Daniel Viglietti. Canción, luchas populares y
represión en Uruguay. 1974.
Aunque fuera ya uno de los más destacados
cantautores latinoamericanos, cuando Daniel Viglietti cantó por primera vez en Barcelona
y Madrid en 1974 apenas acababa de ser descubierto por los españoles, que hacía
menos de un año que habían tenido acceso a su primer disco publicado a este
lado de los Pirineos. Sin embargo, al menos dos canciones suyas se habían hecho
sumamente populares en los círculos progresistas, no sólo rojos, en los que se
sabían de memoria y se cantaban “Canción para mi América” y “A desalambrar”.
Incluso Hilario Camacho acudía a esta última cuando en un recital tenía que
caldear el ambiente, pues, como se sabe, las composiciones estrictamente “comprometidas”
no abundaban en su repertorio de autoría propia.
Pese a todo ello, fue una auténtica sorpresa el
éxito de aquellos primeros recitales. Primero fue el de Barcelona, que
transcurrió sin problemas, y luego el madrileño, que durante la propia
actuación tampoco tuvo ningún incidente, aparte de los coreados de las
canciones y los aplausos, pero que acabó como el rosario de la aurora. Como no lo
pude contar entonces en la crónica que escribí para Disco Expres (que
reproduzco al final), aprovecho ahora, que sepan los que no lo vivieron como
eran entonces las cosas y comparen, que no es verdad que cualquier tiempo
pasado fue mejor.
El concierto se celebró en el Teatro Monumental, que
estaba lleno hasta la bandera, y los gritos, vivas, aplausos y coros que
acompañaron la actuación debieron mosquear a la autoridad competente (“La policía,
si oyera estas canciones se enfadaría”, había escrito Chicho), que dio el queo
a sus superiores, quienes se encargaron de mandar grises a mansalva a la puerta
del teatro, que quedó rodeado, prácticamente como en el ataque de los indios a
los vaqueros en un cañón. Cuando la tente fue saliendo, todavía con las canciones
en la boca, se toparon de frente con el batallón de guardias y sociales que les
esperaban. Hubo carreras, palos y detenciones por toda la plaza de Antón Martín
y calles aledañas. En el interior, donde habíamos quedado el grupo de amigos,
conocidos y demás que siempre asalta a los artistas al acabar las actuaciones,
se esperó a que la cosa amainara, pues al intentar salir la cosa estaba que
ardía.
La policía, que no era tonta (“el ojo del policía,
abierto de noche y día”, había intentado cantar Adolfo Celdrán, pero se lo
habían prohibido) supuso que era dentro donde estaban los principales
conspiradores, y cuando acabó con los de la calle entró en el teatro y venga “documentación,
por favor”, “puede marcharse”, “póngase con aquel grupo” y otras expresiones de
jerga profesional. Recuerdo que entre los identificados estaban Carlos Montero
y Luis Emilio Batallán. A Daniel Viglietti le detuvieron en el camerino y pasó
la noche en la Dirección General de Seguridad. Me salvé del arresto porque mi
compañera, Carmen Rosa, estaba apenas embarazada de mi hija Marina, y con la
ayuda de Batallán, que a más de cantautor era médico, y sacando la barriga que
aún no tenía conseguimos convencer a la autoridad de la inconveniencia del
susto. Tuvimos suerte, porque en casa estaba durmiendo, huido de la policía, Antonio Piera, que preparaba el paso
clandestino no sé si a Francia o a Portugal, donde debió estar hasta la muerte
del inquilino de El Pardo.
Yo había estado ya en el concierto de Barcelona, y
allí, en el Hotel Colón, charlé largo y tendido con Viglietti, de lo que salió
una larga entrevista que se publicó en Triunfo. ¡Cómo eran entonces las
revistas! Tres páginas de letra apretada con notas a pie de página y tan sólo
dos pequeñas fotos como ilustración. Bueno, en realidad sólo una, pues si os
fijáis ellas comprobaréis que se trata de la misma imagen que se ha recortado y
variado el encuadre para que parezcan dos. Debía ser la única que había en el
archivo de la revista, y como entonces no existía google fotos.
