Para Antonio y Benita,
por ser cómo fueron,
por hacerme como soy
“Si el sueño de la
razón produjo monstruos, el olvido de la memoria produce monos”
Teresa M. Villarón
“El mono del desencanto”
“La memoria es un
arma que permite a los débiles luchar contra el poder”
Milan Kundera
Entrevista en El País
“La gente se
apasiona demasiado acerca del comunismo o, más bien, acerca de sus propios
partidos comunistas y no reflexiona sobre un tema que un día será terreno
abonado para los sociólogos. Me refiero a las actividades sociales que se
producen como resultado directo e indirecto de la existencia de un partido
comunista, es decir, a la gente o grupos de gente que sin darse cuenta han sido
inspiraos, animados o influidos con una nueva racha de vida gracias al Partido
Comunista. Y eso es cierto en todos los países donde han existido tales
partidos, por reducidos que fueran”
Doris Lessing
“Cuaderno dorado”
Dibujos de Ángel
Aragonés.
Realizados en la madrugada del 24
de enero de 1977
durante la reunión del Comité de
Arte y Cultura de Madrid del PCE
convocada tras el asesinato de
los abogados de Atocha.
A modo de
introducción, justificación y motivos
Fue en un
homenaje a Dolores que se celebró en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Uno
de los oradores se preguntó, y nos preguntó a todos, que era lo que se podía
decir a los jóvenes de hoy en día para que se hagan comunistas. O, al menos pensé
yo, para que comprendieran los porqués de tantos y tantos comunistas que les
precedieron, para que sus vidas fueran espejos en los que buscar los propios
modelos de comportamiento.
¿Qué decirles en
estos tiempos en los que el anticomunismo es moneda de cambio y en los que
hasta los comunistas han comprendido, al fin, la poco edificante historia de
ciertos comunismos oficiales? ¿Qué explicarles en momentos en los que el
chalaneo es modo habitual de conducta, en los que la insolidaridad entre las
gentes y los pueblos está a la orden del día, en los que la deshonestidad paga
dividendos en bolsa? ¿Qué contarles –pienso ahora, 15 años después—cuando la
derecha ha perdido toda vergüenza de sus actos de siglos mientras la izquierda
parece que está instalada en un arrepentimiento constante de sus errores?
Recordé
entonces, mientras hablaba el conferenciante, días y noches de mi infancia: mi
padre contándome para dormir cómo se había hecho comunista, cómo había luchado
en la guerra, cómo había resistido la cárcel, cómo sus ideales de libertad,
solidaridad y justicia le habían ayudado a sobrevivir, incluso en el miedo de
una dictadura feroz. También me vino a la cabeza cómo me había influido a mí
todo aquello, cómo me había consttuido como todavía espero ser. Tantas y tantas
horas escuchando Radio España Independiente o Radio Moscú en el rincón más
aislado de la pequeña casa familiar, la habitación en la que dormíamos mi
hermano y yo, despertando el hilo de aquellas historias paternas con cada
palabra que traían las ondas.
“Si hubieras
oído hablar entonces a Pasionaria, hijo, si la hubieras oído”. Y yo, desde mis
escasos siete u ocho años, menos o más, según cada momento, queriendo haber
estado allí, en aquel mitin del cine Monumental o en cualquier discurso
improvisado de olores en el frente de Madrid, Teruel o el Ebro. “Hijo, el
comunismo no es para que todos seamos pobres, sino para que todos seamos ricos”.
“Hijo, el comunismo es de cada uno según sus posibilidades, a cada uno según
sus necesidades”. Y yo, sentado en sus piernas, soñando con la tierra de abundancia
y justicia de la madre Rusia. Sueños.
Nació así la
idea de hablar con veteranos militantes y dejarles que con la narración de sus
vidas nos demuestren que no todos los comunistas han sido Stalin, Breznev o
Ceaucescu, por aludir tan sólo a algunas estrellas del firmamento de la
iniquidad perpetrada en nombre del comunismo. Porque el comunismo tiene su
leyenda negra y hay mucho de verdad en ella, aún tamizada por los intereses
políticos, económicos, ideológicos y aún personales de sus voceros, que aunque
estén inhabilitado para denunciar nada pueden tener razón en lo que denuncian.
Una leyenda
negra que no se circunscribe a la Unión Soviética o a los países en los que el
comunismo conquistó el poder, aunque ya no fuera comunismo, sino socialismo
real. Hoy lo sabemos y hace mucho que lo sospechábamos, aunque no quisiéramos
creerlo, porque la fe era más grande que la razón. Dogmatismos, dictaduras (ni
la del proletariado, que dijo Carrillo, dios le pille confesado),
persecuciones, crímenes, perpetrado todo ello en nombre de la salvación eterna
de la Clase Obrera.
