José Antonio Labordeta. Dos entrevistas (1980/1984)
Es de sobra conocida la habilidad que
José Antonio Labordeta tenía para las distancias cortas, para la conversación
directa. "España en la mochila" es la prueba palpable de ellos. Su capacidad de crear empatía con la persona con la que hablaba,
aunque fuera la primera vez que lo hacía, venía dada por una actitud ante la
vida que es la que queda presente en sus canciones, poema, novelas, memorias,
artículos, e incluso en su trabajo político. Siendo un maestro del que siempre
se podía aprender, sus conversaciones nunca eran pedantes ni jactanciosas,
hablaba más de los demás que de sí mismo y nunca daba la impresión de saber de todo,
quizás porque realmente sabía. Contara un chiste, se cabreara con Aznar,
recomendara un libro, alabara un vino o te explicará el substrato histórico de
Santa Orosia, jamás imponía un argumento de autoridad intelectual ni se
mostraba distinto de sus contertulios, que, no obstante, le escuchábamos en
silencio porque José Antonio era un estupendo narrador oral y porque siempre se salía con algo aprendido.
Esas virtudes también estaban patentes en
las entrevistas periodísticas, siendo una especie de modelo de entrevistado que
ni se perdía en meandros divagatorios ni era escueto como un referéndum. Pensaba
las preguntas que igual ya le habían hecho cien veces y las contestaba con
exactitud y sensatez, como si fueran nuevas, dando la impresión de estar
profundamente interesado en lo que se le preguntaba, lo que para un periodista
es ciertamente de agradecer. Sus entrevistas nunca eran triviales, y hoy
reproduzco dos que le hice con breve tiempo de distancia, que se añaden a lo yapublicado aquí sobre él. La primera salió en EL PAÍS en 1984 y la segunda se
publicó en 1982 en CANARIAS 7, diario de Las Palmas de Gran Canaria, con motivo
de su primera visita profesional a las islas. Pongo de banda sonora algunas
canciones suyas que me corrompen.
EL PAÍS. 9 JUNIO 1984
José Antonio
Labordeta tiene 49 años y es más serio de lo que se podría suponer escuchándole
soltar chascarrillos baturros al cruzar una calle y más divertido de lo que su
aspecto algo hosco podría hacer pensar. Hizo sus primeras canciones hace 16
años, en duros inviernos de Teruel, casi como una broma, mientras buscaba
publicar su primera novela, después de haber editado algunos libros de poemas.
"Yo creo --dice mientras
intentamos tomar un café en un pub moderno que no sirve cafés-- que uno se mete a cantante sin saber muy
bien lo que hace. La prueba es que después de tanto tiempo todavía sigo siendo
profesor al mismo tiempo que cantante. En mi caso creo que influyeron mucho las
audiciones de Brassens, Brel o Yupanqui".
Para un
intelectual que había decidido dedicar su vida a la letra impresa y a la
enseñanza --y que además ha seguido dedicándose a ello--, la canción debe de
suponer una experiencia singular. Subirse a un escenario no tiene vuelta atrás;
el público está demasiado cerca como para poder ignorarlo. "Un autor de teatro escribe una obra, pero
quienes la representan son otros. Un novelista o un pintor no viven esa
experiencia del contacto directo con el destinatario de su trabajo. Eso es algo
que si sale bien resulta insuperable, pero si es malo te hunde sin remedio.
Nadie te puede consolar, porque ves la reacción inmediatamente".
Labordeta, como la mayoría de los cantantes de su generación, comenzó solo con
su guitarra. Con el transcurso del tiempo ha incorporado nuevos elementos a sus
presentaciones públicas; músicos que le acompañan. Primero fué el grupo
Chicoten, y ahora es la Cooperativa Musical del Ebro, de los que confiesa haber
aprendido mucho: "Lo que más me han
aportado los músicos que han tocado conmigo es enseñanza. Al principio yo
apenas sabía dos acordes de guitarra, y lo que ellos me han ofrecido es la
posibilidad de aprender a hacer unas canciones que yo no diría que son más
complicadas, pero sí más perfectas, mejor hechas".
