PEDRO J, BÁRCENAS Y LA ÉTICA PERIODÍSTICA
El entrevistador, cómplice en el chantaje del
chantejador
La entrevista de
Pedro José Ramírez, maestro de periodistas, con Luis Bárcenas, maestro de
mafiosos, es sin duda eso que se llama un autentico scoop, una exclusiva, un
bombazo, un negociazo cojonudo. ¿Pero que supone periodísticamente? No me cabe
duda: un ejemplo paradigmático del periodismo interesado, mercantilista, tramposo
y profundamente deshonesto. Intentaré explicarme, porque no se pueden decir
cosas tales de tal maestro sin que, al menos, medie algún argumento, aunque sea
tan pobre como el que yo pueda pergeñar.
La entrevista se
realizó días antes de entrar Bárcenas en prisión para publicar cuando el propio
les diera su consentimiento. Es decir, constituye no tanto una entrevista
periodística sino una pieza más en la estrategia de presionar al PP y al
Gobierno para que intervenga la justicia en el sentido que Bárcenas desee; bien
evitando el ingreso en prisión de su santa esposa, bien garantizándole a él una
pena menor --puesto que a otra cosa no puede aspirar-- a cuya finalización
pueda recuperar la mayor parte posible de su Palé internacional. O las tres
cosas y más, que con personaje de tal soberbia y sentido de su inmunidad se
puede suponer cualquier barbaridad.
Me preguntó, y
creo que es pertinente, ¿Qué hubiera sucedido de no entrar Bárcenas en la
cárcel o si hubiera llegado al pacto con sus compinches en estos días entre la
charla y la publicación? ¿Alguien piensa que el señor Ramírez hubiera pasado la
entrevista por la rotativa? Me niego a creerlo, por mucho que callar supusiera
ser conocedor, y callar, no sólo de un delito, sino de una conspiración
política contra los ciudadanos, lo que no estaría que digamos muy acorde con
ningún tipo de ética periodística. Ni siquiera la de Pedro J.
Pero pongámonos en
otra. Supongamos que el brazo político de la banda (el PP; el económico serían
los empresarios y Bárcenas el capo que mueve los hilos) cae en el chantaje y
consigue para el alpinista la cuerda que le saque de la cárcel o suba hasta su
ventana cualquier otra condición que haya exigido. A lo que se puede ver en la
entrevista no parece que haya constancia grabada de ella, ni hay entrecomillados
de frases textuales. ¿Habrá que suponer que ha sido tan sólo una conversación
al aire libre, como las de Smiley con sus traidores del KGB? Si ha sido así, el
periodista (o lo que sea) se puede quedar
con el culo al aire. ¿Si Bárcenas fue capaz de negar su propia letra, no lo será
de negar sus palabras al viento? Pedro J ha vendido su ética por un plato de
lentejas aunque el que pueda acabar vendido al final sea todo él.
Si no fuera el
chantaje compartido que digo. Si en realidad se tratará de un picotazo del
virus de la verdad en el cerebro de Bárcenas lo que le ha llevado a una sincera
confesión de sus delitos, la entrevista sería gratuita y no tendría sentido. Le
hubiera bastado al contable con denunciar ante el juez sus delitos y delatar a
sus cómplices o jefes (que es práctica que en sí me da repelús, pero que aquí
celebraría), aportar las pruebas físicas con las que cuente y dejar que actúe
la justicia, que, por cierto, en este caso hasta podía ser generosa con él sin
menoscabo de su función.
Dado que lo he
leído en EL MUNDO, no puedo menos que pensar que el chantajeador tiene ya un
cómplice en su chantaje.
Que un rayo
fulmine a chantajeados y chantajeadores.
Cuanto más
conozco a algunos periodistas menos periodista me siento.
PD.- Lo mejor, la ilustración de Ricardo. No se sabe si está tirando de la manta, si está tirando la manta o si está haciendo con ellas señales para negociar con las tropas del General Santana que rodean El Álamo.
Esa es la triste realidad, Antuan, somos cada vez menos de todo. Y así nos sentimos. Aunque, la verdad, tampoco me preocupa en exceso la supuesta pérdida de algo que nunca tuve.
ResponderEliminarEstos dos mangantes se entienden entre sí, que perro no come perro. Han hecho lo que les ha parecido mejor para los turbios intereses de cada uno. Pues que les den (aunque realmente sea a nosotros a los que nos dan, pero se creen que no lo sabemos...).
Por cierto, madrastra, ¿cuándo rememoras lo nuestro a fondo?