sábado, 20 de julio de 2013









Para Antonio y Benita,
por ser cómo fueron,
por hacerme como soy







“Si el sueño de la razón produjo monstruos, el olvido de la memoria produce monos”
Teresa M. Villarón
El mono del desencanto


“La memoria es un arma que permite a los débiles luchar contra el poder”
Milan Kundera
Entrevista en El País
                                                

“La gente se apasiona demasiado acerca del comunismo o, más bien, acerca de sus propios partidos comunistas y no reflexiona sobre un tema que un día será terreno abonado para los sociólogos. Me refiero a las actividades sociales que se producen como resultado directo e indirecto de la existencia de un partido comunista, es decir, a la gente o grupos de gente que sin darse cuenta han sido inspiraos, animados o influidos con una nueva racha de vida gracias al Partido Comunista. Y eso es cierto en todos los países donde han existido tales partidos, por reducidos que fueran”
Doris Lessing
Cuaderno dorado




 

Dibujos de Ángel Aragonés.
Realizados en la madrugada del 24 de enero de 1977
durante la reunión del Comité de Arte y Cultura de Madrid del PCE
convocada tras el asesinato de los abogados de Atocha.





A modo de introducción, justificación y motivos


Fue en un homenaje a Dolores que se celebró en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Uno de los oradores se preguntó, y nos preguntó a todos, que era lo que se podía decir a los jóvenes de hoy en día para que se hagan comunistas. O, al menos pensé yo, para que comprendieran los porqués de tantos y tantos comunistas que les precedieron, para que sus vidas fueran espejos en los que buscar los propios modelos de comportamiento.

¿Qué decirles en estos tiempos en los que el anticomunismo es moneda de cambio y en los que hasta los comunistas han comprendido, al fin, la poco edificante historia de ciertos comunismos oficiales? ¿Qué explicarles en momentos en los que el chalaneo es modo habitual de conducta, en los que la insolidaridad entre las gentes y los pueblos está a la orden del día, en los que la deshonestidad paga dividendos en bolsa? ¿Qué contarles –pienso ahora, 15 años después—cuando la derecha ha perdido toda vergüenza de sus actos de siglos mientras la izquierda parece que está instalada en un arrepentimiento constante de sus errores?

Recordé entonces, mientras hablaba el conferenciante, días y noches de mi infancia: mi padre contándome para dormir cómo se había hecho comunista, cómo había luchado en la guerra, cómo había resistido la cárcel, cómo sus ideales de libertad, solidaridad y justicia le habían ayudado a sobrevivir, incluso en el miedo de una dictadura feroz. También me vino a la cabeza cómo me había influido a mí todo aquello, cómo me había consttuido como todavía espero ser. Tantas y tantas horas escuchando Radio España Independiente o Radio Moscú en el rincón más aislado de la pequeña casa familiar, la habitación en la que dormíamos mi hermano y yo, despertando el hilo de aquellas historias paternas con cada palabra que traían las ondas.

“Si hubieras oído hablar entonces a Pasionaria, hijo, si la hubieras oído”. Y yo, desde mis escasos siete u ocho años, menos o más, según cada momento, queriendo haber estado allí, en aquel mitin del cine Monumental o en cualquier discurso improvisado de olores en el frente de Madrid, Teruel o el Ebro. “Hijo, el comunismo no es para que todos seamos pobres, sino para que todos seamos ricos”. “Hijo, el comunismo es de cada uno según sus posibilidades, a cada uno según sus necesidades”. Y yo, sentado en sus piernas, soñando con la tierra de abundancia y justicia de la madre Rusia. Sueños.

Nació así la idea de hablar con veteranos militantes y dejarles que con la narración de sus vidas nos demuestren que no todos los comunistas han sido Stalin, Breznev o Ceaucescu, por aludir tan sólo a algunas estrellas del firmamento de la iniquidad perpetrada en nombre del comunismo. Porque el comunismo tiene su leyenda negra y hay mucho de verdad en ella, aún tamizada por los intereses políticos, económicos, ideológicos y aún personales de sus voceros, que aunque estén inhabilitado para denunciar nada pueden tener razón en lo que denuncian.

Una leyenda negra que no se circunscribe a la Unión Soviética o a los países en los que el comunismo conquistó el poder, aunque ya no fuera comunismo, sino socialismo real. Hoy lo sabemos y hace mucho que lo sospechábamos, aunque no quisiéramos creerlo, porque la fe era más grande que la razón. Dogmatismos, dictaduras (ni la del proletariado, que dijo Carrillo, dios le pille confesado), persecuciones, crímenes, perpetrado todo ello en nombre de la salvación eterna de la Clase Obrera.

