gloria Mairena. Dirección: Luis Lucía. España, Con Juanita Reina.

1.953
Bienvenido Mister Marshall. Dirección: Luis García Berlanga. Con Lolita Sevilla.
La alegre caravana. Dirección de Ramón Torrado y Pedro Lazaga. Con Paquita Rico.
Pena, penita, pena. Dirección Miguel Morayta. Con Lola Flores. Rodada en México.
El duende de Jerez. Director Daniel Mangrane. Con Paquita Rico.
Gitana tenías que ser. Dirección Rafael Baledón. Con Carmen Sevilla y Pedro Infante.


 1.954
Morena Clara, Dirección: Luis Lucia. Con Lola Flores.
La danza de los deseos. Dirección: Florián Rey. Con Lola Flores.
Amor sobre ruedas. Dirección Ramón Torrado. Con Carmen Morell y Pepe Blanco.
El pescador de coplas, Dirección: Antonio del Amo, can Antonio Molina y Marujita Díaz.
Malvaloca, Dirección: Ramón Torrado. Con Paquita Rico.
La bella de Cádiz (segunda parte de Sueño de Andalucía). Dirección Raymond Bernard. Con Luis Mariano y Carmen Sevilla.
Aventuras del barbero de Sevilla. Dirección: Ladislao Vajda. Con  Luis Mariano y Lolita Sevilla.
La hermana alegría. Dirección: Luis Lucia, con Lola Flores.
La bella Otero. Dirección de Richard Pottier.  Con María Félix (En 1983 se hizo un versión televisiva protagonizada por Ángela Molina y dirigida por José María Sánchez..
Un caballero Andaluz. Dirección: Luis Lucia.  Con Carmen Sevilla.
Sucedió en Sevilla. Dirección: José G. Maesso. Con Juanita Reina.

1.955
Suspiros de Triana. Dirección: Ramón Torrado. Con Angelillo y Paquita Rico.
Amor sobre ruedas. Dirección: Ramón Torrado. Con Pepe Blanco y Carmen Morell.
Polvorilla. Dirección Florián Rey. Con Marujita Díaz.
Esta voz es una mina. Dirección: Luis Lucía. Con Antonio Molina.


 1.956
Malagueña. Dirección: Ricardo Núñez. Con Antonio Molina y Lolita Sevilla.
La faraona. Dirección Rene Cardona. Con Lola Flores.

1.957
El último cuplé. Dirección Juan de Orduña. Con Sara Montiel
La hija de Juan Simón. Dirección: Gonzalo Delgrás. Con Antonio Molina.

1.958
La violetera. De Luis César Amadori. Con Sara Montiel
Canto para ti. Dirección: Sebastián Almeida. Con Marifé deTriana
Pan, amor y Andalucía. Dirección: Javier Setó. Con Carmen Sevilla.
El Cristo de los faroles. Dirección: Gonzalo Delgrás. Con Antonio Molina.


 1.959
Carmen de Ronda, de Tulio Demicheli. Con Sara Montiel.
Y después del cuplé. Dirección Ernesto Arencibia, con Marujira Díaz.
La copla andaluza. Dirección: Jerónimo Mihura. Con La Paquera de Jerez, Porrina de Badajoz, Rafael Farina, Calderas de Salamanca y Beni de Cádiz.
Bajo el cielo andaluz. Dirección: Arturo Ruiz Castillo. Con Marifé deTriana
La novia de Juan Lucero. Dirección: Santos Alcocer. Con Juanita Reina.
Venta de Vargas. Dirección: Enrique Cahen Salaberry. Con Lola Flores.

1.960
Café de Chinitas. Dirección: Gonzalo Delgrás. Con Antonio Molina y Rafael Farina.
La Corista. Dirección José María Elorrieta. Con Marujita Díaz.
El emigrante. Dirección: Sebastián Almeida. Con Juanito Valderrama.

1.961
Puente de Coplas. Dirección Santos Alcocer. Con Antonio Molina y Rafael Farina.
La cumparsita. De Enrique Carreras. Con Marujita Díaz.

1.962
La reina del Chantecler. Dirección: Rafael Gil. Con Sara Montiel.

1.963
Los Tarantos. Dirección: Francisco Rovira Veleta. Con Carmen Amaya, Antonio Gades, Sara Lezana. Excelente versión flamenca de “Romeo y Julieta”
Los guerrilleros. Dirección: Pero Luis Ramírez. Debut cinematográfico de Manolo Escobar y Rocío Jurado.
La viudita naviera. Dirigida por Luis Marquina. Con Paquita Rico.
La casta Susana. Dirección: Luis Marquina. Con Marujita Díaz.


 1.964
La gitana y el charro. Dirección Gilberto Martínez Solares. Con Lola Flores.

1.965
Puente de coplas. Dirección: Santos Alcocer. Con Antonio Molina y Rafael Farina.
Mi canción es para ti. Dirección: Ramón Torrado. Con Manolo Escobar.

1.966
Camino del Rocío, de Rafael Gil, con Carmen Sevilla.
De barro y oro, de Joaquín Bollo Muro, con Juanito Valderrama.
El padre Manolo, de Ramón Torrado, con Manolo Escobar.
Un beso en el puerto. Dirección: Ramón Torrado. Con Manolo Escobar.

1.967
El  milagro  del cante,  Dirección: José María Zabalza,  con  el  Príncipe Gitano y Rafael Fariña.
El amor brujo. Dirección: Francisco Rovira Veleta. Con Antonio Gades, La Polaca, Rafael de Córdova. (En 1986 Carlos Saura realizó una nueva versión del ballet de Manuel de Falla con el mismo Antonio Gades de protagonista, acompañado en este caso por Cristina Hoyos y Rocío Jurado, que se mostraba como jonda cantaora de flamenco).
Pero… ¿en qué país vivimos? Dirección: José Luis Sáenz de Heredia. Con Manolo Escobar.

1.968
El Padre Coplillas. Dirección: Ramón Comas. Con Juanito Valderrama y Dolores Abril





 Materiales para una historia de la música popular española


1 comentario:

  1. Lindísima nota, me retrotrajo a mis recuerdos queridos y familiares, a la música de mis ancestros y a la que yo he cantado desde los 3 años ... Un abrazo agradecido de una nieta de españoles. Desde la Córdoba argentina.

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