TRIUNFO. 12 diciembre 1974
DURANTE muchos
años todos los españoles que cruzaban la frontera francesa se traían en las
maletas un disco que después se encargaban de hacernos escuchar a los que no
hablamos realizado el consabido salto transpirenaico. Este disco contenía una
hermosa serie de canciones que poco a poco se fueron haciendo populares. Su
autor se llamaba Daniel Viglietti, y hace más de un año publicó entre nosotros
el ansiado disco "Canciones para mi
América", aunque todavía fuera necesario comprarlo en el país vecino,
pues dos de las canciones no habían recibido el beneplácito de la
Administración española y se quedaron ancladas en Irún, Port-Bou o La Junquera.
Posteriormente,
en mayo de este año, Daniel Viglietti vino personalmente para actuar en España,
con el resultado de todos conocido: Éxito apoteósico en sus recitales e
incidentes gubernativos tras la actuación en el teatro Monumental, de Madrid.
Aparte de la
noticia periodística, entonces se pudo comprobar que Daniel Viglietti es la
representación exacta de lo que debe ser un cantor popular. Al igual que Raimon,
autor del texto impreso en los programas de sus actuaciones, y de otros
cantantes por todos conocidos, su canción es representativa y testimonio de un
pueblo, y la charla con él es una forma más de confirmar este testimonio y de
aclarar la trayectoria de un cantante inmerso en todo un movimiento de canción
popular que se extiende por toda Latinoamérica, y en algunos casos, como los
tristes de Chile, Uruguay y, más recientemente, Argentina, también por Europa.
El exilio de
Daniel Viglietti le ha llevado por todo el mundo. Recientemente, y después de
unos recitales por Francia, Italia, y Alemania, ha dado nuevamente el salto al
continente americano, allí ha actuado en diferentes países de la parte Sur, y
también en Estados Unidos, donde ha estado más de un mes cantando
incesantemente. Las últimas noticias que hemos recibido de él le sitúan en
México, de donde nuevamente volverá a Europa, a su residencia habitual de
París.
TRIUNFO.-- Para
empezar esta charla podríamos comenzar por el principio, contándonos como fue
tu introducción en el mundo de la canción popular.
VIGLIETTI.-- Yo empiezo a cantar a comienzos de la década
del sesenta. Antes, mi camino había andado cerca de la música, sobre todo
debido al ambiente familiar: mi madre, pianista, y mi padre, guitarrista,
marcaron mi cercanía a dos vertientes de la música: la mal llamada
"culta" y también la música popular. Yo había comenzado estudiando
piano, y todavía en época muy cercana, como a los veinte años, comienzo a
aprender esos acordes básicos que todo el mundo aprende para acompañarse en una
canción, así es como se produce mi acercamiento a la guitarra y, de rechazo, mi
definición hacia la música popular. Esto se concreta en los años sesenta y uno
y sesenta y dos con tos primeros trabajos que hago, y que se van a resumir en
mi primer disco, que se llamó "Impresiones para canto y guitarra y
canciones folklóricas", marcando esta doble faceta de "culta" y
"popular" en mi música. Por supuesto que todo no se produce por azar
ni por las probables condiciones que yo como individuo pueda poseer... --evidentemente
parece que yo tenía mejores condiciones para ser músico que para ser ingeniero,
por ejemplo--, pero mi nacimiento como cantante, y el de toda mi generación de
cantantes uruguayos está enmarcado en todo un proceso social y político en mi
país y en América completa. Y es por eso por lo que desde el comienzo está
presente la problemática social en las canciones que escribo. Y en este primer
disco, que tiene una gran cantidad de ingenuidades y de simplificaciones, hay
ya, sin embargo, un apunte, un acercamiento a la problemática sudamericana. En
este caso se concreta en un primer tema que es "Canción para mi
América".
T.-- Esta es una
de tus composiciones más conocidas en España, a través de tu versión y la de
otros cantantes como Gabriel Salinas, Mercedes Sosa, etcétera, ¿es tu primera
canción?, ¿cómo fue su gestación?