Porque la Clase Obrera era Dios y Stalin su profeta, aunque luego el hombre del bigote, acostumbrado como estaba a la toma del poder, usurpara el lugar de la máxima deidad y transformara la ideología libertadora en religión destructora. Poco hablan aquí de ellos los protagonistas de este libro. En unos casos porque sencillamente no lo sabían, en otros porque quizás los recuerdos se hayan sepultado en el más oscuro rincón de la mente, en algunos más porque no se lo he preguntado. Tal vez por esa cobardía mía, que sin duda reduce el libro, me haya yo reservado el papel de abogado del diablo y vaya sacando a la luz, en las pequeñas introducciones a cada capítulo, esa historia negra del PCE precisa para ajustar el fiel de la balanza. La eliminación de troskistas y militantes del POUM en la guerra, las luchas por el poder durante el largo exilio, los oscuros casos de Comorera, Quiñones o Monzón, son historias que no sucedieron en Rusia, aunque las instigara, desde el limbo de su austero despacho en el Kremlin, el padrecito Stalin para que sus acólitos las llevaran a cabo.

"El olvido o el ocultamiento de los crímenes cometidos en nombre de los grandes ideales, sobre todo cuando estos ideales son los nuestros, convierten la política en niñería, en fideísmo o en insulto a los demás", ha escrito Francisco Fernández Buey, que por cierto era el conferenciante que hablaba en aquel homenaje a Pasionaria. Tras recordar sin conmiseración algunos de los momentos inicuos del comunismo, el catedrático de Filosofía de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona se preguntaba "¿Sabemos acaso nosotros lo que hubiera sido de nosotros mismo y de nuestros hijos sin el sacrificio de los comunistas en la época de Mussolini; o en la época de Hitler: o en la época de Solazar y de Franco ".

También Manuel Vázquez Montalbán ha utilizado en numerosas ocasiones argumentos similares. "Durante sesenta años los comunistas han sido un factor disuasorio frente a la estrategia económica, política y militar del capitalismo, obligándolo a hacer concesiones sociales y a iniciar un proceso de descolonización que no ha significado el final del imperio en sentido estricto, sino sólo del basado en la ocupación territorial. Que esa presión emancipadora la haya respaldado la Unión Soviética, forzada por una razón estatal particularizada, prolongación de concebir la URSS como la patria del socialismo, no excluye que haya significado la inversión del sacrificio idealista de militantes comunistas indígenas en sus países que han luchado por emancipaciones concretas, reales y necesarias". Añade en el mismo trabajo el escritor catalán: "Este esfuerzo ha significado una inversión de sacrificio humano difícil de medir, pero gigantesco cuantitativa y cualitativamente considerado, dispuestos los comunistas a pasar por la privación de libertad, la tortura, el exilio, la muerte, guiados por su finalidad de la revolución necesaria e inevitable, por esa religión del futuro de la pulsión romántica progresista". Y aún dice más: "Ni la basura propagandística vertida por la contra revolución internacional para desacreditar el desafío comunista, ni la Leyenda Áurea de santos, mártires, secretarios generales y héroes del trabajo elaborada por el comunismo en el poder, deben forzar a buscar un aséptico e injusto término medio, pero tampoco ocultar que el siglo XX ha presenciado extraordinarios ejemplos de sacrificio y altruismo de los comunistas, en todos los lugares de la tierra".

Estoy de acuerdo con ambos, y por estarlo, agarré un día el magnetofón y se lo puse delante a los protagonistas de estas páginas y exhumé de los archivos las cartas contenidas en el capítulo 11, que a alguien deberían estremecer. Algunos de los que aquí aparecen ya han llevado al libro sus recuerdos: Santiago Álvarez, Simón Sánchez Montero, Teresa Pàmies  o José Gros. A ellos remito a quien esté interesado, pues las obligaciones de la edición obligan a selecciones, resúmenes y saltos en la cronología que pueden dejar a algún lector con apetito de más. Igual sucede con los demás. Necesidades de espacio y organización del texto han obligado a ofrecer tan sólo momentos concretos de sus vidas, que sirvan al panorama general, en detrimento de otros que serían tanto o más interesantes. He preferido ofrecer una imagen de conjunto, una especie de retrato de grupo, a contar sus historias individualizadas, y eso, que tiene sus limitaciones (la principal el seguimiento de cada biografía individual, por lo que las resumo al final de esta introducción), también permite ofrecer un panorama más colectivo y evitar repeticiones. Por el mismo motivo he incluido los nombres de quienes vivieron cada historia al final de la narración correspondiente. Pienso que son más importantes las historias que los protagonistas que las cuentan, y que todas unidas deberían facilitar la comprensión de esa odisea colectiva, anónima en cuanto lo imponía la clandestinidad que he querido relatar.