Porque la Clase
Obrera era Dios y Stalin su profeta, aunque luego el hombre del bigote,
acostumbrado como estaba a la toma del poder, usurpara el lugar de la máxima
deidad y transformara la ideología libertadora en religión destructora. Poco
hablan aquí de ellos los protagonistas de este libro. En unos casos porque
sencillamente no lo sabían, en otros porque quizás los recuerdos se hayan
sepultado en el más oscuro rincón de la mente, en algunos más porque no se lo
he preguntado. Tal vez por esa cobardía mía, que sin duda reduce el libro, me
haya yo reservado el papel de abogado del diablo y vaya sacando a la luz, en
las pequeñas introducciones a cada capítulo, esa historia negra del PCE precisa
para ajustar el fiel de la balanza. La eliminación de troskistas y militantes
del POUM en la guerra, las luchas por el poder durante el largo exilio, los
oscuros casos de Comorera, Quiñones o Monzón, son historias que no sucedieron
en Rusia, aunque las instigara, desde el limbo de su austero despacho en el
Kremlin, el padrecito Stalin para que sus acólitos las llevaran a cabo.
"El olvido o el ocultamiento de los crímenes
cometidos en nombre de los grandes ideales, sobre todo cuando estos ideales son
los nuestros, convierten la política en niñería, en fideísmo o en insulto a los
demás", ha escrito Francisco Fernández Buey, que por cierto era el
conferenciante que hablaba en aquel homenaje a Pasionaria. Tras recordar sin
conmiseración algunos de los momentos inicuos del comunismo, el catedrático de
Filosofía de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona se preguntaba "¿Sabemos acaso nosotros lo que hubiera sido
de nosotros mismo y de nuestros hijos sin el sacrificio de los comunistas en la
época de Mussolini; o en la época de Hitler: o en la época de Solazar y de
Franco ".
También Manuel
Vázquez Montalbán ha utilizado en numerosas ocasiones argumentos similares.
"Durante sesenta años los comunistas
han sido un factor disuasorio frente a la estrategia económica, política y
militar del capitalismo, obligándolo a hacer concesiones sociales y a iniciar
un proceso de descolonización que no ha significado el final del imperio en
sentido estricto, sino sólo del basado en la ocupación territorial. Que esa
presión emancipadora la haya respaldado la Unión Soviética, forzada por una
razón estatal particularizada, prolongación de concebir la URSS como la patria
del socialismo, no excluye que haya significado la inversión del sacrificio
idealista de militantes comunistas indígenas en sus países que han luchado por
emancipaciones concretas, reales y necesarias". Añade en el mismo
trabajo el escritor catalán: "Este
esfuerzo ha significado una inversión de sacrificio humano difícil de medir,
pero gigantesco cuantitativa y cualitativamente considerado, dispuestos los
comunistas a pasar por la privación de libertad, la tortura, el exilio, la
muerte, guiados por su finalidad de la revolución necesaria e inevitable, por
esa religión del futuro de la pulsión romántica progresista". Y aún dice
más: "Ni la basura propagandística vertida por la contra revolución
internacional para desacreditar el desafío comunista, ni la Leyenda Áurea de
santos, mártires, secretarios generales y héroes del trabajo elaborada por el
comunismo en el poder, deben forzar a buscar un aséptico e injusto término
medio, pero tampoco ocultar que el siglo XX ha presenciado extraordinarios
ejemplos de sacrificio y altruismo de los comunistas, en todos los lugares de
la tierra".
Estoy de acuerdo
con ambos, y por estarlo, agarré un día el magnetofón y se lo puse delante a
los protagonistas de estas páginas y exhumé de los archivos las cartas
contenidas en el capítulo 11, que a alguien deberían estremecer. Algunos de los
que aquí aparecen ya han llevado al libro sus recuerdos: Santiago Álvarez,
Simón Sánchez Montero, Teresa Pàmies o
José Gros. A ellos remito a quien esté interesado, pues las obligaciones de la
edición obligan a selecciones, resúmenes y saltos en la cronología que pueden
dejar a algún lector con apetito de más. Igual sucede con los demás.
Necesidades de espacio y organización del texto han obligado a ofrecer tan sólo
momentos concretos de sus vidas, que sirvan al panorama general, en detrimento
de otros que serían tanto o más interesantes. He preferido ofrecer una imagen
de conjunto, una especie de retrato de grupo, a contar sus historias
individualizadas, y eso, que tiene sus limitaciones (la principal el
seguimiento de cada biografía individual, por lo que las resumo al final de
esta introducción), también permite ofrecer un panorama más colectivo y evitar
repeticiones. Por el mismo motivo he incluido los nombres de quienes vivieron
cada historia al final de la narración correspondiente. Pienso que son más
importantes las historias que los protagonistas que las cuentan, y que todas
unidas deberían facilitar la comprensión de esa odisea colectiva, anónima en
cuanto lo imponía la clandestinidad que he querido relatar.