V.-- Es la primera canción, con un texto que se
sale de la canción amatoria, de la canción paisajista, que es la que predomina
en el resto del disco. El origen más concreto de esta canción es el intento de
invasión a Playa Girón, en Cuba, que a mí, como a otros latinoamericanos, nos
provocó un impacto muy especial. Yo siempre he pensado, después de pasado algún
tiempo, que la invasión a Playa Girón fue una invasión tremenda a todo
latinoamericano que comenzaba a decidir su propio destino, que empezaba a
encontrar un camino revolucionario en su propio idioma en todo sentido. Y esa
invasión es para todos nosotros, aun a los que hemos leído la noticia en las
páginas de un diario, el resultado de todo eso. En mí esto queda revelado en
forma de esa canción. Ahora bien, a partir de esto, de esa sensación de que
había que cantar a Latinoamérica, de que había que salir de un planteo
demasiado estrecho, de saltar esas fronteras que la Historia nos había señalado
dividiendo Latinoamérica en trozos, se me produce todo un proceso interior de
necesidad, sin embargo, de recorrer un poco la propia identidad nacional de
esas fronteras. Y es así que el encuentro con un escritor, con Capagorry, se
resume en una serie de canciones referidas a la vida de los campesinos, y decir
la vida de los campesinos es decir su miseria, su problemática, sus costumbres,
sus carencias. De aquí surge un nuevo ciclo de canciones llamado "Hombres
de nuestra tierra". Resumiendo: por un lado pienso que ese arranque hacia
Latinoamérica es fundamental, y que lo es también esa introspección hacia
nuestro propio país, el medio en que nos desenvolvíamos.
T.-- ¿Cómo se establece en tu caso la relación
con el público, a qué niveles y qué medios de expresión son con los que contáis
tos cantores populares de Uruguay en este periodo?
V.-- A partir de estos dos trabajos de que te
hablo se empieza a dar una relación mucho más viva con Uruguay y también con el
resto de los países latinoamericanos. En primer lugar, con Uruguay, en base a
una cantidad muy intensa de actuaciones a distintos niveles, desde el más o
menos tradicional y aceptado por el sistema de la sala y el teatro, apurando
las últimas posibilidades de hacer radio o televisión (la última televisión que
me toca hacer a mí es del año sesenta y siete), hasta los niveles de cantar en
sindicatos, centros campesinos; luego un recorrido lento y prolijo del interior
del país, no sólo en la ciudad, sino también en pequeños pueblos, y de cantar
también en centros estudiantiles.Eso en cuanto a la
experiencia vivida en Uruguay, en contacto con la gente, con todo nuestro
pueblo. En el resto de América comienzan primero algunas actuaciones en
Argentina, pero más que nada la comunicación más fuerte en América se da a
través de un encuentro de canción popular que hay en Cuba en el año mil
novecientos sesenta y
siete, concretamente en el mes de julio, donde suceden dos cosas muy importantes. Por su orden: primero el contacto con todo el proceso revolucionario cubano, en un momento además como aquel, de una gran pasión revolucionaria, que se podría resumir en toda la efervescencia con respecto a dónde se encontraba el "Che" en esos momentos, poco antes de morir. Y en segundo lugar por lo que supone el contacto con una gran cantidad de cantantes de todos los sitios del mundo, gente de distintos estilos, de distinta línea, de distintos niveles, lo que creo que es un contacto muy sano y que a todos nos sirve para caminar más, para sentirnos más responsables de lo que estamos haciendo y descubrir esa comunidad que puede saltar a tanta distancia, ¿no? (1).
siete, concretamente en el mes de julio, donde suceden dos cosas muy importantes. Por su orden: primero el contacto con todo el proceso revolucionario cubano, en un momento además como aquel, de una gran pasión revolucionaria, que se podría resumir en toda la efervescencia con respecto a dónde se encontraba el "Che" en esos momentos, poco antes de morir. Y en segundo lugar por lo que supone el contacto con una gran cantidad de cantantes de todos los sitios del mundo, gente de distintos estilos, de distinta línea, de distintos niveles, lo que creo que es un contacto muy sano y que a todos nos sirve para caminar más, para sentirnos más responsables de lo que estamos haciendo y descubrir esa comunidad que puede saltar a tanta distancia, ¿no? (1).
T.-- Efectivamente,
en ese encuentro coinciden toda una serie de cantantes de todo el mundo, a los
que de alguna manera une su deseo de hacer canción popular y de participar en
los movimientos que se están dando de manera simultánea durante la década de
los sesenta en muy distintos países. Movimientos como "El nuevo cancionero
italiano", "El nuevo cancionero argentino", la nueva canción
chilena y uruguaya, la "música nova" de Brasil, el
"folk-song" en Estados Unidos, y aquí, en España, la "nova cançó
catalana", la nueva canción galega y los movimientos de Éuzcadi y
Castilla. ¿Tú crees que hay algún motivo en esta eclosión de movimientos de
canciones en todo el mundo y en Latinoamérica en particular?