En la medida de lo posible he procurado siempre reproducir textualmente las declaraciones, con el único retoque de la selección de los fragmentos reproducidos, la supresión de repeticiones y muletillas, y la ordenación del discurso; que el lenguaje hablado puede ser de difícil comprensión puesto en negro sobre blanco. Todas las entrevistas se realizaron durante los años 1992 y 1993, excepto la de Lluis Salvadores, grabada en Canarias a comienzos de los años ochenta, la de Pepita Belloch, extraída del archivo de Radio Nacional de España, y la de Joan Escuer, realizada en abril de 1998.

Sin ningún género de duda se podría hacer con igual justicia un libro dedicado a los recuerdos y vivencias de otros españoles, militantes políticos, de aquellos años: socialistas, anarquistas, masones, republicanos o tantos y tantos sin partido que asumieron con dedicación, entrega y sacrificio la vida que les toco vivir. Si no lo hago yo aquí es porque el corazón tiene razones que la razón no entiende, y porque pienso que hay en estas personas con las que he hablado un componente unificador que no es sólo el grupo político al que pertenecieron, con el que lucharon y al que sacrificaron, sino que forman también un grupo social e ideológica de características comunes bien definidas.

Por otro lado es difícil encontrar entre los partidos políticos que perdieron la guerra civil otro que mantuviera con tal constancia, esfuerzo y sacrificio, y con tal coste en detenciones, cárcel y fusilamientos la lucha contra el franquismo como lo hicieron los comunistas. Igualmente resulta complicado hallar en otras formaciones tal cantidad de militantes que ofrezcan una biografía de lucha tan continuada y permanente como los que aquí se autorretratan. Valga, como simple ejemplo de esto último, un breve esbozo biográfico del silencioso y cauto José Gros: guerrillero ya durante la guerra civil tras las líneas franquistas, consiguió escapar por los Pirineos y se exilió en la URSS, donde volvió a la guerrilla, esta vez tras las líneas alemanas. Al acabar la segunda guerra en la que participaba se hizo cargo de los pasos de clandestinos de la frontera con Francia, para integrarse de nuevo en la guerrilla, esta vez en la de Levante, con la orden de sacarlos de España, lo que hizo. En el 62 regresó a Madrid, donde fue responsable de propaganda del partido hasta la legalización quince años después. Nunca le detuvieron. Con vidas así, para qué queremos novelas ni tratados morales.

Lo que sigue son las vidas de aquellos comunistas con los que he hablado largamente. Su memoria transportada al papel. No es, ni quiere ser, una historia del comunismo; ni siquiera es, ni lo pretende, una historia de los comunistas. Estas son, sólo y nada menos, historias de comunistas. Tampoco se plantea se objetiva, esa coartada intelectual inventada por los descubridores de la subjetividad: la exactitud del dato es menos importante que la pasión del recuerdo de lo vivido. Tampoco es un tratado ideológico, porque a ciertos años ya no está uno para festejos y porque el ejemplo de las vidas que aquí se relatan es más imperecedero que los riscos por los que se despeñaron sus dogmas.

Su recuerdo es nuestra historia, su fidelidad nuestra memoria colectiva, su dignidad nuestro camino de futuro.

Antonio Gómez
Otero de Herreros, Segovia, 1998 / Rivas Vaciamadrid, 2013





TEMARIO

1.- Infancias
Años confusos
• Antonio Gómez Marín. José Gros. Simón Sánchez Montero. Isabel Vicente. Santiago Álvarez. Tomasa Cuevas. Armando López Salinas

2.- Rebeldías
Esperanzas de revolución
• Tomasa Cuevas. Simón Sánchez Montero. Manolita del Arco. Santiago Álvarez

3.- Guerras
España en armas
• Santiago Álvarez. José Gros. Antonio Gómez Marín. Simón Sánchez Montero

4.- Retaguardias
Sombras en la batalla
• Armando López Salinas. Isabel Vicente. Manolita del Arco
           
5.- Derrotas
El fin de la esperanza
• Antonio Gómez Marín. Isabel Vicente. Simón Sánchez Montero. Manolita del Arco

6.- Exilios
Con España a cuestas
• Teresa Pàmies. Santiago Álvarez. Lluis Salvadores. José Gros. Pepita Belloch. Joan Escuer

7.- Cárceles 1
Geografía de presidios
• Manolita del Arco. Antonio Gómez Marín. Isabel Vicente

8.- Asesinatos (últimas cartas de fusilados)
El silencio de los paredones
• J. Chamorro. Manuel Asalta. Agustín Zoroa. Luis Campos Osaba. Cristina García Granda. Jesús Larrañaga. José Gómez Gayoso

9.- Clandestinidades 1
Reconstruir sobre las ruinas
• Tomasa Cuevas. Simón Sánchez Montero. José Gros