En la medida de
lo posible he procurado siempre reproducir textualmente las declaraciones, con
el único retoque de la selección de los fragmentos reproducidos, la supresión
de repeticiones y muletillas, y la ordenación del discurso; que el lenguaje
hablado puede ser de difícil comprensión puesto en negro sobre blanco. Todas
las entrevistas se realizaron durante los años 1992 y 1993, excepto la de Lluis
Salvadores, grabada en Canarias a comienzos de los años ochenta, la de Pepita
Belloch, extraída del archivo de Radio Nacional de España, y la de Joan Escuer,
realizada en abril de 1998.
Sin ningún
género de duda se podría hacer con igual justicia un libro dedicado a los
recuerdos y vivencias de otros españoles, militantes políticos, de aquellos
años: socialistas, anarquistas, masones, republicanos o tantos y tantos sin
partido que asumieron con dedicación, entrega y sacrificio la vida que les toco
vivir. Si no lo hago yo aquí es porque el corazón tiene razones que la razón no
entiende, y porque pienso que hay en estas personas con las que he hablado un
componente unificador que no es sólo el grupo político al que pertenecieron,
con el que lucharon y al que sacrificaron, sino que forman también un grupo
social e ideológica de características comunes bien definidas.
Por otro lado es
difícil encontrar entre los partidos políticos que perdieron la guerra civil
otro que mantuviera con tal constancia, esfuerzo y sacrificio, y con tal coste
en detenciones, cárcel y fusilamientos la lucha contra el franquismo como lo
hicieron los comunistas. Igualmente resulta complicado hallar en otras
formaciones tal cantidad de militantes que ofrezcan una biografía de lucha tan
continuada y permanente como los que aquí se autorretratan. Valga, como simple
ejemplo de esto último, un breve esbozo biográfico del silencioso y cauto José
Gros: guerrillero ya durante la guerra civil tras las líneas franquistas,
consiguió escapar por los Pirineos y se exilió en la URSS, donde volvió a la
guerrilla, esta vez tras las líneas alemanas. Al acabar la segunda guerra en la
que participaba se hizo cargo de los pasos de clandestinos de la frontera con
Francia, para integrarse de nuevo en la guerrilla, esta vez en la de Levante,
con la orden de sacarlos de España, lo que hizo. En el 62 regresó a Madrid,
donde fue responsable de propaganda del partido hasta la legalización quince
años después. Nunca le detuvieron. Con vidas así, para qué queremos novelas ni
tratados morales.
Lo que sigue son
las vidas de aquellos comunistas con los que he hablado largamente. Su memoria
transportada al papel. No es, ni quiere ser, una historia del comunismo; ni
siquiera es, ni lo pretende, una historia de los comunistas. Estas son, sólo y
nada menos, historias de comunistas. Tampoco se plantea se objetiva, esa
coartada intelectual inventada por los descubridores de la subjetividad: la
exactitud del dato es menos importante que la pasión del recuerdo de lo vivido.
Tampoco es un tratado ideológico, porque a ciertos años ya no está uno para
festejos y porque el ejemplo de las vidas que aquí se relatan es más
imperecedero que los riscos por los que se despeñaron sus dogmas.
Su recuerdo es
nuestra historia, su fidelidad nuestra memoria colectiva, su dignidad nuestro
camino de futuro.
Antonio Gómez
Otero de Herreros, Segovia, 1998 / Rivas Vaciamadrid,
2013
TEMARIO
1.- Infancias
Años confusos
• Antonio Gómez
Marín. José Gros. Simón Sánchez Montero. Isabel Vicente. Santiago Álvarez.
Tomasa Cuevas. Armando López Salinas
2.- Rebeldías
Esperanzas de revolución
• Tomasa Cuevas.
Simón Sánchez Montero. Manolita del Arco. Santiago Álvarez
3.- Guerras
España en armas
• Santiago
Álvarez. José Gros. Antonio Gómez Marín. Simón Sánchez Montero
4.- Retaguardias
Sombras en la batalla
• Armando López
Salinas. Isabel Vicente. Manolita del Arco
5.- Derrotas
El fin de la esperanza
• Antonio Gómez
Marín. Isabel Vicente. Simón Sánchez Montero. Manolita del Arco
6.- Exilios
Con España a cuestas
• Teresa Pàmies.
Santiago Álvarez. Lluis Salvadores. José Gros. Pepita Belloch. Joan Escuer
7.- Cárceles 1
Geografía de presidios
• Manolita del
Arco. Antonio Gómez Marín. Isabel Vicente
8.- Asesinatos (últimas cartas de fusilados)
El silencio de los paredones
• J. Chamorro. Manuel
Asalta. Agustín Zoroa. Luis Campos Osaba. Cristina García Granda. Jesús Larrañaga.
José Gómez Gayoso
9.- Clandestinidades 1
Reconstruir sobre las ruinas
• Tomasa Cuevas.
