Hilario Camacho. Presentación de “A
pesar de todo" (1973)
Al fin me toca reproducir algún viejo texto sobre
Hilario Camacho. Me resulta difícil elegir, porque a lo largo de los años escribí y colaboré mucho sobre él. De hecho la primera entrevista que publiqué
en mi vida, en 1968 en DISCÓBOLO, fue con él. Como no la he encontrado he
escogido un texto posterior, de 1973 publicado en DISCO EXPRES, en el que se
comentaba el recital de presentación a la prensa de su primer LP, “A pesar de
Todo”. Me llaman la atención ciertas cosas
de él, aparte de la absoluta bisoñez, y alguna hasta me ruboriza. Pero me las
guardo.
Para acompañarlo he buscado en youtube y me he
encontrado con una agradable sorpresa. El 1 de marzo de 1988 se emitió en La2
de TVE "Volar es para pájaros" el espacio de “La Buena Música / Más o Menos Nuestro” (del que ya anda
colgado por aquí la segunda emisión con el concierto colectivo Cantar en Madrid)
que dedicamos Antonio Resines y yo a Hilario, y que se editó en DVD en el recopilatorio póstumo editado por el sello discográfico de TVE y WARNER tras su muerte en 2006. He
intentado copiarlo para ponerlo aquí, pero por supuesto que no lo he conseguido.
Sin embargo, compruebo que varias de las canciones están colgadas en youtube,
así que aquí me las he traído.
Fue un concierto acústico (Hilario, como buen
vanguardista fue quizás el primero en volver a las esencias por aquellos años)
que se grabó especialmente para el programa, en un decorado un tanto horroroso según veo, pero lleno de amigos y conocidos en los que alguno quizás hasta os reconocéis o reconocéis a algún amigo (o amiga). Hay algún colaborador de lujo, como Jorge
Pardo en “Volar es para pájaros”, y sobre todo creo que es de destacar el
trabajo de creación de imágenes y ambientes visuales que realizó Octavio Colis, viejo amigo de Hilario
que ya en 1975 le había hecho la portada de “De paso”. En esta ocasión utilizó
cuadros y dibujos propios, unos ya existentes y otros ex profeso para la
ocasión, y objetos de su propio estudio (como en “Dolores, Dolores”). Visto hoy
sigo pensando que el trabajo de Octavio fue excelente. Por cierto, este es el único programa
de televisión monográfico y de cierta duración (45 minutos) que cualquier
televisión hizo sobre Hilario.
Finalmente, me he permitido colocar un enlace para
escuchar “Como todos los días”, la canción que compartí con Hilario en aquel
primer LP del que habla la crónica.
DISCO EXPRES. 2 NOVIEMBRE 1973
Vamos
a hablar de Hilario Camacho, y qué
mejor forma de empezar a hacerlo que contar su presentación ante ese monstruo
de cien cabezas que es la crítica «especializada» (?) del país. La cosa en
cuestión tuvo lugar en el Pequeño Teatro de Madrid, un mínimo local regido por
las huestes teatrales del TEI, sede de una especie de cultura «progre», en el
que Hilario ya había actuado en diferentes ocasiones y con distintos motivos
(recitales, obras de teatro, etc).
El
asunto comenzó con una alborozada y dicharachera presentación de dos «Santurces»,
Moncho y Joss, que, como dijeron, conocían a Hilario casi desde el primer
«destete», más concretamente desde que Hilario cantaba en la Tuna del colegio
de San Antón, escuela musical por excelencia, ya que del mismo han salido
además del susodicho, Moncho y Antonio Piera,
el cantante de Fórmula Five, y algún
miembro de Conexión.
Y
pasemos ya al fondo de la cuestión.
Nosotros
no esperábamos que Hilario estuviera nervioso, ya que no en vano lleva cientos
de recitales ante todo tipo de públicos, y en todo tipo de circunstancias, pero
sí temíamos que pudiera pasar algún imprevisto, pues era la primera vez que
actuaba con un conjunto electrónico. Aunque hace años hubiera salido a escena
acompañado por esos dos excelentes músicos que son Luis Mendo y Emilio Martínez,
la verdad era que tantos aparatos en escena nos daban un cierto miedo. Pero a
Hilario no, sin duda que a él no le daba ningún miedo, porque estuvo seguro,
conciso, chistoso, suelto, fruto de sus muchos recitales y de la exhaustiva
preparación de estos últimos meses.
Había
también el peligro de la comparación con el sonido del disco, quizá uno de los
sonidos mejor conseguidos en la historia de la música española, pero el peligro
desapareció en un instante. Si bien es cierto que el disco suena más brillante,
más nítido, más claro que en directo, la actuación de Hilario Camacho,
secundado por un excelente grupo no desmerece en absoluto y estuvo llena de
fuerza, de garra, de preparación, y si también es verdad que el disco es más
preciosista, la actuación tuvo menos truco, más realidad, más vida, que la
placa de polivinilo. El orden de las canciones fue el mismo del disco, los
arreglos idénticos, sin embargo lo que estaba sonando en el escenario tenía una
viveza, una espontaneidad que solo la personalidad de Hilario podía conseguir.
Se nota, lógicamente, la demostrada buena mano del productor, Alain Milhaud, pero
creo que en lo que más se nota es en la libertad concedida al artista, y eso
está bien y en este caso funciona.
Para
postre, Hilario, que es perro viejo, ofreció una última canción que acabó de
derretir al público ya totalmente entregado. Hemos de decir que esta actuación
fue distinta a cuantas le habíamos visto hasta hoy, claro que también hay que
decir que nunca hemos visto dos actuaciones iguales de Hilario, y conste que le
hemos visto muchas, pero que muchas, más de cíen.