Hay en los
recitales de Labordeta una falta de convencionalismos en la relación con el
espectador que lo convierte en un cantante atípico, que apenas utiliza otro
truco que su simple presencia sobre el escenario y las anécdotas e historias
que cuenta como charlando. Quizá ello le viene de su experiencia en clase,
aunque confiese que sus alumnos pasan un poco de su faceta de cantante: "Para ellos soy un poco carroza, y es natural;
no me parezco nada a Michael Jackson, que es su ídolo". Sin embargo,
esa experiencia de profesor resulta esencial para él: "Por mi clase han pasado varias generaciones
de jóvenes, desde una juventud directamente politizada de los sesenta y setenta
hasta otra más despolitizada después, para llegar a los que acuden ahora, que
están mucho más liberados en muchísimas cosas. Para mí el contacto de los lunes
con los alumnos es como tomar tierra después de haber actuado en un recital al
que acuden centenares o miles de personas, es romper con el peligro de
automitificación que supone et subir a un escenario".
Localismo y universalidad
La temática
fundamental de José Antonio Labordeta en sus canciones y en sus libros es
Aragón. Su gente, sus problemas, sus realidades. Pero el cantante rechaza el
calificativo de localista: "Creo que
no hago canción localista. Es verdad que hablo de Aragón, pero es como Violeta
Parra, cuyas canciones hablan de Chile y de un momento histórico muy concreto,
y sin embargo hoy nos emocionan intensamente. No sé si yo lo consigo, pero creo
que por encima del localismo, si una canción tiene emoción y expresa
sentimientos comunes puede ser totalmente universalista. Es algo que está en
muchos cantantes y que a mí me parece lograr cuando en sitios-muy lejanos de mi
tierra me piden canciones como Aragón, por ejemplo".
José Antonio
Labordeta acaba de editar su noveno álbum, un disco en el que reconoce cantar
sus preocupaciones de siempre, aunque tratadas con el filtro que impone el
tiempo: "Aparentemente es un disco
muy distinto, pero en el fondo es el mismo mundo de siempre, los temas que me
interesan: la gente, el amor, la solidaridad, la paz. Aunque ahora haya unos
arreglos musicales más completos, una posibilidad de decir las cosas sin
necesidad de acudir a la parábola. Hay gente que habla siempre de lo mismo. Eliot
escribió siempre el mismo poema, y García Márquez la misma novela, y es que no
se puede prescindir de lo que te preocupa, de lo que te apasiona. Soto que el
tiempo pasa, y eso te da una perspectiva algo distinta".
CANARIAS 7. 2 OCTUBRE 1982
Después de dar
unos recitales en Tenerife y Las Palmas y de actuar ayer en Agüimes, José
Antonio Labordeta cantará de nuevo esta tarde y noche en Las Palmas, donde
concluirá su gira por Canarias. José Antonio Labordeta, aragonés, profesor de instituto,
poeta, novelista, columnista habitual en la revista Andalán, un hito en la prensa
regional española, y cantautor, es sin duda una de las voces más importantes de
la música popular española. Un hombre que a partir de la música de su tierra
aragonesa ha traspasado todas las fronteras geográficas y estéticas con su obra,
manteniendo una inquebrantable fidelidad a una forma de decir y cantar que no
es un mero adorno estético sino una forma de dejar constancia de un tiempo, una
historia, unos hombres y uno problemas. Y continúa en ello, precisamente ahora
cuando son muchos los que dicen que se ha terminado el momento de hacer canción
de texto, canción con contenido.
LABORDETA.-- Eso es
absurdo. Creo que mientras existan situaciones como la que recientemente se
acaba de dar en el Líbano, con las matanzas de Beirut, hay que seguir
protestando y diciendo lo que se crea que es justo y ético. Las injusticias
acabarán cuando acabe el mundo, y mientras que existan estará justificado que
se cante contra ellas.
CANARIAS 7.--
Sin embargo, en los últimos años, desde la llegada de la democracia, hemos
asistido a la práctica desaparición de una buena cantidad de cantantes que
llevaban muchos años luchando y cantando y que ahora parecen no encontrar su
sitio. Puede significar esto la de defunción de ese tipo de canción?
L.-- Sí, sí, efectivamente. Bueno, yo creo que
hay muchas razones. Por ejemplo, en este momento hay una exaltación del rock y
del pasotismo en todos los medios de comunicación. Creo que también la gente ha
hecho un tipo de canción que, más que política o de contenido social, yo
llamaría canción militante, que es la que más desvalida se ha encontrado en
estos tres o cuatro últimos años. Pero la gente que hemos hecho una canción
crítica seguimos haciendo las mismas canciones. La canción-texto estuvo rodeada
de muchos contextos. La democracia aclaró muchas cosas y con el ajetreo éste de
la transición a una situación normal se ha confundido mucho, pero yo creo que
poco a poco las cosas se van aclarando.
