martes, 21 de mayo de 2013


A propósito de Benedicto, notas sobra la Nova Canción Galega







Hace unos días vi en la tele una manifestación de maestros gallegos, que protestaban por las limitaciones que para la enseñanza del galego imponía la nueva ley de educación. La primera persona que me vino a la cabeza pensando en lo que opinaría de esta situación fue Benedicto García, cantautor primigenio y enseñante, pionero en lo de cantar y enseñar en su idioma (algún discípulo le recuerda todavía en internet en esta última labor). Pensé que debía transcribir algún escrito sobre él, pero la tarea se ha retrasado porque, a más de su curriculum musical, profesional y político tenía que tener en cuenta, por encima de ello, que Benedicto es también un viejo amigo, un querido amigo aunque sólo nos hayamos tratado durante algunos años de nuestra ya larga vida; eso sí, muy intensamente. Y no conviene mezclar el culo con las temporas.

Conocí a Benedicto en 1968. Él volvía a Santiago desde Barcelona, donde había grabado su primer disco al tiempo que lo hacía el otro pionero, Xavier González del Valle, e hizo escala en Madrid para conocer a la gente de Canción del Pueblo, de los que había oído hablar y para lo que contaba con mi contacto que alguien le  había pasado. Como la casa de mis padres, pese a sus apenas 40 metros cuadrados, era la Pensión Benita, se quedó allí a dormir. Al día siguiente quedamos por la plaza de Quevedo con Hilario Camacho, que vivía cerca, y recuerdo un detalle, que si alguna vez se le biografía podía ser un dato, que me llamó la atención. Antes de vernos con Hilario me pidió que parasemos en la Glorieta de Iglesias, donde había y hay un tempo, para asistir a misa. Benedicto procedía de los grupos de cristianos progresistas y aún no se había acercado al Partido Comunista. Yo, que ya era militante, le esperé en la puerta de la iglesia y luego comentamos el tema mientras acudíamos a la cita.

Posteriormente nos vimos con asiduidad, especialmente durante su etapa de residencia madrileña con Bibiano. Aún recuerdo tantas reuniones musicales, políticas o amistosas compartidas con Elisa Serna y Julia León, entre otros, en la casa que bien o los dos o bien uno de ellos tenía al final del Paseo del Prado, en esa acera de la derecha que todavía hoy mantiene ese aire de paso provinciano de tabernas y mesones que siempre tienen las cercanías de las estaciones de tren.

En 1978, viviendo yo en Las Palmas, me llamó para pedirme un texto que incluir en el folleto que iba a acompañar su segundo LP, que editaba el sello Gimbarda y que también seria el último que publicaría. Se lo escribí con total placer, aprovechando para contar algo de historia de Voces Ceibes, el grupo inicial de la Nova Canción Galega del que fue fundador, y ahora lo reproduzco, aunque no haya encontrado el cuadernillo, sino el original a máquina. Lo completo con un par de publicaciones anteriores.

Benedicto se retiró pronto de la canción para dedicarse a su vocación inicial, la enseñanza, y su autoasumida obligación civil, la lucha sindical. No obstante no pudo olvidarse de su faceta musical y con un par de colegas de Comisiones Obreras crearon La Orquesta Valdeorras, con la que actuaron cientos de veces en festejos y mítines. Una aventura amateur que no obstante le permitió escribir e interpretar canciones que no sólo eran divertidas (son, porque quedó un disco de aquello) sino que abordaban con ironía y lucidez temas tan serios como los avances científicos, el sexo o el machismo. No hay nada suyo en internet. Es una pena, porque me hubiera gustado poner “Plánchame la camisa” o “La genética todo lo puede” para que lo pudierais comprobar. 

El vídeo que sigue ha sido realizado, como algún otro que se enlaza aquí, por Gustavo Sierra, que pese a no haber nacido prácticamente cuando Voces Ceibes desapareció se ha convertido en un verdadero erudito del tema. En su blog se puede ampliar la información.







Dentro de la canción gallega la figura de Benedicto García ocupa un lugar de singular excepcionalidad, no solo por su calidad o por su fidelidad a cuanto representa un compromiso radical con su pueblo, sino por su carácter de único cantante gallego en el que se puede representar la canción gallega en su totalidad, como único testigo en activo de sus diez años de existencia.

