Panfletos de un tocapelotas hasta las gónadas
Se acabó tomar el sol o moriremos de insolación
Hasta
las gónadas de la estategia del miedo, sean hijosdeputa o gilipoyas quienes la
difundan
Sigo en
sendas tertulias televisivas, de las cadenas “progres”, no creáis, en las que
van comentando la manifestación que se está celebrando en Cibeles. Pues que
digo yo que me tienen hasta los mismísimos (sin especificar, que ya lo cantó
Quintín: “Para tirar adelante en esta vida da lo mismo ovarios que cojones”) de estos comentaristas que no hacen sino facilitar con su escandalera y su alarmismo
la vergonzosa y criminal estrategia del miedo que está desatando el poder. “Ojo
–vienen a decir, que hoy puede haber follón”. Y todo lo más añaden: “En otras
ocasiones sólo ha sido una minoría, pero hoy… Ay, hoy, la que se puede montar”
Y se quedan tan tranquilos.
Parece ser que han
detenido estos días a 11 personas, a las que han encontrado algunos petardos,
varias bengalas, e incluso unos litros de gasolina en unas botellas. Parece ser
que rodean el Congreso 1.400 policías uniformados (los infiltrados no entran en
el balance), con sus correspondientes armaduras, cascos, escudos, porras,
armas (¿balas?), agua a presión, pelotas de goma, botes de humo, furgones acorazados, verjas, barreras… ¿Quiénes
creen esos señores comentaristas que tienen más facilidades para ejercer la
violencia?
Hasta
las gónadas de los periodistas que no preguntan
Estos peperos son la
hostia, incluso la rehostia. Aparte de nazis, vienen a decir, estos violentos
de los escraches (me cago en los muertos del inventor de la palabreja) se
exponen a la multa por nada. Bastaría que nos visitaran en nuestros despachos
parlamentarios para que pudieran exponernos su programa y todos contentos. Pero
siendo tan cínico el argumento, no es eso lo que me cabrea. En esa estrategia
de enmascaramiento de la realidad en la que están los gobernantes, resulta
lógico que quieran convencer a la ciudadanía de dos cosas: que el enemigo es un
vándalo (el sistema o el abismo) y que ellos están abiertos al público como las
farmacias de guardia (venid a mí los desheredados de la fortuna). No. Lo que me
pone de una mala leche que me salen los mocos por las orejas es que no haya un
solo periodista que les haga la pregunta olvidada: ¿Tienen que ir a verles a su
despacho el millón y medio de personas a cuyas firmas no han hecho ni caso, o
con que vayan sólo ciento cincuenta mil será suficiente para que les atiendan?
Hasta
las gónadas del lenguaje justificatorio
El lenguaje tiene
ideología ¿vale? Pues siento comunicaros que esa es otro partido que hemos
perdido por goleada. De un tiempo a esta parte vengo comprobando que la
izquierda parece como si se viera en la obligación de justificarse cada vez que
habla. Estoy contra el gobierno, pero oiga, no se confunda, sin violencia. Soy
anti sistema, pero ojo, demócrata de toda la vida. Me pica un huevo, pero no se
confunda, es el sida, no que tenga ladillas. Hace 20 años era la derecha quien
debía pedir perdón por serlo. Ahora nos ha tocado nosotros y ahí andamos
siempre con el cirio a cuestas.
El último ejemplo está
en la por otra parte deseable y aplaudible ley andaluza contra los desahucios.
Parece ser que se exige en ella que los desahuciados a los que pretende
proteger se encuentren en riesgo de “exclusión social”. Aparte del eufemismo
que implica llamar exclusión social a la más directa marginación, el término es
redundante, gratuito y contiene una buena dosis de justificación, no sea que
alguien crea que lo que estamos proponiendo es la anarquía de la casa para el
que la habita. Somos partidos institucionales, no okupas. ¡Pues no, leche! El
lenguaje tiene ideología. Que se justifiquen ellos. Que lo cantaba Menese:
“Cuándo llega el momento que las agüitas vuelvan a sus cauces. Las esquinas con
sus nombres: ni reyes ni santos, ni roques ni frailes”.
Además ¿puede haber mayor peligro de exclusión
social que el hecho mismo de que te quiten la viviendo y te echen a la calle?
Hasta
las gónadas de lo demócrata que es el señor Borbón
Parece que el
desprestigio de la familia real crece a la velocidad de un solo de batería de
Iron Buterffly. Lo que no sé es si esa velocidad de caída es aplicable también
a la monarquía. En cualquier caso es que aún se siga utilizando la vieja
patraña del señor Borbón como el protagonista de aquella vieja película
dirigida por el cuñado del Caudillo. Él trajo la democracia. Él la salvó de la
barbarie un 23F. Faltaría más. Pues yo me
hago una pregunta. ¿Si la continuidad de la dictadura hubiera sido la
mejor manera de obtener el trono, y no un impedimento, hubiera sido el señor
Borbón tan demócrata? O dos. ¿Si Tejero y su banda hubieran sido la garantía de
la continuidad de su reinado, y no un impedimento, qué papel hubiera jugado el
bueno de la película? O tres. ¿Si los elefantes fueran de metal y dieran
vueltas en las barracas de feria les dispararía con perdigones? O cuatro. ¿Son
suficientes ya?
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