sábado, 27 de abril de 2013


Lina Morgan. Entrevista 1985.






La impresión que saqué tras entrevistar a Lina Morgan queda reflejada en la frase que cierra el reportaje, y hoy, al releerla, me doy cuenta de que esa imagen ha perdurado hasta ahora en mi consideración de la actriz: A veces, mientras hablábamos, daba la impresión de poseer una fina sensibilidad que fuera a quebrarse en un escarceo de la vida”. Una característica que no sólo veía yo, pero que pienso que nunca ha sido aprovechada en su trabajo, en el que ha aflorado la gran cómica que es, siempre muy por encima de las obras mediocres que ha interpretado, sobre todo en cine y televisión. Por eso me pregunto qué hubiera sido de la actriz Lina Morgan si en lugar de caer en el “Hostal Royal Manzanares” de Lazarov hubiera trabajado con Almodovar, como parece, según la entrevista, que podría haber pasado.
En 1985 Lina Morgan estaba en lo más alto de su carrera. Había comprado junto a su hermano el teatro de La Latina, gozaba del mayor éxito popular, contaba con el reconocimiento crítico y, por su fuera poco, le habían concedido la medalla del trabajo. Con motivo del estreno de la revista “Sí al amor” EL PAÍS le dedicó una página con la entrevista que transcribo y con la corriente crítica de Eduardo Haro Tecglen (que reproduzco al final). Un día antes se publicó el texto que escribí para el estreno.



EL PAÍS. 26 MAYO 1985

En La Latina, el mismo teatro en que comenzó su carrera como chica del coro, Lina Morgan presenta su nueva obra, Si al amor, convertida en propietaria de esa sala histórica de la revista. La obra, con el título de Hay que decir sí al amor, se estrenó en Valencia en noviembre de 1983 y estuvo durante seis meses en cartel en el teatro Apolo, de Barcelona. Una operación de desprendimiento de retina a la actriz obligó a este largo paréntesis de más de un año. Para la actual versión se han realizado numerosos cambios, tanto en decorados, escenografía y vestuario como en varios cuadros y canciones de la obra que se han transformado casi por completo.

El libreto es de Manuel Baz, que también fue autor del anterior éxito de Lina, ¡Vaya par de gemelas! La música es del maestro García Segura, y la dirección, de Víctor A. Catena. En el cartel aparecen casi los mismos nombres que hicieron el estreno: Tito Medrano, Ana María Rosier, Ricardo Valle, Berto Navarro y Paloma Rodríguez. Faltan Tomás Zori y Fernando Santos, dos actores que también marcaron, primero con Manolo Codeso y luego como pareja, toda una época de la revista española. La revista es un género de honda raigambre ibérica. Más ligada a las variedades que al musical americano, su lado más débil siguen siendo los libretos, acumulación de situaciones repetidas que, no obstante, consiguen una y otra vez enganchar con el público tradicional. Sin embargo, el relativo auge que está viviendo la revista en los últimos años se debe, fundamentalmente, a sus actores. Artistas que lo han aprendido todo en cada subida al escenario, hasta conseguir una variedad de registros, una capacidad interpretativa y una naturalidad expresiva sorprendentes. Herederos de la dura escuela de las dos representaciones diarias, capaces de cantar, bailar y hacer reír, son actores como Lina Morgan --primerísima de la serie--, Saza, Juanito Navarro, Quique Camoiras, Esperanza Roy, Zori, Santos y tantos otros.

La labor de Lina Morgan ha resultado doblemente interesante. Por su intrínseca calidad interpretativa múltiples veces demostrada y por sus intentos de subvertir, desde su propia presencia escénica, algunas de las constantes del género. Juntando en un mismo papel la bifronte imagen de vedette y actriz cómica, de heroína erótica y de antiheroína cotidiana, su arte marca un hito en los escenarios españoles.

'Sí al amor' se estrenó ayer, viernes, en el teatro de La Latina. Madrid. Dos representaciones diarias excepto los miércoles.









Ambos son propietarios del teatro delante del que se hicieron aquella lejana foto, y se han metido en la difícil aventura de devolver a la revista su esplendor y su gloria. Una batalla contra el tiempo y las convenciones del género que tiene muchos obstáculos por delante, pese a que de unos años a esta parte no sólo sean viejos verdes, matrimonios de visita en la gran ciudad o parejas de recién casados quienes únicamente acuden a verla."La verdad es que esto de tener un teatro no lo he asumido todavía del todo, aunque es la ilusión de mi vida", explicaba Lina Morgan con la inquietud del reciente estreno encima. "Mucha gente me dice que estoy loca por haberme metido en la aventura de comprar un teatro. Pero es que a mí me gusta esto. Si he ganado el dinero con el teatro, lo lógico es que se lo devuelva al teatro".

La preocupación por el teatro parece que la lleva dentro. Vuelve una y otra vez al tema, cuando habla del pasado y cuando se refiere al futuro. "Además", insiste, "de este local vivimos muchas familias. No sólo los que salimos al escenario, sino también muchos otros. Por otro lado, hemos intentado renovar el local de manera que quede digno; que se arregle no sólo la parte que ocupa el público, sino también la que ocupan los actores que trabajan aquí. Que tengan un sitio cómodo para estar, donde se puedan lavar las manos, ducharse o descansar un rato. Porque hay que tener en cuenta que cuando estamos trabajando pasamos aquí más tiempo que en casa".