Simón Sánchez Montero. José Gros
10.- Postguerras
Una España en blanco y negro
• Armando López
Salinas. Tomasa Cuevas. Antonio Gómez Marín
11.- Clandestinidades 2
Las masas existen
• Vicente Luis
Llopiz. Isabel Vicente. Armando López Salinas. José Gros
12.- Cárceles 2
La bandera eurocomunista
• Simón Sánchez
Montero. Manolita del Arco. Vicente Luis Llopiz. Tomasa Cuevas
13.- Libertades
No todo en la vida es champán
• Tomasa Cuevas. José Gros. Armando
López Salinas. Pepita Belloch. Vicente Luis Llopiz. Simón Sánchez Montero.
Manolita del Arco. Antonio Gómez Marín
ENTREVISTADOS
SANTIAGO ÁLVAREZ
(1913-2002).
Nació en la parroquia de San Miguel de Outeiro, en el municipio de Villamartín
de Valdeorras, Orense. De familia campesina, apenas realizó estudios primarios.
De joven fue campesino y segador. Proclamada la República se afilió al Partido
Comunista. En 1934 fue detenido tras la sublevación de Asturias. El 18 de julio
de 1936 estaba en Madrid, donde organizó, junto a Castelao, las Milicias
Populares Gallegas. Fue comisario político de la XI División bajo el mando de
Enrique Líster. Se exilio en la República Dominicana y en Cuba, dónde se nacionalizó.
Volvió clandestinamente a España en 1944. Detenido en 1945 fue torturado
durante tres días con sus noches. Condenado a 20 años de cárcel pasó por varias
prisiones. En 1954 fue indultado y expulsado hacia Cuba. En breve estuvo de
nuevo en Francia, desde donde entró a España y a Galicia varias veces. Fue el
primer secretario general del Partido Comunista de Galicia (PCG) desde su
fundación en 1968, cargo al que renunció en 1979. Sin abandonar la actividad
política se dedicó a escribir sus memorias políticas y otros libros de
investigación.
MANUELA DEL ARCO
Fallecida en
2006, había nacido en Bilbao en el año 20, aunque fue educada en Madrid por
unos tíos de ideas liberales y republicanas. El estallido de la guerra civil
radicalizó sus ideas políticas, haciéndola ingresar en las Juventudes
Socialistas Unificadas (JSU), en las que permaneció tras el final de la
contienda realizando diversos trabajos clandestinos. En 1942, con 22 años, fue
detenida en La Coruña, acusada de apoyo a la guerrilla, y trasladada a Madrid
para ser juzgada. Pasó 19 años en la cárcel.
MANUEL ASARTA IMAZ
Natural de San
Sebastián (Gipuzkoa). Carpintero. Se afilió al PCE en 1930. Miembro del Comité
Central del PC de Euzkadi. Durante la guerra luchó como comisario en la Junta
de Defensa y fue comandante de milicias, de batallón y de brigada. Con la caída
de Bilbao, pasó a Francia y de allí volvió a Barcelona. Al finalizar la guerra
fue internado en el campo de concentración de Albatera (Alicante), de dónde
logró fugarse cruzando la frontera a pie. Trabajó en Francia en el aparato del
PCE, acabando detenido en la cárcel de Bayona, de la que fue trasladado al
campo de castigo de Vernet, en el Ariège. Salió del campo en abril de 1940
gracias a la intervención del Gobierno Vasco, embarcando para Santo Domingo y
luego Cuba. En 1941 regresó a España junto a Isidoro Diéguez y Jesús Larrañaga
con el fin de reforzar el trabajo clandestino. Asarta llegó a Lisboa el 30 de
abril de 1941, y en septiembre, a punto de "pasar" al interior, fue
detenido por la policía salazarista y entregado a la española. El 19 de enero
de 1942 fueron juzgados en consejo de guerra. Asarta y cinco de los acusados
fueron condenados a muerte, siendo fusilados, junto a seis personas más, en la
madrugada del 21 de enero de 1942.
PEPITA BELLOCH
Nacia en
Torregrosa (Lleida), se exilió con su madre en Francia tras la caída de
Barcelona y ambas fueron internadas en los campos franceses. Al ser puesta en
libertad tenía 14 años y pronto empezó a militar en el Partido Comunista
Francés. Participó en el grupo de fronteras que ayudaba a los militantes a
atravesar los Pirineos para seguir la lucha en España.
TOMASA CUEVAS
(Brihuega, Guadalajara, 1917- Barcelona, 25 de
abril de 2007). Trabajadora desde los nueve años, a los 15 ingreso en las
Juventudes Comunistas. Participó en la defensa de Madrid, donde fue detenida al
acabar la guerra, pasando cinco años de condena. Al salir en libertad fue
deportada a Barcelona. Inmediatamente se incorporó al PSUC como enlace con la
guerrilla. Fue detenida de nuevo en 1945 y torturada salvajemente por los
famosos hermanos “Creix”. En libertad condicional, en 1946 se casó con su
compañero, el dirigente comunista Miguel Núñez. Juntos y por separado
trabajaron en la clandestinidad durante largos años. Ya en 1974 publicó su
libro “Testimonio de mujeres en las
cárceles franquistas”, labor que completaría en 1985 con “Cárcel de mujeres” y en 1986 con “Mujeres en la resistencia”.