10.- Postguerras
Una España en blanco y negro
• Armando López Salinas. Tomasa Cuevas. Antonio Gómez Marín

11.- Clandestinidades 2
Las masas existen
• Vicente Luis Llopiz. Isabel Vicente. Armando López Salinas. José Gros

12.- Cárceles 2
La bandera eurocomunista
• Simón Sánchez Montero. Manolita del Arco. Vicente Luis Llopiz. Tomasa Cuevas

13.- Libertades
No todo en la vida es champán
•          Tomasa Cuevas. José Gros. Armando López Salinas. Pepita Belloch. Vicente Luis Llopiz. Simón Sánchez Montero. Manolita del Arco. Antonio Gómez Marín



ENTREVISTADOS


SANTIAGO ÁLVAREZ

(1913-2002). Nació en la parroquia de San Miguel de Outeiro, en el municipio de Villamartín de Valdeorras, Orense. De familia campesina, apenas realizó estudios primarios. De joven fue campesino y segador. Proclamada la República se afilió al Partido Comunista. En 1934 fue detenido tras la sublevación de Asturias. El 18 de julio de 1936 estaba en Madrid, donde organizó, junto a Castelao, las Milicias Populares Gallegas. Fue comisario político de la XI División bajo el mando de Enrique Líster. Se exilio en la República Dominicana y en Cuba, dónde se nacionalizó. Volvió clandestinamente a España en 1944. Detenido en 1945 fue torturado durante tres días con sus noches. Condenado a 20 años de cárcel pasó por varias prisiones. En 1954 fue indultado y expulsado hacia Cuba. En breve estuvo de nuevo en Francia, desde donde entró a España y a Galicia varias veces. Fue el primer secretario general del Partido Comunista de Galicia (PCG) desde su fundación en 1968, cargo al que renunció en 1979. Sin abandonar la actividad política se dedicó a escribir sus memorias políticas y otros libros de investigación.

MANUELA DEL ARCO

Fallecida en 2006, había nacido en Bilbao en el año 20, aunque fue educada en Madrid por unos tíos de ideas liberales y republicanas. El estallido de la guerra civil radicalizó sus ideas políticas, haciéndola ingresar en las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU), en las que permaneció tras el final de la contienda realizando diversos trabajos clandestinos. En 1942, con 22 años, fue detenida en La Coruña, acusada de apoyo a la guerrilla, y trasladada a Madrid para ser juzgada. Pasó 19 años en la cárcel.

MANUEL ASARTA IMAZ

Natural de San Sebastián (Gipuzkoa). Carpintero. Se afilió al PCE en 1930. Miembro del Comité Central del PC de Euzkadi. Durante la guerra luchó como comisario en la Junta de Defensa y fue comandante de milicias, de batallón y de brigada. Con la caída de Bilbao, pasó a Francia y de allí volvió a Barcelona. Al finalizar la guerra fue internado en el campo de concentración de Albatera (Alicante), de dónde logró fugarse cruzando la frontera a pie. Trabajó en Francia en el aparato del PCE, acabando detenido en la cárcel de Bayona, de la que fue trasladado al campo de castigo de Vernet, en el Ariège. Salió del campo en abril de 1940 gracias a la intervención del Gobierno Vasco, embarcando para Santo Domingo y luego Cuba. En 1941 regresó a España junto a Isidoro Diéguez y Jesús Larrañaga con el fin de reforzar el trabajo clandestino. Asarta llegó a Lisboa el 30 de abril de 1941, y en septiembre, a punto de "pasar" al interior, fue detenido por la policía salazarista y entregado a la española. El 19 de enero de 1942 fueron juzgados en consejo de guerra. Asarta y cinco de los acusados fueron condenados a muerte, siendo fusilados, junto a seis personas más, en la madrugada del 21 de enero de 1942.

PEPITA BELLOCH

Nacia en Torregrosa (Lleida), se exilió con su madre en Francia tras la caída de Barcelona y ambas fueron internadas en los campos franceses. Al ser puesta en libertad tenía 14 años y pronto empezó a militar en el Partido Comunista Francés. Participó en el grupo de fronteras que ayudaba a los militantes a atravesar los Pirineos para seguir la lucha en España.


TOMASA CUEVAS

(Brihuega, Guadalajara, 1917- Barcelona, 25 de abril de 2007). Trabajadora desde los nueve años, a los 15 ingreso en las Juventudes Comunistas. Participó en la defensa de Madrid, donde fue detenida al acabar la guerra, pasando cinco años de condena. Al salir en libertad fue deportada a Barcelona. Inmediatamente se incorporó al PSUC como enlace con la guerrilla. Fue detenida de nuevo en 1945 y torturada salvajemente por los famosos hermanos “Creix”. En libertad condicional, en 1946 se casó con su compañero, el dirigente comunista Miguel Núñez. Juntos y por separado trabajaron en la clandestinidad durante largos años. Ya en 1974 publicó su libro “Testimonio de mujeres en las cárceles franquistas”, labor que completaría en 1985 con “Cárcel de mujeres” y en 1986 con “Mujeres en la resistencia”.

