Canciones de la guerra civil española. Canción,
historia y memoria.
A mi vuelva a Madrid en 1983 me
reencontré con Emilio Cañil, que aparte de portarse conmigo con una generosidad
inusual, al permitirme utilizar en el programa de Radio El País que había
comenzado los discos de Discoplay hasta que llegaran los míos de Canarias, se
había metido en la arriesgada aventura de editar en España los discos del sello
estadounidense Folkways Records, cuyo catálogo recoge lo más importante del
folk de Estados Unidos y de buena parte del resto del mundo. Así llegaron hasta
nosotros trabajos excelentes, en cuidadas ediciones, que respetaban al máximo
las portadas y los folletos interiores originales, traduciendo estos últimos,
como debe ser. Creo que por ahí andaban, de asesores o algo similares, Manuel
Domínguez y Chema Mantínez, con experiencia en el tema y expertos conocedores de lo que se
publicaba.
Así los españoles pudimos recuperar dos
discos históricos sobre las canciones de la guerra civil española, que yo
comenté en NUESTRA BANDERA (La revista teórica mensual del PCE que no sé si
sigue existiendo). Como internet es un pozo sin fondo, al buscar ilustraciones
musicales he encontrado algunos vídeos realizados sobre canciones de esas
grabaciones, así que son excelentes, testimonios históricos únicos.
Escuchándolas, me doy cuenta del enorme
poder evocador de las canciones y de la manera profunda en que algunas se
instalan en la memoria. Las escucho y las recuerdo todas, porque constituyen
parte de la banda sonora de mi infancia más íntima, aquella que relaciona a un
hijo con su padre, que me las cantaba no sólo para dormirme desde que tengo
recuerdos. Eran sus canciones y pasaron a ser las mías, que luego yo cantaría
en tantas excursiones juveniles de la post adolescencia con los camaradas de la
UJC y que posteriormente formarían parte, seguramente vía abuelo y no paterna,
de la identidad de mi hija.
Eso me trae a la cabeza una reflexión
sobre estas canciones, al menos algunas, que quizás constituyan las últimas
canciones “folklóricas” españolas en el más exacto sentido del término, se
considere tanto desde el punto de vista más tradicional como desde el más
gramsciano.
-Tienen su origen en melodías que se
pierden en el tiempo, de las que son variantes.
-Son anónimas y en muchos casos de creador colectivo.
-Se transmitieron en buena medida por
vía oral, boca-oído (la edición en disco no se conocía en España y cuando se
conocieron fue muy tarde).
-Tuvieron un evidente valor de uso.
-Mostraban una visión del mundo y de la
vida claramente diferente a la de las clases en el poder.
Nuestra Bandera. ENERO 1984
Los libros de
Historia han venido mostrando tradicionalmente una visión oficialista,
magnificadora, de los acontecimientos históricos, por ellos nos hemos enterado
de las grandes batallas y de sus no menos grandes protagonistas. Fechas, datos,
nombres, que han ignorado de manera general la visión popular de quienes la han
sufrido. La canción popular, como justo equilibrio, constituye una crónica
cotidiana, directa, apasionada, en la que el hombre de a pie ha podido dejar
constancia de sus opiniones, no siempre coincidentes con las de los
historiadores oficiales. Ajena a la tanta veces falsa imparcialidad de los
profesionales de la Historia, en la canción se ha venido ofreciendo a través de
los años ese soplo humano, que toma partido, que se construye al mismo tiempo
que se suceden los hechos y que establece, por comparación, la otra cara de la
moneda, muchas veces sombría, aunque también heroica. La canción popular es
vivencia, pero también interpretación de la Historia, en numerosas ocasiones
más ajustada y exacta que la de los historiadores. Una buena muestra de ello
nos la ofrecen los dos discos que, bajo el título de "Canciones de la guerra civil española", acaba de editar el
sello Folkways/ Discoplay en España.
Mientras que la
guerra civil del 36 al 39 cuenta con una abundante bibliografía de todos los
colores y enfoques, otros campos de la cultura la han tratado con mayor
parquedad, y la canción de una manera especialmente sucinta y superficial.
Pocos discos, y la mayoría malos, se han editado en nuestro país donde se
recojan con un mínimo de rigor las muchas canciones que se interpretaron
durante la contienda, en los frentes y en la retaguardia, allí donde un hombre
luchara. Por eso son más de destacar esta edición, que ofrece no ya versiones
originales, puesto que no se puede hablar de "versiones originales"
al referirnos a la canción popular, pero sí unas interpretaciones que son un
fundamental aporte testimonial al conocimiento de la guerra y también una obra
artística en sí mismas, en la que se funden el calor popular de quienes
interpretaron estas canciones en la batalla y la sensibilidad de quienes las
reinterpretaron, en muchos casos al borde mismo de la trinchera y en otros a
muy poca distancia temporal del final del conflicto bélico.
