Desde su misma irrupción en la canción
española en 1971 con su primer disco, Vainica Doble, Carmen Santonja y Gloria
Van Aerssen, ocuparon un espacio único en el panorama de la música española.
Sus composiciones, las letras aparentemente ingenuistas de Carmen y las
melodías primarias, pero nada simple, que aportaba Gloria, y la interpretación
que de ellas hacían, tan ajustadas a esa falsa inocencia, eran bajo una
apariencia inocente auténticas cargas de profundidad contra la moral, las
costumbres y los usos sociales de la España de entonces, que venía de antes y
que continuarían después de que acabara la dictadura. Es decir, constituían un
ataque en toda regla a uno de los pilares fundamentales del pensamiento
reaccionario: el control ideológico y espiritual, y por tanto social, de las
personas.
Eso les valió ser una especie de puente
entre dos maneras complementarias de entender la canción sin se ninguna de
ellas: la de los cantautores clásicos y la de las nuevas generaciones, mucho
más jóvenes que ellas, que afrontaban la música desde unos presupuestos más
lúdicos y libertarios.
Pese a su especificidad, puedo dar fe
del cariño y la admiración de esos que he llamado cantautores clásicos, aunque
sin duda fueran los menos clásicos de los cantautores los que más sentían esos
sentimientos hacia ellas. Lo que aquí se reproduce es buena prueba de ello.
Escribí poco sobre ellas, y aquí
reproduzco la reseña de uno de sus discos que se publicó en EL ECO DE CANARIAS.
Lo que sí creo que tiene interés,
faltaría más, son las canciones que acompañan este texto. La primera de ella ya
formaba parte del recital “Cantar en Madrid”, del que ya colgué la segunda
parte completa, emitida en 1984 en el programa de TVE “La buena música / Más o
menos nuestro”, pero como el chivato de youtube me dice que la segunda parte del
concierto, en la que iba la canción, se ha visitado bastante menos que la
primera, por lo que creo que merece la pena recordarla. La he aislado y la
vuelvo a colgar hoy. El tema es “Taquicardía” y el grupo acompañante en
instrumentos y voces está formado por Pablo Guerrero, Juan Alberto Arteche,
Luis Pastor, Javier Bergia, Hilario Camacho y Antonio Resines.
La segunda es inédita. Apenas una
anécdota en su carrera, pero inédita. En 1990 Antonio Resines y yo estábamos
haciendo para TVE la serie “España en solfa”, en la que intentábamos contar la
historia de la música popular española. Para el capítulo sobre las canciones de
la guerra civil pensamos que las partes que contaban la guerra en sí misma no
se explicara a través de la típica voz en off, sino con canciones originales.
Pedimos a Gloria y a Carmen que cantaran una de ellas, y sin dudarlo lo
hicieron, por mucho que se saliera de su estilo y de su temática y que, además,
no estuviera compuesta con ella. Cuando consiga sincronizar el sonido y la
imagen del programa, que de momento tengo cada cosa por su parte, colgaré
aquí , pero de momento le he puesto unas fotos al minuto de canción que interpretaba sobre todo Gloria y aquí os la dejo.
EL ECO DE CANARIAS. 20 diciembre 1981.
Realmente Gloria
Van Aersen y Carmen Santonja constituyen un dúo insólito, que se resiste a ser
incluido en cualquier estilo o clasificación. Su música es como un juego de
máscaras en el que nada es lo que parece ser. La inocencia es dinamita y la
suavidad difamación. Las canciones de Vainica Doble son un constante enfrentamiento
de mundos dispares, de maneras de concebir el mundo. Un alegato permanente
contra el machismo, el sexismo. la incultura y esa maldita manía por cargarse
lo mejor que hay en el ser humano: el amor.
Pero que no se
crea ingenuamente que esa actitud viene envuelta en un continente convencional
y discursivo; de ninguna manera; si hay algo que hace especialmente valerosas
las canciones de Carmen y Gloria es que son profundamente originales y divertidas.
Y en eso radica su permanencia por encima de las modas. Vainica Doble ya no son
dos muchachas, y lo saben, y no juegan a nuevas olas ni ningún otro artilugio
para triunfar. Claro está que tampoco lo necesitan, entre otras cosas, porque
es de suponer que eso del triunfo les debe preocupar bastante poco, al menos sí
entendemos el triunfo como un resplandor espontáneo que llena la bolsa de
dinero en pocos meses y luego te permite vivir de las rentas durante el resto
de la vida.
Hay en el
quehacer artístico de Vainica Doble algo más profundo y permanente. Una comprensión
de la canción como un vehículo de comunicación maduro y lúdico, profundo y
divertido. Por eso, cuando juegan la baza de la nostalgia, en Ser un Rolling Stone, lo que hacen en
realidad es ponerse, y ponernos a nosotros, frente a las vivencias y angustias
y esperanzas de toda una generación. Y cuando hablan de Madrid, en «crónica
madrileña», rompen en mil pedazos la tarjeta postal del convencionalismo,
incluso del «convencionalismo progre».
Por cierto, que
este es el segundo álbum que editan en el sello Guimbarda, y eso en ellas, que
hasta ahora habían grabado cada uno de sus tres álbumes anteriores en un sello
distinto, es todo un triunfo. Tal vez es que hayan encontrado alguien que sabe
lo que hacen y pretenden. Felicitémosle también a él, porque este último disco
de Vainica Doble es toda una gozada. (“El
Tigre del Guadarrama”. Gimbarda. 1981)
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