J. CHAMORRO

Militante comunista. Sin otra información que la contenida en su última carta antes de ser fusilado el 30 de enero de 1943, que se incluye en el capítulo 9.






LUIS CAMPOS OSABA

Sevillano, fue soldado del bando republicano. Al finalizar la guerra, sufrió una primera detención y luego fue puesto en liberta. En Granada y Málaga coordinó la acción, información y ayuda entre las redes urbanas y las guerrillas. Fue detenido en Sevilla en 1948 y condenado a muerte, siendo fusilado en 1949.



JOAN ESCUER GOMIS

(16 de noviembre de 1914 – 15 de diciembre de 2004). Nació en Cornudella del Montsant (Tarragona). Desde bien joven simpatizó con formaciones de carácter comunista y en 1936 ingresó en el PSUC. En la guerra civil luchó en el frente del Ebro hasta que en 1938 fue herido. Cruzó la frontera con Francia el 6 de febrero de 1939. Internado en diferentes campos de refugiados, en 1940 se incorporó a la 318ª Compañía de Trabajadores Extranjeros, y ese mismo año empezó a colaborar con la resistencia francesa. La Gestapo lo detuvo en 1942 y fue condenado y recluido en prisión hasta que en 1944 le deportaron al campo alemán de concentración de Dachau, del que fue liberado el 1 de mayo de 1945 por el avance de las tropas aliadas. De vuelta a París, se afilió a la Amicale de Dachau francesa y prosiguió su tarea política como responsable del PSUC en la comarca de París. Ya en España fue vicepresidente de Amicale de Mauthausen desde 1977 y asumió la presidencia desde 1994 hasta el 2002, dedicando su vida y sus esfuerzos a la defensa y el recuerdo de los deportados y las víctimas del nazismo. Joan Escuer ha escrito sus memorias : "Memorias de un republicano español deportado al campo de Dachau", editadas por la Amical de Mauthausen de Barcelona.

CRISTINO GARCÍA GRANDA

(Gozón, Asturias, 3 de junio de 1913 - Madrid, 21 de febrero de 1946).  En 1936 trabajaba como fogonero en el buque Luis Adaro, que se encontraba atracado en Sevilla en el momento de la sublevación militar. La tripulación se amotinó, se hizo con el mando y dirigió su rumbo hacia zona republicana. Durante la guerra civil participó activamente en diferentes combates alcanzado por sus méritos el grado de teniente en el XIV Cuerpo de Ejército Guerrillero. En 1939 se exilió a Francia siendo internado en un campo de concentración. Durante la segunda guerra mundial participó en la Resistencia francesa al frente de la 158.ª División de la Agrupación de Guerrilleros Españoles con el grado de teniente coronel. Dentro de sus diferentes actos en época de guerra se pueden destacar la liberación de presos políticos en Nimes, la toma de Foix, la Bataille de la Madeleine, así como diferentes emboscadas a las tropas alemanas, sabotajes y destrucción de campos minados. Durante su última incursión, él y 28 compañeros más, 27 republicanos españoles y 2 franceses, se hicieron con cañones y blindados y un total de 1.400 prisioneros alemanes que se dirigían a París para enfrentarse a las tropas del general Leclerc. Francia le concedió el grado de Héroe Nacional.

En 1944 participó en el intento de liberación del Valle de Aran. En la primavera de 1945 se responsabilizó de la guerrilla de la Zona Centro. Tras varios enfrentamientos y golpes contra intereses franquistas, el 18 de octubre de 1945 fue apresado. El 22 de enero de 1946 durante el juicio se definió como patriota antifascista con las siguientes palabras: «Sé bien lo que me espera, pero declaro con orgullo que cien vidas que tuviera las pondría al servicio de la causa de mi pueblo y de mi patria [...] El fiscal nos llama bandoleros. No lo somos. Bandoleros son quienes nos acusan, quienes martirizan y matan de hambre al pueblo. Nosotros somos la vanguardia de la lucha el pueblo por la libertad. Este juicio es una farsa en la que se nos acusa de delitos que no hemos cometido. Pero tenéis prisa por deshaceros de nosotros. No queréis que el mundo vea nuestros cuerpos martirizados. Queréis ensuciar con este juicio el glorioso movimiento guerrillero».