En el primero de
los discos se reúnen dos colecciones distintas de canciones. La primera de
ellas, bajo el título de "Canciones
del Batallón Lincoln", recoge las interpretaciones realizadas por un Pete Seeger jovencísimo, que empezaba
así la carrera que habría de convertirle en el más representativo de los
cantantes folk estadounidenses vivos, que nunca ha dejado de incluir después de
este repertorio en sus discos y recitales, de temas compuestos por miembros de
la Brigadas Internacionales, en especial el batallón estadounidense, y algunos
títulos sobadamente conocidos, como "Si
me quieres escribir", "Viva
la Quince Brigada" o "El
Quinto Regimiento". Está acompañado en esta grabación, que fue
realizada originalmente en 1942, por otros cantantes americanos protagonistas, Tom Glazer, Baldwin y Bess Hawes,
que esos mismos años habrían de constituir Los
Almanac Singer, un grupo de cantantes sindicalistas de feliz memoria. En la
cara B se recogen otras seis canciones, entre la que destacan "Los cuatro generales" y las
dedicadas a Hanse, brigadista antifascista alemán, y a la Columna Thaelmen, interpretadas por el gran cantante alemán Ernst Busch y grabadas en junio de 1938
en Barcelona, acompañado por un coro de voluntarios de las Brigadas
Internacionales.
El segundo álbum
se abre con una obra ciertamente histórica, el conocido "JaramaValley" cantado por Woody Guthrie, el indudable maestro del
folk estadounidense, y se completa con otras cuatro canciones de Ernst Busch y dos colecciones más. La
primera, titulada "Canciones de
nuestros recuerdos", la constituyen tres interpretaciones anónimas del
pueblo español, "La Santa espina",
"Sevillanas" y "Camino de Avilés", grabadas en los
mismos años de la guerra en las calles de Barcelona, Sevilla y Asturias, para
cerrarse con otras cuatro canciones que se reúnen bajo el título de "Detrás de la alambrada", grabadas
en 1938 a beneficio del Comité de Escritores Exiliados organizado por la Liga
de Escritores Americanos.
Son en su mayor
parte canciones de las Brigadas Internacionales, como no podía ser de otra
forma al considerar su origen solidario, pero no se olvidan, antes al
contrario, se resaltan, las condiciones que el propio pueblo español fue
creando en su lucha. Su génesis es similar, tanto en un caso como en otro, y no
se aparta un ápice del sistema de creación de las canciones populares:
variaciones sobre músicas en la mayor parte conocidas, a las que se les cambia
la letra para hacerlas más fácilmente reconocibles y reproducibles. Algunas,
como "Jarama Valley",
parten de melodías del folklore americano ("Red River Valley/ valle del río Rojo"), otras son
transformaciones sobradamente conocidas de temas folklóricos españoles. "Los cuatro generales" es una
variación, como se sabe, de "Los
cuatro muleros", y "El
Quinto Regimiento", una adaptación de dos composiciones muy conocidas:
"El vito", en su inicio, y
una transformación de la melodía de "El
contrabandista", en su parte central.
Pero no faltan,
tampoco, composiciones propias de importantes artistas, poetas, músicos y
cantantes. Nombres como los de Bertolt
Brecht o Louis Aragón firman algunos textos; Paul Dessau o Shostakovitch
se responsabilizan de la composiciones de otras músicas, aparte de los ya
citados Ernst Busch, Woody Guthrie o Pete Seeger, que
contribuyen con sus interpretaciones a dar un ejemplo de responsabilidad
artística, que se volcó en un determinado momento histórico en la solidaridad
con el pueblo español en armas contra el fascismo.
La edición de
los discos, tanto en la original recopilación americana, realizada en 1961 en
solidaridad con los exiliados españoles, como en esta reciente española, son un
ejemplo de consideración del disco como vehículo de cultura y no sólo de
comercio, avalando una trayectoria, la del sello norteamericano Folkwavs que,
dirigido por Mosh Asch, ha editado a
lo largo de más de cuarenta años una colección discográfica que nunca se ha
desviado de ese sentir cultural y político. Se completan los discos con sendos
folletos en los que se incluyen, además de las traducciones al castellano de
todas las canciones que no estaban originalmente en este idioma, prólogos y explicaciones
que firman desde Franz Dahlem,
antiguo comisario de las Brigadas Internacionales, hasta el cantante negro Paul
Robeson, pasando por el discurso que Dolores
Ibárruri pronunció en la despedida de dichas Brigadas. Un ejemplo del que
deberían tomar buena nota otras casas de discos, más preocupadas por el
comercio que por la cultura.
Para quienes han
vivido la guerra, para quienes no la han vivido pero se han criado al arrullo
clandestino de "La joven guardia"
o "La guardia rosa",
cantadas por el padre mientras se escuchaba en la más escondida habitación de
la casa las retransmisiones de la Pirenaica, o incluso para quienes no las
hayan escuchado nunca, estos discos son .algo más que un recurso de la
nostalgia, es la recuperación de un sentimiento histórico de solidaridad en el
que participan cantantes, músicos y poetas que supieron que no se puede hacer
arte sin libertad, que no se puede cantar si no es a la vida.
La original, que está en youtube, no he conseguido subirla,
pero quería que esta canción estuviera y está versión
me parece emocionante aunque la música sea
ligeramente a como me la cantaba mi padre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario