miércoles, 3 de abril de 2013


Luis Pastor. Entrevista (1981), primera nota (1974)




En 1981 ya había estallado lo que en la entrevista que reproduzco se llamaba “la crisis” de la canción popular, o, para ser más exactos, de los cantautores, que Luis analizaba con aguda sensibilidad. Igual su relectura ahora sirva para que los que ya entonces eran desmemoriados recuerden, o descubran, más de treinta años después, cuáles eran las reflexiones reales que sobre su trabajo se hacían los famosos cantautores, tan denostados en aquellos momentos por los popes de la modernidad, esa cosa tan caduca que basta con que pase el tiempo para volverse antigua. O al menos se las hacía Luis, que no era el único.
Aunque ninguno de los dos lo recordamos exactamente, la charla debió tener lugar con motivo de un viaje de Luis a Canarias, en cuyo DIARIO DE LAS PALMAS se publicó el 21 de junio de 1981. O pudo ser por teléfono, porque las fotos que se incluían era de archivo.

Dado que la entrevista no es muy larga y que no es bueno acostumbrase a la comodidad, incluyo después la reproducción de la primera nota que publiqué sobre Luis, en enero de 1974 en la revista MUNDO SOCIAL. Yo acababa de conocerle, y él únicamente había grabado dos singles y un par de canciones en el disco colectivo “Todo está muy negro”, en el que también estaban Las Madres del Cordero, Quintín Cabrera, Els Sapastres y Gabriel Salinas. Todavía le quedaba más de un año para que saliera a la luz su primer LP, “Fidelidad”. Como creo que se puede leer fácilmente, no la transcribo. Allá cada cual con sus ojos.



Últimamente se habla mucho de crisis de la canción popular, se comenta, especialmente desde ciertos medios de difusión, que este tipo de música —los cantautores— ha pasado de moda, que ya no atraen la atención que consiguieron en los años inmediatamente anteriores y posteriores al cambio democrático. Parecería como si el cambio político en el país, el famoso «desencanto», hubiera transformado los gustos de la gente, y hubiera afectado también a los cantantes que, con su esfuerzo, sus canciones y, muchas veces, su sacrificio, contribuyeron de forma importante a facilitar ese tránsito. Han surgido nuevas modas, las casas discográficas y algunos críticos musicales, que en tiempos todavía recientes habían apadrinado el fenómeno de la canción texto o canción popular, se han lanzado con prisa poco explicable a cambiar de gustos y a defender desde su confusa teoría a la «nueva ola», el «nuevo romanticismo», etc... El negocio discográfico y la eterna ley del máximo beneficio se esconden detrás de esta operación, además de otros factores más explicables, entre los que no cabe descartar la avalancha de cantantes con poca calidad que florecieron hacia el año 77/78, y el agotamiento real de una parte importante del público.
A hablar de estos y otros temas vamos a dedicar estas líneas. Para ello hemos pensado que podía servir a la perfección la experiencia de Luis Pastor, extremeño radicado en el madrileño barrio de Vallecas. Con más de diez años de música a las espaldas, cuatro magníficos álbumes grabados --el último de los cuales, «Amanecer», se acaba de poner a la venta hace poco más de un mes-- y uno de los cantautores que con mayor rigor ha afrontado los problemas que plantea la actual canción popular en España.
--En primer lugar, Luis, nos gustaría saber cómo ha sido que has estado más de dos años en silencio, desde tu anterior trabajo discográfico hasta este «Amanecer» que acaba de publicarse.
--Porque creo que en estos más de dos años que he estado retirado me ha dado tiempo suficiente para pensar las cosas, para hacer unos planteamientos no distintos, porque yo creo que la canción sigue teniendo la misma problemática que tenía anteriormente, pero sí que el contexto social ha cambiado de alguna manera, y los esquemas también han cambiado, y había que adecuar la palabra y el contenido de las canciones con la vida que vivimos.
--¿Ese cambio ha sido también musical o solamente temático?
--Creo que no hay cambio total de formas, pero sí hay una evolución normal, que en este último disco se nota más que en otros. Hay un paso musicalmente grande en las formas de componer estos temas, creo que tienen una mayor calidad, una mayor riqueza de armonías, en eso es en lo que se encuentra el cambio musical.
--Sin embargo, en este disco, aunque aparecen mayor número de canciones de tipo amoroso, sigues incidiendo en la misma temática desoíros trabajos tuyos anteriores: el barrio, la marginación, el cambio...
--Claro, lo que uno no puede hacer es alejarse de la realidad en que vive y está inmerso. Las canciones tienen que seguir hablando de lo que te rodea, los problemas cotidianos. Lo que pasa es que tal vez hay que hacerlas con un tratamiento que, siguiendo siendo político, porque así tiene que ser, se aleje de las consignas, de las posibles soluciones. La canción tiene que ser portadora de los problemas cotidianos, a nivel de la calle y de lo que expresa la gente y lo que la gente siente.
--Muchos interpretes de canción popular, magníficos cantantes, por otra parte, como Pablo Guerrero, Antonio Resines, Adolfo Celdrán, etc., han encontrado, según parece, bastante difícil esa tarea de la que tú hablabas de adaptarse a los nuevos tiempos,, y prácticamente se han retirado de la canción. ¿Realmente ha resultado tan difícil y tan complicado este proceso de cambio para los cantautores?
--Yo no creo que sea tan difícil, aunque para mí y otros lo resulte. Lo que creo es que no es una cosa personal nuestra, sino que, desde un primer momento, hay factores, corno son las modas, y un sector de público que apoyaba este tipo de canción, y un sector de la crítica musical que también ha influido mucho, que ha pasado de alabar lo que hacíamos a machacar, a decir que esto ya no vale, que ha pasado de moda, pero sin dar razones. Y creo que eso es falso, que tenemos un espacio que cubrir y ocupar con un tipo de sensibilidad que no lo cubren ni los cantantes comerciales ni los grupos rockeros. Y a mí me lo viene demostrando desde que he vuelto a cantar en directo un público --una parte que viene de hace años, pero otra parte nueva-- que nos descubre a cada recital. Porque en este sector que consume música, que va a los recitales, hay un público de diecisiete o dieciocho años, que eran unos críos, y no nos habían escuchado nunca. Yo pienso, y así lo demuestra el trabajo diario que cuando se juntan once mil personas en un festival y te permiten cantar canciones suaves, como «Rosalinda», con dos guitarras, te da una idea de que la gente tiene necesidad de escuchar y de oír alternativas más profundas que las que ofrecen los grupos de la nueva ola.
--¿En qué sentido has titulado el nuevo disco «Amanecer»? ¿Tiene algo que ver con este redescubrimiento del público y a la inversa qué dices?
--De alguna forma sí, para mí viene a ser la necesidad de volver a hacer algo, dé volver a cantar; pero es también una inyección de moral para todos, para que cada uno redescubramos en aquellos tiempos pasados, que éramos gente con una vitalidad tremenda, con una gran ilusión, que teníamos puesta la vista en un proyecto de sociedad por el cual luchábamos y trabajábamos, y que si en estos momentos no somos capaces de seguir por ahí, porque se nos han venido muchos esquemas abajo, la canción plantea una alternativa a encontrarse con la vida, a buscar con los demás una sociedad que sea, aquí mismo, lo más feliz posible.





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