El 9 de febrero de 1946 se le condenó a muerte, junto a nueve de sus compañeros. En la madrugada del 21 de febrero de 1946 se cumplió la sentencia en las tapias del cementerio municipal de Carabanchel Bajo, donde fue enterrado. Este hecho generó un gran revuelo político en diferentes países, sobre todo en Francia, cuyo Ministro de Interior había interpelado ante la ONU por su liberación. El 25 de octubre de 1946 en Francia, el Estado Mayor de la IX Región Militar le concedió a título póstumo la Cruz de Guerra con estrella de plata por: "Resistente desde la primera hora, dotado de un alto espíritu de organización y de combate. Se le concede a este jefe de élite la atribución de la Cruz de Guerra con estrella de plata". En septiembre de ese año en la localidad francesa de La Madeleine, que había liberado, se colocó una lápida que lleva escrito: "Honneur a Cristino García, chef de maquis". En Saint Denis tiene una calle con su nombre. Al fin, tras 40 años y con motivo del 50 aniversario de su muerte, el 21 de febrero de 1996, el Pleno del Ayuntamiento de Alcalá de Henares le dedicó, asimismo, una calle de la ciudad con su nombre. En 2005, el por entonces máximo responsable del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales (hoy Ministerio de Trabajo e Inmigración de España) del Gobierno de España, Jesús Caldera, inauguró en la comuna francesa de Saint Denis un centro social para inmigrantes que lleva su nombre.

JOSÉ GÓMEZ GALLOSO

(Maceda, 28 de abril de 1909 - Campo de la Rata, 6 de noviembre de 1948). Maestro. Tras la sublevación militar combatió en los distintos frentes contra los sublevados y fue comisario político de varias unidades. Se exilió en México, desde donde regresó de nuevo en 1944 a España, incorporándose a la lucha política y guerrillera en Galicia. Junto a Antonio Seoane Sánchez y otros tres militantes del PCE formó una unidad especialmente activa hasta finales de 1947. Fue detenido en 1948 con Seoane y otros dos guerrilleros, gracias a la delación de un desertor, tras un tiroteo en el que resultó gravemente herido. Fue ejecutado a garrote vil en La Coruña después de un juicio sumarísimo el 6 de noviembre del mismo año.
Rafael Albert les dedicó una de las coplas de su Juan Panadero:

(...) ¡Sangre de Gómez Gayoso,
sangre pura, sangre brava,
sangre de Antonio Seoane,
de Diéguez, de Larrañaga,
de Roza, Cristino y Vía,
valles de sangre, montañas! (...)


JOSE GROS

(Manresa, 26 de noviembre de 1913-13 de julio de 2009) Sus padres eran activistas de la CNT y tenían siete hijos. Con 9 años empezó a trabajar en un taller de bicicletas y motos. A los 19 ya era mecánico en las minas de Súria (Barcelona). En 1934 participó en las protestas de obreros en Barcelona y tras el servicio militar ingresó en el Partido Comunista de Catalunya (sección catalana del PCE). En la guerra fue guerrillero en  la retaguardia franquista. El exiliarse en Francia fue retenido en el campo de concentración de Saint Cyprien, aunque partió pronto para la URSS. Allí volvió a presentarse voluntario y luchó de nuevo como guerrillero tras las líneas nazis, actuando bajo el alto del famoso comandante guerrillero Dimitri Medvédev. Por su actuación fue condecorado con la Medalla del Valor de la Unión Soviética, la Medalla del Guerrillero de Primer Grado, la Orden de la Bandera Roja, la Medalla por la defensa de Moscú y la Medalla de la Victoria.

En 1946 regresó a Francia, fue responsable de los pasos clandestinos por la frontera francesa y realizó varias operaciones relevantes, entre ellas la retirada de la Agrupación Guerrillera de Levante-Aragón, la última guerrilla que tuvo el Partido Comunista de España (PCE). Abandonó las armas definitivamente y en los años 60 regresó a Madrid viviendo en total clandestinidad hasta la muerte de Franco en 1975. De 1964 a 1975 encabezó el aparato central e propaganda del PCE en Madrid y después se encargó de la seguridad del partido. Nunca fue detenido.  Al cumplir 70 años, publicó el libro “Abriendo caminos: relatos de un guerrillero comunista español”, con prólogo de Dolores Ibarruri. Estaba casado y tenía dos hijos y varios nietos.

