lunes, 3 de junio de 2013

José Antonio Labordeta. Dos entrevistas (1980/1984)






Es de sobra conocida la habilidad que José Antonio Labordeta tenía para las distancias cortas, para la conversación directa. "España en la mochila" es la prueba palpable de ellos. Su capacidad de crear empatía con la persona con la que hablaba, aunque fuera la primera vez que lo hacía, venía dada por una actitud ante la vida que es la que queda presente en sus canciones, poema, novelas, memorias, artículos, e incluso en su trabajo político. Siendo un maestro del que siempre se podía aprender, sus conversaciones nunca eran pedantes ni jactanciosas, hablaba más de los demás que de sí mismo y nunca daba la impresión de saber de todo, quizás porque realmente sabía. Contara un chiste, se cabreara con Aznar, recomendara un libro, alabara un vino o te explicará el substrato histórico de Santa Orosia, jamás imponía un argumento de autoridad intelectual ni se mostraba distinto de sus contertulios, que, no obstante, le escuchábamos en silencio porque José Antonio era un estupendo narrador oral y porque siempre se salía con algo aprendido.

Esas virtudes también estaban patentes en las entrevistas periodísticas, siendo una especie de modelo de entrevistado que ni se perdía en meandros divagatorios ni era escueto como un referéndum. Pensaba las preguntas que igual ya le habían hecho cien veces y las contestaba con exactitud y sensatez, como si fueran nuevas, dando la impresión de estar profundamente interesado en lo que se le preguntaba, lo que para un periodista es ciertamente de agradecer. Sus entrevistas nunca eran triviales, y hoy reproduzco dos que le hice con breve tiempo de distancia, que se añaden a lo yapublicado aquí sobre él. La primera salió en EL PAÍS en 1984 y la segunda se publicó en 1982 en CANARIAS 7, diario de Las Palmas de Gran Canaria, con motivo de su primera visita profesional a las islas. Pongo de banda sonora algunas canciones suyas que me corrompen.




EL PAÍS. 9 JUNIO 1984

José Antonio Labordeta tiene 49 años y es más serio de lo que se podría suponer escuchándole soltar chascarrillos baturros al cruzar una calle y más divertido de lo que su aspecto algo hosco podría hacer pensar. Hizo sus primeras canciones hace 16 años, en duros inviernos de Teruel, casi como una broma, mientras buscaba publicar su primera novela, después de haber editado algunos libros de poemas. "Yo creo --dice mientras intentamos tomar un café en un pub moderno que no sirve cafés-- que uno se mete a cantante sin saber muy bien lo que hace. La prueba es que después de tanto tiempo todavía sigo siendo profesor al mismo tiempo que cantante. En mi caso creo que influyeron mucho las audiciones de Brassens, Brel o Yupanqui".

Para un intelectual que había decidido dedicar su vida a la letra impresa y a la enseñanza --y que además ha seguido dedicándose a ello--, la canción debe de suponer una experiencia singular. Subirse a un escenario no tiene vuelta atrás; el público está demasiado cerca como para poder ignorarlo. "Un autor de teatro escribe una obra, pero quienes la representan son otros. Un novelista o un pintor no viven esa experiencia del contacto directo con el destinatario de su trabajo. Eso es algo que si sale bien resulta insuperable, pero si es malo te hunde sin remedio. Nadie te puede consolar, porque ves la reacción inmediatamente". Labordeta, como la mayoría de los cantantes de su generación, comenzó solo con su guitarra. Con el transcurso del tiempo ha incorporado nuevos elementos a sus presentaciones públicas; músicos que le acompañan. Primero fué el grupo Chicoten, y ahora es la Cooperativa Musical del Ebro, de los que confiesa haber aprendido mucho: "Lo que más me han aportado los músicos que han tocado conmigo es enseñanza. Al principio yo apenas sabía dos acordes de guitarra, y lo que ellos me han ofrecido es la posibilidad de aprender a hacer unas canciones que yo no diría que son más complicadas, pero sí más perfectas, mejor hechas".