Medalla del Trabajo

Mañana, lunes, el ministro de Trabajo, Joaquín Almunia, va a entregarle a Lina Morgan la Medalla de Oro del Trabajo. El acto lo ha organizado la Sociedad General de Autores de España, como mínima recompensa a una vida de trabajo teatral que la actriz comenzó a los 13 años de edad. Está contenta, y no puede evitar que una chispa de orgullo brille en sus ojos, que conservan una viveza juvenil y entusiasta. "Me satisface mucho que me hayan concedido esta medalla, porque si las horas sobre el escenario se midieran como las de los pilotos en vuelo, yo ganaría por muchísima diferencia. Son muchas horas y mucho trabajo. Pero también creo que en España hay grandes artistas de revista que han trabajado mucho y se lo merecen como lo pueda merecer yo. Por eso voy a recibir esa medalla como un premio colectivo, como un homenaje a tantos excelentes actores que son mis compañeros". El camino no ha debido de ser fácil. Pequeña y vivaracha, con una belleza que no se desprende de la opulencia, sino de la vivacidad de una cara que tiene un gesto pícaro cuando habla de las dificultades pasadas. "Me costó muchísimo imponerme. Han sido años y años de lucha. Incluso cuando ya llenaba los teatros, cuando hacía pareja con Juanito Navarro, siempre había una vedette delante de mí. Eso me daba mucha rabia. Yo me preguntaba: ¿por qué?, si la gente viene a vernos a nosotros, a Juanito y a mí. Pero no había nada que hacer. Ni el mismo empresario lo admitía. Siempre decían que no se podían cambiar las normas del género, que las cosas eran así, con una primera vedette escultural y una segunda graciosa, y no se podían ni tocar. Me llevó muchos años, pero aquí estamos".

Miedo al éxito

El tiempo ha pasado y los premios han tardado en llegar. Pero los viajes en desvencijados trenes, los alojamientos en estrechas habitaciones de hotel, con una solitaria bombilla iluminando las paredes desnudas, y los escenarios fríos e incómodos, sobre los que podía pasar cualquier cosa, se han terminado definitivamente. Lina recibió en 1982 el Premio Miguel Mihura de teatro. Dario Fo acudió a saludarla al camerino después de una de sus representaciones para declarar que la consideraba una actriz excepcional. Los críticos reconocen con unanimidad su talla artística, aunque a veces no estén de acuerdo con la revista. Políticos e intelectuales van a verla y a compartir su éxito con el público de siempre. A ella la situación le resulta satisfactoria, pero también le asusta un poco: "Todas estas cosas me hacen sentirme más responsable. Son ese tipo de cosas que una está deseando oír siempre, y cuando llegan dan un poco de miedo. El que haya gente importante que demuestre respeto por lo que una hace, por un género que ha sido injustamente despreciado, es algo que no puede sino satisfacerme. Pero siempre se tiene algo de miedo a defraudar, a hacerlo mal, a no dar la talla. Prefiero no pensarlo y hacer lo que siempre he hecho de la mejor manera que sé".

En una situación de este tipo siempre se corre el peligro de volcarse en intentar satisfacer a los nuevos conversos y olvidarse del público de siempre. "Nunca me lo he planteado de esa manera", comenta Lina cuando se lo pregunto. "Siempre he hecho lo que creía que debía hacer. El público de siempre sigue viniendo igual que antes, pero hay también un público nuevo y distinto. Eso es lo bonito, que vengan los dos públicos a verme, que pueda satisfacer cualquier exigencia haciendo lo que me gusta y siempre me ha gustado".

La revista, como género artístico, es algo netamente español, tan alejada del musical norteamericano como del vodevil francés. La mezcla de situaciones apenas hilvanadas por un leve hilo argumental y canciones conforma una manera especial de relacionarse con el público, y ha generado una larga nómina de actores y actrices valiosos, que en algunos casos, como los de Concha Velasco, José Sazatornil o Esperanza Roy, han pasado a otros campos de la interpretación y visto revalorizarse sus nombres, pero que en otros han permanecido fieles a esa luz de las candilejas que les confiere un aura especial, tal vez borrosa, pero siempre personal. Son los Tomás Zori o Fernando Santos, los Juanito Navarro o Quique Camoiras. Actores capaces de meterse en la piel de sus personajes y romper la risa en un quiebro del diálogo, de cantar un cuplé o saltarse las fronteras de la lógica con una morcilla oportuna y desternillante. Actores y actrices para los que no parecen encontrarse sustitutos fácilmente.

El cine por llegar

Lina Morgan también ha actuado a menudo para el cine. Probablemente no el que ella querría volver a hacer en estos momentos, pero un cine que tuvo gran resonancia pública. "Yo creo que soy un animal de teatro, pero el cine me gusta mucho. No me arrepiento de ninguna de las películas que he hecho, pero ahora me gustaría hacer otro tipo de cine distinto, aunque la verdad es que nunca me han ofrecido un proyecto interesante. Hace poco he hablado mucho con Pedro Almodóvar para hacer alguna cosa. Es un hombre que me parece encantador e inteligente, y creo que en su tipo de cine podría hacer un buen papel. De momento va a resultar difícil, porque con esto del teatro no queda mucho tiempo libre para dedicarse a otra cosa; pero en un plazo de tiempo un poco más largo sí que me gustaría". Con esa aspiración aún no cumplida acabamos la entrevista. Un olor de castañas asadas procedente de un pequeño puesto invernal invade la puerta del teatro. Lina Morgan vuelve a subir al escenario y deja en el despacho donde hemos hecho la entrevista ese aire frágil de niña precozmente crecida que tiene. A veces, mientras hablábamos, daba la impresión de poseer una fina sensibilidad que fuera a quebrarse en un escarceo de la vida.





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