Benedicto y Xavier
Es por ello que vamos a aprovechar estas líneas no solo para hacer una semblanza biográfica o critica de Benedicto, sino para intentar aportar algunos datos que puedan configurar una breve y necesariamente incompleta historia de la canción gallega, justo ahora en que ha cumplido diez años. Desde el 24 de marzo de 1.968 en que los dos primeros integrantes del movimiento: Xavier González del Valle y Benedicto García, intentaron dar su primer recital en la Escuela de Peritos Agrícolas de Lugo, que sería abortado por la fuerza pública, hasta hoy.

Hemos hecho una división cronológica de estos diez años, en la que, con criterios más o menos convencionales, hemos intentado englobar periodos temporales de similares características.





En Abril de ese mismo año 68 se celebraría por fin en la Universidad de Santiago el recital fundacional ce la "nueva canción gallega" que el mes anterior no se había podido celebrar en Lugo. Para esta ocasión el escritor y catedrático Xesús Alonso Montero escribió unas palabras de salutación y bautizo del movimiento: «…la voz de estos dos jóvenes, Benedicto y Xavier, va a llevar las mejores inquietudes y las mejores indignaciones a campos  hasta ahora ajenos a la literatura; por primera vez también, cientos y cientos de hombres y mujeres de nuestro país van a escucha su lengua hecha arte y hecha cultura..."

Durante ese mes y los siguientes los recitales habrían de sucederse con extraordinaria rapidez, como un reguero de pólvora que hubiera pillado desprevenidos a los guardianes del orden: el 4 de Abril se presentaron en I/i no, el 14 en un salón parroquial de Orense, el 18 en el Ateneo de Pontevedra. Entretanto y en medio de una huelga ce la Universidad de Santiago, se va tomando contacto con el resto de los que serían integrantes del grupo, estudiantes también, como los primeros: Xerardo Moscoso, Vicente Araguas y Guillermo Roxo, poniéndole nombre al grupo: "Voces Ceibes" al que también se integraría el poete Alfredo Conde.

Ese mismo año, y en le editora catalana Edigsa (bajo sello "Galaxia-Xistrel"), Xavier y Benedicto grabaron sus primeros discos, con cuatro canciones cada uno, en los que musicalizaron poemas de Celso Emilio Ferreiro y Louis Dieguez, además de letras del propio Benedicto. En Barcelona tomaron contacto con Miro Casavella, que pronto edito un disco y que haría la presentación del grupo en Madrid, en la librería Cultart el 14 de Enero de 1.969.

Las tres características mas definidas de aquellos primeros tiempos de la canción gallega podrían ser las siguientes:

1.- El rechazo del folklore como vehículo de expresión musical, rechazo que conducía a la asunción de unas formas expresivas aprendidas sobre todo de Raimon (cuya visita a la Universidad Gallega en 1967 supuso un elemento acelerador del proceso de surgimiento de la nueva canción en gallego) y de otros cantantes catalanes, a través de los cuales se filtro el modelo francés.

2.- La utilización de poemas como base fundamental de los textos de las canciones, en un intento tanto de difundir la poesía social gallega que entonces florecía, como de evitar sus propias deficiencias como letristas.

3.- Un acercamiento a la realidad social del pueblo gallego; acercamiento hacia el pueblo desde la universidad, un acercamiento que no siempre pudo llevarse a cabo.
Como se puede ver, de estos tres puntos somera y linealmente enumerados, tan solo el tercero y en cierta forma parte del segundo siguen teniendo hoy una cierta vigencia, pues si bien es cierto que aquel compromiso con las clases populares no solo se ha mantenido, sino que se ha reafirmado plenamente hasta hoy en día, las formas musicales con que se ha ofrecido, los modelos estéticos con que se ha llevado a cabo son distintos de los que se pretendían en 1.968.

En las condiciones especificas de Galicia las dificultades normales con que en cualquier sitio del Estado Español han tropezado los correspondientes intentos de poner en pie una canción comprometida y critica, se vieron especialmente incrementados, por la postura cerril de una burguesía centralista y profundamente inculta, de la que, de alguna manera, los cantantes eran prófugos, y a la que obligaban a escuchar amenazantes verdades que, para colmo de le insolencia, estaban dichas en gallego.

Dentro de las propias limitaciones de los cantantes, y dejando a un lado las netamente artísticas -que la hubo, derivadas principalmente de su escasa formación musical en los primeros momentos-, hay que destacar las que venían dadas por su propia ubicación en el seno de las fuerzas sociales gallegas.

