martes, 15 de octubre de 2013

Luis Eduardo Aute en 1984. Entrevista y reseñas




En sus primeros años de carrera, la actitud de Luis Eduardo Aute con los escenarios fue conflictiva, tanto que durante largo tiempo rechazó subir a los escenarios, llegando incluso a no presentarse en algún concierto en el que estaba anunciado, como sucedió con la presentación, en noviembre de 1967, en el instituto Ramiro de Maeztu de Madrid del grupo Canción del Pueblo, con el que siempre mantuvo excelentes relaciones.

Acompañado a la guitarra por Joss Martin, se animó al fin a cantar en público en febrero de 1978, en un festival organizado por la CNT. Descubrió la erótica de los escenarios y debió gustarle, porque comenzó a actuar con frecuencia, ya con Luis Mendo como fiel escudero. Su presencia en directo disparó en breve tiempo el éxito de sus canciones y su popularidad, que se consolidó de manera definitiva a raíz de los dos recitales que ofreció, en marzo de 1983, en el Teatro Salamanca de Madrid, en los que contó con Teddy Bautista, Pablo Milanés, Silvio Rodríguez y Serrat como invitados y padrinos, convirtiendo el doble álbum consiguiente en un indudable éxito de ventas.

Un año después se instaló en la cumbre del éxito multitudinario reventando de público la plaza de toros de Madrid en su actuación de las Fiestas de San Isidro. Una prueba de la repercusión de su trabajo está en la entrevista y las tres reseñas que sobre él tuve ocasión de publicar en apenas dos meses en EL PAÍS y que reproduzco a continuación. Hago lo propio con el artículo que también por esas fechas publiqué en Mundo Obrero.



El éxito multitudinario condiciona en la medida en que hay que responder positivamente en dos vertientes. Por un lado, haciendo canciones de la misma calidad, y por otro, consiguiendo que además se vendan masivamente", confiesa Aute, preocupado por su presentación de hoy en el Palacio de los Deportes madrileño. Actuación en la que va a interpretar las nuevas canciones de su reciente disco y que va a constituir una especie de reválida, innecesaria a estas alturas para probar calidades, pero obligada de cara a convalidar el triunfo conseguido.

El éxito en el mundo de la canción es como un monstruo devorador que todo lo consume, que con todo acaba. Son muchos los cantantes que, forzados por la necesidad de ir dando cada vez la medida del triunfo anterior, se ven forzados a adecuar sus canciones al gusto del mercado. "Todas las canciones se escriben con la secreta intención de que sean un éxito, porque si no resulta difícil continuar cantando", dice Aute, mientras toma un café a la espera de comenzar uno de los últimos ensayos, que hará en un viejo garaje de Vallecas antes del recital. "Ahora bien, plantearme hacer una canción de éxito, pegadiza y comercial, no me lo planteo nunca, entre otras cosas, porque no sé hacerlas así y también porque después de tanto tiempo uno ya tiene una línea definida de la que difícilmente puedo salirme. Lo que me planteo, por el contrario, es profundizarla, perfeccionarla, pero siguiendo siempre el mismo camino".

Desde que en 1969, tras la buena acogida de sus primeras canciones --aquellas recordadas Rosas en el mar y Aleluya, entre otras--, decidió retirarse temporalmente a los más tranquilos refugios de la poesía y la pintura, Aute tiene claro que la canción es algo más que un divertimiento o un negocio. "La canción es un género artístico con unas características absolutamente autónomas. No es ni poesía ni música, ni siquiera la mezcla de ambas cosas. Es simplemente canción. Y ése es un tema que nos ha preocupado a unos cuantos desde hace años: perseguir que la canción tenga el mismo prestigio que una sinfonía o un buen poema”.

"La canción es básicamente comunicación directa", afirma. Una comunicación que se establece a través de las claves del espectáculo, en la que resulta fundamental el grado de credibilidad del personaje que está encima del escenario, enturbiado a veces por el abuso de trucos y golpes de efecto capaces de impactar al espectador, de llevarle por los caminos que el cantante decide y selecciona, con los peligros de conductivismo y liderazgo que ello conlleva. "Como no me veo es como alguien más lúcido que los demás. Procuro ponerme siempre en el lugar del espectador. Ser uno más, dubitativo, desconcertado y confuso. No intento echar luz sobre la tremenda oscuridad en que vivimos, sino contribuir a que todos nos sentamos menos solos con nuestras dudas y contradicciones".

Intimismo amoroso

El nuevo disco de Luis Eduardo Aute, que incide en similares líneas temáticas y musicales que los anteriores, desde la reflexión vital hasta la narración de historias más o menos personales, pasando por el intimismo amoroso, mezcla de cotidianidad y fantasía, se sale, en cambio, de la acostumbrada ordenación en trilogías que tiene la mayor parte de su obra. "Después de haber tratado en forma de trilogía temas monográficos (el amor, el erotismo y la muerte, en la que compone sus álbumes Rito, Espuma y Sarcófago, o la espiritualidad y el gozo en Albania, De par en par y Alma), ahora me planteo cada disco como una obra cerrada. Aunque quién sabe si, analizados con mayor perspectiva, no habrá un hilo conductor subterráneo entre el anterior, Fuga --Entre amigos fue un disco recopilación y, por consiguiente, único--, este de ahora, Cuerpo a cuerpo, y el siguiente, que no tengo ni idea de cómo será. No lo pretendo así, pero es posible que salga, aunque no de forma tan explícita como en ocasiones anteriores".

Luis Eduardo Aute va a presentar sus nuevas canciones intercaladas entre las antiguas, "que son más reconocibles", abriendo una nueva etapa de su carrera que este verano se va a mostrar en numerosos recitales por toda España. "Intentando que se olvide ese tópico que dice que la canción es un subgénero", concluye el cantante. Y aceptando el difícil reto, podríamos resumir nosotros, de demostrar que éxito y rigor estético son compatibles.




EL PAÍS. 21 JUNIO 1984





EL PAÍS. 16 JUNIO 1984




MUNDO OBRERO. JUNIO 1984.














1 comentario:

  1. Tuviste un desliz, causado por la manía de los correctores lingüísticos de actuar cuando nadie se lo pide: te puso "Albania" en vez de "Albanta".
    Abrazos mil.

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