V.-- Sí, yo pienso que la lucha en Estados
Unidos, la lucha interna del pueblo norteamericano hacia finales de la década
de los cincuenta y comienzos de los sesenta, con los movimientos pro-derechos
civiles y Vietnam, posteriormente, es un factor muy importante del surgimiento
de lo que ellos llaman "protest-song". Así como la situación
internacional creada al final de la segunda guerra mundial provoca movimientos
parecidos en Europa. En el caso concreto de Latinoamérica, creo que
evidentemente hay una relación obvia con todo el despertar de una conciencia
política que se empieza a dar, sobre todo para nosotros, después de la
revolución cubana. Y fíjate que estamos hablando de finales de la década del
cincuenta y comienzo de los sesenta, que opino que es un momento crucial en
Latinoamérica para la toma de conciencia no sólo de la canción, sino, en
general, de todo un proceso político. Ahora bien, en este terreno de la música
hay un precedente muy importante, que es el propio Carlos Puebla, que hace una
canción muy relacionada con las circunstancias de la revolución cubana, y que
es todo un documento que se difunde mucho en Latinoamérica y en otros países.
Y, por otra parte, en toda nuestra zona, en lo que podríamos llamar foco
cultural argentino-brasileño-uruguayo-chileno, hay antecedentes anteriores.
Yendo bien lejos te puedo decir que a nuestro pueblo la canción opinante no le
supone una aparición sorpresiva. Durante el proceso de la primera independencia
en Uruguay, por ejemplo, existía ya un poeta popular que hacía
"cielitos" llamado Bartolomé Hidalgo, y se los cantaba a los
invasores portugueses, y eso por no hablar de las composiciones anónimas. De
manera que no tenemos que caer nunca en el error de inventar la pólvora, porque
ya estaba muy hecha. Ahora bien, dentro de este resurgimiento, de este retomar
la canción, hay fenómenos que yo diría fundadores, que tienen una relación
directa con las fórmulas de comunicación masiva. Seguro que siempre ha habido
cantores (en Uruguay existían los payadores, y también en Argentina), pero cantaban
en un café, en una pulquería, porque no disponían de aparatos de comunicación.
Por eso quizá Atahualpa Yupanqui sea uno de los primeros en insertar este tipo
de canción dentro del fenómeno de la radio, el disco, etcétera. Es la primera
figura que entra en esos medios. Y posteriormente hay un fenómeno muy
importante en Brasil, paralelamente a la afirmación de Violeta Parra en Chile,
que para mí sigue siendo la creadora más importante de Chile, y que se da en un
momento bastante paralelo, es el año sesenta y tres-sesenta y cuatro cuando en Brasil surge todo un movimiento
teatral-musical que fue el grupo Opiniao y otra gente (2)
que comienzan a
hacer de la canción un arma de contra información con un nivel de calidad muy
importante.
T.-- Hablas de
la calidad, ¿qué papel cumple la calidad musical y literaria para la
consecución de una auténtica canción popular?
V.-- Un papel básico, como bien sabemos, uno de
los problemas que existen es el carácter contingente a veces de este tipo de
canción, y este es un peligro que nos acecha a todos los que hacemos este tipo
de canción. Pienso que todo este sector se cantantes brasileños, así como la
obra de Violeta Parra y gran parte de las composiciones de Yupanqui superan
este primer grado de contingencia cobrando otra dimensión. Todo esto sin negar
en absoluto la utilidad circunstancial que puedan tener productos panfletarios,
pero que de todas maneras coinciden con el interés popular y circulan y pueden
llegar a tener una respuesta popular, pero sin confundir los dos planos.
T.-- ¿Cómo se
adecúa tu obra de composición a todo este proceso de que hablas?
