Música popular y desarrollo técnico: un apunte
histórico
Después de colgar ayer el escrito sobre
el centenario de la música grabada, en el que intentaba hilvanar un argumento
sobre la importancia de la fijación de las canciones en discos, y la
consiguiente influencia de los avances técnicos, en los cambios sufridos por la
música popular durante el pasado siglo, se me ocurrió que faltaba algo.
Efectivamente, las grabaciones discográficas cumplieron un papel fundamental en esa evolución, pero no fue el único factor de cambio, resultado del efecto combinado de diversos elementos.
He recordado que había escrito otra cosa sobre el tema, la he
buscado y la he encontrado. En junio de 1984 la Fundación FUNDESCO organizó el
pomposamente llamado I
Simposio “Nuevas Tecnológicas en la Vida Cultural Española”, un encuentro de postín, como entonces se estilaba, en plena llegada
de España a la modernidad de la mano de Felipe González. A Diego
Manrique, Álvaro Feito y a mí nos pidieron que elaboráramos una ponencia sobre el tema en el
terreno musical. Cómo cada uno nos ocupamos de una parte independiente, puedo
recuperar ahora del libró que se editó mi aportación, en la que abordaba esa
evolución al hilo de la tecnología de la música popular del siglo XX, no sólo
desde la influencia de las grabaciones discográficas, sino también de la
ampliación del sonido a través de medios electrónicos y la utilización de la
radio y la televisión en su difusión. Lo ilustro con algunas muestras musicales
que me parecen pertinentes y aclaratorias.
MÚSICA POPULAR Y DESARROLLO TÉCNICO: UN APUNTE
HISTÓRICO
Hoy en día se puede afirmar que la música y la
canción populares son ya géneros artísticos adultos, en el sentido
de contar con una historia a sus espaldas y unas formas y contenidos elaborados
y complejos, con unas características específicas, que les dan vida propia, y
que les alejan tanto de la música llamada clásica como de la poesía o el
folklore, sus referentes inmediatos. Todo ello es fruto de una evolución desarrollada
a partir de la música tradicional, de la que conserva importantes elementos,
tanto de formato como de contenido e intención, siendo, sin embargo,
radicalmente distinta de las formulaciones primarias y puras de aquella, Sería
una evolución en cierta manera similar a la sufrida por otras formas
artísticas, la novela, por poner un ejemplo, o la ya citada música culta, En la
novela, digamos por poner un ejemplo, las raíces de esa evolución se entierran
en los cantares de gesta de la Edad Media, para llegar a esa cumbre monumental del
Quijote como eje de rotación del género que alcanzaría su madurez expresiva en
el Siglo XIX. En la música popular, este proceso de maduración y evolución
progresivas hasta convertirse en género autónomo y moderno se inició mucho más
tarde, precisamente en el momento en que coincidió con el surgimiento de la
tecnología aplicada a la música y con el desarrollo, urbanización y maduración
de las clases populares que la habían creado y mantenido viva a lo largo de los
siglos.
Un desarrollo
que tuvo su punto de partida en la masiva emigración que se produjo de las
áreas rurales a las urbanas con los inicios de la industrialización, y que se
plasmó en el declive de la cultura campesina y el nacimiento y estabilización
de otra ciudadana cada vez más potente, cuya manifestación más evidente puede
ser, precisamente, la nueva música que surge en ese momento en todo el mundo,
ligada a las transformaciones sociales y políticas de este período; y también,
de manera muy clara, a la revolución tecnológica, que posibilitó de forma
rapidísima la sustitución de viejas constantes de la música folklórica. El
anonimato anterior se sustituyó por la personalización y la autoría conocida de
las canciones; el localismo se transformó en universalidad, o, al menos, en extra-comarcalismo; la simplicidad
rítmica, métrica y melódica de la música tradicional fue sustituida por una complejidad
formal que cada día se agudiza más; en fin, el amateurismo del artista
folklorico, acabó barrido por la profesionalización.
Todo ello no se
hubiera podido dar sin la existencia de unos descubrimientos técnicos que condicionaros
esa evolución. Sin llegar a la afirmación macluhaniana
de que "el medio es el mensaje", sí que se puede afirmar que la
revolución científica y la técnica, posibilitadas por la industrialización de
los últimos cien años, han transformado profundamente tanto la forma como los
contenidos de la música popular, así como los esquemas compositivos y, sobre
todo, los procesos de producción y de distribución, creando nuevas condiciones
que establecen otro nivel de relación entre cantante o intérprete y público,
entre creador y receptor.