Su condición de estudiantes, hijos por consiguiente de la burguesía, les obligo quizás a un proceso de desclasamiento que les acercara a la clase obrera, el campesinado y el conjunto de las fuerzas comprometidas en el cambio social. Pero ese desclasamiento les dejo prácticamente inermes: sin una tradición a la que agarrarse, acosados por un cumulo do deficiencias organizativas, sin estructuras capaces de dar salida a sus necesidades de actuación, repentinamente inmersos en un movimiento obrero en pleno proceso de formación, se vieron obligados a reducir a la Universidad y aledaños su medio natural de actuación.

Pero incluso este medio les fue pronto igualmente vedado En solo unos meses se cerró una etapa de la lucha universitaria, que había estado caracterizado por la conquista de zonas de libertad dentro de las universidades por parte de los respectivos Sindicatos Democráticos de Estudiantes. La entrada de la policía en los recintos docentes, ocupación policial que se mantuvo hasta después de la muerte del dictador, acabó con estas zonas de libertad y, por consiguiente con las posibilidades de actuación de la canción gallega, sobre la que la represión se volcó si cabe más ferozmente que sobre otros movimientos similares del resto del estado, multando, censurando, e incluso deteniendo a sus miembros (como le sucedió al propio Benedicto en julio del 68) o forzando el exilio de Xerardo Moscoso (de nacionalidad mexicana por mor de la emigración de sus padres).

Todo esto llevo a la práctica desaparición del grupo, coincidiendo con la edición del álbum "Cerca de Mañana", aparecido en Francia en 1970, y en el que junto a representantes de otras nacionalidades del estado Español (Lluis Llach y Xavier Ribalta, Imanol, Adolfo Celdrán, Julia León, Pablo Guerrero, Elisa Serna y Juanele) se grabaron cinco canciones interpretadas por los cinco miembros que entonces formaban el grupo: Benedicto, Xerardo Moscoso, Vicenta Araguas, Suso Vaamonde y Bibiano.

Es verdad que en los años siguientes surgieron de manera esporádica intentos por resucitar el nombre de Voces Ceibas, dándose una especie de pleito dinástico sobre quien tenía y quien no tenía derecho a usar el nombre. Fuera corno fuera, la realidad indica que a partir de esa fecha la actividad pública de Voces Ceibes como grupo estructurado y coherente, desapareció.






A nadie se le oculta a estas alturas que los últimos cinco años del franquismo se puedan caracterizar como una de las etapas más duramente represivas del régimen. Enmarcados entre el proceso de Burgos (Diciembre de 1970) y el fusilamiento de cinco militante: de ETA y FRAP (27 de Septiembre de 1975), estos años fueron testigos del desmantelamiento del movimiento universitario y de los intentos de destrucción del movimiento obrero, que tuvo que sufrir el proceso 1001 (comenzado con le detención en junio del 72 y culminado con las condenes del 20 de Diciembre del 73) y también innumerables muertes (Pedro Patino en una huelga de la construcción en Madrid en 1971; Antonio Ruiz Villalba en la de Seat de Barcelona, mayo de 1971; Amador Rey y Daniel Niebla en la huelga de la Bazán en el Ferrol, marzo de 1972; Manuel Fernández Márquez trabajador de la central térmica de San Adrián de Besos; I.-72, tres obreros de la construcción en Granada, etc), que confirieron a estos años un carácter especialmente trágico que culmino con la ejecución de Salvador Puig Antich el 2 de marzo d 1974 y las ye citadas ejecución de los cinco militantes de FRAP y ETA.

En esta situación las alternativas de la canción gallega no podían ser muchas, y podrían resumirse en les tres reseñadas más arriba: el silencio, la clandestinidad y el exilio. Tres alternativas que no siempre son excluyentes, sino que, a veces, se complementan.

Con Xerardo Moscoso exiliado permanente en Ginebra, Xavier González retirado de la música, Vicente Araguas dedicado a la medicina, Miro Casavella difícilmente sobreviviendo en Cataluña, los únicos lazos de permanencia de la canción gallega en este periodo fueron Bibiano y Benedicto, que durante mucho tiempo actuaron juntos, potenciando el mismo tipo de alternativas.

Excepto el tiempo que Bibiano pasó en la mili la actividad de los dos cantantes fue espaciada pero permanente. Intentando de manera terca cantar pasa su gente en Galicia, aprovechando todas las ocasiones, muchas veces reducidos a pequeños núcleos campesinos y obreros, sin permisos, en malas condiciones técnicas, manteniendo una clandestinidad forzosa y poco gratificadora, en la que lo voluntad de sobrevivir fue más importante que la represión.

