Hilario Camacho. Propuesta para un himno
antidesahucios
Si eso todavía pudiera ser, a Hilario
Camacho se le caerían los palos del sombrajo al comprobar que “El son del
desahucio”, la canción que compuso en 1967 sobre un poema que el cubano Nicolás
Guillén había publicado en 1947 y que tan pronto dejó de interpretar pudiera
ser hoy en día, en la España actual, un perfecto himno contra una de las
mayores canalladas del poder en una época en que hay sobredosis de canalladas.
Quedaría asombrado, probablemente orgulloso en su fuero interno, aunque no creo
que estuviera satisfecho con que un problema tan viejo estuviera de tan plena
actualidad.
El cruel drama humano al que se ven
sometidos tantos ciudadanos no es casualidad, sino que sigue la lógica de un
sistema en el que se conjuntan la voraz avaricia de los poderes económicos con
la sumisión de los poderes gubernamentales, que legislan obedientes a la voz de
su amo.
El poema de Guillén y la posterior
canción de Hilario pienso que definen mejor que cualquier otra que conozca la
angustia y el desamparo del desahuciado, pero también la firme voluntad de
luchar por su dignidad humana y sus derechos. Aunque en su origen no lo sea,
esas dos características son las que la podrían convertir, de hecho, en un
himno. Y a veces las canciones han ayudado a unir voluntades y acciones.
Completo esta entrega con la canción
actual que pienso que ha expresado con emoción y dramatismo el drama del
desahucio, “Canción para Dimitros”, en la que Joaquín Carbonell y un grupo de
compañeros denuncian las consecuencias de una política asesina.
Para acabar y quitarle un poco de
dramatismo a la cosa, incluyo un texto que buscaba y que al fin he encontrado.
Se trata de la una entrevista con Hilario, publicada en 1968 en DISCÓBOLO, justo cuando andaba preparando la grabación de este "son del desahucio". Él era
la primera vez que asumía el papel de entrevistado y yo ahí le andaba con el de
entrevistador. Una bisoñez que se nota, como en esa ingenua descripción de la
canción que da título a la charla.
A Hilario
Camacho es fácil oirle cantar, porque siempre está dispuesto a hacerlo; pero lo
que ya comienza a ser más difícil es conseguir que exprese de una forma
detenida su concepción de la canción, sus ideas y su lucha por conseguir un
resultado digno y con calidad, no porque no tenga ideas claras y concisas, sino
porque hay que correr tras él un día y otro hasta encontrar el momento propicio.
En esta tercera
entrevista de las que estamos dedicando a la nueva canción popular cantada en
castellano, nos hemos enfrentado con este problema, hemos discutido, he oído
muchas canciones suyas, pero me ha sido difícil hacerle llegar al extremo de conseguir
unas respuestas centradas, aunque, eso sí, cuando lo he conseguido el resultado
merece la pena. También me ha hablado de sus proyectos y de los de «la canción
del pueblo», grupo al que pertenece, y entre los que figuran el de celebrar un
recital en un teatro de Madrid, con canciones totalmente nuevas, aunque en la
misma línea que las que han cantado hasta ahora. También incluyen en sus
proyectos actuar en fábricas y barriadas obreras y hacer alguna que otra salida
fuera de Madrid.
La charla ha
comenzado de una forma que ya se va haciendo tópica, pero que de todas formas
es necesaria. La pregunta era: ¿Cómo entiendes tú la canción popular? Y la
respuesta ha sido:
--La canción popular es la expresión del
pueblo embellecida por el poeta y cantada por el juglar. Esta expresión puede
tener un contenido de cualquier tipo, es decir, siempre tendrá dentro de ella
una problemática social, profesional, amorosa o de cualquier otra clase. Para
mí, concretamente, la canción popular encierra una doble finalidad: Primero
manifiesta esta problemática a los demás, intentando inculcar en ellos una
preocupación y despertar la existencia de unos problemas que existen y que
ellos han de resolver; y segundo, para mí la canción popular tiene un contenido
de valores; es un medio de realizar la belleza. No hay que olvidar una serie de
valores inherentes al hombre, que hacen que no se convierta en una máquina,
como es sobre todo la facultad de creación. Es necesario que siempre haya una
canción, una poesía, una pintura, toda la realización de la belleza manifestada
en el arte.
Hablamos luego
de los poetas y de la poesía; Hilarlo pone música a varios poemas de Hernández,
Guillen y Machado de una forma espontánea y sencilla, justamente la que
necesitan nuestros poetas para hacerlos más cercanas.
--Muchas de las canciones que yo canto son
adaptaciones de poesías. En primer lugar, la causa de esto es que algunos
poemas me han gustado tanto, me he sentido tan compenetrado con ellos, que he
considerado necesario ponerles música, y, por otra parte, no me considero tan
buen poeta como para hacer la letra de todas mis canciones, aunque cada día intento
hacer más letras propias. Siempre que pongo música a otros poetas procuro
respetarlos lo más posible, adaptando la música a sus exigencias, aunque creo
qué la mejor forma de respetarlos es no tocarlos, ya que cada cual tiene su
obra propia.
Y tratando un
tema siempre interesante le pregunto sobre la canción en España; siempre es
importante la opinión de cantantes que, como éste, buscan un camino distinto
del de “Te amo, te quiero, amor, amor, amor”, que, más o menos, era el
estribillo de nuestras misérrimas cancioncillas de moda:
--La canción
española actual, dejando aparte
un pequeño movimiento que está surgiendo en Euzkadi y Cataluña, y quizás en
algún otro sitio, desconocido porque aún no han grabado, la veo muy inmadura en
cuanto a letras, y musicalmente hay cosas buenas y malas, no puedo calificarla
ni siquiera de despreocupada. Ciñendome al panorama discográfico, lo único que
tiene en mi opinión un valor positivo es la obra de Raimon, Pi de la Serra y en
general todos los del grupo catalán. Respecto a la búsqueda de una auténtica
canción popular de habla castellana podemos citar a Paco Ibáñez, aunque no
resida ni grabe en España.
Como vemos, las
contestaciones de estos jóvenes valores sobre este punto son casi unánimes,
todos ellas atribuyen un valor positivo a la canción catalana, y en especial a
algunos nombres que no son, precisamente, los que más suenan. Raimon y Pi de la
Serra encabezan esta lista de preferencias; también un nombre del que sería
conveniente comenzar a tener noticias en España: Paco Ibáñez, una verdadera
figura de la canción y del que tal vez algún día hablemos en estas páginas más
detenidamente.
«No se acerquen, señores, / no se acerquen, /
es sólo un hombre explotado por otro hombre”. Estas palabras,
pertenecientes al final de una de las canciones dé Hilario, podría dar muy bien
señal de ellas; canción comprometida, pero no protestona. No es una simple pose
ante la moda ni un intento de estar al día, sino algo más profundo, algo
totalmente asumido.
--Sí, sí, naturalmente creo que canto en
consecuencia con lo que pienso, e igualmente llevo a mi vida las ideas que
defiendo en mis canciones.
Pero tampoco
debe entenderse por ello que Hilario sea un cantante partidista ni de tema único. Sus canciones también
tratan otros temas, de amor por ejemplo, pero un amor en esta línea de seriedad
y asunción de la realidad. Ante todo es un hombre que se dedica al arte, y
tanto como hombre como artista no puede
permanecer ajeno a los problemas que le rodean.
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