V.-- "Canciones para mi América", el
disco qué se ha editado aquí en España, es el tercero que salió en Uruguay,
allá se llamó "Canciones para el hombre nuevo". Ese disco es el
resultado casi directo de la experiencia de Cuba, puesto que, además, fue allí
donde lo grabé. Luego, al regreso al Uruguay, me encuentro con un país
totalmente inmerso en un proceso de deterioro socio-económico, y, por tanto,
con todo un fortalecimiento de la lucha popular. Es así que surgen (y seguimos
hablando de discos, que es mucho más práctico) todas las canciones que incluyo
en "Canto libre", que, además, es un disco en el que trato de
divulgar de alguna manera la obra de Violeta Parra, bien es verdad que después
de muerta, porque esto ha pasado a muchos, que sólo se han acordado de ella
cuando ya estaba muerta, y también me ha sucedido a mí. Posteriormente, cuando
se va afianzando todo el fenómeno de la lucha armada en Uruguay, aparece mi
siguiente disco, que es "Canciones chuecas", y que, además, coincide
con una experiencia muy interesante del trabajo de muchos cantantes en la
calle, en apoyo a la campaña del Frente Amplio, donde cantábamos en las plazas,
en los barrios, en cualquier esquina levantábamos un tablado y cantábamos, esto
era en el año setenta y uno y a principios del setenta y dos, hasta que en
abril de ese año se produce el desencadenamiento de una represión, mucho más
tecnificada, mucho más organizada que, por supuesto, también toca al frente de
la canción. Desde entonces la canción sobrevive entre controles, entre
amenazas, etcétera...
T.-- ¿Cómo
funciona en esos momentos la industria discográfica en Uruguay, tos canales de
distribución, etcétera?
V.-- Bueno, en Uruguay existe un
"trust" de la industria del disco que es similar a la que pueda
existir aquí en España, tiene a veces los mismos nombres, con alguna pequeña
variante sobre los mismos clanes, que le pagan al artista el cinco por ciento
básicamente del producto de venta al público, descontándote el coste de nylon
del sobre y la etiqueta que la paga el artista. Esto en base a la cantidad que
ellos declaran en ventas. Y nosotros cantamos. Esto es todo lo que tengo que
decir. Al margen del fenómeno del "trust" existen editoriales
heroicamente pequeñas, algunas muy dignas, que trabajan seriamente por difundir
de la mejor manera posible la canción del pueblo.
T.-- ¿Qué tipo
de censuras, de controles, se ejercen sobre la labor del compositor y del
cantante?
V.-- En Uruguay, en estos momentos, está
planteándose. Ahora bien, no conozco en detalle por mi condición de exiliado.
Pero anteriormente no existía ningún tipo de censura. En Argentina sí que
existía un mayor grado de presión. De todas maneras, se pudo siempre editar lo
que uno componía y la cosa habría que replantearía en términos actuales, ahora
no sé cómo será la situación. Hay otro aspecto de la censura que sí que ha
funcionado muy bien, y es la situación en la radio y en la televisión. Como te
decía antes, yo no actué en televisión desde el año sesenta y siete, y en
Montevideo hay hay veinticinco radios, de las que solamente dos
pasan asiduamente temas de este estilo, y también con limitaciones. Ahora bien,
te estoy hablando de hace un año. Y en Argentina me he enterado que ahora
también hay cantantes prohibidos, incluso
músicos como Oswaldo Pugliesse, por ejemplo. Ciertas radios también prohibían
la radiación de discos de cierta gente, de Mercedes Sosa y de Horacio Guarany, entre
otros (3).
T.-- ¿Cómo ha
cambiado la situación general de Uruguay a partir del año setenta y dos?
