viernes, 24 de mayo de 2013


Sisa desmiente a Solfa (1992)








El 12 de octubre de 1992, justo 500 años después de que Cristóbal Colón tropezara por casualidad con América creyendo que estaba en Las Indias, viaje hasta un asilo de Mataró para entrevistar a Jaume Sisa, que llevaba allí unos años descansando del duro oficio de cantautor galáctico. Acababa de entrar a currar en EL PERIÓDICO DE CATALUNYA y supongo que me lo encargaron como una prueba o un rito de iniciación, a ver si era capaz de distinguir entre la realidad y la imaginación, cosa que al final no quedó clara.

Pese a que le había hecho una buena crítica al último disco que había editado antes de su retiro en 1984, que incluyo para finalizar esta entrega, la recepción fue fría, como si me guardara algún rencor por la atención que posteriormente le había prestado a Ricardo Solfa, del que se rumoraba con insistencia que o era sino él mismo disfrazado de guapo. No se le habían quitado las ganas de tocar las narices que le habían caracterizado de siempre y sus respuestas fueron ingeniosas y provocativas.

Ya he traído aquí una especie de valoración general de Sisa e incluso la crónica del nacimiento publico de Solfa. Justo es ahora que transcriba aquella conversación.





EL PERIÓDICO DE CATALUNYA. 13 OCTUBRE 1992

Tras haber reaparecido brevemente este verano en un acto conmemorativo del “Grup de Folk”, Sisa se ha decidido a hablar sobre la música y sobre Ricardo Solfa con el desapego que sólo dos personajes creados por el mismo autor pueden tener.

-¿Cómo es su vida en esa residencia a la que se retiró?

-Es el noble arte de verlas venir, una actividad científica pero sin un objetivo definido.

-¿Sigue lo que pasa por la televisión o la radio?

-Sí, pero muy poco. Todo se repite. Todos los concursos son iguales, todos los telediarios también. Incluso todos esos grupos de rock catalán que hay ahora.

-¿Ha cambiado la música desde que se retiró?

-Sí, pero se vuelve a lo mismo. Por ejemplo, ahora hay en Cataluña un cantautor joven, muy simpático, que se llama Albert Pla y está muy bien, porque es un auténtico terrorista, pero por otro lado tiene ese aspecto de monaguillo de Monserrat y es una mezcla curiosa de repulsión y atracción. A ése le distingo porque es bastante original.

-Aun en su retiro, habrá oído hablar de Ricardo Solfa.

-Ha dicho que le imito, pero es él quien me imita a mí. Ha robado muchas ideas mías, por ejemplo, eso de la pajarita que usa en las actuaciones. Él era un hombre muy hortera, con muy mal gusto, que cantaba un repertorio de lo más cutre y anticuado, y fue cuando yo le conocí con la Orquestra Platería cuando le puse al día y comenzó a ser alguien.

-Sin embargo, hay quien dice que es usted mismo.

-No. Eso es un montaje de los espías de la Generalitat.

-¿Y la recreación de la canción española que él plantea?

-Que eso no es nada original. La canción española es un género que ha sido asociado a una subcultura de la posguerra, pero a lo mejor hoy día hay jóvenes valores que pueden renovarla, Por ejemplo, esa chica de las peinetas, Martirio.

-¿Le gustaría que Ricardo Solfa o Martirio cantaran alguna de sus canciones?

-He oído que un grupo de rumberos catalanes, Los Manolos, han cantado una canción mía. Sí que me gustaría, porque yo todavía cobro algo de derechos de autor, ya que en la Generalitat son muy simpáticos y ponen mis discos en la radio oficial. Si quieren cantar mis canciones, les doy todas las facilidades.

-¿Usted ya no compone?

-No, hombre. A veces, en la residencia, cuando hay un cumpleaños, les hago una cuarteta para cantarla entre todos.

-¿Qué le gusta y qué le disgusta de la música actual?

-Según me han dicho, ahora, para sonar en la radio, la casa de discos tiene que enviar un sobre al director de la FM, y eso no me gusta nada. Hay una excesiva estandarización de los arreglos y el sonido, y canciones que con un tratamiento más galáctico, más imaginativo, sonarían distintas, pues resulta que suenan todas igual.



 MÚSICA POPULAR. Febrero 1984

La portada del último disco de Sisa, el décimo de su obra, es un baldosín a la puerta de una casa con la inscripción "6/A", y constituye un inmejorable avance de lo que se encuentra detrás de ella, y, sobre todo, una clave para entender el conjunto de la obra del cantante catalán, una figura sin duda decisiva en la canción que se ha hecho en los últimos años en España.

"6/A. Si, S.A", ese baldosín que representa un hombre y un nombre, encierra también un concepto. Esa mezcla de realidad y símbolo, de cotidianeidad y fantasía, es una constante que se encuentra en buena parte de las canciones a través de su producción de todo este tiempo. Presente en los textos de las canciones, pero, también, en la música misma, compuesta en buena medida de elementos actuales paródicos y nostálgicos. Todo ello contribuye a dar a sus canciones ese sello perfectamente reconocible que, naturalmente, está en los 10 temas de este disco.

Sisa es un nato creador de personajes y, especialmente, de ambientes en los que esos personajes se desarrollan. Algunos títulos de este disco apuntan en este sentido: "En casa del astronauta", "El notario de Sevilla", "La guerra de Cuba" o "La actriz secundaria". Títulos que marcan una referencia muy concreta, casi periodística, de los temas que tratan , pero que luego se desarrollan conduciendo esa realidad cotidiana hacia la imaginería fantástica, colorista, lúdica, que transforma la realidad de cada día en una especie de magia cotidiana.

"En casa del académico pasaban a cobrar/ recibos de fantasía de un piso por estrenar", canta en "En casa del astronauta" y cuando habla de la guerra de Cuba, empieza con un despropósito que no es tal: "Cómo puede hacerse con tanto calor, la guerra de Cuba/ si cuatro esclavos, jugando al parchís, padecen tortura". Y ese juego de ficción y realidad, de objeto y figuración, lo lleva más lejos en "La actriz secundaria", donde a partir de describir a una actriz en sus papeles de sustituta, le ofrece hacer una representación de Don Juan Tenorio para ellos dos, actores, espectadores y protagonistas de una historia de amor que ya no es la ficción sino la realidad.

Recorriendo todo el disco circula la búsqueda de la vida a través de la canción, de la nostalgia y la parodia, "Quisiera hacer una canción/ para volver a hallar la inocencia" ("Quisiera hacer una canción"), y la confianza-desconfianza en la palabra para expresar su propio mundo interior, su manera de ver y sentir lo que sucede a su alrededor: "De tanto hablar palabras que se las lleve el viento/ De tanto hablar, sentidas te las quiero dedicar" ("De tanto cantar").

Una vez más, un magnífico disco de Sisa, sorprendente, imaginativo, continuidad de una obra y obra en sí mismo. Un disco.



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