ANTONIO GÓMEZ MARÍN

Nacido en Magaña (Soria) en 1909 falleció en Madrid en 2001. Conductor de profesión, ingresó en el PCE durante la República. En la guerra civil luchó como tanquista, alcanzando el grado de comisario político. Fue detenido en el puerto de Alicante cuando intentaba exiliarse junto a miles de republicanos al norte de África o a Sudamérica e internado en el campo de Los Almendros. Pasó cuatro años en las cárceles de Aranjuez y Porlier (Madrid). Aunque al poco de salir en libertad dejó la militancia activa, siguió en permanente contacto con el partido, colaborando económicamente o repartiendo propaganda entre los compañeros de guerra y cárcel. Reingresó en 1975. Pocas semanas antes de morir, en enero, me insistió para que fuera al local a pagar la cuota del partido, que debido ya a su edad entregaba anualmente.

JESUS LARRAÑAGA

(Beasain, 1901 – Madrid, 21 de enero de 1942) De familia vascohablante, de joven se adscribió al nacionalismo vasco: fue militante de las juventudes del Partido Nacionalista Vasco, así como del sindicato ELA-STV. Abandonó la militancia nacionalista para pasarse a la obrera revolucionaria e ingresar en las filas del PCE. Miembro de la dirección del Partido Comunista de España, en 1935 fue uno de los impulsores de la sección vasca del partido, el Partido Comunista de Euskadi (PCE-EPK). En 1936 fue elegido diputado. Durante la Guerra Civil fue nombrado Comisario de Guerra en Guipúzcoa, donde ordenó fusilar a los sublevados y se enfrentó al lehendakari José Antonio Aguirre en 1937 por la decisión de éste de evacuar Bilbao sin combatir el avance de las tropas de Franco. Ya en la zona centro realizó tareas organizativas dentro del PCE. Se opuso en Levante al golpe de Estado del coronel Casado y organizó la evacuación de numerosos militantes comunistas.

Se exilió primero en Francia y luego en Cuba y Nueva York. En 1941 recibió la consigna de regresar al interior para reconstruir el partido. Desembarcó en Lisboa, donde fue detenido por la policía portuguesa, siendo entregado a las autoridades franquistas, las cuales, tras un consejo de guerra, le condenaron a muerte. Fue fusilado junto a otros miembros de la dirección del PCE, como Joaquín Valverde, Jesús Gago, Francisco Barreiro Barciela, Eladio Rodríguez González, Manuel Asarta, Jaime Girabau e Isidoro Diéguez, en las tapias del Cementerio de la Almudena en 1942.

En la actualidad, desde hace casi 30 años, existe una Sociedad Cultural, denominada Jesús Larrañaga en su recuerdo, en Beasain.

ARMANDO LÓPEZ SALINAS

(Madrid, 1925). Hijo de anarquista, se hizo comunista muy joven, ya tras la guerra. Autodidacta, inició una prometedora carrera literaria que acabó abandonando por la lucha política, especialmente en el frente cultural, del que fue responsable durante años. Corresponsal en Madrid de Radio España Independiente. Miembro del Comité Central del PCE, fue detenido en numerosas ocasiones. Entre su obra literaria figuran las novelas “La Mina” (1959. Finalista del Premio Naval) y “Año tras año” (1962. Premio Machado de novela) y los libros de viaje “Por el río abajo” (1966, con Alfonso Grosso) y “Viaje al país gallego” (1967, con Javier Alfaya). Tras su jubilación política recuperó la escritura, publicando en 2007 “Crónica de un viaje y otros relatos”.

VICENTE LUIS LLOPIZ

Nacido en León en 1926 de familia acomodada, con ascendencia republicana y conservadora al mismo tiempo, ingresó en la Organización Juvenil en 1938 y en las Falanges Juveniles de Franco en 1945. Se  convirtió en un activista del falangismo y llega a comandar la Centuria Alejandro Farnesio en Cuatro Caminos, hasta que alcanza el grado de Jefe Nacional de Centuria en 1947. Los textos clandestinos que fue leyendo en solitario le llevaron a la izquierda y al Partido Comunista de España, en el que ingresó en 1961. Colaboró en la creación de Comisiones Obreras que, por entonces, se denominaban Oposición Sindical. En 1963 fue detenido en la misma caída que Julian Grimau y torturado por la policía. Un tribunal militar le condenó a 16 años de cárcel de los que seis se los pasó en el Penal de Burgos.