Una
vez constatadas las particularidades de la presentación ante la prensa vamos a
pasar a resaltar otros aspectos de Hilario Camacho, relacionados con su
quehacer artístico y musical. En el excelente dossier que envía su casa de
discos con diferentes opiniones sobre Hilario hay para todos los gustos, todas
ellas son favorables al cantante, pero muchas desconocen algunos rasgos
generales de su personalidad. Por ejemplo, las hay que dicen que está un poco
verde, que le faltan tablas. Hilario Camacho comenzó a cantar en el año sesenta
y siete, exactamente en noviembre, en un recital en el Ramiro de Maeztu de
Madrid, donde se creó el grupo Canción del Pueblo. Su primer disco se grabó en
el otoño del sesenta y ocho, y desde entonces aquí todo ha sido un largo y duro
camino por intentar demostrar su valor como compositor y cantante.
La
primera indicación que queríamos hacer es sobre los niveles a los que se mueve
la música en España. Hasta ahora, y en términos generales la creación musical
ha sido una mezcla de concesiones, compromisos y calidad que ha dado como
resultado obras mediocres, de una cierta inspiración en el mejor de los casos,
con claras referencias miméticas a los modelos musicales de otros países, bien
sea Francia en el caso de los cantantes autores tipo Patxi, Mari Trini, Victor
Manuel, Cecilia, etc., o
anglosajones, cuando se trata de buena parte de la llamada música progresiva.
Frente a este primario nivel de imitaciones o mimetismo la crítica ha
respondido con los más grandes elogios, por eso es probable que al llegar un
hombre como Hilario Camacho que ofrece una madurez intelectual, una profundidad
conceptual, y una calidad fuera de lo común, haya que repetir los tópicos que
anteriormente se habían utilizado con otros cantantes. El nivel es radicalmente
distinto, por consiguiente al analizar la obra de Hilario Camacho hay que
utilizar unas referencias culturales, musicales v sociales que se salgan de los
tópicos de nuestra canción consumo, el nivel al que se mueve Hilario está por
encima de lo hecho hasta ahora, y es esa altura a la que debemos situar la
discusión.
Por
eso, cuando se habla de la problemática que trae Hilario Camacho a la canción
española, hay que intentar entrar en su mundo personal, un mundo que no es
nuevo, sino que es la constante de estos años de trabajo. Entre las canciones
que canta (tanto las suyas totalmente como las que tienen texto de otros
autores), hay dos temas repetidos constantemente: la frustración y la insistencia
en intentar lo que se desea. Hilario Camacho es un impenitente luchador, pero
al mismo tiempo es consciente de la frustración que crea esta lucha sin
resultados inmediatos. Sea en el caso de las canciones de amor («Y de todas las formas», «Imagen», «Acabarás quizás») como en el de las canciones que de alguna, forma
tienen un contenido comunitario o social («Los
cuatro luceros» «Igual que vosotros”;
«Como todos los días»).
Es
de suponer que cuándo Bob Dylan
salió al festival de Newport acompañado por la banda de Blues de Paul Butterfield, debió crear en los
oyentes la misma sensación que la otra noche cuando Hilario (que los que le
conocíamos le habíamos escuchado con su guitarrita y res) salió a escena acompañado por un grupo de guitarra, bajo,
batería y piano, debidamente electrificado, lleno el escenario de altavoces
hasta el techo. Tal vez hubo incluso quien pensó que se entendía poco su voz.
Pero es que ahora de repente y después de tantos años, resulta que es parte
fundamental de su personalidad la forma, el sonido, la manera de decir las
cosas. Hace mucho tiempo que veníamos pensando que Hilario estaba pidiendo a
gritos un grupo que le acompañara, porque sus canciones habían seguido una
evolución cada día más clara hacia la complejidad sonora, y llegó un momento en
que ya no era suficiente la guitarra (aunque estuviera tan bien tocada como en
este caso) y la voz (aunque la utilizara como un instrumento más), se
necesitaban otros instrumentos y una imagen sonora más rica, más fuerte. Las
preocupaciones vivenciales de Hilario (que han sido de siempre, desde sus primeras
canciones, y no sólo de ahora) están a partir de este disco y esta presentación
en un plano más complejo y a la vez claro de lo que estaban antes. Se trata
ahora de profundizar en este estilo, de moverse con la nueva envoltura sonora
que ha adquirido, y de hacerlo de la misma manera en que ha llegado a ella: en
completa libertad.
Claro
está, que todo esto no quiere decir que Hilario no tenga defectos o que sea
perfecto; en absoluto, los tiene y todavía no ha llegado a lo mejor que puede
ser. Pero, si hasta ahora en España no podíamos ni soñar con tener a alguien a
quien comparar con Bob Dylan, Donovan, Fabrizio D'Andre, etc, a partir de ahora ya sabemos que el camino
está iniciado, y que la cuestión consiste en trabajar (cuestión en la que no
podían ni soñar algunos cantautores garbanceros que hasta ahora han triunfado
en nuestro mercado). El camino está abierto, y por él ha de circular Hilario Camacho y los otros compañeros
de generación a que nos hemos referido más arriba, porque de ninguna manera
creemos que esto sea un hecho aislado. Igual que no creemos que todo lo que
hemos dicho sobre su singularidad invalide a Hilario Camacho como cantante que venda discos.
Las Palmas. 1982 |
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