V.-- A partir de la crisis que mencionábamos, en
abril del setenta y dos, que en realidad lo que hizo fue simplemente hacer caer
toda una máscara de "liberalismo" y de "democracia", entre
comillas, que existía en Uruguay, se da un ataque frontal a todos los
movimientos populares que incluye el ataque a todas las organizaciones
revolucionarias, a todo el frente sindical, al Frente Amplio y a los sectores
estudiantiles, para concluir en junio con el golpe final: el cierre del
Parlamento. Este proceso es totalmente coherente con lo que venía ocurriendo en
un Uruguay imposible de sostener económicamente por el gobierno, y es una
prueba más de que nuevamente se busca con la represión acallar toda protesta popular
y hacer que nuevamente sean las masas las que paguen los platos rotos de una
crisis aún sin resolver. Todo esto bajo la influencia norteamericana, por
supuesto, y la subinfluencia brasileña. Brasil pasa a ser el nuevo gendarme
tutelar de Uruguay, desde algunos niveles de cierto apoyo económico al
desenfado y abierto apoyo en lo represivo. En medio de todas estas luchas
anteriores á la crisis de abril y posteriores, ya más radicalizadas, el pueblo
pierde una gran cantidad de gente, de jóvenes, pero también de hombres maduros,
porque hay gente de todas las edades en medio de la lucha, el punto que cuando
en el año sesenta y ocho comenzaban a producirse los primeros mártires
populares, cada vez que uno comentaba esto decía un nombre, dos, tres. En estos
momentos habría que hacer un largo recuento de todos los hijos del pueblo que
han sido asesinados. Dentro del trabajo mío como cantante es particularmente
querida la figura de Jorge Salerno, que es, si quieres, un simple nombre propio
de todo esto que ha pasado. Jorge Salerno, estudiante de Económicas, cantante
popular, autor de canciones de las que yo canto algunas en su memoria, es uno
de los numerosos asesinados por la represión.
Setenta y dos, setenta y tres son años profundamente
oscuros. Son años en que el Gobierno trata de instaurar el terror. Establece
todo un aparato de dictadura militar, y los hechos se suceden con tanta
intensidad que a los uruguayos estos dos años les parece mucho más tiempo. Y
hemos tenido que hacer el duro aprendizaje de lo que es una represión
organizada y sistemática. En otros casos, muchos uruguayos han tenido que hacer
el aprendizaje de lo que es un exilio obligado. Y, como de costumbre, estas
cosas son muy distintas cuando se tienen que vivir realmente, que cuando se
pueden conocer en teoría, o cuando uno podría sentir solidaridad con gente de
otras partes así. Ha sido un duro aprendizaje, pero la lección es amarga y a la
vez positiva. La lección es, fundamentalmente, de ver realmente con qué fuerzas
contamos. Los uruguayos estamos solos, como ya había dicho Artigas un siglo
antes, y es con nuestras propias manos, con nuestras propias carencias y con
nuestras propias limitaciones que tenemos que encarar todo esto.
T.-- ¿Qué papel
ha jugado la cultura, o las fuerzas de la cultura, en todo el proceso de
resistencia a esta situación?
V.-- Han sido en realidad las fuerzas vehiculizadoras
de toda una concepción diferente del ser humano, a distintos niveles, por
supuesto. Desde un nivel más encadenado con la tradición liberal, que era muy
fuerte en nuestro país, hasta niveles mucho más revolucionarios. Y es asf que
los sectores universitarios, de alguna manera eran portavoces, eran difusores
de una búsqueda de cambio para la sociedad, de la búsqueda de un hombre
diferente. Y esto no era solamente hecho por los sectores universitarios, sino
que a través de toda la fuerza de los sindicatos, y especialmente de los sindicatos
campesinos, como el movimiento de los cañeros del Norte, por ejemplo, habían
tenido una tremenda incidencia, porque eran sectores sindicales que planteaban
su lucha de manera muy frontal, sacándola del planteo económico y llevándola al
terreno de hechos mucho más concretos, como el de la lucha por la expropiación
de la tierra directamente. Esto se da ya sea en el plano de esa cultura
universitaria, o en el plano de esto que podríamos empezar a llamar la cultura
de los campesinos que se alzan y que planteaba nuevas formas de lucha, y nuevas
formas de expresar esa lucha. Y esto, de alguna manera, creo que es una
cultura. Ahora bien, a esta altura del proceso, la escalada ha sido tal que
todos estos niveles han sido bien golpeados. Y en estos momentos se podría
decir que ni siquiera los partidos que en el fondo fomentaban el crecimiento de
los militares dentro de la vida política, es decir, los partidos políticos de
derechas, ni siquiera ellos tienen ahora una cierta autonomía, sino que están empezando
a perder el dominio del poder. Es muy difícil cuando se está en cierto tiempo
fuera, tomar la palabra en nombre de toda una lucha. Pero podemos simplemente
citar, de acuerdo con las noticias que se leen en los diarios europeos, que la
lucha continúa, especialmente después del golpe de resistencia popular de junio
del año pasado. Y nadie mejor que el pueblo uruguayo, o el pueblo chileno, por
poner otro ejemplo continental, para saber de qué manera, con qué armas
organizar y llevar con éxito esta lucha, que es muy difícil y muy larga.
