Historias de la tele cuando la tele era una. 8
(1973)
Periodistas y
payasos protagonizaron el 1973 televisivo. Una mezcla explosiva en un año que
estuvo marcado en el terreno internacional por el golpe militar de Chile que
acabó con el gobierno de Salvador Allende, en el nacional por la muerte del
almirante Carrero Blanco por atentado de ETA y en el de los medios de
comunicación nacionales por la voladura del edificio del ya prohibido diario
Madrid.
“Informe semanal”, que con el título de “Semanal informativo” salió por primera
vez al aire el 31 de mayo de 1973, tiene en su haber dos hitos únicos por los
que merece pasar a la historia de la televisión española con letras mayúsculas.
Fue el primer programa que instauró con regularidad el reportaje de actualidad
como género informativo y es el espacio más longevo de la televisión en España,
con 35 años en antena a la hora de escribir estas notas, una cifra que le ha
valido figurar en el libro Guinness de los récords.
En aquella
España marcada a hierro por la dictadura, en la que una férrea censura
vigilaba con saña cuanta noticia se refiriera a asuntos patrióticos, “Informe Semanal” se especializó pronto
en la política y los acontecimientos internacionales, que mezclaban con la
crónica cultural y de actualidad. Todo ello en un formato que si bien ya era
habitual en otros países se estrenaba entre nosotros: cuatro o cinco reportajes
de alrededor de 10 o 15 minutos, unidos por un presentador o presentadora que
les iban dando continuidad. La juventud, entusiasmo y honestidad de sus
responsables y reporteros le confirieron credibilidad entre los espectadores,
que esperaban interesados la ampliación y el análisis semanal de las noticias
que ya se conocían por los informativos diarios. Además, le convirtieron en “un ejemplo de reporterismo audiovisual, del
que todos los programas de reportajes que han surgido después han heredado
alguno de sus planteamientos”, según declaró Ramón Colom, uno de sus directores, cuando el programa cumplió los
25 años.
El primer
director de “Informe Semanal” fue,
sin embargo, Pedro Erquicia, que
entonces tenía 30 años y que estuvo al frente del espacio durante su primera
década. Él fue quien le dio su forma definitiva, que apenas ha cambiado con el
paso de los años más allá de lo que han hecho necesario las nuevas tecnologías
y los cambios impuestos por el transcurso del tiempo. A lo largo de su historia
han dirigido el programa de reportajes profesionales de tanto prestigio como Rafael Martínez Durbán, Jorge Martínez Reverte, María Antonia Iglesias, Elena Martí, Baltasar Magro o Alicia Gómez
Montano y otros.
“Informe Semanal” también fue cantera de
una nueva generación de reporteros, los primeros estrictamente televisivos que
surgían en el país, que estuvieron precedidos por los pioneros del programa,
entre los que destacaban verdaderos renovadores de la información de
televisión, como Javier Basilio, Carmen Sarmiento, Manu Leguineche o José
Antonio Silva, entre otros muchos. A ellos se añadirían en años sucesivos
una nómina impresionante de periodistas, de Rosa María Calaf a Vicente
Romero, de Rosa María Artal a Victoria Martínez, de Outi Saarinen a Sol Alameda.
Con el paso del
tiempo, han permanecido en la historia de la televisión y en la retina de los
espectadores que las vieron imágenes como las del atentado contra Carrero
Blanco (1973), la coronación de Juan Carlos I (1975), la muerte de Paquirrín
(1984), la tragedia del Nevado del Ruiz (1985) o las de Monserrat Caballé
cantando en medio de las ruinas del recién incendiado Liceo de Barcelona
(1994).
¿Cómo están ustedes?
Cuentan las
crónicas que tres payasos españoles, que habían encontrado el éxito durante su
larga estancia en Sudamérica, acudieron el 12 de octubre de 1972 a la fiesta
que la embajada española en Argentina ofrecía cada año con motivo del día de la
Raza y que allí se encontraron con el entonces ministro de trabajo del Gobierno
de Franco, Licinio de la Fuente. Tras charlar amigablemente un rato preguntó el
mandatario a los cómicos si querían algo de España. “¿No es usted ministro de Trabajo? Pues eso es lo que queremos?”
parece ser que le contestó uno de ellos. Y en 1973 ya estaban en España
grabando los 13 primeros programas de un espacio para niños que les daría
reconocimiento, fama y un recuerdo perecedero.
Aquellos tres
payasos eran hermanos, se apellidaban Aragón y eran conocidos en el mundo del
circo y la televisión del otro lado del charco como Gaby (Gabriel,
1923/1995), Fofó (Alfonso, 1927/1976) y Miliki (Emilio, 1929/2012). Pronto serían conocidos en su propia tierra
como los payasos de la tele y su popularidad rompería con muchos los estrechos
límites del público español, que se lo reconoció manteniéndolo en antena, en
periodos discontinuos, hasta 1983. Aunque para entonces ya no quedaran los
originales y su lugar lo ocuparan sus hijos, seguidores de la saga: Milikito, Fofito y Rody, que, a
decir verdad, no han alcanzado la talla de sus mayores.
Con su grito de
guerra de “¿cómo están ustedes?” por
bienvenida, los tres payasos supieron ganarse al público español utilizando
toda la experiencia televisiva y circense que habían adquirido en sus giras por
Sudamérica, donde se habían trasladado la familia completa en 1946.
La estirpe
circense de Gaby, Fofó y Miliki se
remontaba a siglo y medio, hasta el Grand Cirque Fouraux, que había fundado, un
miembro de la familiar real sueca y en la que habían debutado su padre, Emig, sus tíos, los geniales Pompoff y Teddy, a los que se unirían también sus no menos divertidos primos Zampabollos y Nabucodonosorcito, todos ellos ilustres representantes de la
historia circense en España.
El impecable
chaqué de Gaby, y las películas,
narizotas y largas camisetas de Fofó
y Miliki, deudoras del traje de payaso que había puesto de moda
el maestro Charly Rivel, pronto fueron tan populares como las canciones que
componían y cantaban para diversión de pequeños y grandes. Algunas de ellas han
pasado de generación en generación convirtiéndose en clásicos del cancionero
infantil, anónimas para muchos. Ahí están para probarlo “Hola, don Pepito”, “La
gallina turuleca”, “Mi barba tiene
tres pelos” o “Cómo me pica la nariz”.
Las recuerdan incluso quienes no las escucharon.
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