J. CHAMORRO
Militante
comunista. Sin otra información que la contenida en su última carta antes de
ser fusilado el 30 de enero de 1943, que se incluye en el capítulo 9.
LUIS CAMPOS OSABA
Sevillano, fue
soldado del bando republicano. Al finalizar la guerra, sufrió una primera
detención y luego fue puesto en liberta. En Granada y Málaga coordinó la
acción, información y ayuda entre las redes urbanas y las guerrillas. Fue
detenido en Sevilla en 1948 y condenado a muerte, siendo fusilado en 1949.
JOAN ESCUER GOMIS
(16 de noviembre
de 1914 – 15 de diciembre de 2004). Nació en Cornudella del Montsant
(Tarragona). Desde bien joven simpatizó con formaciones de carácter comunista y
en 1936 ingresó en el PSUC. En la guerra civil luchó en el frente del Ebro
hasta que en 1938 fue herido. Cruzó la frontera con Francia el 6 de febrero de
1939. Internado en diferentes campos de refugiados, en 1940 se incorporó a la
318ª Compañía de Trabajadores Extranjeros, y ese mismo año empezó a colaborar
con la resistencia francesa. La Gestapo lo detuvo en 1942 y fue condenado y
recluido en prisión hasta que en 1944 le deportaron al campo alemán de
concentración de Dachau, del que fue liberado el 1 de mayo de 1945 por el avance
de las tropas aliadas. De vuelta a París, se afilió a la Amicale de Dachau
francesa y prosiguió su tarea política como responsable del PSUC en la comarca
de París. Ya en España fue vicepresidente de Amicale de Mauthausen desde 1977 y
asumió la presidencia desde 1994 hasta el 2002, dedicando su vida y sus
esfuerzos a la defensa y el recuerdo de los deportados y las víctimas del
nazismo. Joan Escuer ha escrito sus memorias : "Memorias de un republicano español deportado al campo de Dachau",
editadas por la Amical de Mauthausen de Barcelona.
CRISTINO GARCÍA GRANDA
(Gozón,
Asturias, 3 de junio de 1913 - Madrid, 21 de febrero de 1946). En 1936 trabajaba como fogonero en el buque
Luis Adaro, que se encontraba atracado en Sevilla en el momento de la
sublevación militar. La tripulación se amotinó, se hizo con el mando y dirigió
su rumbo hacia zona republicana. Durante la guerra civil participó activamente
en diferentes combates alcanzado por sus méritos el grado de teniente en el XIV
Cuerpo de Ejército Guerrillero. En 1939 se exilió a Francia siendo internado en
un campo de concentración. Durante la segunda guerra mundial participó en la
Resistencia francesa al frente de la 158.ª División de la Agrupación de
Guerrilleros Españoles con el grado de teniente coronel. Dentro de sus
diferentes actos en época de guerra se pueden destacar la liberación de presos
políticos en Nimes, la toma de Foix, la Bataille de la Madeleine, así como
diferentes emboscadas a las tropas alemanas, sabotajes y destrucción de campos
minados. Durante su última incursión, él y 28 compañeros más, 27 republicanos
españoles y 2 franceses, se hicieron con cañones y blindados y un total de
1.400 prisioneros alemanes que se dirigían a París para enfrentarse a las
tropas del general Leclerc. Francia le concedió el grado de Héroe Nacional.
En 1944
participó en el intento de liberación del Valle de Aran. En la primavera de
1945 se responsabilizó de la guerrilla de la Zona Centro. Tras varios
enfrentamientos y golpes contra intereses franquistas, el 18 de octubre de 1945
fue apresado. El 22 de enero de 1946 durante el juicio se definió como patriota
antifascista con las siguientes palabras: «Sé
bien lo que me espera, pero declaro con orgullo que cien vidas que tuviera las
pondría al servicio de la causa de mi pueblo y de mi patria [...] El fiscal nos
llama bandoleros. No lo somos. Bandoleros son quienes nos acusan, quienes
martirizan y matan de hambre al pueblo. Nosotros somos la vanguardia de la
lucha el pueblo por la libertad. Este juicio es una farsa en la que se nos
acusa de delitos que no hemos cometido. Pero tenéis prisa por deshaceros de
nosotros. No queréis que el mundo vea nuestros cuerpos martirizados. Queréis
ensuciar con este juicio el glorioso movimiento guerrillero».
