Sisa desmiente a Solfa (1992)
El 12 de octubre de 1992, justo 500 años
después de que Cristóbal Colón tropezara por casualidad con América creyendo
que estaba en Las Indias, viaje hasta un asilo de Mataró para entrevistar a
Jaume Sisa, que llevaba allí unos años descansando del duro oficio de cantautor
galáctico. Acababa de entrar a currar en EL PERIÓDICO DE CATALUNYA y supongo
que me lo encargaron como una prueba o un rito de iniciación, a ver si era
capaz de distinguir entre la realidad y la imaginación, cosa que al final no
quedó clara.
Pese a que le había hecho una buena
crítica al último disco que había editado antes de su retiro en 1984, que
incluyo para finalizar esta entrega, la recepción fue fría, como si me guardara
algún rencor por la atención que posteriormente le había prestado a Ricardo
Solfa, del que se rumoraba con insistencia que o era sino él mismo disfrazado
de guapo. No se le habían quitado las ganas de tocar las narices que le habían
caracterizado de siempre y sus respuestas fueron ingeniosas y provocativas.
Ya he traído aquí una especie de valoración general de Sisa e incluso la crónica del nacimiento publico de Solfa. Justo es
ahora que transcriba aquella conversación.
EL PERIÓDICO DE CATALUNYA. 13 OCTUBRE 1992
Tras haber
reaparecido brevemente este verano en un acto conmemorativo del “Grup de Folk”,
Sisa se ha decidido a hablar sobre la música y sobre Ricardo Solfa con el
desapego que sólo dos personajes creados por el mismo autor pueden tener.
-¿Cómo es su
vida en esa residencia a la que se retiró?
-Es el noble arte de verlas venir, una
actividad científica pero sin un objetivo definido.
-¿Sigue lo que
pasa por la televisión o la radio?
-Sí, pero muy poco. Todo se repite. Todos los
concursos son iguales, todos los telediarios también. Incluso todos esos grupos
de rock catalán que hay ahora.
-¿Ha cambiado la
música desde que se retiró?
-Sí, pero se vuelve a lo mismo. Por ejemplo,
ahora hay en Cataluña un cantautor joven, muy simpático, que se llama Albert Pla
y está muy bien, porque es un auténtico terrorista, pero por otro lado tiene
ese aspecto de monaguillo de Monserrat y es una mezcla curiosa de repulsión y
atracción. A ése le distingo porque es bastante original.
-Aun en su
retiro, habrá oído hablar de Ricardo Solfa.
-Ha dicho que le imito, pero es él quien me
imita a mí. Ha robado muchas ideas mías, por ejemplo, eso de la pajarita que
usa en las actuaciones. Él era un hombre muy hortera, con muy mal gusto, que
cantaba un repertorio de lo más cutre y anticuado, y fue cuando yo le conocí
con la Orquestra Platería cuando le puse al día y comenzó a ser alguien.
-Sin embargo,
hay quien dice que es usted mismo.
-No. Eso es un montaje de los espías de la
Generalitat.
-¿Y la
recreación de la canción española que él plantea?
-Que eso no es nada original. La canción
española es un género que ha sido asociado a una subcultura de la posguerra,
pero a lo mejor hoy día hay jóvenes valores que pueden renovarla, Por ejemplo,
esa chica de las peinetas, Martirio.
-¿Le gustaría que
Ricardo Solfa o Martirio cantaran alguna de sus canciones?
-He oído que un grupo de rumberos catalanes,
Los Manolos, han cantado una canción mía. Sí que me gustaría, porque yo todavía
cobro algo de derechos de autor, ya que en la Generalitat son muy simpáticos y
ponen mis discos en la radio oficial. Si quieren cantar mis canciones, les doy
todas las facilidades.
-¿Usted ya no
compone?
-No, hombre. A veces, en la residencia, cuando
hay un cumpleaños, les hago una cuarteta para cantarla entre todos.
-¿Qué le gusta y
qué le disgusta de la música actual?
-Según me han dicho, ahora, para sonar en la
radio, la casa de discos tiene que enviar un sobre al director de la FM, y eso
no me gusta nada. Hay una excesiva estandarización de los arreglos y el sonido,
y canciones que con un tratamiento más galáctico, más imaginativo, sonarían
distintas, pues resulta que suenan todas igual.
MÚSICA POPULAR. Febrero 1984
La portada del
último disco de Sisa, el décimo de su obra, es un baldosín a la puerta de una
casa con la inscripción "6/A",
y constituye un inmejorable avance de lo que se encuentra detrás de ella, y,
sobre todo, una clave para entender el conjunto de la obra del cantante
catalán, una figura sin duda decisiva en la canción que se ha hecho en los
últimos años en España.
"6/A. Si, S.A", ese baldosín que representa un hombre y un nombre, encierra
también un concepto. Esa mezcla de realidad y símbolo, de cotidianeidad y
fantasía, es una constante que se encuentra en buena parte de las canciones a
través de su producción de todo este tiempo. Presente en los textos de las
canciones, pero, también, en la música misma, compuesta en buena medida de
elementos actuales paródicos y nostálgicos. Todo ello contribuye a dar a sus
canciones ese sello perfectamente reconocible que, naturalmente, está en los 10
temas de este disco.
Sisa es un nato
creador de personajes y, especialmente, de ambientes en los que esos personajes
se desarrollan. Algunos títulos de este disco apuntan en este sentido: "En casa del astronauta", "El notario de Sevilla", "La guerra de Cuba" o "La actriz secundaria". Títulos que
marcan una referencia muy concreta, casi periodística, de los temas que tratan
, pero que luego se desarrollan conduciendo esa realidad cotidiana hacia la
imaginería fantástica, colorista, lúdica, que transforma la realidad de cada
día en una especie de magia cotidiana.
"En casa del académico pasaban a cobrar/
recibos de fantasía de un piso por estrenar", canta en "En casa del astronauta" y cuando
habla de la guerra de Cuba, empieza con un despropósito que no es tal: "Cómo puede hacerse con tanto calor, la
guerra de Cuba/ si cuatro esclavos, jugando al parchís, padecen tortura".
Y ese juego de ficción y realidad, de objeto y figuración, lo lleva más lejos
en "La actriz secundaria",
donde a partir de describir a una actriz en sus papeles de sustituta, le ofrece
hacer una representación de Don Juan Tenorio para ellos dos, actores,
espectadores y protagonistas de una historia de amor que ya no es la ficción
sino la realidad.
Recorriendo todo
el disco circula la búsqueda de la vida a través de la canción, de la nostalgia
y la parodia, "Quisiera hacer una
canción/ para volver a hallar la inocencia" ("Quisiera hacer una canción"), y la
confianza-desconfianza en la palabra para expresar su propio mundo interior, su
manera de ver y sentir lo que sucede a su alrededor: "De tanto hablar palabras que se las lleve el viento/ De tanto hablar,
sentidas te las quiero dedicar" ("De tanto cantar").
Una vez más, un
magnífico disco de Sisa, sorprendente, imaginativo, continuidad de una obra y
obra en sí mismo. Un disco.
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