Hay en los recitales de Labordeta una falta de convencionalismos en la relación con el espectador que lo convierte en un cantante atípico, que apenas utiliza otro truco que su simple presencia sobre el escenario y las anécdotas e historias que cuenta como charlando. Quizá ello le viene de su experiencia en clase, aunque confiese que sus alumnos pasan un poco de su faceta de cantante: "Para ellos soy un poco carroza, y es natural; no me parezco nada a Michael Jackson, que es su ídolo". Sin embargo, esa experiencia de profesor resulta esencial para él: "Por mi clase han pasado varias generaciones de jóvenes, desde una juventud directamente politizada de los sesenta y setenta hasta otra más despolitizada después, para llegar a los que acuden ahora, que están mucho más liberados en muchísimas cosas. Para mí el contacto de los lunes con los alumnos es como tomar tierra después de haber actuado en un recital al que acuden centenares o miles de personas, es romper con el peligro de automitificación que supone et subir a un escenario".

Localismo y universalidad

La temática fundamental de José Antonio Labordeta en sus canciones y en sus libros es Aragón. Su gente, sus problemas, sus realidades. Pero el cantante rechaza el calificativo de localista: "Creo que no hago canción localista. Es verdad que hablo de Aragón, pero es como Violeta Parra, cuyas canciones hablan de Chile y de un momento histórico muy concreto, y sin embargo hoy nos emocionan intensamente. No sé si yo lo consigo, pero creo que por encima del localismo, si una canción tiene emoción y expresa sentimientos comunes puede ser totalmente universalista. Es algo que está en muchos cantantes y que a mí me parece lograr cuando en sitios-muy lejanos de mi tierra me piden canciones como Aragón, por ejemplo".

José Antonio Labordeta acaba de editar su noveno álbum, un disco en el que reconoce cantar sus preocupaciones de siempre, aunque tratadas con el filtro que impone el tiempo: "Aparentemente es un disco muy distinto, pero en el fondo es el mismo mundo de siempre, los temas que me interesan: la gente, el amor, la solidaridad, la paz. Aunque ahora haya unos arreglos musicales más completos, una posibilidad de decir las cosas sin necesidad de acudir a la parábola. Hay gente que habla siempre de lo mismo. Eliot escribió siempre el mismo poema, y García Márquez la misma novela, y es que no se puede prescindir de lo que te preocupa, de lo que te apasiona. Soto que el tiempo pasa, y eso te da una perspectiva algo distinta".






CANARIAS 7. 2 OCTUBRE 1982

Después de dar unos recitales en Tenerife y Las Palmas y de actuar ayer en Agüimes, José Antonio Labordeta cantará de nuevo esta tarde y noche en Las Palmas, donde concluirá su gira por Canarias. José Antonio Labordeta, aragonés, profesor de instituto, poeta, novelista, columnista habitual en la revista Andalán, un hito en la prensa regional española, y cantautor, es sin duda una de las voces más importantes de la música popular española. Un hombre que a partir de la música de su tierra aragonesa ha traspasado todas las fronteras geográficas y estéticas con su obra, manteniendo una inquebrantable fidelidad a una forma de decir y cantar que no es un mero adorno estético sino una forma de dejar constancia de un tiempo, una historia, unos hombres y uno problemas. Y continúa en ello, precisamente ahora cuando son muchos los que dicen que se ha terminado el momento de hacer canción de texto, canción con contenido.

LABORDETA.--  Eso es absurdo. Creo que mientras existan situaciones como la que recientemente se acaba de dar en el Líbano, con las matanzas de Beirut, hay que seguir protestando y diciendo lo que se crea que es justo y ético. Las injusticias acabarán cuando acabe el mundo, y mientras que existan estará justificado que se cante contra ellas.

CANARIAS 7.-- Sin embargo, en los últimos años, desde la llegada de la democracia, hemos asistido a la práctica desaparición de una buena cantidad de cantantes que llevaban muchos años luchando y cantando y que ahora parecen no encontrar su sitio. Puede significar esto la de defunción de ese tipo de canción?

L.-- Sí, sí, efectivamente. Bueno, yo creo que hay muchas razones. Por ejemplo, en este momento hay una exaltación del rock y del pasotismo en todos los medios de comunicación. Creo que también la gente ha hecho un tipo de canción que, más que política o de contenido social, yo llamaría canción militante, que es la que más desvalida se ha encontrado en estos tres o cuatro últimos años. Pero la gente que hemos hecho una canción crítica seguimos haciendo las mismas canciones. La canción-texto estuvo rodeada de muchos contextos. La democracia aclaró muchas cosas y con el ajetreo éste de la transición a una situación normal se ha confundido mucho, pero yo creo que poco a poco las cosas se van aclarando.