El 9 de febrero
de 1946 se le condenó a muerte, junto a nueve de sus compañeros. En la
madrugada del 21 de febrero de 1946 se cumplió la sentencia en las tapias del
cementerio municipal de Carabanchel Bajo, donde fue enterrado. Este hecho
generó un gran revuelo político en diferentes países, sobre todo en Francia,
cuyo Ministro de Interior había interpelado ante la ONU por su liberación. El
25 de octubre de 1946 en Francia, el Estado Mayor de la IX Región Militar le
concedió a título póstumo la Cruz de Guerra con estrella de plata por: "Resistente desde la primera hora, dotado de
un alto espíritu de organización y de combate. Se le concede a este jefe de
élite la atribución de la Cruz de Guerra con estrella de plata". En
septiembre de ese año en la localidad francesa de La Madeleine, que había
liberado, se colocó una lápida que lleva escrito: "Honneur a Cristino García, chef de maquis". En Saint Denis
tiene una calle con su nombre. Al fin, tras 40 años y con motivo del 50
aniversario de su muerte, el 21 de febrero de 1996, el Pleno del Ayuntamiento
de Alcalá de Henares le dedicó, asimismo, una calle de la ciudad con su nombre.
En 2005, el por entonces máximo responsable del Ministerio de Trabajo y Asuntos
Sociales (hoy Ministerio de Trabajo e Inmigración de España) del Gobierno de
España, Jesús Caldera, inauguró en la comuna francesa de Saint Denis un centro
social para inmigrantes que lleva su nombre.
JOSÉ GÓMEZ GALLOSO
(Maceda, 28 de
abril de 1909 - Campo de la Rata, 6 de noviembre de 1948). Maestro. Tras la
sublevación militar combatió en los distintos frentes contra los sublevados y
fue comisario político de varias unidades. Se exilió en México, desde donde
regresó de nuevo en 1944 a España, incorporándose a la lucha política y
guerrillera en Galicia. Junto a Antonio Seoane Sánchez y otros tres militantes
del PCE formó una unidad especialmente activa hasta finales de 1947. Fue
detenido en 1948 con Seoane y otros dos guerrilleros, gracias a la delación de
un desertor, tras un tiroteo en el que resultó gravemente herido. Fue ejecutado
a garrote vil en La Coruña después de un juicio sumarísimo el 6 de noviembre
del mismo año.
Rafael Albert
les dedicó una de las coplas de su Juan Panadero:
(...)
¡Sangre de Gómez Gayoso,
sangre pura,
sangre brava,
sangre de
Antonio Seoane,
de Diéguez, de
Larrañaga,
de Roza,
Cristino y Vía,
valles de
sangre, montañas!
(...)
JOSE GROS
(Manresa, 26 de
noviembre de 1913-13 de julio de 2009) Sus padres eran activistas de la CNT y
tenían siete hijos. Con 9 años empezó a trabajar en un taller de bicicletas y
motos. A los 19 ya era mecánico en las minas de Súria (Barcelona). En 1934
participó en las protestas de obreros en Barcelona y tras el servicio militar
ingresó en el Partido Comunista de Catalunya (sección catalana del PCE). En la
guerra fue guerrillero en la retaguardia
franquista. El exiliarse en Francia fue retenido en el campo de concentración
de Saint Cyprien, aunque partió pronto para la URSS. Allí volvió a presentarse
voluntario y luchó de nuevo como guerrillero tras las líneas nazis, actuando
bajo el alto del famoso comandante guerrillero Dimitri Medvédev. Por su
actuación fue condecorado con la Medalla del Valor de la Unión Soviética, la
Medalla del Guerrillero de Primer Grado, la Orden de la Bandera Roja, la
Medalla por la defensa de Moscú y la Medalla de la Victoria.
En 1946 regresó
a Francia, fue responsable de los pasos clandestinos por la frontera francesa y
realizó varias operaciones relevantes, entre ellas la retirada de la Agrupación
Guerrillera de Levante-Aragón, la última guerrilla que tuvo el Partido
Comunista de España (PCE). Abandonó las armas definitivamente y en los años 60
regresó a Madrid viviendo en total clandestinidad hasta la muerte de Franco en
1975. De 1964 a 1975 encabezó el aparato central e propaganda del PCE en Madrid
y después se encargó de la seguridad del partido. Nunca fue detenido. Al cumplir 70 años, publicó el libro “Abriendo caminos: relatos de un guerrillero
comunista español”, con prólogo de Dolores Ibarruri. Estaba casado y tenía
dos hijos y varios nietos.