TERESA PÀMIES

Nació en Balaguer (comarca de La Noguera) en 1919. Hija de Tomàs Pàmies, dirigente local del Bloc Obrer i Camperol, a los 10 años vendía el periódico La Batalla. En 1937 ingresó en las Joventuts Socialistes Unificades de Catalunya (JSUC) de las que sería una de sus dirigentes. Se exilió en Francia, ingresando con 19 años en el Campo de refugiados de Magnac-Laval, cerca de Limoges, de donde consiguió huir. En el París previo a la ocupación fue encarcelada durante 3 meses en la La Roquette por indocumentada. Una vez liberada se desplazó a Burdeos para unirse a los republicanos que viajaban a la República Dominicana. Después pasó a Cuba  y de allí a Méjico, donde estudió periodismo en la Universidad Femenina. En 1947 consiguió volver a Europa, viviendo primero un año en Belgrado y luego 12 en Checoslovaquia. Desde el exilio colaboró en las revistas catalanas Serra d'Or y Oriflama. En 1971 volvió a Cataluña gracias a un visado para recibir el Premio Josep Pla por el libro “Testament a Praga”, escrito conjuntamente con su padre. Murió el 13 de marzo de 2012 a los 92 años. Publicó más de una veintena de libros. En 1984 recibió la Creu de Sant Jordi de la Generalitat, en el 2000 la Medalla de Oro al mérito artístico del Ayuntamiento de Barcelona, en 2001 fue galardonada con el Premio de Honor de las Letras Catalanas y en 2006 recibió el Premio Manuel Vázquez Montalbán.

LLUIS SALVADORES

(¿…/…?). Abogado. Se afilió al PCE durante la guerra, en la que luchó en distintos frentes. Se exilió en la República Dominicana y en México para pasar luego a Francia desarrollando labores clandestinas. Miembro del Comité Central del PCE y del PSUC, en los que mantuvo posiciones críticas con el carrillismo. De regreso a España en los años sesenta fue uno de los impulsores de los primeros despachos laboralistas, desde los que defendió a numerosos represaliados.

SIMON SÁNCHEZ MONTERO

(31 de julio de 1915 - 30 de marzo de 2006) De familia campesina, emigró a Madrid en 1927, donde trabajó como sastre y panadero. Durante la II República se afilió al sindicato de panaderos de la UGT, en 1933, y en 1936 al PCE. Combatió en la defensa de Madrid, aunque sus problemas de visión impidieron que siguiera en el ejército y fue destinado a la escuela de mandos del PCE, en la que estuvo hasta el fin de la guerra. Nada más entrar los rebeldes en Madrid comenzó ya la reorganización del partido, lo que le obligó a vivir huido. Fue detenido en 1945, siendo condenado a catorce años de prisión, de los que cumplió siete en los penales de Alcalá de Henares y Burgos. En 1954 fue elegido miembro del Comité Central del PCE, y en 1956, del Comité Ejecutivo. Uno de los máximos responsables del Partido Comunista en la clandestinidad, fue de nuevo detenido en 1959, siendo encarcelado hasta 1966. Tras las elecciones generales de 1977, fue elegido diputado por Madrid, siendo reelegido en 1979.

ISABEL VICENTE

Nacida en Almansa (Albacete) en 1916. Emigrada su familia a Barcelona comenzó a trabajar en una fábrica con 14 años, integrándose desde muy pronto a las luchas sindicales y políticas. Militante del PSUC, se exilió en Francia, aunque regresó pronto a Catalunya para seguir realizar tareas clandestinas. Colaboró con la guerrilla como correo y enlace. En 1941 fue detenida, torturada y condenada a doce años de cárcel, de los que finalmente cumplió siete. Volvió a ser detenida en 1951 con motivo de la histórica huelga de tranvías de Barcelona y posteriormente en otras dos ocasiones.

AGUSTÍN ZOROA

Nacido en Larache (Marruecos) en 1916. Exiliado en América. En junio de 1944 entró de nuevo en España clandestinamente. En agosto de 1945, tras la detención de Santiago Álvarez y Sebastián Zapirain, ocupó la secretaría general de la Delegación Nacional del PCE y la jefatura del Ejército Nacional Guerrillero. En septiembre de 1946 las fuerzas represivas descubrieron que el centro de las guerrillas de la Zona Centro se encontraba en la Huerta Machuca, a dos kilómetros de Talavera de la Reina. El resultado de la acción policial se concretó en la detención de José Antonio Llerandi “Julián” y el suicidio, para no ser capturados con vida, de Jesús Bayón “Carlos”, antiguo jefe de la 1ª Agrupación, y de Manuel Tabernero “Robert”, jefe de la Agrupación de Gredos, consiguiendo escapar Fernando Bueno “Cuáter”. Fue “Julián” quien descubrió la importancia de los muertos, ocasionando nuevas detenciones, entre ellas la de Agustín Zoroa, que era el máximo responsable político y guerrillero en la zona Centro. Junto a Zoroa fueron también arrestado los máximos responsables de la Delegación del Comité Central o “Comité de Madrid”: Lucas Nuño, José Luis Fernández Albert, Manuel Hernández Leal, Eladio Amador y Eduardo Sánchez Biedma. El trato fue tan duro que este último murió durante los interrogatorios. El 21 y 22 de diciembre de 1947 fueron juzgados, y una semana después, fusilados en Ocaña (Toledo).





No hay comentarios:

Publicar un comentario