C-7.-- En Aragón
ha surgido una buena cantidad de cantantes y grupos. Los nombres de La
Bullonera, Joaquín Carbonell, Chicoten, están en el ánimo de todos. ¿Se puede
hablar de un movimiento de canción aragonesa compacto y maduro?
L-- Yo creo que no, que no hay un movimiento de
canción aragonesa con esas características, porque Aragón es un territorio muy
castigado por la historia y es una tierra más de individualidades que de
colectividades. A todo eso hay que sumarle que a la sociedad aragonesa le ha
pasado lo que al conjunto de la sociedad española, donde ha habido un momento
de mucho desencanto. Pero ahora, desde hace un par de años, se está dando un
renacer de grupos de folklore aragonés, de nuevo folklore, que no es solo la
jota típica, sino que incluye otros instrumentos, que sorprenden a mucha gente.
C-7.-- ¿Qué
papel crees que juega la canción popular en todo este tema de la reaparición de
un sentimiento nacionalista o regionalista, como se quiera, en muchas
comunidades de España, en la búsqueda de señas de identidad?
L-- Hombre, juega un papel, no cabe duda. No por
sí sola, sino acompañada por otras formas culturales, la poesía o el arte. En
Aragón, por lo menos, así ha sido. Allí ha tenido también una gran importancia
la aparición de un semanario como Andalán, que ha luchado durante años y años
por ese sentido regional que empieza a perfilarse.
C-7.-- En tus
últimos discos hay un cierto cambio en tu trayectoria musical. Parece como si
antes compusieras tú más canciones en música y letra y ahora compusieras textos
para músicas folklóricas, alterando, sin duda, el ritmo cardíaco de los
puristas.
L.-- Yo soy muy visceral, nada cartesiano. Las
melodías de esos temas estaban ahí: eran melodías populares, pertenecientes a
una comunidad rural, religiosa, la de nuestros antepasados. Por eso creo que
tampoco hay que avergonzarse de manipular ciertos textos y adaptarlos a los
problemas reales de hoy. Ahora bien, en cualquier caso, esos nuevos textos hay que
cantarlos con estilo muy popular, en mí opinión. Si lo haces de una forma
académica, escolástica, es como si les faltase aire y vida. Hay que cantar con
bravura, dejándose la garganta en cada nota. Y si lo que se dice a veces no es
muy bello, muy poéticamente perfecto, que tampoco se escandalice nadie.
En un reciente
artículo en el periódico Diario 16, José Antonio Labordeta escribía que «en este país hemos ido sobreviviendo a
nuestra propia incuria y desconocimiento, poniendo clichés rudimentarios allí
donde la ignorancia era lo verdaderamente profundo». Parece como si toda su
obra de escritor, articulista, poeta y cantante fuera destinada, precisamente,
a atacar esta enfermedad del desconocimiento que no es sino la enfermedad de la
incomunicación.
Comunicación y conocimiento
Hay en la obra
del cantautor aragonés un intento deliberado de contribuir a la comunicación y
al conocimiento, y lo hace desde las formas expresivas que le son propias, las
de su tierra, y a partir de una observación detallada de la realidad que le
circunda, partiendo de lo cercano y particular para alcanzar así, precisamente,
una dimensión de generalidad que queda patente en sus novelas, sus numerosos libros
de poemas y sus siete álbumes de canciones. Ha conseguido José Antonio
Labordeta que la fidelidad a la tierra propia trasmita sentimientos y
sensaciones que son de todo el mundo: la rebeldía contra la injusticia, el dolor
de la emigración, la tristeza de la soledad, social o individual, la alegría de
la fiesta popular compartida...
Fidelidad a un estilo musical
Como escribía
Manuel Tuñón de Lara en la presentación de su primer disco: «Al cantar, Labordeta define Aragón, solar y
paisaje; luego, a sus hombres, con dolor y amor, sus sequías agosteñas, sus
cierzos helados y a veces su inmensa desesperanza. Labordeta no inventa nada ni
propone nada. Cuenta y canta lo que pasa». Y eso no ha cambiado en los diez
años que han pasado desde que se publicó ese primer disco. Al contrario, es la
fidelidad a un estilo musical y a una idea ética lo que hace a José Antonio
Labordeta cercano y cotidiano a personas y pueblos tan alejados del suyo. Es lo
que hemos tenido ocasión de comprobar en Canarias en esta su primera visita en
tantos años de cantar. Tardanza inexplicable que no es sino el testimonio doloroso
de nuestro propio alejamiento y aislamiento.
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