C-7.-- En Aragón ha surgido una buena cantidad de cantantes y grupos. Los nombres de La Bullonera, Joaquín Carbonell, Chicoten, están en el ánimo de todos. ¿Se puede hablar de un movimiento de canción aragonesa compacto y maduro?

L-- Yo creo que no, que no hay un movimiento de canción aragonesa con esas características, porque Aragón es un territorio muy castigado por la historia y es una tierra más de individualidades que de colectividades. A todo eso hay que sumarle que a la sociedad aragonesa le ha pasado lo que al conjunto de la sociedad española, donde ha habido un momento de mucho desencanto. Pero ahora, desde hace un par de años, se está dando un renacer de grupos de folklore aragonés, de nuevo folklore, que no es solo la jota típica, sino que incluye otros instrumentos, que sorprenden a mucha gente.

C-7.-- ¿Qué papel crees que juega la canción popular en todo este tema de la reaparición de un sentimiento nacionalista o regionalista, como se quiera, en muchas comunidades de España, en la búsqueda de señas de identidad?

L-- Hombre, juega un papel, no cabe duda. No por sí sola, sino acompañada por otras formas culturales, la poesía o el arte. En Aragón, por lo menos, así ha sido. Allí ha tenido también una gran importancia la aparición de un semanario como Andalán, que ha luchado durante años y años por ese sentido regional que empieza a perfilarse.

C-7.-- En tus últimos discos hay un cierto cambio en tu trayectoria musical. Parece como si antes compusieras tú más canciones en música y letra y ahora compusieras textos para músicas folklóricas, alterando, sin duda, el ritmo cardíaco de los puristas.

L.-- Yo soy muy visceral, nada cartesiano. Las melodías de esos temas estaban ahí: eran melodías populares, pertenecientes a una comunidad rural, religiosa, la de nuestros antepasados. Por eso creo que tampoco hay que avergonzarse de manipular ciertos textos y adaptarlos a los problemas reales de hoy. Ahora bien, en cualquier caso, esos nuevos textos hay que cantarlos con estilo muy popular, en mí opinión. Si lo haces de una forma académica, escolástica, es como si les faltase aire y vida. Hay que cantar con bravura, dejándose la garganta en cada nota. Y si lo que se dice a veces no es muy bello, muy poéticamente perfecto, que tampoco se escandalice nadie.


En un reciente artículo en el periódico Diario 16, José Antonio Labordeta escribía que «en este país hemos ido sobreviviendo a nuestra propia incuria y desconocimiento, poniendo clichés rudimentarios allí donde la ignorancia era lo verdaderamente profundo». Parece como si toda su obra de escritor, articulista, poeta y cantante fuera destinada, precisamente, a atacar esta enfermedad del desconocimiento que no es sino la enfermedad de la incomunicación.

Comunicación y conocimiento

Hay en la obra del cantautor aragonés un intento deliberado de contribuir a la comunicación y al conocimiento, y lo hace desde las formas expresivas que le son propias, las de su tierra, y a partir de una observación detallada de la realidad que le circunda, partiendo de lo cercano y particular para alcanzar así, precisamente, una dimensión de generalidad que queda patente en sus novelas, sus numerosos libros de poemas y sus siete álbumes de canciones. Ha conseguido José Antonio Labordeta que la fidelidad a la tierra propia trasmita sentimientos y sensaciones que son de todo el mundo: la rebeldía contra la injusticia, el dolor de la emigración, la tristeza de la soledad, social o individual, la alegría de la fiesta popular compartida...

Fidelidad a un estilo musical

Como escribía Manuel Tuñón de Lara en la presentación de su primer disco: «Al cantar, Labordeta define Aragón, solar y paisaje; luego, a sus hombres, con dolor y amor, sus sequías agosteñas, sus cierzos helados y a veces su inmensa desesperanza. Labordeta no inventa nada ni propone nada. Cuenta y canta lo que pasa». Y eso no ha cambiado en los diez años que han pasado desde que se publicó ese primer disco. Al contrario, es la fidelidad a un estilo musical y a una idea ética lo que hace a José Antonio Labordeta cercano y cotidiano a personas y pueblos tan alejados del suyo. Es lo que hemos tenido ocasión de comprobar en Canarias en esta su primera visita en tantos años de cantar. Tardanza inexplicable que no es sino el testimonio doloroso de nuestro propio alejamiento y aislamiento.



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