Todo ello está
marcado, además, por unos hitos históricos muy concretos, perfectamente
delimitables en el tiempo y en el espacio. La aparición del espectáculo musical
estructurado alrededor de escenarios más o menos fijos, con artistas y
cantantes profesionalizados, que se inició poco antes de mediados del siglo
XVIII (en 1735 se estrenó en un decrépito juzgado de Charleston, Carolina del
Sur, la primera comedia musical americana, "Flora"), que se
sistematizzaría a lo largo de los últimos cincuenta años del siglo XIX. En
1843, el compositor Dan Emmett, que
ya había creado “Dixie”, el histórico himno sureño, estrenó su espectáculo
"The Virginia Mimstrels",
primera comedia musical, tal como la entendemos hoy, iniciadora de un género
que dura hasta nuestros días). Todo ello concluyó en el nacimiento del
"Show Business", del que habrían de surgir nombres tan importantes para
la música popular como los de Victor
Herbert, Philip Sousa o George Gershwin, por hablar de
compositores y músicos estadounidenses. O, ya entrado en el siglo XX, y bien
entrado, cantantes como Al Jolnson, Edith Piaf, Raquel Meller o Concha Piquer,
que dieron el estrellato a los intérpretes, ampliando un tanto él espectro del
espectáculo musical en todo el mundo.
El primer
micrófono de carbón, descubierto por Elisha
Gray, Graham Bell y Davis Hughes en 1876, posibilitaría la
extensión del espectáculo musical, en conquista de auditorios más grandes y de
mejores condiciones acústicas, dando acceso a la canción y a la música a un
mayor número de intérpretes, y multiplicando las galas, los "shows" y
los espectáculos. De igual manera, el micrófono y la electrificación de los
instrumentos sonoros transformaron profundamente los propios estilos musicales.
De alguna manera, la necesidad crea el instrumento, técnico o musical, y el instrumento
cambia la música. O contribuye a cambiarla.
Menuda pareja el ciego y el cojo
Un ejemplo que
me parece ilustrativo de este axioma es el del "blues"
norteamericano. En su origen fue una forma musical rural, negra (luego “inculta”
y "marginada"), interpretada por cantantes individuales y ambulantes, que se
mueven con instrumentos fáciles de transportar, la guitarra, la armónica o la
tabla de lavar. Una situación no demasiado diferente a la de los juglares
medievales europeos.
La emigración de
campesinos de las plantaciones del sur, a las ciudades industriales del Norte y
Oeste de los Estados Unidos, llevó consigo a gran cantidad de estos músicos
rurales, aún acompañados por guitarras
acústicas y armónicas, a los "honky
tonks", los bares de los cruces de caminos en los que descansaban,
bebían y se divertían los viajeros en su tránsito hacia la ciudad, último e
inevitable destinos de espectadores y músicos, que, por su parte, dieron allí los
primeros pasos hacia su profesionalización.
Una vez en la
Chicago o en Memphis, hacinados en grandes barrios o "ghettos", enfrentados
al vertiginoso e implacable ritmo de trabajo que imponían las cadenas de
producción industrial, obligados a cantar para audiencias muy numerosas en
grandes locales, mal acondicionados y con un volumen de ruido muy superior al
que hasta entonces se habían tenido que enfrentar, los bluesmen se hubieran
visto imposibilitados de seguir cantando y hubieran desaparecido si no hubieran
dispuesto de los medios técnicos que les permitieron amplificar su música: los
micrófonos, las guitarras eléctricas y la amplificación en general. Ello dio
lugar al nacimiento del "blues" urbano, del " Rhythm and blues”,
a la transformación del jazz tradicional, y en definitiva, al posterior
surgimiento del rock cuando se añadieron a la mezcla formas sonoras procedentes
de las comunidades blancas (las baladas de origen europeo, el folk tradicional,
el "country", etc.), la principal influencia en la música popular de
todo el mundo hasta nuestros días. Circunstancias sociales, económicas y
políticas se mezclaron con los descubrimientos técnicos para posibilitar el
avance de la canción, su transformación y modernización.
¿Fin del viaje?
El nacimiento de la radio, la industria discográfica
y la televisión
habrían de constituir en la primera mitad del siglo XX factores determinantes
de ese desarrollo y evolución. Factores tan decisivos como las guerras
mundiales, las transformaciones sociales o las revoluciones políticas, que
transformaron los contenidos de las canciones, el sentido de la música popular
y la actitud del público ante ella.