T.-- ¿Cómo ha
golpeado la represión en el terreno concreto de la canción?
V.-- Aparte del caso del asesinato de Jorge
Salerno, del que hablábamos antes, ha sido detenido un gran cantante popular
que es Aníbal Sampayo, un cantante que debe ser poco conocido en España, a
pesar de que Cafrune cante algunas de sus canciones. Por cierto, que Cafrune,
del que veo que es muy famoso en España, debería aprovechar cada vez que canta una canción de Sampayo para decir lo
que le ocurre. Además hay el fenómeno de los cantantes que están en el exilio,
como el caso de un joven cantor muy valioso, de la última generación, que se
llama Héctor Numa Moraes, que fue perseguido y tuvo que salir del país. Hay
otros compañeros que también han sido represaliados, pero ahora están en
libertad y dentro de Uruguay, y citarlos les podría traer problemas. (4)
T.-- Ahora, y ya
para terminar, si te parece podemos hablar de un tema que es continuo punto de
discusión para los llamados folkloristas, y el de la utilización de
instrumentos, temas y ritmos que no son exactamente folklóricos de acuerdo con
su concepto purista. En tus discos hay un cambio en este sentido, de igual
manera que puede haberlo en los discos de la Nueva Canción chilena,
especialmente Ángel Parra o Víctor Jara, en tos discos de la Nueva Trova
Cubana, etcétera. ¿Cómo te planteas esta cuestión?
V.-- Yo pienso que es una evolución, desde el
punto de vista de mi trabajo. Ya en "Canciones para mi América" había
incluido flautas, oboes... Luego, en "Canto libre", incluyo de nuevo
flautas, baterías y hay un grupo de viento. Yo siempre he pensado que las
herramientas, los instrumentos con los que se puede trabajar, pueden ser
variables, pueden originarse en distintos estilos de música y me parece válido
su empleo. Quizá no sistemático, pero sí para determinadas cosas, aunque tenga
un sentido de instrumentos, digamos, de la cultura occidental y cristiana. O de
la cultura oriental, si tuviéramos acceso a ello, o de la cultura electrónica,
si tuviéramos medios para hacerlo.
T.-- Hay una
frase de Leo Brower, director del Centro Experimental Sonoro de La Habana, que
dice que "de la cultura imperialista debemos desechar aquellos elementos
que contribuyen a acentuar su carácter dominante, pero debemos aceptar y
utilizar aquellos otros elementos que, por el contrario, nos sirven en nuestra
propia tarea liberadora". ¿Crees que esto es cierto?
V.-- Creo que el enemigo a veces se le aniquila
con armas hechas a su propia fábrica, pero creo que, de todas maneras, las
simplificaciones son siempre peligrosas, que hay que ver cada caso y tratar de
hacer las cosas con el menor margen de alienación posible, ¿no? En el sentido
de alienación cultural, de toda esta influencia de la colonización, que siempre
se mete por distintos conductos. Ahora, yo no puedo creer de ninguna manera,
que porque un músico latinoamericano emplee una guitarra eléctrica esté ya invalidado.
Lo que importa es que sostiene esa herramienta. Lo que importa, como siempre,
es lo que se hace con las cosas, y no las cosas en sí mismas. Por esto no sé si
acertada o equivocadamente yo he empleado distintos elementos, y esto aparece
como mucho más realizado en mi último trabajo, sobre todo por el aporte de
arregladores de mucha calidad como Leo Brower o, como tos propios arreglos de los
cantantes cubanos: Pablo Milanes, Noel Nicola y Silvio Rodríguez. Que además es
interesante señalar que es un movimiento donde yo, luego de haber escuchado
varias experiencias, siento la validez de una canción como testimonio, como
herramienta esclarecedora dentro de un proceso socialista. Cosa que a mí me
preocupa mucho, porque pienso que el carácter de búsqueda de la canción, el
carácter no apologético de la canción, debe continuar sobreviviendo después de
instalarse un régimen socialista.
DISCO EXPRES. 14 JUNIO 1974
LA PROVINCIA. LAS PALMAS. 25 JUNIO 1978
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