ANTONIO GÓMEZ MARÍN
Nacido en Magaña
(Soria) en 1909 falleció en Madrid en 2001. Conductor de profesión, ingresó en
el PCE durante la República. En la guerra civil luchó como tanquista,
alcanzando el grado de comisario político. Fue detenido en el puerto de
Alicante cuando intentaba exiliarse junto a miles de republicanos al norte de
África o a Sudamérica e internado en el campo de Los Almendros. Pasó cuatro
años en las cárceles de Aranjuez y Porlier (Madrid). Aunque al poco de salir en
libertad dejó la militancia activa, siguió en permanente contacto con el
partido, colaborando económicamente o repartiendo propaganda entre los compañeros
de guerra y cárcel. Reingresó en 1975. Pocas semanas antes de morir, en enero,
me insistió para que fuera al local a pagar la cuota del partido, que debido ya
a su edad entregaba anualmente.
JESUS LARRAÑAGA
(Beasain, 1901 –
Madrid, 21 de enero de 1942) De familia vascohablante, de joven se adscribió al
nacionalismo vasco: fue militante de las juventudes del Partido Nacionalista
Vasco, así como del sindicato ELA-STV. Abandonó la militancia nacionalista para
pasarse a la obrera revolucionaria e ingresar en las filas del PCE. Miembro de
la dirección del Partido Comunista de España, en 1935 fue uno de los impulsores
de la sección vasca del partido, el Partido Comunista de Euskadi (PCE-EPK). En
1936 fue elegido diputado. Durante la Guerra Civil fue nombrado Comisario de
Guerra en Guipúzcoa, donde ordenó fusilar a los sublevados y se enfrentó al
lehendakari José Antonio Aguirre en 1937 por la decisión de éste de evacuar
Bilbao sin combatir el avance de las tropas de Franco. Ya en la zona centro
realizó tareas organizativas dentro del PCE. Se opuso en Levante al golpe de
Estado del coronel Casado y organizó la evacuación de numerosos militantes
comunistas.
Se exilió
primero en Francia y luego en Cuba y Nueva York. En 1941 recibió la consigna de
regresar al interior para reconstruir el partido. Desembarcó en Lisboa, donde
fue detenido por la policía portuguesa, siendo entregado a las autoridades
franquistas, las cuales, tras un consejo de guerra, le condenaron a muerte. Fue
fusilado junto a otros miembros de la dirección del PCE, como Joaquín Valverde,
Jesús Gago, Francisco Barreiro Barciela, Eladio Rodríguez González, Manuel
Asarta, Jaime Girabau e Isidoro Diéguez, en las tapias del Cementerio de la
Almudena en 1942.
En la
actualidad, desde hace casi 30 años, existe una Sociedad Cultural, denominada
Jesús Larrañaga en su recuerdo, en Beasain.
ARMANDO LÓPEZ SALINAS
(Madrid, 1925). Hijo de anarquista, se hizo
comunista muy joven, ya tras la guerra. Autodidacta, inició una prometedora
carrera literaria que acabó abandonando por la lucha política, especialmente en
el frente cultural, del que fue responsable durante años. Corresponsal en
Madrid de Radio España Independiente. Miembro del Comité Central del PCE, fue
detenido en numerosas ocasiones. Entre su obra literaria figuran las novelas “La
Mina” (1959. Finalista del Premio Naval) y “Año
tras año” (1962. Premio Machado de novela) y los libros de viaje “Por el río abajo” (1966, con Alfonso
Grosso) y “Viaje al país gallego”
(1967, con Javier Alfaya). Tras su jubilación política recuperó la escritura,
publicando en 2007 “Crónica de un viaje y
otros relatos”.
VICENTE LUIS LLOPIZ
Nacido en León
en 1926 de familia acomodada, con ascendencia republicana y conservadora al
mismo tiempo, ingresó en la Organización Juvenil en 1938 y en las Falanges
Juveniles de Franco en 1945. Se
convirtió en un activista del falangismo y llega a comandar la Centuria
Alejandro Farnesio en Cuatro Caminos, hasta que alcanza el grado de Jefe
Nacional de Centuria en 1947. Los textos clandestinos que fue leyendo en
solitario le llevaron a la izquierda y al Partido Comunista de España, en el
que ingresó en 1961. Colaboró en la creación de Comisiones Obreras que, por
entonces, se denominaban Oposición Sindical. En 1963 fue detenido en la misma
caída que Julian Grimau y torturado por la policía. Un tribunal militar le
condenó a 16 años de cárcel de los que seis se los pasó en el Penal de Burgos.