En 1914, en
plena I Guerra Mundial, un grupo de oficiales franceses recibieron la lectura
de un diario parisino a 100 kilómetros de distancia. Un hecho tan simple desató
la comunicación radiofónica, que llegó a su auge en la década de los 20, con la
implantación de la radio en todo el mundo, y con su secuela de popularización
de canciones e intérpretes, contratación de orquestas, músicas compuestas a
petición de las empresas radiofónicas o publicitarias, etc. El cantante ya no
era un desconocido que iba de pueblo en pueblo, diciendo sus coplas en la plaza
o en la orilla del camino; se había convertido en alguien conocido y famoso,
que se escuchaba a través de un pequeño aparato que, a mediados de la década de
los treinta, prácticamente sonaba ya en todos los hogares.
Pero no es sólo
la existencia de programas musicales en directo, que pronto se convierten en
los favoritos de la radiodifusión. Es que, paralelamente, nacen las grabaciones
sonoras, Aunque los orígenes se remontan a 1.877, en que Edison grabó en un
cilindro de cera su histórica frase "Mary
had a little lamb" ("Mary
tenía un corderito"), las primeras grabaciones de actores y cantantes
conocidos fueran de los inicios del siglo (Sarah
Bernhard y Mary Garden dejaron
sus voces registradas en 1903, si bien un año antes ya el mítico Caruso hubiera asombrado a los
melómanos con su primera grabación). Pero no sería hasta la aparición del disco
microsurco, puesto en marcha por la RCA Victor, en 1933, y que permitía pasar
de los cuatro minutos de duración máxima del disco a los casi treinta, lo que facilitaó,
en pleno auge de la radiodifusión, la retransmisión por las ondas de obras más
extensas.
Además, con la popularización del disco, single, EP o LP, las canciones ya no sólo se
escuchaban en la radio, sino que se compraban, se guardaban en casa y se oían
cuando se quería, La influencia de estos descubrimientos -que se produjeron,
además, en un crítico momento histórico: el periodo de entreguerras; el de las
grandes luchas obreras en todo el mundo, la consolidación de los sindicatos y
el nacimiento de los fascismos- sobre los gustos del público y sobre la propia
música popular, es evidente y no creemos que haga falta insistir sobre ella.
Era el momento del desarrollo del jazz, del encumbramiento de los "crooners"
y de las grabaciones de los folkloristas que, como los Lomax en Estados Unidos,
conservaron gracias a estos inventos un caudal sonoro y cultural que, de otra
forma, se hubiera perdido. La radio y el microsurco fomentaron el salto de la
comunicación directa cantante-oyente, a la comunicación masiva e interferida
por la distancia.
Sin embargo, la
gran revolución tecnológica y formal de la música popular contemporánea aún
estaba por llegar. La segunda guerra mundial, que transformó la sociedad de su
época, los hábitos morales, las pautas culturales y la realidad política del
mundo, creó las condiciones para la aparición de temáticas nuevas en la canción
popular, más universalizadas. En 1948 se descubrió la radio de transistores y
se extendió hasta límites insospechados la utilización de tocadiscos, que se pusieron
al alcance de un nuevo sector social, la juventud, la cual comenzó a alcanzar
protagonismo en esos años de postguerra, Y nació el "rock and roll".
La televisión,
que venía coleando desde que el 30 de septiembre de 1928 la BBC y la Baird Televisión Co inauguraron el servicio público de TV, va a
traer a la música popular una problemática que hasta entonces no existía, o
existía en mucha menor medida: la de añadir al sonido y a la voz la imagen de
los cantantes y la escenográfica. El espectáculo completo ya estaba en casa. En
1962 se iniciaron las transmisiones transoceánicas a través del satélite
Telstar y en 1968 había ya 215 millones de receptores de televisión en todo el
mundo. Así, el festival que se monta en Ohio se puede ver en Calcuta casi como
si se estuviera allí. Casi.
Al mismo tiempo,
la industria discográfica ha ido perfeccionando sus sistemas de grabación, de 2
a 24 o 48 canales, del sistema monoaural al estéreo, de la multiplicidad de sellos
a la concentración y al monopolio: en 1975, 51 firmas absorbían el 90% de la
venta y producción mundial de discos. Todo ello plantea problemas de fondo para
la música popular, que al mismo tiempo que se diversifica y se perfecciona como
género artístico, se enfrenta también a la masificación y a la industrialización,
al marketin y la manipulación comercial de contenidos y formas.
Y una obra maestra de casa para cerrar
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