lunes, 12 de marzo de 2018


LA SAL DE LA TIERRA (1953)
Una película feminista y sindicalista de obligada visión





Ayer, todavía en plena resaca eufórica por el éxito de las movilizaciones feministas del jueves, sustituimos el habitual visionado dominical desde el sofá de alguna película de Mariano Ozores por el mucho mas provechoso de “La sal de la tierra”, el film que desde una visión feminista narró en 1953 una huelga real de los mineros chicanos de Nuevo México y cómo se integraron en ella sus mujeres.

No es una película cualquiera, y desde luego es de obligada visión para quienes en este momento están luchando por los derechos de las mujeres. Ellas, feministas convencidas, porque encontrarán en el film la confirmación de que su lucha viene de lejos; ellos, que quieren apoyar y participar en ese combate por la igualdad, porque a partir de la película podrán reflexionar sobre su papel en el combate. Unas y otros, también, porque tendrán ocasión de reflexionar sobre el significado y los métodos de una lucha que se desarrolla en el doble terreno de la lucha de clases y la feminista y como ambas pueden complementarse. Además, verán una excelente película, sobre cuyas valiosas cualidades artísticas no hablo porque ahora no va de eso la cosa.

Leo ahora que habitualmente se resume “La sal de la tierra” explicando que trata de una huelga de mineros en la que acaban integrándose sus mujeres. Es cierto, pero yo invertiría los términos.  “La sal de la tierra” trata de una mujer, protagonista absoluta desde cuyo punto de vista se cuenta la historia, ama de casa, madre de familia, esposa de minero concienciado y combativo, que a lo largo del film se hace consciente de su condición de trabajadora y mujer, y junto a otras compañeras deciden participar en los piquetes de la huelga rompiendo los prejuicios y la desconfianza de los huelguistas.



Un valor fundamental de “La sal de la tierra” en este sentido de su análisis político, es la combinación del entramado de conflictos que plantea. Por una parte, el enfrentamiento racial, entre los propietarios y mandos de la mina, la policía y los esquiroles, casi todos ellos “anglos”, y los huelguistas, chicanos en su totalidad, excepto algún organizador sindical, rubio como la cerveza. Por otra, el conflicto de clases entre patronos y trabajadores, expresado con gran nitidez y claridad.

Siendo importantes estos conflictos en el desarrolla de la película, la contradicción principal que apunta, y la manos novedosa y rompedora, es, sin embargo, la que afecta al conflicto entre los huelguistas y sus mujeres, un conflicto no sólo colectivo de grupos aliados y antagónicos a un tiempo, pero también un conflicto íntimo y personal de unos y otras, que afecta a su vida cotidiana, a su convivencia y, en definitiva al tipo de familia, por consiguiente a la correspondiente forma de sociedad,  y al papel que juegan en ella marido y mujer. Es este planteamiento el que hace la película absolutamente actual, pues es precisamente ese conflicto fundamental el que ahora está puesto sobre el tapete. Los huelguistas aceptan la participación cuando estas les demuestran que son “necesarias, pues sin ellas no se ganará la huelga, y la contradicción se agudiza cuando los maridos, con las mujeres en los piquetes, deben asumir los trabajos domésticos. ¿Está tan lejos de 1954 del de 2028 de que las mujeres pueden para el mundo?



No fue fácil rodar la película en aquellos Estados Unidos en plena furia anticomunista que se había cebado con los peliculeros de Hollywood de manera muy principal. Y más teniendo en cuenta que buena parte de sus responsables habían sido represaliados por el macartismo y formaban parte de las listas negras que les impedían trabajar en el cine. En realidad, “La sal de la tierra” era en buena medida la respuesta de aquellos cineastas reprimidos a sus represores. Cansados, tal vez, de tener que meter con cuentagotas sus ideas en los Films que hasta entonces habían escrito, producido, dirigido o interpretado, bien pudieron pensar que ya que les habían echado de la industria, al fin podía contarlo todo de la forma que quisieran, rodar con toda libertad.

Crearon su propia productora con colaboración sindical, se fueron a los mismos lugares de los hechos, contaron como interpretes con una buena parte de los mismos mineros que habían participado en la huelga (como, sin ir más lejos, Juan Chacón, dirigente de las movilizaciones que interpreta al marido), y la rodaron, pese a las intimidaciones, presiones, vigilancias e incluso agresiones que tuvieron que sufrir durante el rodaje.

La proyección posterior de “La sal de la tierra” no fue mejor. Por presiones de la industria, las ligas y organizaciones y el propio gobierno, que promovieron un boicot a la película tuvo que suspenderse el estreno oficial, y finalmente apenas pudo verse en una docena de salas en Estados Unidos. En Europa corrió mejor suerte, y en el festival checoeslovaco de Karlovy Vary de 1954 obtuvo los premios a la mejor dirección y la mejor interpretación femenina. Actualmente y desde 1999 figura en la lista de películas estadounidenses el National Film Registry de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos por su importancia «cultural, histórica, o estéticamente significativa». Ninguno de que la hicieron estaba vivo a la hora de este reconocimiento tardío.



Para terminar, creo que merece la pena resaltar a quienes la hicieron.

Dirigida por: Herbert J. BibermanEncarcelado durante seis meses por desacato al tribunal al negarse a denunciar a otros compañeros. Hasta ese momento había escrito o dirigido 11 películas, Tras “La sal de la tierra” no volvió a rodar hasta 1969, cuando escribió y dirigió “Esclavos”, un alegato antirracista protagonizado por Dionne Warwick (en su debut como actriz de cine), Stephen Boyd y Ossie Davis, otro actor procedente de las listas negras.

Escrita por: Michael Wilson (incluido en la lista negra) y Michael Biberman.








Producida por: Paul Jarrico (Denunciado por un amigo ante el Comité de Actividades Antiamericanas de la Cámara de Representantes, se negó a declarar. Se le retiró el pasaporte y se le incluyó en las listas negras), Sonja Dahl Biberman y Adolfo Barela.



Música de: Sol Kaplan (Nombrado ante el comité por John Garfield como “su amigo”, fue llamado a declarar, negandose y enfrentándose a sus inquisidores. Fue despedido y se incluyó en las listas negras.  .





Reparto:

Rosaura Revueltas (Esperanza). Actriz, bailarina y escritora mexicana. Tras el rodaje de la película fue deportada de Estados Unidos. Su trabajo en la Sal de la Tierra fue premiada en Karlovy Vary y por la Academia del Cine Francés. También formó parte del Berliner Ensemble que dirigía Bertolt Brecht. No es extraño, pues su interpretación en la película, su presencia y su fuerza dramático es equiparable a las de Anna Magnani o Irene Papas.

Will Geer (Sheriff). Actor, cantante folk y activista social, se negó a declarar ante el Comité y fue incluido en las listas negras.






Juan Chacón (marido de Esperanza). Activista sindical.














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