Durante todo 1973 Benedicto estuvo viviendo en Portugal, cantando y trabajando junto a José Afonso, que representa, sin duda, la influencia más decisiva en 1a carrera musical de Benedicto, una beneficiosa influencia que le ha llevado a una preocupación creciente por la música popular gallega, por su folklore, al que se ha acercado con una visión moderna, critica y nada dogmática. En este tiempo, además de dar numerosos recitales, especialmente en Portugal, Benedicto colaboró con José Afonso en la grabación del álbum de este "Eu vou ser como a toupeira", realizada en Madrid los días 6 al 13 de Noviembre de 1972, y en julio del 73 realiza en Portugal la grabación de cuatro temas propios, que no llegaron a editarse por quiebra de la empresa discográfica que debía hacerlo. De estos cuatro temas, "Berros de Loita", "Enterro do neno probé", "Si vas o convento de Herbon" y "Cuadras populares", los tres primaros fueron editados posteriormente en el primer LP de Benedicto en una versión no demasiado distinta a la que aparece en la cinta portuguesa.

A la vuelta de Portugal vuelve a encontrarse con Bibiano, que ya ha terminado el servicio militar, y comienzan a actuar juntos en lo que habría de constituir una de las experiencias musicales más frescas de esos años 74 y siguientes. No es que Bibiano y Benedicto constituyeran un dúo, cada uno cantaba sus canciones, pero las actuaciones conjuntas de los dos cantantes, sentados juntos en el escenario, alternándose en el canto, acompañándose mutuamente, constituyo en su momento un ejemplo de cómo potenciar la canción popular, un trabajo que como tal no ha tenido expresión discográfica pero que se continua perfectamente en sus actuales actuaciones y discos individuales.

Hablando con Raimon en el Festival de los Pueblos Ibéricos
(1976). En primer plano Miro Casavella.
El trabajo común de Bibiano y Benedicto habría de culminar en una serie de actuaciones que forman ya parte de la etapa siguiente. Su actuación en el "Festival Folk Gallego" del 2 de marzo del 75, en el Pabellón Polideportivo del Obradoiro de Santiago ante más de cinco mil persona; su participación en los días de le Cultura en Gijón los años 75 y 76 y en el Festival de los Pueblos Ibéricos en Madrid ante 50.000 personas; su recital en homenaje a Santiago Álvarez en el Pabellón de Deportes de la Coruña el 25 de Junio del 76 (actuación de la que ha quedado constancia en una cinta clandestina), sus presentaciones en Madrid (Pequeño Teatro) y en Barcelona (Sala Villaroel) con el espectáculo "Agora entramos nos", además de sus muchas actuaciones menos nombradas pero igual o más meritorias ante su público de Galicia, los colocó en primera línea de la canción gallega, rompiendo la barrera del silencio que durante años había limitado el canto gallego y había forzado e sus miembros al amateurismo.


Oído a ese “abaixo a dentadura





En todo este tiempo de silencio han ido apareciendo otros cantantes y grupos, que han dado lugar a un movimiento de canción gallega rico y complejo, no siempre unitario, no siempre coherente, pero indudablemente valioso. En el primer manifiesto del "Movimiento Popular de Canción Galega" figuraban las firmas de los siguientes cantantes y grupos: Emilio Cao, Rodrigo Romani, Antón Seoane, Jei Noguerol, Xose Quintas, Luis Emilio Batallan, Raíces de la Tierra, Miro Casabella, Xuxo Mares, Xerardo Moscoso, Bibiano y Benedicto, y en el recital de presentación del movimiento, el dos de Marzo de 1975, actuaron además los grupos Candiera, Folk Ceibe, Fuxan os Ventos, Os Xoglares y el cantante Manoel Hermida. Todos ellos y otros más componen un panorama en cuya valoración crítica no vamos a entrar ahora. La edición de numerosos discos, la continuidad de los recitales, permiten hablar ya de une canción gallega madura y eficaz.

Benedicto, el cantante que comenzó esta aventura de cantar en gallego, después de su primer y expendido álbum (“Pola Unión" CFE-1.977), edita su segunde disco. Éste.




2008. 40 años de Voces Ceibes
Homenaje en la Universidad de Santiago




DISCÓBOLO. 23.5.1970



DISCO EXPRES. 1973



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