TERESA PÀMIES
Nació en
Balaguer (comarca de La Noguera) en 1919. Hija de Tomàs Pàmies, dirigente local
del Bloc Obrer i Camperol, a los 10 años vendía el periódico La Batalla. En
1937 ingresó en las Joventuts Socialistes Unificades de Catalunya (JSUC) de las
que sería una de sus dirigentes. Se exilió en Francia, ingresando con 19 años
en el Campo de refugiados de Magnac-Laval, cerca de Limoges, de donde consiguió
huir. En el París previo a la ocupación fue encarcelada durante 3 meses en la
La Roquette por indocumentada. Una vez liberada se desplazó a Burdeos para
unirse a los republicanos que viajaban a la República Dominicana. Después pasó
a Cuba y de allí a Méjico, donde estudió
periodismo en la Universidad Femenina. En 1947 consiguió volver a Europa,
viviendo primero un año en Belgrado y luego 12 en Checoslovaquia. Desde el
exilio colaboró en las revistas catalanas Serra d'Or y Oriflama. En 1971 volvió
a Cataluña gracias a un visado para recibir el Premio Josep Pla por el libro “Testament a Praga”, escrito
conjuntamente con su padre. Murió el 13 de marzo de 2012 a los 92 años. Publicó
más de una veintena de libros. En 1984 recibió la Creu de Sant Jordi de la
Generalitat, en el 2000 la Medalla de Oro al mérito artístico del Ayuntamiento
de Barcelona, en 2001 fue galardonada con el Premio de Honor de las Letras
Catalanas y en 2006 recibió el Premio Manuel Vázquez Montalbán.
LLUIS SALVADORES
(¿…/…?). Abogado.
Se afilió al PCE durante la guerra, en la que luchó en distintos frentes. Se
exilió en la República Dominicana y en México para pasar luego a Francia
desarrollando labores clandestinas. Miembro del Comité Central del PCE y del
PSUC, en los que mantuvo posiciones críticas con el carrillismo. De regreso a
España en los años sesenta fue uno de los impulsores de los primeros despachos
laboralistas, desde los que defendió a numerosos represaliados.
SIMON SÁNCHEZ MONTERO
(31 de julio de
1915 - 30 de marzo de 2006) De familia campesina, emigró a Madrid en 1927,
donde trabajó como sastre y panadero. Durante la II República se afilió al
sindicato de panaderos de la UGT, en 1933, y en 1936 al PCE. Combatió en la
defensa de Madrid, aunque sus problemas de visión impidieron que siguiera en el
ejército y fue destinado a la escuela de mandos del PCE, en la que estuvo hasta
el fin de la guerra. Nada más entrar los rebeldes en Madrid comenzó ya la
reorganización del partido, lo que le obligó a vivir huido. Fue detenido en
1945, siendo condenado a catorce años de prisión, de los que cumplió siete en
los penales de Alcalá de Henares y Burgos. En 1954 fue elegido miembro del
Comité Central del PCE, y en 1956, del Comité Ejecutivo. Uno de los máximos
responsables del Partido Comunista en la clandestinidad, fue de nuevo detenido
en 1959, siendo encarcelado hasta 1966. Tras las elecciones generales de 1977,
fue elegido diputado por Madrid, siendo reelegido en 1979.
ISABEL VICENTE
Nacida en
Almansa (Albacete) en 1916. Emigrada su familia a Barcelona comenzó a trabajar
en una fábrica con 14 años, integrándose desde muy pronto a las luchas
sindicales y políticas. Militante del PSUC, se exilió en Francia, aunque
regresó pronto a Catalunya para seguir realizar tareas clandestinas. Colaboró
con la guerrilla como correo y enlace. En 1941 fue detenida, torturada y
condenada a doce años de cárcel, de los que finalmente cumplió siete. Volvió a
ser detenida en 1951 con motivo de la histórica huelga de tranvías de Barcelona
y posteriormente en otras dos ocasiones.
AGUSTÍN ZOROA
Nacido en
Larache (Marruecos) en 1916. Exiliado en América. En junio de 1944 entró de
nuevo en España clandestinamente. En agosto de 1945, tras la detención de
Santiago Álvarez y Sebastián Zapirain, ocupó la secretaría general de la
Delegación Nacional del PCE y la jefatura del Ejército Nacional Guerrillero. En
septiembre de 1946 las fuerzas represivas descubrieron que el centro de las
guerrillas de la Zona Centro se encontraba en la Huerta Machuca, a dos
kilómetros de Talavera de la Reina. El resultado de la acción policial se
concretó en la detención de José Antonio Llerandi “Julián” y el suicidio, para
no ser capturados con vida, de Jesús Bayón “Carlos”, antiguo jefe de la 1ª
Agrupación, y de Manuel Tabernero “Robert”, jefe de la Agrupación de Gredos,
consiguiendo escapar Fernando Bueno “Cuáter”. Fue “Julián” quien descubrió la
importancia de los muertos, ocasionando nuevas detenciones, entre ellas la de
Agustín Zoroa, que era el máximo responsable político y guerrillero en la zona
Centro. Junto a Zoroa fueron también arrestado los máximos responsables de la
Delegación del Comité Central o “Comité de Madrid”: Lucas Nuño, José Luis
Fernández Albert, Manuel Hernández Leal, Eladio Amador y Eduardo Sánchez
Biedma. El trato fue tan duro que este último murió durante los
interrogatorios. El 21 y 22 de diciembre de 1947 fueron juzgados, y una semana
después, fusilados en Ocaña (Toledo).
No hay comentarios:
Publicar un comentario